lunes, 15 de octubre de 2012

Hermoso Desastre capitulo 20


Bajé las escaleras y vi a Gaston en su motocicleta, estacionada en la escalinata. Llevaba una camiseta blanca con obras de arte negro, lo que destacaba los tatuajes en sus brazos.
—¿No tienes frío? —Le pregunté, tirando de mi estrecha chaqueta.
—Te ves bien. ¿Tuviste un buen día?
—Uh... sí, gracias —dije, distraída—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Movió el acelerador y el motor rugió. —Iba a dar un paseo para despejarme la mente. Quiero que vengas conmigo.
—Hace frío, Gas.
—¿Quieres que vaya a buscar el coche de Pet?
—Iremos a los bolos mañana. ¿No puedes esperar hasta entonces?
—Pasé de estar junto a ti cada segundo del día para verte durante diez minutos si tengo suerte.
Sonreí y negué con la cabeza. —Sólo han pasado dos días, Gas.
—Te echo de menos. Mueve tu trasero al asiento y vámonos.
No podía negarlo. Yo también lo echaba de menos. Más de lo que le admitiría. Me subí el cierre de la chaqueta y me subí detrás de él, deslizando mis dedos a través de las trabillas de su pantalón. Puso mis muñecas en su pecho y luego las cruzó. Una vez que se convenció de que lo sostenía con fuerza suficiente, quitó sus manos, y corrimos por la carretera.
Apoyé la mejilla contra su espalda y cerré los ojos, respirando su olor. Me recordó a su apartamento, y sus cosas, y la forma en que olía cuando andaba con una toalla alrededor de su cintura. La ciudad pasaba borrosa por delante de nosotros, y no me importaba lo rápido que iba al volante, o el frío del viento que azotaba mi piel, no estaba prestando atención a donde estábamos. Lo único que podía pensar era en su cuerpo contra el mío. No teníamos ningún destino o tiempo, y anduvimos por las largas calles después de haber abandonado todo, excepto a nosotros.
Gaston se detuvo en una gasolinera y se estacionó. —¿Quieres algo? —Preguntó.
Negué con la cabeza, bajándome de la motocicleta para estirar las piernas. Él me miró cuando rastrillaba mi cabello con mis dedos, y sonrió.
—Déjalo. Estás jodidamente hermosa.
—Sólo si me pones en un video de principio de los ochenta. —dije.
Se echó a reír, y luego bostezó, espantando a las polillas que zumbaban a su alrededor. El inyector hizo clic, sonando más fuerte de lo que debería en una noche tranquila. Parecía que éramos las únicas dos personas en la tierra.
Saqué mi teléfono móvil para comprobar la hora. —Oh, Dios mío, Gas. Son las tres de la mañana.
—¿Quieres que volvamos? —Preguntó, con el rostro ensombrecido por la decepción.
Yo apreté los labios. —Será lo mejor.
—¿Todavía iremos esta noche a los bolos?
—Te dije que lo haría.
—Y todavía irás a la fiesta conmigo en un par de semanas, ¿verdad?
—¿Estás insinuando que yo no sigo mi palabra? Me parece un poco insultante.
Sacó la boquilla del tanque y la conectó en su base. —Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.
Se sentó en su motocicleta y me ayudó a subir detrás de él. Puse en mis dedos en los bucles de su cinturón y luego lo pensé mejor, envolviendo mis brazos alrededor de él.
Él suspiró y se irguió en el asiento, reacio a arrancar el motor. Sus nudillos se volvieron blancos mientras sostenía las manillas. Tomó aire, como para empezar a hablar, y luego negó con la cabeza.
—Eres importante para mí, ya sabes. —dije, apretándome a él.
—No te entiendo, Pajarita. Pensé que conocía a las mujeres, pero eres tan jodidamente confusa que ya no sé a qué te refieres.
—Yo no te entiendo, tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego. No estoy recibiendo la experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto. —me burlé.
—Bueno, eso es lo primero. Nunca había tenido que dormir con una chica para que ella quisiera que la dejara en paz —dijo, manteniendo su espalda hacia mí.
—Eso no es lo que fue, Gaston. —mentí, avergonzada de que él hubiese adivinado mis intenciones sin darse cuenta de cuánta razón tenía. Él negó con la cabeza y encendió el motor, volviendo a la calle. Condujo inusualmente lento, deteniéndose en todas las luces amarillas, tomando el camino largo al campus.
Cuando nos paramos frente a la entrada, la misma tristeza que sentí la noche que me fui de la casa me consumía. Sabía que era ridículo ser tan emocional, pero cada vez que hacía algo para alejarlo, estaba aterrorizada de que funcionara. Me acompañó hasta la puerta y saqué las llaves, evitando sus ojos. Cuando ya tenía el metal en la mano, su mano de repente fue a mi mentón, el pulgar tocando suavemente mis labios.
—¿Él te beso? —Preguntó.
Me alejé, sorprendida de que sus dedos causaran una sensación de ardor que quemaba todos los nervios desde mi boca a mis pies. —Tú sí que sabes cómo arruinar una noche perfecta, ¿no?
—Pensaste que fue perfecto, ¿eh? ¿Significa eso que lo pasaste bien?
—Siempre lo hago cuando estoy contigo.
Miró al suelo, juntando las cejas. —¿Te besó?
—Sí. —suspiré irritada.
Entrecerró los ojos. —¿Eso es todo?
—¡Eso no es asunto tuyo! —dije, tirando la puerta.
Gaston la empujó cerrándola y se puso en mi camino, con una expresión de disculpa. —Necesito saber.
—No, ¡no lo necesitas! ¡Muévete, Gaston!
—Pajarita...
—¿Crees que porque ya no soy virgen voy a lanzarme a cualquier otro? ¡Gracias! —dije, empujándolo.
—Yo no he dicho eso, ¡Maldita sea! ¿Es mucho pedir por un poco de paz mental?
—¿Por qué te daría tranquilidad saber si estoy durmiendo con Pablo?
—¿Cómo no lo sabes? ¡Es obvio para todos los demás, menos para ti! —dijo, exasperado.
—Supongo que soy una idiota, entonces. Estás brillante esta noche, Gas —dije, alcanzando la manilla de la puerta.
Agarró mis hombros. —La forma en que me siento por ti... es una locura.
—Acertaste en la parte de la locura —espeté, alejándome de él.
—Practiqué en mi cabeza todo el tiempo que estuvimos en la moto, así que escúchame, —dijo.
—Gaston…
—Sé que estamos jodidos, ¿De acuerdo? Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi piel como nadie más. Actúas como si me odiaras un
minuto, y luego como si me necesitaras al siguiente. Nunca acierto en nada, y no te merezco... pero estoy malditamente enamorado de ti, Rochi. Te amo más de lo que he querido a nadie ni nada, nunca. Cuando estás cerca, no necesito alcohol, ni dinero, ni lucha, o algo de una sola noche... todo lo que necesito es a ti. Tú eres en todo lo que pienso. Eres todo lo que soñé. Eres todo lo que quiero.
Mi plan para fingir ignorancia fue un fracaso épico. No podía pretender ser impermeable cuando él había puesto todas sus cartas sobre la mesa. Cuando nos conocimos, algo dentro de los dos había cambiado, y era que nos necesitábamos el uno al otro. Por razones desconocidas para mí, yo era su excepción, y por mucho que habían tratado de luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Él negó con la cabeza, acunó mi rostro con sus manos, y me miró a los ojos. —¿Te has acostado con él?
Ardientes lágrimas llenaron mis ojos cuando negué con la cabeza. Estampó su boca contra la mía y su lengua entró sin dudarlo. Incapaz de controlarme a mí misma, agarré su camisa con los puños, y tiré de él hacia mí. Gimió con su increíble voz profunda, y se apoderó de mí con tanta fuerza que era difícil respirar.
Se retiró, sin aliento. —Llama a Pablo. Dile que no quieres verlo nunca más. Dile que estás conmigo.
Cerré los ojos. —No puedo estar contigo, Gaston.
—¿Por qué diablos no? —dijo, soltándome.
Negué con la cabeza, temiendo de su reacción a la verdad.
Él se rió una vez. —Increíble. La única chica que yo quiero, y ella no me quiere.
Tragué saliva, sabiendo que tendría que acercarme más a la verdad que tenía desde hace meses. —Cuando Lali y yo nos mudamos aquí, fue sabiendo que mi vida daría un giro en una forma determinada. O más bien, que no resultaría de cierta manera. Las peleas, el juego, la bebida... es lo que dejé atrás. Cuando estoy cerca de ti... todo está allí para mí en un irresistible y tatuado paquete. No me mude cientos de kilómetros para vivir todo de nuevo.
Tomó mi barbilla para que lo enfrentara. —Yo sé que mereces más que yo. ¿Crees que no lo sé? Pero si hay alguna mujer que se hizo para mí... eres tú. Haré todo lo que tenga que hacer, Pajarita. ¿Me oyes? Haré cualquier cosa.
Me aparté, avergonzada de no poder decirle la verdad. Era yo quien no era lo suficientemente buena. Yo sería quien arruinaría todo, arruinándolo a él. Él me odiaría un día, y yo no podría ver la mirada en sus ojos cuando llegara a esa conclusión.
Mantuvo la puerta cerrada con una mano. —Dejaré de pelear al segundo que me gradúe. No voy a beber una sola gota de nuevo. Te haré feliz siempre, Pajarita. Si sólo creyeras en mí, yo puedo hacerlo.
—No quiero que cambies.
—Entonces dime qué hacer. Dime y lo haré —declaró él.
Cualquier idea de estar con Pablo se había ido, y yo sabía que era a causa de mis sentimientos por Gaston. Pensé en los diferentes caminos que mi vida tomaría desde ese momento—confiando en Gaston con un salto de fe y arriesgándome a lo desconocido, o sacándolo completamente y sabía exactamente dónde iba a terminar, en una vida sin él—cualquier decisión me aterraba.
—¿Me prestas el teléfono? —Le pregunté.
Gaston frunció el ceño, confundido. —Por supuesto —dijo, sacando su teléfono del bolsillo, entregándomelo.
Marqué, y luego cerré los ojos mientras sonaba en mis oídos.
—¿Gaston? ¿Qué demonios? ¿Sabes qué hora es? —Contestó Pablo. Su voz era profunda y ronca, y al instante sentí que mi corazón vibraba en mi pecho. No se me había ocurrido que él sabría que yo había llamado desde el teléfono de Gaston. Mis siguientes palabras encontraron su camino de alguna manera hacia mis temblorosos labios.
—Lo siento por llamar tan temprano, pero esto no podía esperar. Yo... no puedo ir a cenar contigo el miércoles.
—Son casi las cuatro de la mañana, Rochi. ¿Qué está pasando?
—No puedo verte de nuevo, de hecho.
—roch...
—Estoy… bastante segura de que estoy enamorada de Gaston —dije, preparándome para su reacción. Después de unos momentos de inquietante silencio, me colgó el teléfono en mi oído.
Mis ojos todavía se centraban en el pavimento, le pasé el teléfono a Gaston, y luego a regañadientes miré su expresión. Una combinación de confusión, shock, y adoración se configuraba en su rostro.
—Colgó el teléfono —hice una mueca.
Echó un vistazo a mi cara con cuidado, con esperanza en sus ojos.
—¿Me amas?
—Son los tatuajes. —me encogí de hombros.
Una amplia sonrisa se extendió por su cara, haciendo que le aparecieran hoyuelos en las mejillas. —Ven conmigo a casa —dijo, envolviéndome en sus brazos.
Mis cejas se alzaron. —¿Dijiste todo eso para tenerme en tu cama? Debí haberte dado una gran impresión.
—Lo único que estoy pensando ahora mismo es en tenerte en mis brazos toda la noche.
—Vamos. —sonreí.
A pesar del exceso de velocidad y la infracción de señales, el paseo hasta el apartamento parecía no tener fin. Cuando finalmente llegamos, Gaston me cargó por las escaleras. Me reí contra sus labios mientras intentaba abrir la puerta. Cuando me puso de pie y cerró la puerta detrás de nosotros, dejó escapar un largo suspiro, aliviado.
—No ha parecido como un hogar desde que te fuiste. —dijo, besando mis labios. cafre correteó por el pasillo y meneó su pequeña cola, pateando mis piernas. Le susurré mientras lo levantaba del suelo.
La cama de Peter chilló, y luego sus pisadas resonaron en el piso. Su puerta se abrió mientras entrecerraba los ojos por la luz. — ¡A la mierda no, Gas, no estás haciendo esta mierda! Estás enamorado de ro... —sus ojos se enfocaron y reconoció su error, —...chi. Hola, Rochi.
—Hey, Pet. —sonreí, dejando a cafre en el suelo.
Gaston pasó conmigo junto a su, todavía sorprendido, primo, y pateó la puerta cerrándola detrás de nosotros, tirando de mí en sus brazos y besándome sin pensarlo dos veces, como si lo hubiéramos hecho un millón de veces. Le quité la camisa sobre su cabeza, y él deslizó mi chaqueta por mis hombros. Dejé de besarle el tiempo suficiente para quitarme el jersey y camiseta, y luego me estrellé contra él. Nos desnudamos el uno al otro, y en cuestión de segundos, me colocó en su colchón. Alcé mi mano por encima de mi cabeza para abrir su cajón y sumergir la mano en el interior, buscando algo.
—Mierda —dijo, jadeando y frustrado—. Me deshice de ellos.
—¿Qué? ¿De todos? —Suspiré.
—Pensé que tú no... Si no estaba contigo, no los necesitaría.
—¡Me estás tomando el pelo! —dije, dejando caer la cabeza contra la cabecera.
Su frente cayó sobre mi pecho. —Considérate lo opuesto a una conclusión inevitable.
Sonreí y lo besé. — ¿Nunca has estado con nadie sin uno?
Él negó con la cabeza. —Nunca. —Miré alrededor por un momento, perdida en mis pensamientos. Se echó a reír ante mi expresión—. ¿Qué estás haciendo?
—Shh, estoy contando. —Gaston me miró por un momento, y luego se inclinó para besarme el cuello—. No me puedo concentrar, mientras tú estás haciendo esto... —suspiré—, veinticinco y dos días... —respiré.
Gaston se echó a reír. — ¿De qué diablos estás hablando?
—Estamos bien —dije, deslizándome directamente debajo de él.
Apretó su pecho contra el mío, y me besó tiernamente. — ¿Estás segura?
Dejé que mis manos se deslizaran desde sus hombros hasta su trasero y tiré de él hacia mí. Cerró los ojos y dejó escapar un gemido largo y profundo.
—Oh, Dios mío, Rochi —suspiró. Se balanceó contra mí de nuevo, otro gemido emanó de su garganta—. Mierda, te sientes increíble.
— ¿Es diferente?
Me miró a los ojos. —Es diferente contigo, de cualquier modo, pero… —Tomó una respiración profunda y tensa de nuevo, cerrando los ojos por un momento—. Nunca voy a ser el mismo después de esto. —Sus labios buscaron por cada centímetro de mi cuello, y cuando encontraron el camino a mi boca, hundí mis manos en los músculos de sus hombros, perdiéndome en la intensidad del beso.
Gaston llevó mis manos encima de mi cabeza y entrelazó sus dedos con los míos, apretando mis manos con cada embestida. Sus movimientos se hicieron un poco más duros, y yo clavé las uñas en sus manos, tensando mis entrañas con una fuerza increíble.
Grité, mordiéndome los labios y apretando los ojos.
—Rochi —susurró, sonando compungido—, necesito un... necesito...
—No te detengas. —supliqué.
Se balanceó en mí otra vez, gimiendo tan fuerte que le tapé la boca. Después de unas cuantas respiraciones, me miró a los ojos, y me besó una y otra vez. Sus manos ahuecaron cada lado de mi cara y luego me besó otra vez, más lento, más tierno. Tocó con sus labios mi boca, mis mejillas, frente, nariz y, finalmente, volvió a mis labios.
Le sonreí y suspiré, embargándome en el agotamiento. Gaston me puso junto a él, colocando las sábanas sobre nosotros. Apoyé la mejilla contra su pecho y me besó la frente una vez más, aferrando sus dedos en mi espalda.
—No te vayas esta vez, ¿vale? Quiero despertar tal como ahora en la mañana.
Besé su pecho, sintiéndome culpable porque tuviera que pedirlo. —No iré a ninguna parte.       adapt

12 comentarios:

  1. MAGNIFICOOOOO!!!!!! me encantò! Espero el proximo!
    Lucia ;)

    ResponderEliminar
  2. amo el capitulooo!! quiero massss!! ya ya ya!! :)

    ResponderEliminar
  3. re lindo me encanto por fin lo dijeron son tan tiernos subi el siguiente capitulo pronto porfis :)

    ResponderEliminar
  4. por fin!!!!! que lindoooooo espero al proximo!!

    ResponderEliminar
  5. moriiiiiiii al fin se dijeron lo que sentian quiero mas cap prontoooo besos

    ResponderEliminar
  6. Aaaaaaaaaaaaay me morí de amor ♥ amé que por fin le haya dicho a Pablo que ya fue jejej y que se hayan confesado su amoooooor! son lo más ♥ ahoraaaa, ojala no salga embarazada :o jajajajajaja ghnjgfdk espero otroo!! y ojala sea pronto c:

    ResponderEliminar
  7. me mueroooo que se declararan su amor!! y que Pablo se fue chau de la historia quiero ver la reacción de Lali !!!
    Ame el capitulo espero el proximo

    ResponderEliminar
  8. TIERNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS<3

    ResponderEliminar
  9. siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii por fin me muerooooooooooooooo HERMOSO EL CAPITULOOOO subi pronto porfis :(

    ResponderEliminar
  10. muerooooo de amooooooooor.. que lindo por diooos.. POR FIN se declaran el amor que se tienen ♥

    ResponderEliminar
  11. EL MEJOR CAPITULO LEJOS. Rocio al fin recapacito, te digo que quede media pensativa con eso de que ella seria quien lo lastimaria ¿porque?, despues el resto del capitulo se PASÓ. Rochi al fin se dejo llevar por lo que sentia, hubiera estado bueno que le dijiera 'te amo' posta. La parte que me hizo MUY bosta fue el discurso de Gaston 'Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi piel como nadie más' es re gastochi/rameria akjhsahgsghfas. Despues los quenchis con Peter en casa, y Cafre jugando con su pelota de cristal, ah cualquiera. Y el final akjhsjhagsg, y cuando se agarran las manitos en el aire, no posta, que esto se paso, estoy happiness. QUIERO EL PROXIMO, ojala las cosas no se arruinen, digo, por el morocho con el corazon destruido ah.

    ResponderEliminar
  12. morí de amor con el "te metiste bajo mi piel" fue mucho para mi pobre corazon!! Es un tierno este hombreeee

    ResponderEliminar