viernes, 17 de agosto de 2012

Hermoso desastre capitulo 10



El reloj marcaba las 3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y cerró. Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.
— ¿Gaston?
—No, soy yo, —dijo Lali.
— ¿Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio cuarto de baño.
—Pet ha estado allí durante media hora vomitando. No entraré allí.
—Genial.
—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Gaston está enojado! —Exclamó.
— ¡A las seis! Él es tan dulce, Lali. Él es… —me detuve, suspirando. Estaba hablando efusivamente, y no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan perfecto había sido desde el momento en que lo había conocido. Él era exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Gaston.
— ¿Te dejó sin palabras? —Ella rió.
Asomé mi cabeza por la cortina. — ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con él para siempre!
—Suena prometedor. ¿No es un poco extraño que estés aquí?
Me metí bajo el agua, enjuagando la espuma. —Se lo he explicado.
El inodoro se enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.
— ¿Pajarita? —dijo Gaston.
Lali se echó a reír. —Sólo tiré la cadena del inodoro, Gas, cálmate.
—Oh. ¿Estás bien, Pajarita?
—Estoy genial. Fuera de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré—. ¿Es mucho pedir cerraduras en las puertas? —Lali no respondió—. ¿La?
—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieron estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.
Apagué el agua y me envolví en una toalla.
—Eres tan mala como él. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con él, ¿recuerdas?
—Lo sé. —concordó.
Encendí mi nuevo secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Pablo. Ricé mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No debí de ofenderme cuando Gaston me acusó de estar jugando juegos, después de todo.
Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Gaston estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba
siendo terca. Salí a la sala y Gaston sonrió, no era la reacción que estaba esperando.
—Estás… hermosa.
—Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.
Peter silbó. —Buena elección, Rochi. A los chicos les gusta el rojo.
—Y los rizos son magníficos. —añadió Lali.
El timbre sonó y Lali sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!
Abrí la puerta. Pablo sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.
—Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.
Miré hacia atrás para despedirme de Lali, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Peter tenía la expresión de un padre orgulloso y Gaston mantuvo los ojos en la televisión.
Pablo me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire.
— ¿Qué? —Le pregunté.
—Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Gaston Dalmau está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy.
—Gaston no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.
— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión.
—Están equivocados. —insistí.
Pablo meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.
— ¿Dónde?
—Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana.
Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.
—Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.
—Me gusta la comida italiana. —sonreí.
Pablo condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.
— ¿Qué? —Preguntó.
—Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno.
— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Gaston? —Él sonrió.
Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Gaston esta noche. ¿De acuerdo?
—Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.
Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste.
Pedimos y Pablo cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.
—Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.
—Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.
Sus ojos se suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.
Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí.
Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Pablo?
—Madre, ésta es Rochi Igarzabal. Rochi ella es mi madre, Vivienne
Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Pablo. — ¿Igarzabal?
Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre.
La expresión de Pablo se volvió impaciente. —. No conoces a su familia.
— ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo—. Pablo estará asistiendo a Harvard el próximo año.
—Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.
La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia.
—Lo estamos. Gracias.
Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.
—Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí.
—Está bien. Ella parece… genial.
Pablo se echó a reír. —Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.
—Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard.
Hablamos sin cesar acerca de la comida, , cálculo e incluso sobre el Círculo. Pablo era encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Pablo para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.
— ¿Y ahora qué? —Le pregunté.
—Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo, cubriendo mi mano con la suya.
—Mejor tú que yo. —le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada.
Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.
—Gracias, Pablo. —sonreí—. Pase un rato fantástico.
— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?
—No, para nada. —sonreí.
— ¿Te llamó mañana?
—Suena perfecto.
Luego vino el momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no besarse, odiaba esa pregunta.
Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, él tomó cada lado de mi cara y me acercó a él, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos Se retiró y luego me besó otra vez.
—Te hablo mañana, rochita.
Me despedí con la mano, mirándolo caminar por las escaleras hacia su coche.
—Adiós.
Una vez más, cuando giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Gaston me atrapó y recuperé el equilibrio.
— ¿Quieres parar de hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿rochita? ¿Qué eres, un vídeo de ejercicios? —Se burló.
— ¿Pajarita? —dije con la misma cantidad de desdén—. ¿Una molesta ave que hace popo por toda la acera?
—A ti te agrada Pajarita —dijo él a la defensiva—. Es una pajarita, una chica atractiva, una carta ganadora en el póker, tú sólo elige. Tú eres mi pajarita.
Me agarré de su brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me había cambiado en mi pijama, hice mi mejor esfuerzo para permanecer enojada con él.
Gaston se sentó en la cama y se cruzó de brazos. — ¿Pasaste un buen rato?
—Pase —suspiré—, un rato fantástico. Un momento perfecto. Él es… —No podía pensar en una palabra adecuada para describirlo, así que sólo negué con la cabeza.
— ¿Te besó?
Apreté los labios y asentí con la cabeza. —Tiene unos labios realmente suaves.
Gaston se estremeció. —No me importa qué tipo de labios tiene.
—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros besos, también, pero éste no fue tan malo.
— ¿Te pones nerviosa acerca de un beso? —Preguntó, divertido.
—Sólo los primeros besos. Los detesto.
—Yo los detestaría, también, si tuviera que besar a Pablo.
Me reí y fui al cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Gaston me siguió, apoyándose contra la puerta. —Así que, ¿van a salir otra vez?
—Sí. Él me llamará mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama.
Gaston se quedó en sus bóxers y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomado, parecía estar agotado. Los músculos de su espalda se extendieron cuando él lo hizo, él me miró por un momento. —Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan temprano?
—Él tiene un examen el lunes.
Gaston arrugó la nariz. — ¿A quién le importa?
—Él está tratando de entrar a Harvard. Tiene que estudiar.
Él resopló, arrastrándose sobre su estómago. Lo observé meter las manos debajo de la almohada, parecía irritado. —Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.
—No seas aguafiestas. Él tiene sus prioridades… Creo que es responsable.
— ¿No debería su chica ser una de sus prioridades?
—No soy su chica. Hemos salido sola una vez, Gas. —lo regañé.
—Entonces, ¿Qué son? —Le lancé una mirada sucia y él se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!
Al ver que estaba siendo sincero, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las dulces y divertidas cosas que dijo Pablo. Gaston me miraba con una sonrisa divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que él parecía frustrado con la situación de Pablo, tuve la clara sensación de que disfrutaba verme feliz.
Gaston se recostó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos el uno al otro por un momento antes de que él suspirara. —Me alegro de que lo hayas pasado bien, Pajarita. Te lo mereces.
—Gracias. —sonreí. El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para mirar la pantalla.
— ¿Hola?
—Ya es mañana. —dijo Pablo.
Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto.
—Ya lo es.
—Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó.
Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la noche suena genial.
—Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz.
Colgué el teléfono y miré a Gaston, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un ovillo, tensa de la emoción.
—Eres tan empalagosa. —dijo Gaston, dándome la espalda.
Puse los ojos en blanco y suspiré.
Se dio la vuelta, tirando de mí hacia él. — ¿En verdad te gusta Pablo?
— ¡No lo arruines, Gaston!
Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. —Pablo —suspiró.                                                                                                  adaptacion Jmcguire

4 comentarios:

  1. noo porque lo hiciste besar... que Gas le dija que la ama y se dejen de jodes...no me gusta que este Pablo

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  2. nooooo como m metes a pablo y encima pones besos ya te vale como azes eso no me lo pongas de novio x favor te lo pido si no m seas mala kiero beso de los rubios

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  3. Listo, ya la lei completa jajaj amo esta novelaa..! quiero muchos màs cap, ah y no me cae bien pablo (?) jajajaa

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  4. Odie el capitulo, Gaston esta sufriendo, que idiota que es Rochi, como no se da cuenta que Gaston la ama, ella prefiere la perfección antes que el amor, ay, me enoje, jhakshagshagafhgsf.

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