jueves, 7 de junio de 2012

Inesperado Capítulo 16


Capitulo 16:

Vieron el atardecer sentados frente al mar, y luego, cada uno volvió a su hogar. Candela y tu hermana, se quedaron hablando en la puerta, y vos fuiste hasta tu habitación a buscar las cosas para darte un baño.
Cuando saliste de ahí, sentías un movimiento extraño en el resto de la casa, aún así seguiste hasta tu habitación para cambiarte.

-    No te pongas el piyama – Apareció tu hermana unos minutos después.

-    ¿Por? – La observaste intrigada.

-    Porque todavía no terminó tu día, y queda una sorpresa más. – Sonrió, y vos rodaste tus ojos. – Ponete linda – Te persuadió.

Te sacaste la ropa, y la cambiaste por un pantalón blanco, una camisa a cuadros con un cinto negro, y en los pies las botas haciendo juego. Fuiste hasta el baño a dejar las toallas, y a peinarte. Optaste por una trenza cocida, y ya estabas lista para ir en busca de vaya saber qué.

Al llegar a la sala viste a tus amigos, y por ahí al fondo también a Gastón. Reíste, porque sin dudas Eugenia era la hermana que cualquiera querría tener. Estaba hasta en el más mínimo detalle.
Mientras recorrías el lugar para saludar a cada uno, ligaste algún que otro silbido en broma, con el fin de ponerle los pelos de punta a tu novio. Tarea que se lograba fácil, claro.
A la última persona que saludaste fue a Gastón. Le diste un beso en la comisura de los labios, pero claramente no se iba a conformar con eso. Te apresó entre sus brazos, y te besó. Para todo esto, tenían a todos sus amigos cargándolos por tanta melosidad.

-    Feliz cumple, novia. – Y ese apodo te dividía en dos. – Estás demasiado linda hoy – Seguían abrazados y te hablaba al oído.

-    Gracias Ti, te amo. – Un último beso y fuiste a buscar a la que generó todo aquello.

Fuiste hasta la cocina, y dejaste que tus amigos hagan lo que quieran allí. Eugenia, preparaba algunas cosas para llevar a la mesa.

-    ¡Pero que sorpresita me llevé!

-    ¿Te gustó?

-    Me encanto, Euge…Gracias por todo, en serio...Viste que a mí mucho no me gusta todo esto, pero no sé. Vos tenés algo que hace que no quiera que acabe nunca. ¡Mirá lo que lograste, yo no lo puedo creer! – Reías, y buscabas un vaso para beber agua.

-    Bueno, entonces quiere decir que valió la pena – Esbozó una sonrisa – Además te lo merecés. Merecés tener todo este cariño, toda esta felicidad, en serio. Sos una gran mujer, una gran hermana, y seguramente, que una gran novia.

-    Hey, no llores boba- La abrazaste y acariciaste su espalda. – Vos también, y no puedo tener una hermana mejor. Que me aguanta en la que sea, siempre está cuándo la necesito y me canta las cuarenta cuando le estoy errando. Gracias por todo nena, y no llores más que me vas a hacer llorar a mí.


Finalmente rió por tus palabras, y vos con ella.

-    Después deja todo eso, y vení a joder con nosotros. – Asintió, e ibas camino a la sala - ¡Ah!, y decile a tu amor que venga.

-    ¿Nicolás? – Enarcó su ceja.

-    Y si, ¿O ya tenés otro? – Soltaste una carcajada.

-    No, pero como no le querés ni en figurita…me pareció raro.

-    Y bueno, hago el esfuerzo. ¡Dale, decile! –Volvió a reír por tu espontaneidad.

Más tarde, cenaron sándwiches entre otras cosas, y tras esto, se armó la verdadera fiesta. La música que había grabado Candela, resonaba al máximo por toda la casa. Ni uno permaneció en su lugar. Habían comprado para tomar, pero vos obviamente no probaste ni una gota. Eras fiel a tus cuidados.
Gastón que conocía a la perfección tu condición te acompaño y tampoco bebió nada. Bailaban, mientras se reían de los reclamos que Josefina – una de tus amigas- le hacía a Agustín – Su novio, amigo de Victorio y de Gabriel. Unos minutos después, dejaste a tu novio bailando con Clara, y fuiste con el resto de tus amigas.
Entre el sin fin de canciones que había en esa lista de reproducción, había algunas que eran viejísimas, y justamente les hacía a acordar a sus fiestas de quince. Y más que nada, a sus amores de esos momentos, porque eran tan descaradas que se las cantaban. Aunque claro, nunca los nombraban.

Tenías ganas de ir al baño, por lo que te alejaste de la fiesta no sin antes guiñarle el ojo a tu hermana que bailaba con Nicolás.
Realizaste tus necesidades, te lavaste las manos y saliste de allí. Unos pasos más adelante, te encontraste con Gabriel, intentaste seguir caminado pero no te dejó, ya que te agarró del brazo.

-    Gabo, basta. Está Gastón. – Querías irte ya mismo de ahí.

-    No importa, nadie nos ve Rochi. – Y maldecías que hubiera tomado. No sabía ni lo que hacía -o sí.-

No sabés cómo, pero con suerte lograste escaparte de sus brazos y volviste a la fiesta. Te hiciste la “acá no paso nada”, y te uniste a tus amigas que bailaban en ronda en el centro.
A mitad de la noche, volvieron a cantarte el “Feliz cumpleaños”, y alrededor de las cuatro ya no quedaba nadie – excepto Gastón y Nicolás.

-    No doy más – Estabas sentada en el sillón, luego de ayudar a Eugenia a ordenar un poco.

-    Me voy yendo así descansas. – Se acercó para saludarte.

-    ¡No, quédate Ti! – Pusiste cara de nena buena para convencerlo.

-    Me parece que acá no da, digo… - Miró a un costado, y tu hermana estaba a escasos centímetros de Nicolás.

-    Estoy empezando a creer lo mismo – Largaste una carcajada – Entonces, espera que busco un abrigo y nos vamos.

-    Bueno, dale. Pero llamamos un taxi, ni sueñes que caminas.

-    ¡Ti, queda acá nomás! – Seis cuadras.

-    Igual, estuviste bailando toda la noche. Tenés que descansar Rochi.

-    No importa, ahora llegamos y dormimos.

Bufó, porque era imposible cambiar tu opinión. Agarraste un saco, saludaron a Eugenia y a Nicolás, y salieron rumbo a su departamento.
Te abrazó por la espalda, y caminaban con tranquilidad. Por suerte, la noche no estaba tan fría.
Diez minutos más tarde, ya se encontraban en la puerta del edificio, y tu novio buscaba las llaves para poder abrir. Luego, caminaron por la pequeña recepción hasta el ascensor. Marcaste el piso correspondiente, y en aquel momento de espera, aprovechaste para robarle varios besos a Gastón.
Al entrar allí, te sorprendiste por lo ordenado que estaba todo para ser varón, y específicamente él, que vivía colgado de una palmera cuando de orden se trataba.
Cerró con llave, y vos ya estabas buscando alguna remera que ponerte. Una color azul marino fue tu opción. Te cambiaste ahí mismo, y no te habías dado cuenta de Gastón estaba en la puerta, y te observaba con admiración. No te molestaba, pero tampoco adorabas que te observara tanto.

-    ¿Se puede saber que hacés ahí? – Tenías ganas de molestar.

-    Mirando a la más linda – Sonreíste vergonzosa, como todas las veces que hacía la misma acotación - ¿Alguna vez te lo dijeron?

-    Y… a ver – Fingías pensar – No me alcanzan los dedos. – Y su cara fue para un cuadro – Pero da la casualidad, que siempre es de la misma persona. – Se acercó, y te envolvió con sus brazos.

-    Te amo, novia. – Le diste un beso en la comisura de los labios, y lo dejaste pagando.

Suspiró, y vos te reíste como la mejor. Fuiste al baño, y tras unos minutos, Gastón ya se había instalado en su cama y ni un lugar te había dejado.

-    ¿Pretendes que duerma arriba tuyo, mi amor? – Te habías parado en frente de la cama con los brazos cruzados.

No contestó.

-    ¡Dale, no seas malo!, Déjame un lugar Ti.

Ni se inmutó, y ya te molestaba.

-    ¿Sabés qué?, ¡quédate con tu cama!, yo me voy a dormir al sillón. – Le sacaste la frazada, y te fuiste.

No transcurrieron ni cinco minutos que ya lo tenías parado en el marco de la puerta rogándote que vuelvas a acostarte con él.

-    No, ahora me enojé. – No tanto, pero querías hacerte desear.

-    Claro, la señorita no me besa, y no me acepta una joda ¿Cómo es eso? – Tampoco lo dijo tan en serio. Solo la necesidad de refutarte con algo.

-    Pero vos sos más malo, porque yo nosotros si queremos dormir con vos. En cambio, vos no. – Un puchero, y se le vino el mundo abajo.

-    ¿Cómo?, ¿Mis oídos escuchan bien? – Se acercó, y se sentó en el sillón. – Tengo a la mujer más hermosa, ¿Y no voy a querer dormir con ella? ¿Cómo es eso novia? – Y lo hacía a propósito, porque era tu debilidad.

-    Así como te digo. – Ibas a ir hasta las últimas.

-    Bien, entonces nos vamos a la fuerza. – Te cargó en sus brazos, y te llevó hasta allá.

Le exigías que te bajara, pero el te lo negó, una y otra vez. No podía parar de reír por tus quejas, y tus infinitas palabras cada medio segundo. Aún así cuando llegaron a destino, no pudieron cruzar sus miradas y no sonreírse por la situación. Qué el volviera a acomodar la frazada que le habías llevado, y te tapara con la misma, con una delicadeza indescriptible, y que por último, él se acomodara a tu lado, acariciara tu panza y te susurrara al oído lo mucho que te quería, lo feliz que lo hacía que fueras a ser la madre de sus hijos.
Sin dudas Gastón sabía como reivindicarse, y volver a ocupar el primer lugar. Aunque nunca dejara de serlo, claro.

-    ¿Sabías que? – Estaban a oscuras dispuestos a dormir, hasta que de repente él oyó tu voz. – Te amo

-    ¿Eso lo descubriste recién? – Te hacía cada pregunta.

-    No, pero tenía ganas de decírtelo. Sos una de las mejores cosas que tengo. – Y esas ganas de expresarle amor.

-    Y no digo yo que sos mi loca linda… Yo los amo mucho más. – Prosiguió acariciándote la panza, y de a poco comenzabas a dormirte - ¿Por allí habrá otra loquita también?

-    ¿Y vos decís que saldrá a mí?

-    Y yo creo que todo puede ser – Seguramente se imaginó tu versión en miniatura porque por unos minutos no emitió palabra – Esa si que sería una gran locura. – Esbozó una sonrisa. – Mi hijo igual a mí…cuándo sea más grande le voy a enseñar mis tácticas de seducción, por ahí tiene suerte y encuentra a alguien como vos…

-    Ti lamento desilusionarte pero yo no caí en tus tácticas, eh. – Mentira. Costó, pero logró entrar a tu corazón.

-    Como quieras, pero a lo que voy es que ojala en algún momento, encuentre a alguien como vos que le cambie la vida – Imposible no girar hacia él y llenarlo de besos. – Que solo necesite mirarla para saber que ella fue su mejor elección, que con una sonrisa le cambie el día.

-    ¿Yo hice todo eso? – Una palabra más, y tus lágrimas traviesas se iban a escapar.

-    Y mucho más, chiquita. – Demasiado para tu corazón.

Te dejó un beso en la frente, y te abrazaste a su cuerpo un poco más. Él te acariciaba el pelo, y vos no podías dejar de pensar, que ese hombre que dormía con vos también fue lo mejor que te pasó. Porque si alguna vez te dieran una segunda oportunidad, y te dejaran volver a vivir tu vida, sin dudas, lo elegirías una y otra vez.

2 comentarios:

  1. Morí de ternura con este cap muy lindo y hermoso!!!!!

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  2. ay k lindos los rubios pero no m gusta nada gabriel no seas mala y no lo metas en el medio por faaa si

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