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Cap 9
—Dinero. Lo que todavía lo debo a tu padre —respondió—. Y me temo que tiene razón... el tiene derecho a una parte de la tienda y de la casa. Pero, ¿qué puedo hacer? No me queda nada.
—No tenía que venir a verte. No has debido hablar con ella.
—No te preocupes; es una joven muy decidida, pero no me asusta. Sin embargo, preferiría que no te involucraras en esto. Es posible que tu padre se case con Maggie y que funde una familia con ella... si tomas partido ahora, te complicarás la vida más tarde. – Rocío la tomó de la mano.
—Mamá, yo te adoro. Odio verte en esta situación.
Anna Igarzabal le dedicó una sonrisa.
—Ya lo superaré: seguiré adelante con mi vida, como Maggie dice. Pero ahora no puedo, Rocío. Sigo enamorada de él, y eso es lo peor de todo, que no puedo cambiar mis sentimientos. – Rocío abrazó a su madre. Aquella situación era profundamente injusta para todos. Añoraba los tiempos felices, cuando estaban juntos.
—Tengo buenas noticias, mamá.
— ¿Buenas noticias?
—Eugenia ha vuelto a casa y me ha dicho que se va a casar.
Anna la miró con asombro.
— ¿En serio?
—Sí. Además, se nos ha ocurrido una forma de conseguir el dinero que necesitamos. Ya no tendrás que vender la casa.
—No es posible...
—Lo es. A veces se producen milagros, mamá. – Rocío se quedó perpleja ante su propio atrevimiento. Siempre había sido la hermana sensata, la que nunca se arriesgaba ni hacía cosas impulsivas, y ahora estaba mintiendo a su madre; pero la familia era lo primero y debía hacer algo por ayudar. Todavía no estaba convencida de que Gastón Dalmau fuera la solución, pero empezaba a considerar seriamente la posibilidad. Minutos después de que saliera de la tienda, su hermana la ayudó a tomar una decisión. Ella estaba
preparando la cena en la cocina cuando se acercó a Rocío y le susurró al oído:
—He recibido una llamada del abogado del ruso mientras estabas fuera. Dalmau ha decidido conocerme antes de la boda... ¿Qué vas a hacer, Rocío? No podemos esperar más. – Rocío pensó en el niño que Eugenia llevaba en su vientre y supo que, si Rocío no aceptaba el trato, tendría que abortar.
No podía causarle ese dolor a su propia hermana, ni complicar o tal vez arruinar su relación con Nicolás. Aún recordaba lo mal que lo había pasado Rocío misma cuando se enamoró en secreto de Peter, uno de los novios de Eugenia. Desde entonces, todas sus relaciones amorosas habían sido un desastre; no sabía tratar a los hombres y se pasaba la vida sola.
Debía tomar una decisión: aceptar el matrimonio con Gastón Dalmau, que atentaba contra todos sus principios, o dejar en la estacada a Eugenia y renunciar a la única posibilidad de salvar a Anna; porque el dinero no le devolvería a su marido, pero la ayudaría a superar la pérdida y a mantener la casa y el negocio, tan necesarios para su futuro. No tenía más remedio que aceptar. Casarse con un desconocido seria todo un reto, pero el sacrificio merecía la pena.
Por fin, tomó la decisión y le dio a Eugenia la respuesta que quería escuchar.
—Me casaré con él

me encanta!
ResponderEliminarNe, mirala a Ro, sabia que iba a aflojar, y yo ya quiero que se conozcan! kjhsakhskjah, quiero.
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