El reloj marcaba las
3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el
cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se
abrió y cerró. Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido
de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.
— ¿Gaston?
—No, soy yo, —dijo Lali.
— ¿Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio
cuarto de baño.
—Pet ha estado allí
durante media hora vomitando. No entraré allí.
—Genial.
—He oído que tienes una
cita esta noche. ¡Gaston está enojado! —Exclamó.
— ¡A las seis! Él es
tan dulce, Lali. Él es… —me detuve, suspirando. Estaba hablando efusivamente, y
no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan
perfecto había sido desde el momento en que lo había conocido. Él era
exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Gaston.
— ¿Te dejó sin
palabras? —Ella rió.
Asomé mi cabeza por
la cortina. — ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con él para
siempre!
—Suena prometedor.
¿No es un poco extraño que estés aquí?
Me metí bajo el
agua, enjuagando la espuma. —Se lo he explicado.
El inodoro se
enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un
momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.
— ¿Pajarita? —dijo
Gaston.
Lali se echó a reír.
—Sólo tiré la cadena del inodoro, Gas, cálmate.
—Oh. ¿Estás bien, Pajarita?
—Estoy genial. Fuera
de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré—. ¿Es mucho pedir cerraduras en
las puertas? —Lali no respondió—. ¿La?
—Es realmente una
lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única
que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.
Apagué el agua y me
envolví en una toalla.
—Eres tan mala como
él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?
—Lo sé. —concordó.
Encendí mi nuevo
secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Pablo. Ricé
mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era
demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No
debí de ofenderme cuando Gaston me acusó de estar jugando juegos, después de
todo.
Tomando una última
mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Gaston estaba
tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba
siendo terca. Salí a la sala y Gaston sonrió, no era la
reacción que estaba esperando.
—Estás… hermosa.
—Gracias. —le dije,
confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.
Peter silbó. —Buena
elección, Rochi. A los chicos les gusta el rojo.
—Y los rizos son
magníficos. —añadió Lali.
El timbre sonó y Lali
sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!
Abrí la puerta. Pablo
sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata.
Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta
mis zapatos y luego de abajo a arriba.
—Eres la criatura
más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.
Miré hacia atrás
para despedirme de Lali, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de
sus dientes. Peter tenía la expresión de un padre orgulloso y Gaston mantuvo
los ojos en la televisión.
Pablo me tendió la
mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una
bocanada de aire.
— ¿Qué? —Le
pregunté.
—Tengo que
admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Gaston
Dalmau está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han
acusado de estar loco el día de hoy.
—Gaston no está
enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.
— ¿Entonces es una
relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría
cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan
erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma
conclusión.
—Están equivocados.
—insistí.
Pablo meneó la
cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre
la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.
— ¿Dónde?
—Me arriesgué…
espero que te guste la comida italiana.
Levanté una ceja. —
¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.
—Bueno… es nuestro
restaurante. La mitad, de todos modos.
—Me gusta la comida italiana. —sonreí.
Pablo condujo hacia
el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y
disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba,
muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me
reí.
— ¿Qué? —Preguntó.
—Es sólo que eres…
un conductor muy prudente. Es algo bueno.
— ¿Diferente de la
parte trasera de la moto de Gaston? —Él sonrió.
Me habría reído,
pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Gaston esta noche. ¿De
acuerdo?
—Muy bien. —dijo,
saliendo para abrir mi puerta.
Estábamos sentados
inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un
vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante.
Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes
había comido en un lugar tan elegante como éste.
Pedimos y Pablo
cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini
Amarone, por favor.
—Por supuesto,
señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.
—Este lugar es
increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.
Sus ojos se
suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.
Una mujer se acercó
a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris
interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes
joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus
oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se
dirigieron a mí.
Rápidamente se
volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Pablo?
—Madre, ésta es Rochi
Igarzabal. Rochi ella es mi madre, Vivienne
Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un
movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y
miró a Pablo. — ¿Igarzabal?
Tragué saliva,
preocupada de que ella había reconocido el nombre.
La expresión de Pablo
se volvió impaciente. —. No conoces a su familia.
— ¿Ah, sí? —Vivienne
me miró de nuevo—. Pablo estará asistiendo a Harvard el próximo año.
—Eso es lo que él
dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.
La tensión alrededor
de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una
sonrisa de suficiencia.
—Lo estamos.
Gracias.
Me sorprendió la
forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No
era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. debía
haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.
—Es bueno verte,
mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo
pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría
aquí.
—Está bien. Ella
parece… genial.
Pablo se echó a
reír. —Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de
disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.
—Esperemos que sea
antes de que te vayas a Harvard.
Hablamos sin cesar
acerca de la comida, , cálculo e incluso sobre el Círculo. Pablo era
encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron
a Pablo para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él
era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y
cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.
— ¿Y ahora qué? —Le
pregunté.
—Me temo que tengo
un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo,
cubriendo mi mano con la suya.
—Mejor tú que yo.
—le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada.
Condujo al
apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.
—Gracias, Pablo.
—sonreí—. Pase un rato fantástico.
— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?
—No, para nada.
—sonreí.
— ¿Te llamó mañana?
—Suena perfecto.
Luego vino el
momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no
besarse, odiaba esa pregunta.
Antes de que tuviera
la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, él tomó cada lado de mi cara
y me acercó a él, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos
Se retiró y luego me besó otra vez.
—Te hablo mañana, rochita.
Me despedí con la
mano, mirándolo caminar por las escaleras hacia su coche.
—Adiós.
Una vez más, cuando
giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Gaston
me atrapó y recuperé el equilibrio.
— ¿Quieres parar de
hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿rochita?
¿Qué eres, un vídeo de ejercicios? —Se burló.
— ¿Pajarita?
—dije con la misma cantidad de desdén—. ¿Una molesta ave que hace popo por toda
la acera?
—A ti te agrada Pajarita
—dijo él a la defensiva—. Es una pajarita, una chica atractiva, una carta
ganadora en el póker, tú sólo elige. Tú eres mi pajarita.
Me agarré de su
brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me
había cambiado en mi pijama, hice mi mejor esfuerzo para permanecer enojada con
él.
Gaston se sentó en
la cama y se cruzó de brazos. — ¿Pasaste un buen rato?
—Pase —suspiré—, un
rato fantástico. Un momento perfecto. Él es… —No podía pensar en una palabra
adecuada para describirlo, así que sólo negué con la cabeza.
— ¿Te besó?
Apreté los labios y
asentí con la cabeza. —Tiene unos labios realmente suaves.
Gaston se
estremeció. —No me importa qué tipo de labios tiene.
—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros
besos, también, pero éste no fue tan malo.
— ¿Te pones nerviosa
acerca de un beso? —Preguntó, divertido.
—Sólo los primeros
besos. Los detesto.
—Yo los detestaría,
también, si tuviera que besar a Pablo.
Me reí y fui al
cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Gaston me siguió,
apoyándose contra la puerta. —Así que, ¿van a salir otra vez?
—Sí. Él me llamará
mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama.
Gaston se quedó en
sus bóxers y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomado, parecía estar
agotado. Los músculos de su espalda se extendieron cuando él lo hizo, él me
miró por un momento. —Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan
temprano?
—Él tiene un examen
el lunes.
Gaston arrugó la
nariz. — ¿A quién le importa?
—Él está tratando de
entrar a Harvard. Tiene que estudiar.
Él resopló,
arrastrándose sobre su estómago. Lo observé meter las manos debajo de la
almohada, parecía irritado. —Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.
—No seas
aguafiestas. Él tiene sus prioridades… Creo que es responsable.
— ¿No debería su
chica ser una de sus prioridades?
—No soy su chica.
Hemos salido sola una vez, Gas. —lo regañé.
—Entonces, ¿Qué son?
—Le lancé una mirada sucia y él se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!
Al ver que estaba
siendo sincero, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las
dulces y divertidas cosas que dijo Pablo. Gaston me miraba con una sonrisa
divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que él
parecía frustrado con la situación de Pablo, tuve la clara sensación de que
disfrutaba verme feliz.
Gaston se recostó en
su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos el uno al otro por un momento antes
de que él suspirara. —Me alegro de que lo hayas pasado bien, Pajarita. Te lo
mereces.
—Gracias. —sonreí.
El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para
mirar la pantalla.
— ¿Hola?
—Ya es mañana. —dijo
Pablo.
Miré el reloj y me
eché a reír. Eran las doce y un minuto.
—Ya lo es.
—Entonces, ¿qué
opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó.
Me tapé la boca por
un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la
noche suena genial.
—Bien. Nos vemos el
lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz.
Colgué el teléfono y
miré a Gaston, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un
ovillo, tensa de la emoción.
—Eres tan
empalagosa. —dijo Gaston, dándome la espalda.
Puse los ojos en blanco
y suspiré.
Se dio la vuelta,
tirando de mí hacia él. — ¿En verdad te gusta Pablo?
— ¡No lo arruines,
Gaston!
Me miró por un
momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. —Pablo —suspiró. adaptacion Jmcguire

noo porque lo hiciste besar... que Gas le dija que la ama y se dejen de jodes...no me gusta que este Pablo
ResponderEliminarnooooo como m metes a pablo y encima pones besos ya te vale como azes eso no me lo pongas de novio x favor te lo pido si no m seas mala kiero beso de los rubios
ResponderEliminarListo, ya la lei completa jajaj amo esta novelaa..! quiero muchos màs cap, ah y no me cae bien pablo (?) jajajaa
ResponderEliminarOdie el capitulo, Gaston esta sufriendo, que idiota que es Rochi, como no se da cuenta que Gaston la ama, ella prefiere la perfección antes que el amor, ay, me enoje, jhakshagshagafhgsf.
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