sábado, 13 de octubre de 2012

Un Hombre para Mi... Capitulo 9







Los salteadores que detuvieron la diligencia un par de horas después en la carretera, no podían imaginar que no era un buen momento para atracarla. Eran dos, y cada uno de ellos sujetaba un revólver en cada mano. De hecho, por lo que se veía a pesar de ir enmascarado, uno parecía ser una chica, o un muchacho muy joven, bajo y flaco. El otro, que era quien hablaba, era un pedazo de animal.
Dio órdenes de que dejaran las armas y les entregaran todos los objetos de valor. Gastón, que en aquel momento iba en el pescante con Will, no obedeció. Will sí, y deprisa. Había asistido a muchos atracos en su trabajo y, en su opinión, no le pagaban lo suficiente para arriesgar la vida intentando proteger lo que había en los bolsillos de otras personas. Gastón podía haber pensado lo mismo si la solterona no hubiera vuelto a sacarle de sus casillas aquel día.
 No estoy de buen humor aseguró con el rifle ya en la mano, puesto que lo llevaba en el regazo. Si tenéis algo de sentido común, os daréis cuenta de que no deberíais meteros conmigo hoy. Si tengo que disparar, lo haré a matar. Así que será mejor que os lo penséis un momento y os larguéis.
En ese instante era bastante probable que empezaran a volar las balas. Los salteadores corrían ese tipo de riesgos, y aquellos dos tenían ya las armas preparadas, mientras que sólo Gastón estaba armado para enfrentarse a ellos. Pero con toda probabilidad no sabían que en el coche no había sino mujeres, de modo que pensarían que podían intervenir más armas en la acción.
Sin embargo, como Will había dejado la suya al ordenárselo, en ese momento sólo tenían que encargarse de Gastón. Claro que, con buena puntería, bastaba con un solo rifle. La cuestión era si creían que ellos eran mejores y más rápidos. Únicamente ellos sabían lo buenos que eran.
Se produjo entonces un breve intercambio de susurros entre ambos, y algunas palabrotas. Chad esperó con paciencia. Casi rogaba que no se echaran para atrás. Pero, si bien no dudaría en meterle una bala en el cuerpo al tipo corpulento, era incapaz de disparar a adolescentes o a forajidas, lo que quiera que fuese el otro asaltante. Se sintió algo aliviado cuando el bajo dio una patada al suelo y se dirigió hacia el arbusto donde estaban atados los caballos. El hombre corpulento retrocedió más despacio, pero al cabo de un momento, también había desaparecido. Gastón siguió esperando, alerta, y no se relajó hasta oír que sus caballos se alejaban a galope.
Eso ha sido una verdadera estupidez se quejó Will mientras recuperaba el arma del suelo del vehículo y volvía a ponérsela en la pistolera. Lo normal es que haya unos cuantos más apostados a los lados, preparados para cualquier tipo de resistencia.
Pero aquí lo normal no ha valido, ¿verdad? contestó Gastón encogiéndose de hombros.
No, claro que tú no lo sabías. Ha sido pura suerte que sólo estuvieran ellos dos. Una vez vi cómo disparaban tantas balas a un coche que hasta se le cayo la rueda. Y esa vez también había sólo dos salteadores a la vista, pero resulto que en total eran seis.
Quizá deberías buscarte otro trabajo.
Quizá sí concedió Will con un bufido. Pero, mientras tanto, ¿por qué no te pones de mejor humor para que no consigas que me maten? 
Gastón pensó que la tensión nerviosa era lo que le hacia hablar así, de modo que no se ofendió. Aunque cuando la misma tensión nerviosa le llegó procedente de otra dirección, lo hizo.
La muchacha bajó del coche con la cara roja de rabia y empezó a gritarle.
No vuelva a ponernos nunca en peligro de este modo. ¡Podría... podríamos estar muertos! ¡Unos cuantos baúles llenos de ropa y un poco de dinero no valen vidas humanas!
Se hacia el héroe y recibía una bronca. Fue la gota que colmó el vaso. Bajó del coche, agarró a la solterona por el brazo y la arrastró veinte metros antes de detenerse.
Tengo ganas de sacudirla hasta dejarla tambaleando gruñó. Diga una palabra más y tal vez lo haga. La situación estaba controlada, señorita. Si no hubiera tenido el rifle en las manos, podría haber sido distinto. Y si no me hubiera irritado antes con sus estúpidas acusaciones, también podría haber sido distinto. Así que tal vez debería plantearse cerrar el pico a partir de ahora, y puede que llegue a Twisting Barb de una pieza.
La dejó y fue a comprobar cómo estaba Eugenia. Seguramente seguiría asustada, puede que necesitara consuelo. Abrió la puerta del coche y vio los ojos tranquilos de Esperanza puestos en él (nada parecía perturbar a la criada) y a Eugenia profundamente dormida. Esa preciosidad no se había enterado de nada.

1 comentario:

  1. agg. como me enferma que se fije en eugenia!! es toda na engreida!! espero que pronto se de cuanta de que rochi es mucho mejor persona1 y bella debajo de todo el disfraz que lleva encima

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