viernes, 2 de marzo de 2012

LA REGLA NO ESCRITA CAPITULO 9




De vuelta en mi casa, eugenia ayuda a mi madre a examinar las bandejas para servir de nuevo y yo las observo, a mi madre preguntándole a eugenia acerca de la escuela y gaston, y eugenia resplandeciendo con su atención.                                                                                                                                                —Bueno, serán ocho semanas muy pronto —dice—. Ese es el tiempo más largo que he estado saliendo con alguien. ¡Vamos a hacer un aniversario de dos meses!                         —Él parece muy simpático —dice mamá,.                                                                            —Lo es —dice eugenia—. El día después de la primera vez que hablamos, de hecho me siguió la pista hasta aquí y llamó. ¿No es eso una dulzura? Trago y me miro las manos. Están convertidas en puños encima de la mesa. Me obligo a relajarlas.                              —Es encantador —dice mi madre—. rocio, ¿qué estás haciendo esta noche?                    —Deberes.                                                                                                                            —No puedes hacer los deberes tú sola un sábado por la noche —dice eugenia—. Puedes pasar el rato conmigo y con gaston.  

No. No, no, no, no, no, no.                                                                                                     —De acuerdo, porque toda cita necesita tres personas —digo.                                            —Sólo vamos a hacer los deberes en mi casa —dice eugenia, y mira a mi madre—. Lo juro, gaston estudia incluso más que rocio. A veces cuando estoy alrededor de ellos puedo sentir que me hago más inteligente. Así que, de verdad, la necesito a mi alrededor todo el tiempo, ¿verdad?

—Bueno, creo que ya eres muy lista —dice mamá, y ella sonríe, con un brillo intenso, tan feliz.                                                                                                                                        —¿En serio?                                                                                                                         —Por supuesto. Pero si quieres que rocio vaya contigo, por mi está bien, y gracias por ayudarme con la inspección de todas las bandejas.                                                              —Me gusta hacer cosas como estas —dice eugenia, y me sonríe burlonamente—. ¿Ves? Tu madre quiere que vengas —se levanta y tira de mí para ponerme de pie—. Subamos a tu habitación. Necesito arreglarme la sombra de ojos y esas cosas.                                    —¿por qué me quieres a tu alrededor otra vez cuando se supone que estás con gaston? —digo cuando estamos en mi cuarto y ella coge prestadas algunas de las sombras de ojos de mi madre.                                                                                                                          —Sólo pensé que sería divertido para nosotros pasar el rato como hicimos anoche.  —Pero realmente no pasamos el rato anoche —digo—. Fuimos a una fiesta —intento no mirar su cuello. Intento no pensar en nada en absoluto.                                                                      —Hicimos algo más que pasar el rato. Primero vimos una película, ¿recuerdas? Y no es como no hubieras salido antes con nosotros. Incluso viniste a jugar a los bolos con nosotros en nuestra primera cita, ¿te acuerdas? Bueno, no nuestra primera cita oficial, pero ya sabes. Estabas allí.                                                                                                           —Todo el mundo estaba allí, eugenia. Era la fiesta de la fundación del colegio. ¡Incluso mis padres estaban allí! Esa noche… la recuerdo. y entonces gaston había venido y saludado.                                                                                                                                                —Hey, rocio, eugenia —había dicho—. ¿Cómo va eso?                                                      —Bien —había mascullado yo, recordando la fiesta en la que habíamos estado la noche pasada. Cómo había hablado conmigo y después se había ido con eugenia.

Cómo había llamado a mi casa aquella mañana y yo había pensado por un descabellado segundo, que había llamado para hablar conmigo, pero entonces, cuando eugenia me escuchó decir ―¿gaston? me había agarrado del brazo, sonriendo abiertamente, y susurró:

—rocio, ¡me ha llamado aquí! Y después de que sólo le mencionara por encima que probablemente te vería hoy. Le gusto completamente. Asique yo había dicho:                     —Espera, eugenia está aquí —y le pasé el teléfono a ella, plasmando una sonrisa en mi rostro cuando eugenia había reído y hablado y terminado diciendo: —Bueno, quizás te veré esta noche en el sitio de los bolos —y se giró en redondo dando una vuelta después de que hubiera colgado el teléfono. —Todo se ve mucho mejor de repente, —eugenia le había dicho a gaston luego, cuando papá rodó la bola por la otra pista de bolos, y había visto a gaston ruborizarse y decir, —Oh. Am, gracias, —antes de que me levantara y fingiera que quería ver a mi madre intentar no aterrizar su bola en el canal también. Había terminado pasando la mayoría de la noche prácticamente pegada a mis padres, fingiendo que no veía a eugenia y gaston hablando a tan solo unos pasos de mí. Ryan había intentado actuar como si no estuviera ahí sólo por eugenia, lo que era agradable de su parte, pero sus tontas preguntas (¿Cómo estás? ¿Te lo estás pasando bien? ¿Te lo pasaste bien anoche? Siento que no pudiéramos hablar más, lo que no era una pregunta y era sólo él siendo agradable desde que terminó yéndose con eugenia tan pronto como ella había llegado y lo había visto) fueron todo lo que preguntó, como si eugenia lo tuviera tan tímido que no pudiera pensar en nada que decir más que la misma cosa una y otra vez. Finalmente, eugenia había dicho,                                                                                          —Oh oh. ¿Ves como la cara de rocio está toda fruncida, gastonn? Sólo parece así cuando está molesta. rocio, ¿te está arruinando la concentración en los bolos?                  —Oh —gaston me había dicho—. No era mi intención, es decir, obviamente estaba hablando, pero no era mi intención molestarte.                                                                     —Estoy bien —dije tan cuidadosamente como pude, y vi a eugenia susurrar algo en el oído de gastonn. gaston se había ruborizado, pero luego miró a eugenia. Ella sonrió su sonrisa, la sonrisa, era para él, y cuando se fueron unos pocos minutos después, fingí que estaba bien. La había abrazado automáticamente pero no escuché lo que me susurró al oído. No podía soportar escucharlo.

Había fingido que no tomó el brazo de gaston y se fue con él.

Había llorado por lo que se sentía para siempre esa noche, pero no era para siempre. Lo había aprendido cuando eugenia vino el día siguiente y me contó todo lo que había pasado. Me había sentado ahí, escuchándola hablar sobre gaston hasta que estuve segura de que era mil años más vieja y el universo estaba al borde de la muerte, pero sólo había pasado una hora. Sólo una pequeña hora, y cuando eugenia se fue a prepararse para encontrarse con gaston, quien iba a salir con ella por una pizza (―¡Sólo él y ella!‖), me hice un ovillo en mi cama y esperé para llorar otra vez. Nunca lo hice. Estaba demasiado triste para las lágrimas, herida de una profunda y sin nombre forma que me hacía sentir avergonzada (eugenia era mi mejor amiga) y enfadada (¡Había hablado con él primero! ¿Por qué no había querido seguir hablando conmigo? ¿Por qué?), y al final, tan sólo aparté todo.                                                                                                                                       —Hey, tienes que arreglarte para salir —dice eugenia ahora—. ¡Oh! Deberías llevar tu camisa púrpura. Te queda bien.                                                                                                —De verdad no creo que debiera ir —digo, sentándome en mi cama—. Anoche fue lo suficientemente raro y…                                                                                                        —¿Raro? ¿Por qué era raro? ¿gaston y yo parecemos raros? ¿Parece él raro?                  —No —digo automáticamente, para parar la preocupación en su voz.                                —Algo estaba raro, lo sé —dice— Tu cara está toda tensa y sé lo que eso significa. ¿Estás segura de que no te dijo nada sobre mí?                                                                  —¿En verdad importa? —digo, mi voz alzándose—. Es decir, hola, no es como si estuvieras pensando en él toda la noche, eugenia. Estuviste con nico, ¿recuerdas?   —No estaba con él —dice, su voz aguda—. Era sólo… ya sabes cómo las cosas pasan a veces, ¿verdad? —se aleja del aparador y se sienta a mi lado—. De acuerdo, quizás no lo sepas, pero si estuvieras bailando con un chico muy lindo y te estuviera diciendo lo genial que eres, ¿no te gustaría?

Una parte de mi quería gritar, “No, ¡no lo haría! ¡Porque estaría feliz con gaston!” pero otra parte de mi sabía exactamente de lo que estaba hablando. Recuerda como deseaba cosas que no debería anoche. Como hice cosas que no debería haber hecho anoche.

—Puede que me gustara —murmuro, y ella suspira y apoya su cabeza en mi hombro.

—No es gaston quien está siendo raro, —dice—. Bueno, sí lo es, pero está… bien. Ayer, me dijo que quería hablar en el colegio, y sé lo que eso significa. Él ha terminado antes y yo sólo… Yo soy quien dice que quiero hablar. Soy yo quien… —se sienta y sorbe por la nariz una vez, mirando mi colcha—. Él no puede romper conmigo, rocio. Me gusta y no… no quiero que se termine todavía. Eso es por lo que tienes que venir esta noche. Si estás ahí, nosotros dos no podemos hablar, y voy a hacerle recordar porque al principio nos juntamos. Voy a hacerle ver lo genial que estamos, y entonces todo irá bien.                                                                                                                                                 —Pero… __¿podría estar en lo cierto? ¿Podría gaston querer romper con ella? eugenia nunca había perdido ningún chico hasta que ella quisiera que se fuera.        —¿Así que vendrás esta noche? ¿Por favor? ¿Por favor, por favor? —dice, y eugenia, la eugenia siempre perfecta y que siempre sabe qué hacer, tiene lagrimas en los ojos. Asiento y me abraza.                                                                                                                                   —Gracias. Todo lo que tienes que hacer es salir con nosotros, y eso no es mucho, ¿verdad? Además, no es como si tuvieras algo que hacer de todos modos.                         —Cierto —digo, y trago alrededor del bulto que ha aumentado en mi garganta ante el recordatorio de que no tengo vida social.                                                                              —Hey, no lo digas así. Sólo necesitas un chico al que le gustes y pasará. Ya verás —parpadea muy rápido hacia mí—. ¿Cómo se ve la sombra de ojos?                                    —Maravillosa —digo, y me levanto, mirándome al espejo—. ¿Y yo qué? ¿Cómo me veo?                                                                                                                                                —Como rocio —dice, y viene y se para tras de mí, abrazándome y sonriendo a nuestro reflejo—. Como mi mejor amiga. __No maravillosa. Ni siquiera guapa. Me veo como yo misma, sea lo que sea lo que eso signifique. Sé lo que eso significa, y no es nada bueno. Corriente. Aburrida. Sola.

1 comentario:

  1. Nha... enserio.. q con euge ni ahí... es re egocentrica.. y dan ganas de romperle su perfecto rostro... aun q roo tambien me harta .. la autoestima por el inframundo.. así no da... igual es re obvio que el bolido de gas apesar d q sta con euge.. le re va rochi...
    Mafe espero el siguiente!!

    ResponderEliminar