jueves, 27 de septiembre de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 46


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 Cap 46
— ¿Dígame?
—Ven conmigo ahora mismo —le urgió Gastón—. ¡Acabo de despedir al entrenador de mi equipo de fútbol!
Tras la breve conversación, Rocío descubrió que las doncellas habían guardado todas sus cosas en el vestidor. Eligió un camisón de color turquesa y se lo puso mientras intentaba convencerse a sí misma de que no iban a hacer el amor otra vez, de que no se acostarían juntos por ninguna circunstancia y de que sólo iban a hablar de fútbol, aunque esperaba no tener que ver un partido. Cuando entró en la suite de su esposo, Gastón estaba hablando por teléfono en un idioma desconocido para Rocío. Caminaba de un lado a otro y gesticulaba mucho. Al verla, hizo un gesto hacia la cama, junto a la que habían dejado un carrito con comida, para que se sirviera un plato.
Rocío  descubrió que estaba hambrienta y eligió entre la amplia gama de platos fríos y calientes. Después, se sentó en la cama y empezó a degustar el pollo, la ensalada y el pan recién hecho.
Gastón cortó la comunicación con su interlocutor e hizo otra llamada. Rocío no sabía lo que estaba pasando, pero le daba lo mismo. Cuando ya había terminado con la mitad de su comida, sirvió otro plato y lo puso al alcance de su esposo, para que pudiera picar algo mientras hablaba. Entre llamada y llamada, Rocío preguntó:
— ¿Cuántos idiomas hablas?
—Seis o siete, aunque puedo hacerme entender en dos más —respondió él—. Cuando se trata de negocios, prefiero encargarme en persona. Me disgusta dejar mis asuntos en manos de intermediarios.
—Yo hablo castellano y francés, pero con dificultades —le informó.
—Pues tendrás que aprender ruso.
— ¿Tendré?
Él frunció el ceño.
—Por supuesto que sí.
Gastón la miró con interés: en ese momento no parecía una mujer adulta, sino una adolescente. Tenía el pelo echado hacia atrás, algo revuelto, y no se había maquillado. Su aspecto era tan natural y tan hermoso, que no se parecía nada a las mujeres que normalmente compartían cama con él.
Mientras la observaba, su hambre de comida se convirtió en un hambre bien diferente.
Ajena al deseo que había despertado en Gastón, Rocío  se preguntó por qué se habría sentado precisamente en su cama y se avergonzó de sí misma, pero no se movió. De repente, la perspectiva de mantener las distancias con él y de limitarse a una relación exclusivamente platónica, le parecía tan interesante como un aguacero helado.

2 comentarios:

  1. Me mata como la ve Gaston, me encantan como se tratan, ay son unos cuchis akjgsh.

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  2. me encanto el capitulo y como Gas la trata a Ro como una reina!
    amo tu nove

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