La Apuesta
—Definitivamente él
está mirándote. —susurró Lali, inclinándose para echar un vistazo por el salón.
—Deja de mirar,
tonta, él va a verte.
Lali sonrió y
saludó. —Ya me vio. Aún está mirando.
Dudé por un momento
y luego finalmente junté el suficiente valor para voltear en su dirección. Pablo
tenía su mirada fija en mí, sonriendo.
Le regresé la
sonrisa y entonces fingí escribir algo en mi laptop.
— ¿Aun está mirando?
—Murmuré.
—Sí. —ella rió.
Después de clase, Pablo
me detuvo en el pasillo.
—No te olvides de la
fiesta este fin de semana.
—No lo haré. —dije,
intentando no pestañear mucho o hacer alguna otra cosa más ridícula.
Lali y yo caminamos
hacia la cafetería, sobre el césped, para encontrarnos con Gaston y con Peter
para el almuerzo. Ella todavía se estaba riendo acerca del comportamiento de Pablo
cuando se acercaron Peter y Gaston.
—Hola, bebé. —dijo Lali,
besando a su novio, públicamente, en la boca.
— ¿Qué es tan
gracioso? —preguntó Peter.
—Oh, un chico en
clase se le quedó mirando a Rochi durante toda la hora. Fue adorable.
—Siempre y cuando él
estaba mirando a Rochi. —Peter guiñó un ojo.
— ¿Quién era?
—Gaston hizo una mueca.
Ajusté mi mochila,
provocando que Gaston la deslizara fuera de mis brazos y la sostuviera. Sacudí
mi cabeza. —La está imaginando cosas.
— ¡Rochi! ¡Gran y
gorda mentirosa! Era Pablo, y él estaba siendo tan obvio. El chico
prácticamente estaba babeando.
La expresión de
Gaston se transformó en disgusto. — ¿Pablo?
Peter tiró de la mano de Lali. —Vamos a almorzar.
¿Disfrutarás de la fina cocina de la cafetería esta tarde?
Lali lo besó de nuevo
en respuesta y Gaston y yo los seguimos. Me senté con mi bandeja entre Lali y Agustin,
pero Gaston no se sentó en su asiento normal frente a mí.
En vez de eso, se
sentó en un lugar más allá. Fue entonces que me di cuenta que él no había dicho
mucho mientras caminábamos a la cafetería.
— ¿Estás bien, Gas?
—Le pregunté.
— ¿Yo? Bien, ¿Por
qué? —dijo, suavizado las facciones de su rostro.
—Es sólo que has
estado callado.
Varios miembros del
equipo de fútbol se acercaron a la mesa y se sentaron, riendo ruidosamente.
Gaston parecía un poco molesto mientras removía la comida en su plato.
uno arrojó una papa
francesa al plato de Gaston.
— ¿Qué hay de nuevo Gas?
Escuché que te tiraste a Nina. Ella está barriendo tu nombre por el barro el
día de hoy.
—Cállate,. —dijo
Gaston, manteniendo los ojos en su comida.
Me incliné hacia
adelante para que el fornido gigante sentado frente a Gaston pudiera
experimentar toda la fuerza de mis reflejos. —Déjalo,.
Los ojos de Gaston
se clavaron en los míos, —Puedo defenderme a mí mismo, Rochi.
—Lo siento, yo…
—No quiero que lo
sientas. No quiero que hagas nada. —dijo bruscamente, empujándose fuera de la
mesa, y salió muy furioso por la puerta.
Agustin me miró con
las cejas elevadas. — ¡Whoa! ¿Por qué fue todo eso?
Inserté una papa en
mi tenedor, y sin aliento dije: —No lo sé.
Peter acarició mi
espalda. —No es nada que tú hayas hecho, Rochi.
—Sólo que a él le
están sucediendo cosas en este momento. —añadió Lali.
— ¿Qué tipo de
cosas? —Pregunté.
Peter se encogió de
hombros y centró su atención en su plato.
—Ya deberías saber
que se requiere de paciencia y una actitud indulgente para ser amigo de Gaston.
Él es su propio universo.
Sacudí mi cabeza. —Ese es el Gaston que todos los demás ven…
no él Gaston que yo conozco.
Peter se inclinó
hacia adelante. —No hay ninguna diferencia. Sólo tienes que seguir la
corriente.
Después de clase me
fui con Lali al apartamento, para descubrir que la motocicleta de Gaston no
estaba. Fui a su habitación y me enrosqué en una bola en su cama, descansando
mi cabeza sobre mi brazo. Gaston estaba bien esta mañana. Por más tiempo que
habíamos pasado juntos, yo no podía creer que no hubiera visto que algo lo
había estado molestando. No sólo eso, me preocupaba que Lali parecía saber lo
que estaba sucediendo y yo no.
Mi respiración se
normalizó y mis ojos se volvieron pesados; no mucho después me quedé dormida.
Cuando mis ojos se abrieron nuevamente, el cielo nocturno había oscurecido la
ventana. El sonido amortiguado de unas voces se filtraba por el pasillo de la
sala, incluyendo el tono profundo de Gaston. Me deslicé por el pasillo y luego
me congelé cuando escuché mi nombre.
—Rochi lo entiende, Gas.
No te tortures. —dijo Peter.
—Ya van a ir a la
fiesta. ¿Dónde está el daño en invitarla a salir? —preguntó Lali.
Me quedé quieta,
esperando su respuesta. —No quiero salir con ella; Sólo quiero estar a
su alrededor. Ella es…diferente.
— ¿Cómo diferente?
—le preguntó Lali, sonando irritada.
—Ella no sigue mis
pendejadas, es refrescante. Lo dijiste tú misma, La. Yo no soy su tipo.
Simplemente no es… de esa forma con nosotros.
—Estás más cerca de
ser su tipo de lo que crees. —dijo Lali.
Retrocedí tan
silenciosamente como pude, y cuando las tablas de madera crujieron bajo mis
pies descalzos, alcancé la puerta del dormitorio de Gaston y la cerré y luego
caminé por el pasillo.
—Hola, Rochi —Lali
sonrió—. ¿Cómo estuvo tu siesta?
—Estuve inconsciente
durante cinco horas. Es más cercano a un coma que a una siesta.
Gaston me miró
fijamente por un momento y cuando le sonreí, él caminó directamente hacia mí,
agarró mi mano y me jaló al pasillo de su dormitorio. Cerró la puerta y yo
sentí mi corazón golpeando en mi pecho, preparándose para que él dijera otra
cosa para aplastar a mi ego.
Levantó sus cejas.
—Lo siento, Pajarita. Fui un imbécil contigo.
Me relajé un poco,
viendo el remordimiento en sus ojos. —No sabía que estabas enojado conmigo.
—No estaba enojado contigo. Es sólo que tengo la mala
costumbre de desquitarme con quienes me preocupan. Es una excusa pobre de
mierda, lo sé, pero lo siento. —me dijo, envolviéndome en sus brazos.
Puse mi mejilla
contra su pecho, recargándome. — ¿Por qué estabas enojado?
—No es importante.
Lo único que me preocupa eres tú.
Me incliné hacía
tras para verlo. —Puedo manejar tus rabietas.
Sus ojos analizaron
mi cara durante un momento antes de que una pequeña sonrisa se extendiera por
sus labios. —No sé por qué me aguantas, y no sé lo que haría si no lo hicieras.
Pude oler la mezcla
de cigarrillos y menta en su aliento, y miré sus labios, mi cuerpo estaba
reaccionando ante la cercanía que teníamos. La expresión de Gaston cambió y su
respiración vaciló, él también lo había notado.
Me incliné
infinitesimalmente, y luego ambos saltamos cuando sonó su teléfono celular. Él
suspiró, sacándolo del bolsillo.
—Sí. ¿Hoffman?
Jesús… De acuerdo. Será grande y fácil. ¿Jefferson? —Me miró y giñó un ojo—.
Estaremos ahí. —Colgó y tomó mi mano—. Ven conmigo. —Me sacó al final del
pasillo—. Era Bauer —Le dijo a Peter—. Brady Hoffman estará en Jefferson en
noventa minutos.
Peter asintió y se
levantó, sacó su celular de su bolsillo. Después de unos momentos, repitió lo
que Gaston le había dicho por su teléfono, colgó, marcó nuevamente y repitió
una vez más la información. Él marcó otro número mientras cerraba la puerta de
su habitación detrás de él.
—Aquí vamos —dijo Lali,
sonriendo—. ¡Sera mejor que nos arreglemos!
El aire en el
apartamento estaba tenso y optimista al mismo tiempo. Gaston parecía el menos
afectado, poniéndose sus botas y una camiseta blanca, como si él estuviera
preparándose para ir a hacer un encargo.
Lali me llevó al
final del pasillo, al dormitorio de Gaston y frunció el ceño. —Tienes que
cambiarte, Rochi. No puedes usar eso en la lucha.
— ¡Llevaba un
maldito cardigán la última vez y no dijiste nada! —Protesté.
—No pensé que irías
la última vez. Toma —Me arrojó ropa—, Póntelo.
— ¡No usaré
esto!
— ¡Vámonos! —Llamó Peter
desde la sala de estar.
— ¡Rápido! —dijo Lali
bruscamente, corriendo hacia la habitación de Peter.
Me puse la escotadísima y ajustada blusa amarilla sin mangas,
y los pantalones vaqueros de corte bajo que Lali me lanzó, y luego deslicé mis
pies en un par de tacones, pasé un cepillo por mi cabello mientras caminaba
hacía final del pasillo. Lali salió de su habitación con un vestido corto de
color verde y tacones que hacían juego, y cuando dimos vuelta en la esquina,
Gaston y Peter estaban de pie en la puerta.
La boca Gaston cayó
abierta. —Oh, carajo no. ¿Está intentando matarme? Tienes que cambiarte, Pajarita.
— ¿Qué? —pregunté,
mirando hacia abajo.
Lali puso sus manos
en sus caderas. —Ella se ve linda, Gas, ¡Déjala en paz!
Gaston tomó mi mano
y me llevó al final del pasillo. —Ponte una playera…y unos tenis. Algo cómodo.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Porque voy a estar
más preocupado por quien está mirando tus tetas, en esa camiseta, que por
Hoffman. —dijo, deteniéndose en su puerta.
— ¿Pensé que habías
dicho que no te importaba nada lo que todos los demás pensaran?
—Ese es un escenario
diferente, Pajarita. —Gaston bajó su mirada a mi pecho y luego la subió a mí
rostro—. No puedes usar eso en la pelea, así que por favor… sólo… por favor
sólo cámbiate. —Tartamudeó, empujándome a la habitación y encerrándome.
— ¡Gaston! —grité.
Pateando mis tacones y metiendo los pies en mis Converse. Luego me quité la
blusa, lanzándola al otro lado de la habitación. Jalé sobre mi cabeza la
primera camiseta de algodón que mis manos tocaron y luego corrí hacía el
pasillo, deteniéndome en la puerta.
— ¿Mejor? —dije respirando
con dificultad, peinando mi cabello en una cola de caballo.
— ¡Sí! —dijo Gaston,
aliviado—. ¡Vámonos!
Corrimos hasta el
estacionamiento. Salté sobre la parte trasera de la motocicleta de Gaston,
mientras él arrancaba el motor, y nos fuimos, volando por el camino hacia la
universidad. Sujeté fuertemente su cintura anticipadamente; la prisa de salir
por la puerta había enviado adrenalina que estaba emergiendo por mis venas.
Gaston condujo sobre
la acera, estacionando su moto en las sombras detrás del edificio de artes
liberales. Empujó sus gafas de sol a la cima de su cabeza y luego agarró mi
mano, sonriendo mientras nos dirigimos a la parte de atrás del edificio. Se
detuvo en una ventana abierta, cerca del suelo.
Mis ojos se
ampliaron cuando caí en cuenta. —Estás bromeando
Gaston sonrió. —Esta es la entrada VIP. Deberías ver cómo
entra todo el mundo.
Sacudí mí cabeza
cuando el metió las piernas a través de la ventana y desapareció. Me agaché y
lo llamé inconscientemente: — ¡Gaston!
—Aquí abajo, Pajarita.
Sólo entra con los pies primero, yo te atraparé.
— ¡Estás
completamente loco si crees que voy a saltar hacia la oscuridad!
— ¡Yo te atraparé!
¡Lo prometo! ¡Ahora trae tu culo aquí!
Suspiré, tocando mi
frente con mi mano. — ¡Esto es una locura!
Me senté, y
rápidamente me empujé hacia delante, hasta que la mitad de mi cuerpo estaba
colgando en la oscuridad. Me giré sobre mi estómago y estiré mis pies, buscando
sentir el piso. Esperé que mis pies tocaran la mano de Gaston, pero perdí mi
agarre y chillé cuando caí hacia atrás. Un par de manos me agarraron, y escuché
la voz de Gaston en la oscuridad.
—Caes como una niña.
—Se rió.
Descendió mis pies
al suelo y, luego me adentró aún más en la oscuridad. Después de una docena de
pasos, pude oír los gritos familiares de nombres y números, y luego la sala
iluminada. Una linterna colocada en la esquina iluminaba la sala sólo lo
suficiente para que pudiera distinguir la cara de Gaston.
— ¿Qué estamos
haciendo?
—Esperar. Bauer
tiene que decir su discurso antes de que yo entre.
Me puse nerviosa. —
¿Debo esperar aquí, o debo entrar? ¿A dónde voy cuando se inicia la pelea?
¿Dónde están Pet y La?
—Fueron por el otro
lado. Sólo sígueme, no te enviaré a ese agujero de tiburones sin mí. Permanece
junto a Bauer, él evitará que te aplasten. No puedo estar cuidándote y lanzando
golpes al mismo tiempo.
— ¿Aplastar?
—Va a venir más
gente aquí esta noche. Brady Hoffman. Ellos tienen su propio círculo allí. Va a
ser nuestra gente y su gente, por lo que el lugar va a ser una locura.
— ¿Estás nervioso?
—Le pregunté.
Él sonrió,
mirándome. —No. Aunque tú pareces un poco nerviosa.
—Tal vez. —admití.
—Si te hace sentir
mejor, no dejaré que me toque. Ni siquiera dejaré que me de uno para hacerlo
sentir mejor.
— ¿Cómo vas a lograr
eso?
Se encogió de hombros. —Normalmente dejo que me den uno, para
que parezca justo.
— ¿Tú…? ¿Dejas que
las personas te golpeen?
— ¿Qué tan divertido
sería si sólo masacrara a alguien y nunca consiguieran darme un puñetazo? No es
bueno para los negocios, nadie apostaría contra mí.
—Qué gran mierda.
—dije, cruzando mis brazos.
Gaston levantó una
ceja. — ¿Piensas que estoy bromeando?
—Me cuesta creer que
sólo consigues un golpe cuando dejas que te golpeen.
— ¿Te gustaría hacer
una apuesta de eso, Rochi Igarzabal? —Él sonrió, con sus ojos animados.
Sonreí. —Acepto esa
apuesta. Creo que él te anotará uno.
— ¿Y si él no lo
hace? ¿Qué ganaré? —preguntó. Me encogí de hombros, mientras que los gritos al
otro lado del muro crecían hasta ser un rugido. Bauer saludó a la multitud y
luego comenzó a decir las reglas.
La boca de Gaston se
extendía en una amplia sonrisa. —Si ganas, no tendré sexo durante un mes.
—Levante una ceja y él sonrió de nuevo—. Pero si gano, tienes que estar conmigo
durante un mes.
— ¿Qué? ¡Me quedo contigo de todos
modos! ¿Qué tipo de apuesta es esa? —Grité sobre el ruido.
—Que arreglaron las
calderas hoy. —Gaston sonrió.
Una sonrisa
presumida se extendió por mi cara mientras Bauer dijo el nombre de Gaston.
—Cualquier cosa vale la pena por verte intentar la abstinencia para variar.
Gaston besó mi
mejilla y luego salió, manteniéndose erguido. Lo seguí, y cuando pasé a la
habitación de al lado, me sorprendí de ver el número de personas que se habían
apretujado en el pequeño espacio. Todos estaban de pie, pero los empujones y
los gritos sólo aumentaron una vez que entramos en la sala. Gaston asintió en
mi dirección, y luego la mano de Bauer estaba sobre mis hombros, jalándome a su
lado.
Me incliné al oído
de Bauer. —Apuesto dos a Gaston. —dije.
Las cejas de Bauer
se alzaron mientras me veía sacar dos billetes de mi bolsillo.
Mantuvo a su palma extendida, y yo estampé los billetes en su mano.
—No eres la Positiva que pensé que
serías. —dijo, dándome una rápida mirada.
era por lo menos una
cabeza más alto que Gaston y tragué saliva cuando los vi de pie uno frente al
otro. era masivo, el doble del tamaño de Gaston y músculo sólido. No podía ver
la expresión de Gaston, pero era evidente que a Brady se le había acabado la
sangre.
Bauer presionó sus
labios contra mi oído. —Puede que quieras taparte los oídos, gatita.
Puse mis manos a
cada lado de mi cabeza, y Bauer sonó la bocina. En vez de atacar, Gaston dio
unos pasos atrás. Brady se balanceó y Gaston lo esquivó por la derecha.
Brady osciló
nuevamente y Gaston lo eludió y quedó de lado.
— ¿Qué demonios?
¡Esto no es un combate de boxeo, Gaston! —Gritó Bauer.
Gaston aterrizó un
puñetazo en la nariz de Brady. El volumen en el sótano era ensordecedor. Gaston
hundió un gancho izquierdo en la mandíbula de Brady, y mis manos volaron sobre
mi boca cuando Brady intentó unos golpes más, cada uno encontró sólo el aire.
Brady cayó contra su séquito cuando Gaston le dio un codazo en la cara. Justo
cuando pensaba que casi terminaba, Brady volvió a balancearse nuevamente. Golpe
tras golpe, Brady no parecía poder mantenerse. Ambos hombres estaban cubiertos
de sudor, y jadeé cuando Brady falló otro puñetazo, golpeado su mano en un pilar
de cemento. Cuando él se dobló, sosteniendo su puño por debajo de él, Gaston lo
acabó.
Fue implacable,
primero le dio con su rodilla en cara a Brady y luego lo golpeó repetidamente
hasta que Brady tropezó y chocó con el suelo. El nivel del ruido creció cuando Bauer
dejó mi lado para tirar el cuadro rojo en el rostro ensangrentado de Brady.
Gaston desapareció
detrás de sus fans y yo presioné mi espalda contra la pared, buscando el camino
a la puerta por la que entramos. Cuando alcancé la luz de la linterna fue un
alivio enorme. Me preocupaba ser derribada y pisoteada.
Mis ojos se quedaron
enfocados en puerta, atenta a cualquier señal que la multitud comenzara a
desparramarse en la pequeña habitación. Después de varios minutos, y ninguna
señal de Gaston, me preparé para regresar sobre mis pasos hasta la ventana. Con
el número de personas tratando de salir a la vez, no estaba segura vagando por
ahí.
Justo cuando comencé a caminar en la oscuridad, unos pasos
crujieron contra el hormigón suelto en el suelo. Gaston me buscaba en un ataque
de pánico.
— ¡Pajarita!
— ¡Estoy aquí! —Lo
llamé, corriendo a sus brazos.
Gaston me volteó a
ver y frunció el ceño. — ¡Casi me matas del susto! Por poco y tuve que comenzar
otra pelea para conseguir llegar a ti... ¡Finalmente llego ahí y te has ido!
—Me alegro de que
estás de vuelta. No deseaba perder mi camino en la oscuridad.
Toda preocupación
dejó su rostro, y sonrió ampliamente. —Creo que has perdido la apuesta.
Bauer llegó, me miró
y, luego miró encolerizada a Gaston. —Tenemos que hablar.
Gaston me guiñó un
ojo. —Quédate aquí. Ya regreso.
Desaparecieron en la
oscuridad. Bauer alzó su voz un par de veces, pero no podía entender lo que
estaba diciendo. Gaston volvió, metiendo un fajo de billetes en su bolsillo, y
luego me ofreció una media sonrisa. —Vas a necesitar más ropa.
— ¿En serio vas a
hacer que me quedé contigo durante un mes?
— ¿Habrías hecho que
yo no tuviera sexo durante un mes?
Me reí, sabiendo que
lo haría. —Mejor detengámonos en mi dto.
Gaston dijo
radiante: —Esto será interesante.
Cuando Bauer pasó
caminando, estampó mis ganancias en mi palma, retirándose hacia la turba que se
estaba dispersando.
Gaston levantó una
ceja. — ¿Apostaste?
Sonreí y me encogí
de hombros. —Pensé que debería tener la experiencia completa.
Me llevó a la
ventana y luego trepó fuera, dándose la vuelta para ayudarme a subir y salir al
aire fresco de la noche. Los grillos se escuchaban en las sombras,
deteniéndose, sólo lo suficiente, para permitir que pasáramos. La hierba, que
había forrado la acera, se entrelazaba en la suave brisa, recordándome el
sonido que el océano hace cuando no estaba lo suficientemente cerca como para
escuchar las olas romper. No hacía demasiado calor o demasiado frío; era una
noche perfecta.
— ¿Por qué razón
quieres me quede contigo, de todos modos? —Le pregunté.
Gaston se encogió de hombros, metiendo las manos en sus
bolsillos. —No sé. Todo es mejor cuando estás cerca.
La agradable calidez
que sentí por sus palabras rápidamente se desvaneció con la visión de rojo,
manchas ensuciaban su camiseta. —Ew. Estás cubierto de sangre.
Gaston miró con
indiferencia, y luego abrió la puerta, haciéndome señas para que entrara. Pasé
con rapidez junto a Mery, que estudiaba en su cama, encerrada entre los libros
de texto que la rodeaban.
—Las calderas fueron
arregladas esta mañana. —dijo.
—Eso escuché. —dije
buscando en mi armario.
—Hola. —Gaston le
dijo a Mery.
El rostro de Mery se
retorció, mientras analizaba la figura ensangrentada y sudorosa de Gaston.
—Gaston, esta es mi
compañera de habitación, Mery. Mery, Gaston Dalmau.
—Encantada de
conocerte. —dijo Mery, empujando sus gafas hasta el puente de su nariz. Ella
observó mis abultadas maletas.
— ¿Te vas a mudar?
—Nop. Perdí una
apuesta.
Gaston irrumpió en
carcajadas, agarrando mis maletas. — ¿Lista?
—Sí. ¿Cómo voy a
conseguir llevar todo esto a tu apartamento? Vinimos en tu moto.
Gaston sonrió y sacó
su teléfono celular. Llevó mis maletas a la calle, y minutos más tarde, el
Charger clásico negro de Peter se detuvo.
La ventana del lado
del pasajero bajó y Lali asomó su cabeza. — ¡Hola, Pollita!
—Hey, tú. Las
calderas funcionan de nuevo, ¿Aún te quedaras con Pet?
Ella guiñó un ojo.
—Sí, pensé en quedarme esta noche. Escuché que perdiste una apuesta.
Antes de que pudiera
hablar, Gaston cerró la camioneta y Pet arrancó, con Lali chillando cuando cayó
hacia atrás en el asiento.
Caminamos hacia su
Harley, y cuando envolví mis brazos alrededor de él, él descansó su mano en la
mía.
—Me alegro de que
estuvieras allí esta noche, Pajarita. Nunca me he divertido tanto en una pelea
en mi vida.
Recargué mi barbilla sobre su hombro y sonreí. —Eso fue
porque estabas tratando de ganar nuestra apuesta.
Él giró su cuello
para que su cara quedara frente a la mía. —Maldita sea que si no lo estaba.
No había ninguna diversión
en sus ojos, estaba serio, y él quería que yo lo viera.
Mis cejas que se
alzaron. — ¿Esa es la razón por la que estabas de mal humor hoy? ¿Por qué
sabías habían arreglado las calderas, y yo me iría esta noche?
Gaston no respondió;
sólo sonrió mientras arrancaba su motocicleta. El viaje al apartamento fue
inusitadamente lento. En cada semáforo, Gaston cubriría bien mis manos con las
suyas o descansaba su mano en mi rodilla. Las líneas se estaban difuminándose
nuevamente, y me pregunté cómo sería pasar un mes juntos y no arruinarlo todo.
Los cabos sueltos de nuestra amistad se enredaban de una manera que nunca
imaginé.
Cuando llegamos al
estacionamiento del apartamento, el Charger de Peter estaba en su lugar
habitual.
Di dos pasos hacia
delante. —Siempre odio cuando ellos han estado en casa durante un rato. Siento
como si fuéramos a interrumpirlos.
—Acostumbrarte. Este
será tu lugar por las próximas cuatro semanas —Gaston sonrió y me dio la
espalda—. Súbete.
— ¿Qué?
—Sonreí.
—Vamos, te cargaré.
Reí y subí a su
espalda, entrelazado mis dedos en su pecho cuando él corrió por las escaleras.
adaptacion J mcguire

me encantaaaaaaaaaaaaaaaa masssssssssssssss!! :) amo esta nove!
ResponderEliminaren serio me encanta tus novelas y esta en particular aun k no me gusta k este pablo no kiero k se meta en el medio de eyos subi rapido capituloooo
ResponderEliminarMe encanto!!!!!
ResponderEliminarMe encanto el capitulo!!!!
ResponderEliminarEspero el próximo pronto!
amo esta novela!!! y me encanto este capitulo:)
ResponderEliminarespero el otro capitulo pronto
Que ni tiernos eran, pero para, Rochi piensa que lo de ellos es una amistad? me estas cargando, esta ciega esa chica, todavia con la conversacion que escucho, que le pasa a la loca? aparte que Pablo anda por ahi, no me gusta nada, grrr. Necesito otro y rapido! la ansiedad me mata.
ResponderEliminarsoy claudia... me encantaaa esta nove ase pila la vengo leeyendo subi mas cap. prontoooo no me gusta mucho q este pablo x hay jajaja besos
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