Es martes por la noche. Normalmente estaría haciendo lo que
siempre hago los martes por la noche, que es mi tarea, cena y tarea.
Pero esta noche no es normal. Esta noche estoy parada en frente de
mi armario, frunciendo el ceño hacia mis vaqueros y camisetas, mirándolos uno
por uno; manga larga, manga corta, linda (creo), era linda (el año pasado).
Finalmente me conformo con un par de vaqueros y una camiseta que mamá lavó con una carga de sábanas y blanqueador así que
ahora estaba manchada en algunos lugares. Me gusta la aleatoriedad del patrón,
el misterio de cómo y dónde el blanqueador destiñó el color de la camiseta. Los
zapatos son cómodos. Mis
zapatillas de lona rosadas, pero mis manos están temblando cuando ato los
cordones. Me miro a mi misma al espejo. Ojalá tuviera un sostén con relleno.
Ojalá fuera más alta. Tengo un nudo en el estómago. Pero ahora... ahora se
supone que voy a la casa de Gaston. A estudiar. Con él y eugenia. No quiero
estar ahí. Estar yendo a su casa. El lunes, fui a la escuela con eugenia. Me
dije a mi misma que toda la cosa con gaston tenía que terminar y me hice
preguntarle: —¿Qué hicieron anoche? eugenia sonrió y dijo: —Oh, ya sabes. Cosas.
Digo. —gaston —tan abiertamente como
puedo, porque lo estoy intentando. De verdad lo hacía, y ella me tiró su bolso a través del asiento y dijo —. Tengo estos nuevos polvos ahí. Hará
que tu nariz esté menos brillante. Me miré en el espejo compacto del bolso de eugenia.
Mi cara parecía enorme, grotesca con el brillo magnificado del espejo compacto.
Pasé los dedos sobre el polvo y luego sobre mi cara, inhalando el olor que sólo
los cosméticos caros tienen, una especie de sabor adinerado. —Mucho mejor —dijo
eugenia, y echó su cabello hacia atrás con una mano. Todo cayó elegantemente en
su lugar, su oscuro cabello brillante balanceándose alrededor de su cara—. Oh,
mira, ahí está gaston. Ella lo saludó con la mano y él le devolvió el saludo,
dirigiéndose dentro de la escuela. No me miró. Cuando entramos a la escuela,
ella nos dirigió hacia gaston, y seguí caminando porque era sólo gaston, el
novio de eugenia, y desde luego que ella tenía que saludarlo. Eso era lo que
las parejas hacían, y los había visto saludarse antes. Le había pasado el
teléfono a eugenia cuando él llamó a mi casa después de esa fiesta, después de
que él y yo habláramos. Nunca pensé que quizás me estaba llamando a mí. —Hey
—dijo eugenia, y miré a gaston, planeando sonreír, ser normal, o intentarlo,
pero cuando lo hice, vi que me estaba mirando. Me estaba mirando y estaba de
vuelta en el coche con él, simplemente así, así de rápido, de un latigazo
empujado de regreso en mi memoria, un breve segundo de nuestras bocas encontrándose,
y luego estábamos en la plataforma en el patio de eugenia y dijo que quería
hablar conmigo y se estaba inclinando hacia mí y lo quería más cerca, lo quería
a él, y… Y dije: —Iré a sacar algo
de mi casillero —y me fui. eugenia me gritó
—.
¡Nos vemos luego, rocio! _Gaston no dijo nada. Vi a eugenia durante la escuela,
desde luego, es la única persona que siempre veo, siempre ha sido la persona
que he esperado entre clases cuando podía e intercambiábamos sonrisas en los
pasillos cuando no podía.
Ella estaba con gaston, y ellos
estaban con nico. eugenia dijo: —rocio, por aquí —con su voz más
ligera que de costumbre, contenta, y entonces me detuve, sonreí y me quedé ahí.
El hombro de gaston justo al lado del mío
mientras eugenia
miraba hacia nico, hablaba y hablaba y dijo — rocio¿qué opinas? —su voz era coqueta. Parpadeé y luego
dije: —Demente —porque
eso es lo que eugenia siempre quería que dijera cuando sonaba así, y vi la
curva de su sonrisa girándose hacia nico antes de que se balanceara de regreso
hacia gaston. Luego enlazó su brazo con el de gaston, la forma de caminar de
una pareja, y se despidió con la mano de nico y de mí, ambos nos quedamos ahí,
confundidos en nuestras propias maneras. gaston se tuvo que mover para dejar
que eugenia tomara su brazo, y fingí que no sentí el temblor que me recorrió
cuando su brazo rozó el mío. Simplemente me moví, y cuando lo hice, los ojos de
gaston encontraron los míos y vi que el recordaba lo del viernes en la noche
también. Vi que estaba pensando exactamente lo mismo que yo. Vi que estaba
pensando sobre ese beso. Había visto esa luz caliente en los ojos de los chicos
tantas veces pero nunca hacia mí. Nunca. —Ellos parecen felices —dijo nico. Lo miré.
Había un moretón desapareciendo, en forma de boca en su cuello, sólo el rastro
más mínimo de un beso. Estaba mirando a eugenia. —Casi
dos meses —dije. —Desearía
que todavía fuera domingo —dijo, y se despidió de mí con la mano, luego se
encaminó pasillo abajo. Fue entonces cuando supe a quien había visto eugenia
cuando había salido, y cuando vino hacia mí después de la escuela y me susurró—: Pasamos todo el viernes estudiando,
¿de acuerdo? —la
miré fijamente y dije —: ¿Viste a nico
otra vez? —No como tú piensas —dijo—. Tenía que
salir de la casa porque mi mamá estaba, bueno, ya sabes. ―Serías bonita si
perdieras diez libras, o tendrías mejor cabello/piel/todo. Entonces conduje alrededor por un
rato y no quería hacer mi tarea y sabía que estarías ocupada con eso, y gaston
está siempre haciendo cosas de arte y nunca quiere hace nada divertido, sólo ―hablar, y nico estaba
en su patio delantero, lavando su coche, por lo que fuimos y conseguimos algo
para comer —ella me echó un
vistazo—. Pero sólo fue una hamburguesa, y para llevar, entonces no es como si
estuviéramos, ya sabes, haciendo nada.
Ella saludó a gaston, que había
caminado hacia nosotros, con las manos metidas profundamente dentro de los
bolsillos de los vaqueros. eugenia juguetonamente sacó una de ellas y la
envolvió alrededor de su cintura. —Estás
tan callado hoy. ¿No está más callado de lo normal, rocio?
Me encogí de
hombros, sonriendo hacia eugenia y sin mirar a gaston. Sonreí y no miré cuando
ella se dio la vuelta hacia él por un beso. Sonreí cuando escuché sus labios
encontrarse. Sonreí cuando eugenia dijo —Adiós,
chico lindo —y entonces tomó mi mano, preparándose para tirarme hasta su coche
y luego a mi casa donde estudiamos y comimos la cena, y Eugenia dijo que su
madre había llamado otra vez a su abogado y eso que su padre todavía no la
había llamado. eugenia no lloró pero su voz se volvió muy tranquilla, la abracé
y le dije que lo lamentaba. Lo dije en serio por lo que sus padres le estaban
haciendo, lo hacía. Pero también por cómo me había sentido cuando Gaston había
dicho —Adiós, rocio
—cuando eugenia y yo dejamos la escuela. Me había dado la vuelta para mirarlo,
sorprendida, y él me estaba mirando como lo había hecho antes. Por lo que le
había dicho que lo sentía y lo hacía, pero la lástima era por su madre, su
padre, y cuan feliz estuve cuando gaston me había mirado como lo hizo. Y luego
estaba hoy y había evitado a eugenia y gaston. Fui al baño cuando normalmente
no voy de este modo no los vería, permanecí encerrada en una casilla leyendo
los graffiti. Todas eran unas zorras o tenían alguna enfermedad o deberían
morir y nadie nunca escribirá nada lindo de las paredes del baño. Ni siquiera
nada esperanzador. Era como si todos estuviéramos tan ocupados intentado ser
felices o diciendo que éramos felices, pero por debajo no había nada excepto
amargura, del tipo que sólo podía ser liberado con tinta, en palabras no
dichas. eugenia me arrinconó después del último período, su cabello en un
hermosamente casual desorden. Sus manos estaban heladas, aunque desesperadas,
agarrando las mías. —Tienes que venir conmigo esta noche —dijo—. Jura que lo
harás, rocio. Júralo —y dije
—: De acuerdo —pensando en su madre
esperándola con palabras punzantes o de su padre prometiéndole algo y eugenia
ya sabiendo que eso nunca ocurriría, y como me necesitaba ahí para sostenerla,
para ayudarla a navegar en aguas de dos personas que se suponía que la amaban.
Pero luego nos dirigió por el
pasillo hacia gaston y dijo: —Lamento no haber podido hablar la noche pasada, pero reunámonos
esta noche. Aunque rocio
tiene que venir
también, ¿está bien? Su mamá está totalmente esperando escuchar sobre el
Concurso de Cocina y necesita un descanso de eso y tengo que ser una buena
amiga, ¿verdad? gaston la miró y dijo: —Si, por supuesto
—y pensé no, no, no, no, no. No quería verlo. No quería estar en su
casa. En el coche le dije a eugenia que no podía ir
—Tienes que hacerlo —dijo. —No
puedo. —¿Por
qué no? —Porque
no puedo.
—¿Por qué? Suspiré, envolviendo
mis manos alrededor de mi cinturón de seguridad y buscando las palabras
correctas. —Porque eso sería raro, ¿vale? —dije—. Quiero decir, tú estás
saliendo con él. Tú quieres estar con él, y si estás nerviosa por… —No estoy
nerviosa —dijo eugenia, su voz afilada, y luego arrugó su cara y parpadeó con
fuerza como lo hacía siempre que su madre hablaba con ella. —Tengo que
seguir gustándole —dijo finalmente—. No, no quiero ser como mis padres, ¿vale?
No quiero marcharme cuando las cosas no están yendo exactamente como quiero que
estén. Comprendes eso, ¿cierto? —Si,
lo comprendo, y eugenia, no eres tus padres. No lo eres —dije, porque
esa eugenia, eugenia asustada, era una que nunca antes había visto alrededor de
un chico, sólo la había visto con sus padres, y quería arreglar las cosas por
ella. No quería ver esa mirada confundida en sus ojos. La quería lo suficiente
como para mentirme a mi misma y pensar que ir a la casa de gaston sería fácil
para mí. Que no sería nada. El coche de eugenia no está ahí cuando llegué a su
casa, y no me estaciono en su camino de entrada. Conduzco por la calle y por
todas las calles de los alrededores en el coche de mi mamá, sujetando con
fuerza el volante porque es mucho más que nada. Conduzco alrededor hasta que
veo el coche de eugenia, y en ese momento bajo por la calle, fingiendo que
ambas estamos llegando al mismo tiempo.
—¿Porqué vienes por ese camino? —dice cuando estamos
caminando hacia la puerta del frente. Me encojo de hombros y ella dice—. Estaba
esperando un poco a que hubieras llegado aquí antes que yo. Para ver de qué
clase de humor está.
—Y hubiera, ¿qué? ¿Informártelo
cuando llegaras y luego irme? —No, te hubieras quedado y estado con nosotros
—dice, sonriendo abiertamente hacia mí—. No eres tan aburrida como piensas que
eres, sabes.
—Oh —digo, y gaston abre la
puerta.
Euge tiene una mania con gas... no es amor.. solo no qiere ser como sus padres... y gas se desvive por rochii...
ResponderEliminarjuro qe sta novee me gusta tanto como me estresa... necesito el siguientee... por favor!!!