martes, 31 de julio de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 16


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 Cap 16
Justo entonces, Gastón miró otra vez a la recepcionista, que se afanaba por encontrar el abrigo, y tuvo una revelación. Sólo había una clase de mujer que se preocupara por la suerte de una empleada sin importancia: una mujer buena, una mujer tan altruista como Ines, que siempre estaba ayudando a sus vecinos. Al parecer había encontrado a la mujer perfecta para ser su esposa; a una mujer capaz de darle un hijo y de estar a la altura de las exigencias de su abuela.
Rocío, por su parte, estaba tan enfadada que deseó que la joven recepcionista se enfrentara a Gastón y le dijera unas cuantas cosas: pero naturalmente, no lo hizo; si se enfrentaba a él, perdería el trabajo. Cuando por fin encontró el abrigo. Gastón lo alcanzó, le dio las gracias, dejó el dinero encima del mostrador y puso la prenda sobre los hombros de su futura esposa. Rocío metió los brazos en las mangas y se quedó helada cuando el llevó las manos a su cabello y se lo sacó de debajo del abrigo, donde había quedado atrapado. El suave contacto de sus dedos contra la piel de la nuca prendió en su excitación como una cerilla en un montón de paja seca. Rocío recordó inmediatamente el beso que le había dado y notó el calor y la humedad entre sus piernas. Pero no estaba acostumbrada a reaccionar de esa forma ante un hombre, y no pudo hacer otra cosa que quedarse inmóvil y estremecerse con su cercanía.
Gastón se inclinó después sobre su oído y murmuró:
—La prensa está esperando afuera. Es hora de empezar a fingir que eres feliz conmigo...
Rocío no salía de su asombro. No se le había ocurrido que la prensa los estuviera esperando. Si hubiera estado en su lugar, Eugenia se habría sentido la mujer más feliz del mundo; pero Rocío no era como su hermana.
—Entonces, supongo que no te puedo abofetear —dijo.
Él soltó una carcajada.
—No.
—Ni me puedo enfurruñar...
—No sería lo más conveniente, Rocío. Como tampoco lo ha sido que te hayas dedicado a bailar con otro hombre cuando se supone que eres mía y sólo mía —añadió con tranquilidad absoluta—. Si vamos a estar juntos, tendrás que respetar ciertos límites. ¿Lo has entendido? ¿O tengo que explicártelo mejor?
Rocío se estremeció de nuevo, intimidada por su tono de voz; pero sacó fuerzas de flaqueza y se enfrentó a él.
— ¿De dónde has salido, Gastón? ¿Siempre has sido tan avasallador? ¿O es que practicas delante del espejo?
Gastón la miró fijamente, atónito. En comparación con él, Rocío resultaba tan diminuta como una muñeca; y no obstante, se enfrentaba constantemente a él y demostraba una valentía admirable.
— ¿No dices nada? —continuó Rocío—. Entonces, tendré que llegar a la conclusión de que te sale de forma natural.
Hasta Rocío estaba sorprendida con su actitud. Se preguntó si su empeño en criticarlo de un modo tan descarado no sería una consecuencia de los vodkas que se había bebido. Pero también cabía la posibilidad de que la irritara porque Gastón parecía despreciar sus sentimientos. O quizás, porque lo encontraba inmensamente atractivo a pesar de su forma de ser.
Gastón llevó las manos a su cintura y la atrajo hacía él.

4 comentarios:

  1. ahhhh no lo puedes dejar asi me encanta la novela pero podian ser mas largos los capitulo jajaja

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  2. Y lo dejas asi eres malvada y es muy corto pero me encanta la nove!!

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  3. JUA, que locos que estan los dos, yo que Rochi me lo llevo nomas, ah que decia, me encanta como va la historia, ay quiero mas, fue poquito eso, me quedo con la intriga jajajaja.

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