domingo, 16 de septiembre de 2012

Amor en Desencuentro... Capitulo 1




Capítulo I
Gastón Dalmau manejaba su todo terreno por un denso camino de tierra enlodada por la lluvia, el torrente de agua que caía sobre él le dificultaba la vista, intentó encontrar el lugar más próximo a la civilización pero se encontraba solo a km a la redonda. Estaba cansado, hambriento y frustrado. Cuando había planeado realizar ese viaje nunca pensó en el clima y ahora se encontraba bajo un diluvio perdido entre la llanura que se extendía ante él.
 Gastón era un hombre alto y fornido, con el cabello rubio y los ojos verdes, los rasgos fuertes y marcados de manera muy varonil. Tenía 27 años y era abogado en el bufet de su padre, vivió toda su vida en la capital y siempre se manejo como un hombre de dinero. Era elegante y discreto, serio en lo laboral y muy divertido y alegre cuando se encontraba en confianza. Su madre había muerto años atrás y su padre se había vuelto a casar y vivía con su mujer a las afueras de Londres Inglaterra.
Gastón era un hombre solitario y centrado, había tenido varias mujeres pero nunca había logrado encontrar a esa mujer indicada que le hiciera perder la cabeza. Su noviazgo más importante era el que mantenia con Daniela Collini, una abogada con la cual trabajaba, era hermosa y elegante, centrada y seria. Una de las mujeres más codiciadas en el trabajo pero para Gastón no representaba más que una mujer hermosa. Buscaba algo distinto, esa mujer que lo hiciera hacer locuras por amor, quería perder la cabeza por alguien. Quizás por eso se había animado a comenzar  ese viaje. Su padrino Juan Cruz había muerto unas semanas atrás, era un hombre generoso y bondadoso, Gastón lo conocía de pequeño, era el mejor amigo de su padre y se había llegado a convertir en uno para él. JC tenía una única hija Eugenia a la cual le había heredado todas sus riquezas salvo un amplio terreno que se encontraba alejado de toda civilización pero el cual era millonario en ganado y producción vegetal. Gastón en contra de todo se tomo unas pequeñas vacaciones y comenzó ese viaje hasta esas lejanas tierras que ahora le pertenecían y que parecían estar al final del mundo en un lugar apartado de las manos de Dios.     

Miró a su alrededor he intento distinguir algo a través del vidrio empañado. Como respuesta a sus suplicas a lo lejos por un segundo pudo ver una lejana y pequeña luz. Giro el volante y se encamino hacía ella no muy seguro de saber que hacía ni a donde se dirigía.
Poco a poco la pequeña luz tomaba forma y tamaño volviéndose más nítida a medida que se acercaba. El frio de la noche traspasaba las ventanas del auto y se metía en los huesos de Gastón haciendo que múltiples escalofríos lo recorrieron.   
Suspiro de alivio al ver una casa a pocos km de distancia pero ese alivio inicial desapareció y fue sustituido por una extraña sensación a la cual no logro darle nombre.

La que él creía que era una casa se volvió poco a poco más grande, Gastón la contemplo por un segundo. Era una enorme mansión de dos pisos que se extendía frente a él. Había varias luces encendidas pero ni la más mínima señal de vida dentro.
Gastón tuvo ganas de dar media vuelta y alejarse allí sin saber muy bien porque. Se recostó del asiento y decidió bajar. Apago el coche y corrió hasta la entrada donde dudo un segundo y toco el timbre que sonó como un campanario que resonó en medio de la noche.
Nada, volvió a probar y no hubo ni la más mínima respuesta de nadie.  
Revolvió un poco su mojado cabello y se giro para mirar la oscura noche que parecía embravecida con su torrente lluvia.
Bajo una grada y miro como la lluvia mojaba un poco mas sus enlodados zapatos. Suspiro resignado y se preparo mentalmente para realizar la trayectoria de regreso a su auto a través de él diluvio.

La puerta se abrió a su espalda en el momento justo en que se disponía a realizar la carrera que lo separaba de su carro.  Se giro bruscamente y no le importo permaneces allí bajo la fuerte lluvia, ni el frio que lo envolvía, mientras pudiera seguir contemplando a la hermosa mujer que yacía parada frente a él.

Era alta y esbelta, vestía una larga bata blanca que llegaba hasta sus pies descalzos dejando a la vista sus rojas uñas que le daban un aspecto de virgen ortodoxa y un aire angelical, tenía una larga melena rubia que caía ondulada de lado por su hombro derecho hasta su cintura. La mirada de Gastón se posó en sus delineados y sensuales labios rojos y subió por su pequeña y respingona nariz, la miro a los ojos y boto lentamente el aliento al encontrarse con esos helados ojos color miel que lo miraban con fiereza, eran almendrados y sutiles, pero fuertes y hechizantes.
Su piel dorada resaltaba sus rasgos contrastando con la blancura de su bata.
-       Quien eres?? – pregunto con una extraña voz cantarina de sirena que a Gastón le resulto extremadamente encantadora y sensual.
-       Gastón Dalmau, mucho gusto – se apresuro a contestar saliendo del transe y extendiéndole la mano en modo de saludo.
La joven se limito a mirar su palma extendida y la ignoro.
-       Que quieres??-
-       Un lugar donde pasar la noche, estoy perdido.

Ella lo miro de pies a cabeza estudiando su mojado aspecto y un destello de recelo brillo en sus ojos. Después de un segundo lentamente se retiro de la puerta dándole espacio para que pasara.
Gastón se encontró con una amplia sala circular donde se veía un piso de madera alfombrado, un amplio candelabro y una escalera en espiral que subía al segundo piso, varios adornos que parecían de oro y un enorme cuadro donde se veía una playa en un hermoso atardecer  y una joven sentada de espalda, Gastón juraría que esa joven era su anfitriona.
Miro la espesa melena dorada de la chica del cuadro y entre mas la veía más se le parecía.

-       Te gusta el cuadro?? – la extraña vos de la joven lo saco de sus pensamientos.
-       Esa chica… - señalo el cuadro y no estuvo muy seguro de preguntar.
-       Soy yo?? – la joven le regalo una fría sonrisa – si, lo soy.
Gastón volvió a mirar el cuadro y pensó que era de alguna extraña manera el cuadro más hermoso e inquietante que hubiera visto.        
-       Disculpa pero… cómo te llamas??  - se animo a pregunta Gastón, ella lo miro un segundo y comenzó a atravesar la habitación sin dignarse a responder, Gastón se apresuro en seguirla.
-       Mi nombre es irrelevante – respondió al restándole importancia – pero si lo quiere saber – se detuvo frente a una puerta de madera que quedaba al fondo de un pasillo junto a las escalera. – es Rocío, me llamo Rocío Igarzabal.
Gastón la contemplo un segundo y pensó que era de una extraña manera la mujer más hermosa que hubiera visto, su belleza no era convencional, no parecía una de esas niñas ricas con las cuales el estaba acostumbrado a salir. Había algo en esta joven, en Rocío, que el encontraba hechizante.

Rocío abrió la puerta y entro en una amplia habitación, con una cama, una cómoda, un espejo y un closet, al final había una puerta que daba a un baño, una mesita de noche junto a la cama y una pequeña lámpara. Todo olía a lavanda y naturaleza junto a un sutil olor a madera y lluvia que se sentía entrar por la ventana.
-       Puedes pasar aquí la noche– Rocío lo miro un segundo – si me necesitas estoy arriba- se giro y comenzó a caminar –  procura no necesitarme – dijo mientras se perdía por el pasillo con un grácil movimiento de bailarina.
Gastón la miro irse y sintió una punzada de algo en el pecho, no supo que era, fue un revoltijo entre deseo y admiración. Rocío se movía con decadencia, sutileza y fuerza al mismo tiempo. - como una bailarina – se dijo así mismo, pero no logro definir si era una bailarina clásica o una exótica.

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Rocío cerró la puerta de su habitación y pasó llave.
-       Que estoy haciendo?? – se dijo en voz alta.

Ella era la rica esposa de Pablo Martínez.  Un magnate dueño de tierras de esa parte del país. Uno de los hombre más codiciados y deseados del pueblo. Rocío y el, estaban por cumplir un año de casados y se odiaban a muerte.

Pablo había sido el esposo de Mariana su mejor amiga 3 años atrás, pequeña y escultural, con los ojos negros y el cabello castaño chocolate. Era una mujer hermosa y alegre, tenía una belleza única y representaba el alma del pueblo siempre tan llena de vida y corazón, había amado a Pablo con locura mientras viva, pero poco después de cumplir un año de casados ella falleció de forma extraña.
Rocío por razones que nadie pudo entender se caso con Pablo un año después de su luto.
Lo que nadie conocía era el odio profundo que Rocío sentía hacía su marido.

Rocío se sentó en su cama y dejo que la oscuridad la envolviera, encendió la luz de su lámpara de noche y tomo la foto que se encontraba en su mesa, en ella se veían Lali y ella  posando divertidas y llenas de lodo después de una tarde de risas y juegos en el rio. Recordaba el momento en que fue tomada esa foto, ambas tenían 16 años y habían ido a bañarse al lago, de regreso habían tropezado y se encontraban cubiertas de lodo y pasto, estaban despeinadas y no paraban de reír mientras entraban en el pueblo. Su amigo de ese entonces  Peter caminaba probando su cámara nueva y apenas las vio les saco esa foto instantánea donde se mostraban, felices relajadas y hermosas aun llenas de barro.

Rocío coloco la foto en su lugar y dejo que el odio ciego que sentía por Pablo la llenara, ella sabía o sospechaba que era el él responsable de la muerte de Lali. Rechino los dientes, apago la luz de su lamparita mientras las lagrimas de la pérdida de su mejor amiga caían por sus mejillas.

Nunca iba a perdonar a Pablo por haber matado a Mariana… mucho menos el haberla obligado a casarse con él.

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