Amor en Desencuentro... Capitulo 2

Capítulo  II         

 Gastón se levanto junto al amanecer, el roció cubría la llanura que se extendía por el horizonte.

Los primeros rayos del sol teñían el la vista de dorado haciendo que la hermosura del paisaje aumentara.

Se dio una ducha fría después de una noche agitada y se vistió con rapidez. En silencio salió al enorme pasillo que aun se encontraba a oscuras.  Miro a su alrededor, solo vio sombras que proyectaba el amanecer.

Camino hasta la entrada y contuvo el aliento cuando vio a la hermosa Rocío cabalgando sobre un imponente caballo negro.

El viento jugaba con su cabello rubio que subía y bajaba al ritmo del galope del caballo y los primeros rayos del sol hacían brillar su piel dorada. Era una imagen gloriosa y Gastón sabía que ese cuadro lo acompañaría el resto de su vida.

 

Roció giro con el caballo y lo miro en la puerta, vio como los primeros rayos del amanecer proyectaban sombras sobre sus duros rasgos, su cabello rubio se batía con la suave brisa matutina y sus ojos verde esmeralda la miraban de tal modo que roció sintió que podía verle el alma. Apuro el caballo y se acerco galopando hasta su invitado.

-       Despierto tan temprano?? – hizo que el caballo se detuviera justo frente a la entrada y bajo de él en un ágil movimiento que fue tan ligero como una pluma. – pensaba que para los citadinos levantarse antes de las nueve era un pecado capital.

Gastón sonrío y la estudio un segundo.

-       Yo soy la rara excepción –  Rocío alzo una perfecta ceja delineada. – creo que por eso me echaron de la ciudad.

Esta vez fue rocío quien sonrío. Y Gastón se deleito en su blanca sonrisa como la nieve.

-       Te han dicho que eres hermosa cuando sonríes?? – ella lo miro un segundo y se encogió de hombros.

-       Si lo han hecho, aunque muy pocas personas llegan a ver mi sonrisa. – respondió comenzando a caminar hacia el interior de la casa.

-       Debo ser afortunado entonces – rocío volvió a encogerse de hombros  mientras entraba por la puerta.

-       Que te apetece desayunar?? – caminaron hasta la cocina, donde ella se giro esperando una respuesta. Gastón la seguía muy de cerca por lo cual al ella darse vuelta quedo a centímetros de él. Sin siquiera mostrarse aturdida dio un paso atrás y se alejo de él con paso decidió.

Gastón se quedo en su sitio. Un segundo, un segundo había durado su cercanía pero él se sentía abrumado, por un pequeño momento, ella lo había mirado a los ojos y él había sentido que el mundo daba vueltas.

Rocío no se encontraba muy diferente, miraba atentamente los gabinetes de su cocina como buscando algo pero su mente solo repetía una y otra vez esa fracción de segundo en que estuvo tan cerca de ese hombre que sintió su fresco aliento rozando su rostro, solo un segundo lo miro a los ojos y eso basto para que una sensación extraña la llenara. 

-pavadas – pensó para sí y se giro para encararlo.

– y… no me has respondido, que te apetece desayunar?? –

- vos me vas a cocinar?? – Gastón se apoyo del mesón que los separaba sonriendo.

- no, ni ahí. Rosaaaa –  grito rochi.

- mande srt. – contesto una mujer mayor apareciendo por la puerta. Era baja y Tenía un delantal rojo de cuadros, con el cabello blanco y atado en un moño, sonreía amablemente y miraba con curiosidad a Gastón. – en que le puedo servir??

- Gastón ella es rosa mi ama de llaves, te prepara lo que se te antoje.– diciendo esto Roció se dio la vuelta y camino de regreso al living.

- pará, no me acompañas?? – pregunto Gastón siguiéndola.

- me disculparas pero tengo muchas cosas que hacer, rosa prepara una comida deliciosa y es una excelente compañía, relájate. – Se giro y lo miro un segundo – quizás nos veamos en el almuerzo. – sin más volvió a salir tan altiva como siempre.  

Gastón sonrió y regreso a la cocina.

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-       Y que queres comer?? – pregunto rosa cuando lo vio entrar.

-       Lo que usted desee prepararme –

Rosa se puso manos a la obra mientras Gastón la veía cocinar.

-       Hace mucho que trabaja para Roció?? – rosa se giro para mirar al joven rubio.

-       Desde que se caso, pero la conozco de toda la vida. –

Gastón sintió una punzada en el pecho.

-       Está casada?? – pregunto con dificultad.

-       Así es, mi niña se caso hace menos de un año. – Gastón miro por donde Roció había salido sintiendo una opresión en el pecho.

-       Le molesta si pregunto con quien??.

Rosa pareció dudar.

-       Con el señor Pablo Martínez.   

Gastón sabía perfectamente quien era Pablo Martínez.

Los Martínez eran los enemigos jurados de Juan Cruz y su familia. Desde generaciones atrás esa rivalidad se mantenía y aun en la actualidad no acababa. Había escuchado a JC hablar más de una vez con evidente molestia sobre esa familia y más específicamente de Pablo.

Por Juan Cruz sabía que tenía más o menos su misma edad, Pablo era el dueño actual de esas tierras y según JC era un hombre inteligente y despiadado. En más de una ocasión se enfrentaron, pablo siempre llegaba con el fin de comprar sus tierras cosa a la cual Juan Cruz se negaba rotundamente.    

Gastón sintió que se atragantaba. Estaba hospedado en la casa de los enemigos de su familia y Rocío, esa hermosa mujer era la esposa del actual enemigo de las que ahora eran sus tierras.

-       Conoce usted al señor Pablo?? – rosa los saco de sus pensamientos.

-       No personalmente pero es muy famoso y he escuchado hablar de él.

-       Nada bueno supongo – rosa parecía molesta de repente – y si le contaron algo bueno le aseguro que le mintieron.   

Gastón estaba seguro que tenía razón.

-       De todas maneras no me haga caso, yo soy solo una cocinera y estoy hablando demás. – prosiguió ella serenándose.

-       No se preocupe, comparto su opinión.- la alentó Gastón

-       Realmente no entiendo porque mi niña se caso con ese hombre, ella es tan buena.

Gastón asintió en silencio.

-       Pablo siempre estuvo tras ella pero ella lo odiaba y ahora son esposos – rosa revolvió algo en el sartén. – quien entiende??.

-       Según sabia la esposa de Pablo se llamaba Mariana, no Rocío.

Rosa se detuvo y se giro para verlo. Gastón sintió miedo en su mirada.

-       La primera esposa de Pablo se llamaba Mariana – a rosa se le hizo un nudo en la garganta – pero ella falleció. Un año después mi niña Rocío y el señor Pablo se casaron. – carraspeo – Mis niñas Rocío y Mariana eran las mejores amigas.  

Gastón no entendía muy bien. Rocío era la actual esposa de Pablo el hombre que según rosa había odiado y que además fue el marido de su mejor amiga antes de su muerte. Había algo en todo eso que le revolvió el estomago.

 Por lo poco que había conocido de Rocío sabía que era todo un enigma, ella parecía llevar la palabra misterio rozando a su alrededor.

-       Ella tiene un secreto – pensó Gastón. Y su preocupación aumento cuando no supo decir si ese secreto la victimizaba o la hacía la mala de la historia. 

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Gastón se encontraba acomodando todo en su auto para irse, ahora que sabía que se encontraba hospedado en casa de Pablo no deseaba pertenecer mas allí y todavía no llegaba a su destino.

La imagen de Rocío montada en su caballo con el suave resplandor del amanecer sobre sus delicados rasgos lo inundo de repente como una alucinación. – Rocío – susurro.  

-       Veo que ya estas preparando todo para irte.- la melodiosa voz de sus alucinaciones lo tomo por sorpresa.

-       Y… sí, creo que ya es hora de que me vaya yendo – Gastón miro a Rocío y la grabo en su memoria.

Sus rizos dorados, su nariz pequeña y respingona, sus labios rojos y delicados, sus manos pequeñas y suaves. Cuando se conocieron Rocío vestía una bata blanca hasta sus pies descalzos, ahora cargaba un jean desgastado que se ceñía a sus esbeltas y perfectas piernas, una blusa lila sin mangas que dejaba entre ver las suaves curvas de sus senos y su hermoso cabello recogido en un rustico moño del cual se escapaban uno cuantos risos dorados que resbalaban por su rostro. Gastón la miro a los ojos y se perdió en esos delicados y hechizantes ojos miel.

-       Espero te vaya muy bien. – Rocía se notaba cordial y distante.

Gastón reviso su cartera buscado algo con que recompensarla.  

-       Si te atreves a darme dinero por darte hospedaje te escupiré un ojo.- Gastón la miro sorprendido – por aquí es tradición.  me insultas si lo haces. – alego ella.

-       Pero no me puedo ir sin darte nada a cambio – Gastón se negaba a aceptar tanta generosidad.

-       Ya me las cobrare luego –  Rocío le restó importancia.

-       Entonces déjame aprovecharme un poco mas de tu hospitalidad y permíteme preguntarte sobre algo que me tiene intrigado.

Rocío lo miro con perspicacia.

-       Adelante.

-       Mariana – susurro Gastón.

El divertido animo de Rocío se torno cortante. Su expresión fue de una frialdad absoluta.

-       Mariana fue mi mejor amiga. – su respuesta fue seca.

-       Como falleció?? – Gastón se atrevió a llegar más allá consciente de que era un error.  

-       Callo por las escaleras.

-       Cómo??

-       Ese día estaba realmente enferma, ardía en fiebre y alucinaba. Se mareaba si se levantaba de la cama y no podía mantenerse en pie. No sé porque motivo intento bajar en ese estado – la voz de Rocío se quebró un poco pero su expresión era de una frialdad casi palpable – débil y sola fue bajando las escaleras y se desmayo. Rodo varios metros y al llegar a bajo ya había fallecido.

Miro a Gastón de tal manera que este se arrepintió de haber preguntado.

-       El esposo de Mariana... – Gastón quiso golpearse apenas salieron las palabras de su boca.

-       Pablo – Rocío se planto frente a Gastón y lo miro a los ojos – Mi marido.

Gastón sintió como si lo hubieran abofeteado, miro la fría expresión de Rocío y  quiso sacudirla para sacar alguna expresión o sentimiento de ella.

-       Tu… - Gastón trago saliva – Marido, que hizo?? Donde estaba??

-       Estaba en el pueblo cuando eso sucedió. 

-       Te lo dijo él??- su tonó incrédulo no paso desapercibido para Rocío.

-       Me lo dijo la policía – Rocío se giro. 

-       Y que hizo al llegar a casa??

-       Lo que todo marido hubiera hecho… un duelo.  Que tengas buen viaje Gastón.

Sin decir nada mas monto su caballo y se alejo cabalgando.

Gastón la contemplo hasta que la perdió de vista y soltó un largo suspiro. Se montón en su auto y partió a su destino.