Capitulo V
Gastón
caminaba junto a Victorio por las calles del pueblo, se veía gente ir y venir
mientras los últimos rayos del sol se fundían dejando entrar la noche. Algunos
recogían sus tiendas, algunos caminaban rumbo a sus hogares, otros salían a
disfrutar de los encantos de la noche. Victorio lo guiaba y enseñaba cada cosa,
lugar o persona.
Gastón
miraba todo con atención. Era un pueblo pequeño y tenía encanto, se sentía a
gusto allí, era acogedor.
Victorio
lo llevo a un pequeño bar, en la esquina de la plaza, tenía un viejo letrero
que decía “lamento Argentino”.
El
lugar era espacioso, olía a madera, cerveza y a seducción. De fondo se
escuchaban viejos boleros que solo podían sonar perfectos en ese lugar. Ambos caballeros se dirigieron a una pequeña
mesa junto a la pared. No paso mucho rato antes que una joven delicada y
hermosa se acercara a Victorio con una sonrisa en el rostro. Saludo con una
inclinación de cabeza a Gastón y se lanzo en los brazos de Victorio quien la
abrazo como si la vida se les fuera en ello.
-
Gastón, te presento a la dueña
de mi locura y mi corazón.
Gastón
beso la delicada mano que la chica le ofrecía.
-
Candela, un placer – su sonrisa
era acogedora y sutil
Victorio
sentó a Candela en sus piernas quien se veía frágil y vigorosa.
-
Como es posible que una dama tan
hermosa como usted se encuentre con este sin vergüenza. – pregunto Gastón
señalando a Victorio haciendo que Cande soltara una risita.
-
Yo me pregunto exactamente lo
mismo – dijo Victorio besando la frente de la joven. – ella es un ángel.
Un rubor delicado tiño
las mejillas de Candela y Gastón sintió ternura.
-
Yo no soy tal cosa- hablo la
joven en un tono dulce – y el no es ningún sin vergüenza, es todo un caballero.
– sonaba enamorada.
Candela era pequeña y
delgada, tenía los ojos de un color castaño verdoso y el cabello ondulado y de
un color marrón chocolate. La nariz pequeña y unos labios delineados y
delgados. Era delgada y grácil.
Se veía inocente y tranquila, energética y
fuerte. Combinación
Letal que tenía hechizado a Victorio quien no
dejaba de mirarla como embelesado.
-
Es realmente una bella y
encantadora señorita - le hablo Gastón a
Victorio en tono de complicidad.
-
Si lo es, es mi bella dama –
candela volvió a ruborizarse y Victorio beso justo ese punto donde el rojo de
sus mejillas se concentraba.
Gastón observo a la joven pareja y quiso poder
experimentar alguna vez esa misma sensación de amor sin límites que veía en
ellos. Nuevamente unos ojos dorados le perforaron los pensamientos, una rubia
cabellera. –Basta Rocío – se dijo
mentalmente y como respuesta sintió como la puerta del local se abría y todos
se giraban a observar al peculiar visitante.
La curiosidad gano la partida y Gastón se giro
para ver al personaje que causaba tanto revuelo.
Pablo entro por la puerta con aires de matón y
una sonrisa macabra en el rostro.
Estaba de regreso.
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-
Llego mi querido primito – hablo
candela con ironía mientras se borraba su sonrisa, Gastón se giro para verla.
-
Tu primo?? – pregunto incrédulo.
-
Si, por desgracia – Candela fulmino al recién
llegado con la mirada.
-
Eres Martínez??- Gastón seguía
en la sorpresa.
-
Soy Vetrano Martínez – suspiro
cansinamente mientras se levantaba – será mejor que vaya ahora a atenderlo.
Se alejo caminando, sus movimientos daban la
impresión de que volaba.
-
Tu novia me gusta, parece un
hada – dijo Gastón observando cada movimiento de la joven.
-
Lo sé, hasta ahora lo único que
no me gusta de ella es su primo, ella es perfecta – respondió Victorio mirando
de soslayo a Pablo.
-
Ella no tiene la culpa del
bastardo primo que tiene –
-
Y yo no la culpo – se apresuro a
corregir Victorio – pero ese hombre no merece lo que tiene.
-
Vico no hables así – le
recrimino Candela llegando hasta ellos con dos jarras de cerveza que coloco en
la mesa.
-
Bien – se limito a contestar su
novio tomando un largo trago.
-
Sé que no lo merece pero aun así
es familia – lo defendió Cande y mirándolo suspiro – solo desearía que no le
hiciera esto a Rochi.
Gastón
se puso a la defensiva mientras intentaba no atragantarse con la cerveza.
-
Rochi?? – pregunto con la voz
ronca.
-
Rocío, Su esposa – contesto
Victorio.
-
Se quien es… - miro a Pablo
nuevamente y lo observo reír con un vaso de cerveza en la mano y una linda
joven recostada de él. – lo dices porque la engaña??- pregunto observando como
la joven coqueteaba descaradamente.
Candela
rio, pero fue una risa sin alegría.
-
Pablo no sería capaz de engañar
a Rochi. Ahí lo vez, con Mariela noche tras noche. Ella es su eterna enamorada,
pero él no sería capaz de tocarla – la mirada de obvia incredulidad de Gastón
desato la risa de Candela- el ama
a Rocío. Todos aman a Rocío.
Esas palabras resonaron en sus pensamientos, ¡todos
aman a Rocío!, el estaba comenzando a sospechar que esa afirmación lo condenaba
a él también.
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Pablo llego pasada la media noche, oliendo a
alcohol. Sabía que se le había pasado la mano con la bebida y entro dando
tumbos a la casa. Se encontraba en completo silencio y a oscuras, camino en
medio de la oscuridad y se desplomo en su enorme sillón frente a la chimenea
apagada. Cerró los ojos y se froto la cara con las manos, todo daba vueltas y
la sensación de alegría lo estaba abandonando para dejarle paso a una leve
jaqueca que el intuía vendría en aumento.
-
Pablo – escucho un susurro
femenino que con voz cantarina lo llamaba. Abrió los ojos al instante y escruto
la oscuridad en busca de la voz y su dueña. Todo estaba quieto y en silencio.
Suspiro y volvió a recostarse. Cerró los ojos
nuevamente y un rostro apareció en su mente. Mariana, lo miraba con odio desde
la oscuridad, sus cabellos castaños se revolvían el rededor de sus hombros y su
camisón blanco parecía cobrar vida propia, la luna le daba un tono plateado a
su piel y sus rojos labios se curvaban en una macabra sonrisa.
-
Pablo – susurro de nuevo y
comenzó acercarse, el miedo se apodero de él cuando sintió que ella con tacto
frio y duro como el hielo envolvía su brazo derecho con sus delicados dedos y
unas uñas rojas como la sangre ejercían presión sobre él.
Abrió
los ojos de golpe y retrocedió al ver a Rocío mirándolo con frio desdén. Ella lo
soltó y se irguió en toda su estatura
-
Ya casi amanece – y diciendo esto se dio la vuelta para
encaminarse a la salida.
Pablo la
miro marcharse y observo el reloj de su muñeca 4:00am. Se había quedado
dormido. Todo había sido un sueño. Miro por la ventana la oscura noche que
pronto comenzaría a convertirse en mañana.
-Mariana
- susurro y el miedo volvió apoderarse
de él.

LINDOOO!!! espero el proximo Lale!! Besos Lucia
ResponderEliminarBuenísimo!! Cada día se pone mejor!! :)
ResponderEliminarespero el proximoo!!!
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