lunes, 2 de julio de 2012

La regla no escrita capitulo 28


Mientras estoy llamando a mis padres. No sé qué hacer. eugenia me quiere allí, con ellos, esta noche.

Y gaston va a romper con ella. ¿Cómo puedo ver eso? Sobre todo ahora que sé que ella lo ama. Yo… No hay incluso palabras para esto. Apoyo mi cabeza contra la pared mientras suena el teléfono de mis padres. Una vez, dos veces, y me presiono contra la pared, fuerte, como si pudiera de alguna manera meterme dentro de ella.

—Hey —digo, con voz temblorosa, cuando papá contesta al teléfono—.Voy a salir con eugenia y gaston, ¿De acuerdo?                                    —¿Qué? —papá dice, sonando distraído.                                         —Voy a salir —le digo de nuevo—.Y no te preocupes por llevarme a casa, tengo un conductor. —¿Papá? Digo después de un momento, después de que no ha dicho nada, y está viejo, lo sé, pero no está tan viejo, no realmente, no un abuelo anciano, y si estaba enfermo mamá no le dejaría contestar al teléfono. Aunque por lo general ella lo responde porque está siempre esperando una llamada de una contestación de un amigo o un concurso de cocina. Un concurso de cocina. Como la Fabulosa Familia del Concurso de Cocina. —Papá —le digo otra vez                                                   —. ¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? —Tu madre no está. No conseguirá una llamada —dice. —¿Qué? ¿Cómo sabe eso? Se suponía que llaman todo el fin de semana. —la amiga de tu madre consiguió una llamada y luego llamó a tu madre —papá dice—. Al parecer, la Fabulosa Familia decidió llamar a todos los finalistas hoy para librar a las personas de tener que esperar al teléfono todo el fin de semana. —Cortando costes —oigo decir a mamá al fondo,—. Es más barato llamar a todo el mundo hoy y no tener a gente trabajando todo el fin de semana. Y más agradable también, muy agradable para los finalistas enterarse ahora en lugar de esperar... Oigo un ruido amortiguado, un sollozo, y papá dice: —Cariño, no —y, a continuación—: rochi, estoy llevando afuera a tu madre para cenar. Estaremos de vuelta en la mañana.

Papá ha llevado a mamá a un hotel súper elegante y caro a una hora de distancia, exactamente dos veces. Una vez en su décimo quinto aniversario de boda, y luego otra vez el año pasado después de que

el médico le dijo que su artritis sólo iba a empeorar y mamá estaba tan triste que dejó de cocinar por un tiempo.                                   —¿Puedo hablar con ella? —digo, y hay más silencio, luego un bajo murmullo, y después mamá está al teléfono, su voz tranquila y llorosa.                 —rochi, estoy bien. Tu padre solo está siendo amable. Realmente no necesito —deja de hablar y hace ese horrible sonido que la gente hace cuando está tratando de no llorar, un sollozo que es una especie de estertor en la garganta—. No necesito estar en este Concurso de Cocina o cualquier otro. Es solo algo que hago por diversión, eso es todo, pero me dejo pensar que yo… Hace el ruido otra vez.                                                       —Mamá, lo siento mucho —le digo—. ¿Quieres que vuelva a casa?                   —No —dice—. No necesitas ver a tu madre llorar por no entrar en un Concurso de Cocina. Estoy avergonzada de lo que estoy haciendo, pero yo —su voz se reduce a un susurro triste—. Yo realmente quería que sucediera. Pensé que sería. Pensé que lo hice todo bien.                                         —Lo hiciste. Lo hiciste totalmente, y si no pueden ver lo genial que eres, entonces que la chupen.                                                     —No deberías decir cosas como esas —mamá dice, pero su voz es el piloto automático de mamá. No serio, y digo                                               —: ¿Incluso si son verdad? —y suspira.                                        —Sólo deseo saber lo que hice mal. Estaba tan segura de que iría. No debería haber… fue estúpido pensar que sería elegida.                               —No, no lo era —digo, y escucho a papá, al fondo, que dice también la misma cosa.                                                                            —Está bien —dice mamá, y su voz no está tranquila mientras ahora suena triste—. No es estúpido, entonces. Sólo un recordatorio de que no siempre consigues todo lo que quieres. Parpadeo una vez, fuerte, mientras un escalofrío me estremece mi columna, porque tiene razón y lo sé. Lo sé, y eso me asusta. Sé lo que quiero demasiado. ¿Qué sucederá debido a eso?

—¿Estás segura de que no quieres que vuelva a casa? —digo, aclarando mi garganta y mamá dice                                                          —: No, pero tu padre y yo estaremos volviendo a casa después de cenar por lo que…

—No, no lo haremos —dice papa, cogiendo el teléfono de nuevo—. Tu madre necesita relajarse y eso es lo que va a hacer. Llámanos si necesitas cualquier cosa, sin embargo, estaremos en casa mañana por la tarde temprano. Cuelgo justo cuando eugenia vuelve a la cocina.                          —¿Lista? —dice, y asiento. Espero que me pregunte lo que mis padres dijeron, o cómo están. Por lo general quiere saber eso. —Genial, vamos ya entonces —dice, y no pregunta por mis padres en absoluto.                                                                                                                                                                      —¿Estás bien? —digo, y luego escucho a su madre bajando las escaleras. Huelo su perfume, que es de todas las flores, dulce, encantador y relajante, pero cada vez que me llega una bocanada de él sólo quiero correr. eugenia no dice nada, solo toma mi mano y nos apresura afuera. Aprieto sus dedos una vez, suavemente, para hacerle saber que estoy aquí, y no me aprieta de vuelta, sólo se deja ir y dice:                                                                                                                                                                  —Tu conduces, ¿de acuerdo? —manteniendo sus llaves hacia mí.                                                              —Tú ¿Quieres ir conmigo? ¿Qué pasa con gaston?                                                                                        —Nos seguirá —dice, y se mete en el coche. Y, así, nos marchamos, ella y yo juntas, con gaston detrás de nosotras. eugenia no dice ninguna palabra durante el camino al callejón del boliche y yo… bien, por una vez no me siento dividida en dos. Soy una persona justo ahora y esa persona está muy confundida. Y muy asustada.




2 comentarios:

  1. de verdad te lo digo me azes sufrir con las novelas kiero algo gastochiiiii no m gusta para nada eugenia

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  2. me gusto las palabras de aliento de Ro a la madre xq se las podria aplicar a ella misma, pero ya me desespera este desenlace de la relacion q nunca llega x mas q el chico se lo proponga. Quiero definicion ya!!!! los nervios me matan!

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