Bajé las escaleras y
vi a Gaston en su motocicleta, estacionada en la escalinata. Llevaba una
camiseta blanca con obras de arte negro, lo que destacaba los tatuajes en sus
brazos.
—¿No tienes frío?
—Le pregunté, tirando de mi estrecha chaqueta.
—Te ves bien.
¿Tuviste un buen día?
—Uh... sí, gracias
—dije, distraída—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Movió el acelerador
y el motor rugió. —Iba a dar un paseo para despejarme la mente. Quiero que
vengas conmigo.
—Hace frío, Gas.
—¿Quieres que vaya a
buscar el coche de Pet?
—Iremos a los bolos
mañana. ¿No puedes esperar hasta entonces?
—Pasé de estar junto
a ti cada segundo del día para verte durante diez minutos si tengo suerte.
Sonreí y negué con
la cabeza. —Sólo han pasado dos días, Gas.
—Te echo de menos.
Mueve tu trasero al asiento y vámonos.
No podía negarlo. Yo
también lo echaba de menos. Más de lo que le admitiría. Me subí el cierre de la
chaqueta y me subí detrás de él, deslizando mis dedos a través de las trabillas
de su pantalón. Puso mis muñecas en su pecho y luego las cruzó. Una vez que se
convenció de que lo sostenía con fuerza suficiente, quitó sus manos, y corrimos
por la carretera.
Apoyé la mejilla
contra su espalda y cerré los ojos, respirando su olor. Me recordó a su
apartamento, y sus cosas, y la forma en que olía cuando andaba con una toalla
alrededor de su cintura. La ciudad pasaba borrosa por delante de nosotros, y no
me importaba lo rápido que iba al volante, o el frío del viento que azotaba mi
piel, no estaba prestando atención a donde estábamos. Lo único que podía pensar
era en su cuerpo contra el mío. No teníamos ningún destino o tiempo, y
anduvimos por las largas calles después de haber abandonado todo, excepto a
nosotros.
Gaston se detuvo en
una gasolinera y se estacionó. —¿Quieres algo? —Preguntó.
Negué con la cabeza,
bajándome de la motocicleta para estirar las piernas. Él me miró cuando
rastrillaba mi cabello con mis dedos, y sonrió.
—Déjalo. Estás
jodidamente hermosa.
—Sólo si me pones en un video de principio de los ochenta.
—dije.
Se echó a reír, y
luego bostezó, espantando a las polillas que zumbaban a su alrededor. El
inyector hizo clic, sonando más fuerte de lo que debería en una noche tranquila.
Parecía que éramos las únicas dos personas en la tierra.
Saqué mi teléfono
móvil para comprobar la hora. —Oh, Dios mío, Gas. Son las tres de la mañana.
—¿Quieres que
volvamos? —Preguntó, con el rostro ensombrecido por la decepción.
Yo apreté los labios.
—Será lo mejor.
—¿Todavía iremos
esta noche a los bolos?
—Te dije que lo
haría.
—Y todavía irás a la
fiesta conmigo en un par de semanas, ¿verdad?
—¿Estás insinuando
que yo no sigo mi palabra? Me parece un poco insultante.
Sacó la boquilla del
tanque y la conectó en su base. —Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.
Se sentó en su
motocicleta y me ayudó a subir detrás de él. Puse en mis dedos en los bucles de
su cinturón y luego lo pensé mejor, envolviendo mis brazos alrededor de él.
Él suspiró y se
irguió en el asiento, reacio a arrancar el motor. Sus nudillos se volvieron
blancos mientras sostenía las manillas. Tomó aire, como para empezar a hablar,
y luego negó con la cabeza.
—Eres importante
para mí, ya sabes. —dije, apretándome a él.
—No te entiendo, Pajarita.
Pensé que conocía a las mujeres, pero eres tan jodidamente confusa que ya no sé
a qué te refieres.
—Yo no te entiendo,
tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego. No estoy recibiendo la
experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto. —me burlé.
—Bueno, eso es lo
primero. Nunca había tenido que dormir con una chica para que ella quisiera que
la dejara en paz —dijo, manteniendo su espalda hacia mí.
—Eso no es lo que
fue, Gaston. —mentí, avergonzada de que él hubiese adivinado mis intenciones
sin darse cuenta de cuánta razón tenía. Él negó con la cabeza y encendió el
motor, volviendo a la calle. Condujo inusualmente lento, deteniéndose en todas
las luces amarillas, tomando el camino largo al campus.
Cuando nos paramos frente a la entrada, la misma tristeza que
sentí la noche que me fui de la casa me consumía. Sabía que era ridículo ser
tan emocional, pero cada vez que hacía algo para alejarlo, estaba aterrorizada
de que funcionara. Me acompañó hasta la puerta y saqué las llaves, evitando sus
ojos. Cuando ya tenía el metal en la mano, su mano de repente fue a mi mentón,
el pulgar tocando suavemente mis labios.
—¿Él te beso?
—Preguntó.
Me alejé,
sorprendida de que sus dedos causaran una sensación de ardor que quemaba todos
los nervios desde mi boca a mis pies. —Tú sí que sabes cómo arruinar una noche
perfecta, ¿no?
—Pensaste que fue
perfecto, ¿eh? ¿Significa eso que lo pasaste bien?
—Siempre lo hago
cuando estoy contigo.
Miró al suelo,
juntando las cejas. —¿Te besó?
—Sí. —suspiré
irritada.
Entrecerró los ojos.
—¿Eso es todo?
—¡Eso no es
asunto tuyo! —dije, tirando la puerta.
Gaston la empujó
cerrándola y se puso en mi camino, con una expresión de disculpa. —Necesito
saber.
—No, ¡no lo
necesitas! ¡Muévete, Gaston!
—Pajarita...
—¿Crees que porque
ya no soy virgen voy a lanzarme a cualquier otro? ¡Gracias! —dije,
empujándolo.
—Yo no he dicho eso,
¡Maldita sea! ¿Es mucho pedir por un poco de paz mental?
—¿Por qué te daría
tranquilidad saber si estoy durmiendo con Pablo?
—¿Cómo no lo sabes?
¡Es obvio para todos los demás, menos para ti! —dijo, exasperado.
—Supongo que soy una
idiota, entonces. Estás brillante esta noche, Gas —dije, alcanzando la manilla
de la puerta.
Agarró mis hombros.
—La forma en que me siento por ti... es una locura.
—Acertaste en la
parte de la locura —espeté, alejándome de él.
—Practiqué en mi
cabeza todo el tiempo que estuvimos en la moto, así que escúchame, —dijo.
—Gaston…
—Sé que estamos
jodidos, ¿De acuerdo? Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi
piel como nadie más. Actúas como si me odiaras un
minuto, y luego como si me necesitaras al siguiente. Nunca
acierto en nada, y no te merezco... pero estoy malditamente enamorado de
ti, Rochi. Te amo más de lo que he querido a nadie ni nada, nunca. Cuando estás
cerca, no necesito alcohol, ni dinero, ni lucha, o algo de una sola noche...
todo lo que necesito es a ti. Tú eres en todo lo que pienso. Eres todo lo que
soñé. Eres todo lo que quiero.
Mi plan para fingir
ignorancia fue un fracaso épico. No podía pretender ser impermeable cuando él
había puesto todas sus cartas sobre la mesa. Cuando nos conocimos, algo dentro
de los dos había cambiado, y era que nos necesitábamos el uno al otro. Por
razones desconocidas para mí, yo era su excepción, y por mucho que habían
tratado de luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Él negó con la
cabeza, acunó mi rostro con sus manos, y me miró a los ojos. —¿Te has acostado
con él?
Ardientes lágrimas
llenaron mis ojos cuando negué con la cabeza. Estampó su boca contra la mía y
su lengua entró sin dudarlo. Incapaz de controlarme a mí misma, agarré su
camisa con los puños, y tiré de él hacia mí. Gimió con su increíble voz
profunda, y se apoderó de mí con tanta fuerza que era difícil respirar.
Se retiró, sin
aliento. —Llama a Pablo. Dile que no quieres verlo nunca más. Dile que estás
conmigo.
Cerré los ojos. —No puedo
estar contigo, Gaston.
—¿Por qué diablos
no? —dijo, soltándome.
Negué con la cabeza,
temiendo de su reacción a la verdad.
Él se rió una vez.
—Increíble. La única chica que yo quiero, y ella no me quiere.
Tragué saliva,
sabiendo que tendría que acercarme más a la verdad que tenía desde hace meses.
—Cuando Lali y yo nos mudamos aquí, fue sabiendo que mi vida daría un giro en
una forma determinada. O más bien, que no resultaría de cierta manera. Las
peleas, el juego, la bebida... es lo que dejé atrás. Cuando estoy cerca de
ti... todo está allí para mí en un irresistible y tatuado paquete. No me mude
cientos de kilómetros para vivir todo de nuevo.
Tomó mi barbilla
para que lo enfrentara. —Yo sé que mereces más que yo. ¿Crees que no lo sé?
Pero si hay alguna mujer que se hizo para mí... eres tú. Haré todo lo que tenga
que hacer, Pajarita. ¿Me oyes? Haré cualquier cosa.
Me aparté,
avergonzada de no poder decirle la verdad. Era yo quien no era lo
suficientemente buena. Yo sería quien arruinaría todo, arruinándolo a él. Él me
odiaría un día, y yo no podría ver la mirada en sus ojos cuando llegara a esa
conclusión.
Mantuvo la puerta cerrada con una mano. —Dejaré de pelear al
segundo que me gradúe. No voy a beber una sola gota de nuevo. Te haré feliz
siempre, Pajarita. Si sólo creyeras en mí, yo puedo hacerlo.
—No quiero que
cambies.
—Entonces dime qué
hacer. Dime y lo haré —declaró él.
Cualquier idea de
estar con Pablo se había ido, y yo sabía que era a causa de mis sentimientos
por Gaston. Pensé en los diferentes caminos que mi vida tomaría desde ese
momento—confiando en Gaston con un salto de fe y arriesgándome a lo
desconocido, o sacándolo completamente y sabía exactamente dónde iba a
terminar, en una vida sin él—cualquier decisión me aterraba.
—¿Me prestas el
teléfono? —Le pregunté.
Gaston frunció el
ceño, confundido. —Por supuesto —dijo, sacando su teléfono del bolsillo,
entregándomelo.
Marqué, y luego
cerré los ojos mientras sonaba en mis oídos.
—¿Gaston? ¿Qué
demonios? ¿Sabes qué hora es? —Contestó Pablo. Su voz era profunda y ronca, y
al instante sentí que mi corazón vibraba en mi pecho. No se me había ocurrido
que él sabría que yo había llamado desde el teléfono de Gaston. Mis siguientes
palabras encontraron su camino de alguna manera hacia mis temblorosos labios.
—Lo siento por
llamar tan temprano, pero esto no podía esperar. Yo... no puedo ir a cenar
contigo el miércoles.
—Son casi las cuatro
de la mañana, Rochi. ¿Qué está pasando?
—No puedo verte de
nuevo, de hecho.
—roch...
—Estoy… bastante
segura de que estoy enamorada de Gaston —dije, preparándome para su reacción.
Después de unos momentos de inquietante silencio, me colgó el teléfono en mi
oído.
Mis ojos todavía se
centraban en el pavimento, le pasé el teléfono a Gaston, y luego a
regañadientes miré su expresión. Una combinación de confusión, shock, y adoración
se configuraba en su rostro.
—Colgó el teléfono
—hice una mueca.
Echó un vistazo a mi
cara con cuidado, con esperanza en sus ojos.
—¿Me amas?
—Son los tatuajes.
—me encogí de hombros.
Una amplia sonrisa se extendió por su cara, haciendo que le
aparecieran hoyuelos en las mejillas. —Ven conmigo a casa —dijo, envolviéndome
en sus brazos.
Mis cejas se
alzaron. —¿Dijiste todo eso para tenerme en tu cama? Debí haberte dado una gran
impresión.
—Lo único que estoy
pensando ahora mismo es en tenerte en mis brazos toda la noche.
—Vamos. —sonreí.
A pesar del exceso
de velocidad y la infracción de señales, el paseo hasta el apartamento parecía
no tener fin. Cuando finalmente llegamos, Gaston me cargó por las escaleras. Me
reí contra sus labios mientras intentaba abrir la puerta. Cuando me puso de pie
y cerró la puerta detrás de nosotros, dejó escapar un largo suspiro, aliviado.
—No ha parecido como
un hogar desde que te fuiste. —dijo, besando mis labios. cafre correteó por el
pasillo y meneó su pequeña cola, pateando mis piernas. Le susurré mientras lo
levantaba del suelo.
La cama de Peter
chilló, y luego sus pisadas resonaron en el piso. Su puerta se abrió mientras
entrecerraba los ojos por la luz. — ¡A la mierda no, Gas, no estás haciendo
esta mierda! Estás enamorado de ro... —sus ojos se enfocaron y reconoció su
error, —...chi. Hola, Rochi.
—Hey, Pet. —sonreí,
dejando a cafre en el suelo.
Gaston pasó conmigo
junto a su, todavía sorprendido, primo, y pateó la puerta cerrándola detrás de
nosotros, tirando de mí en sus brazos y besándome sin pensarlo dos veces, como
si lo hubiéramos hecho un millón de veces. Le quité la camisa sobre su cabeza,
y él deslizó mi chaqueta por mis hombros. Dejé de besarle el tiempo suficiente
para quitarme el jersey y camiseta, y luego me estrellé contra él. Nos
desnudamos el uno al otro, y en cuestión de segundos, me colocó en su colchón.
Alcé mi mano por encima de mi cabeza para abrir su cajón y sumergir la mano en
el interior, buscando algo.
—Mierda —dijo,
jadeando y frustrado—. Me deshice de ellos.
—¿Qué? ¿De todos?
—Suspiré.
—Pensé que tú no...
Si no estaba contigo, no los necesitaría.
—¡Me estás tomando
el pelo! —dije, dejando caer la cabeza contra la cabecera.
Su frente cayó sobre mi pecho. —Considérate lo opuesto a una
conclusión inevitable.
Sonreí y lo besé. —
¿Nunca has estado con nadie sin uno?
Él negó con la
cabeza. —Nunca. —Miré alrededor por un momento, perdida en mis pensamientos. Se
echó a reír ante mi expresión—. ¿Qué estás haciendo?
—Shh, estoy
contando. —Gaston me miró por un momento, y luego se inclinó para besarme el
cuello—. No me puedo concentrar, mientras tú estás haciendo esto... —suspiré—,
veinticinco y dos días... —respiré.
Gaston se echó a
reír. — ¿De qué diablos estás hablando?
—Estamos bien —dije,
deslizándome directamente debajo de él.
Apretó su pecho
contra el mío, y me besó tiernamente. — ¿Estás segura?
Dejé que mis manos
se deslizaran desde sus hombros hasta su trasero y tiré de él hacia mí. Cerró
los ojos y dejó escapar un gemido largo y profundo.
—Oh, Dios mío, Rochi
—suspiró. Se balanceó contra mí de nuevo, otro gemido emanó de su garganta—.
Mierda, te sientes increíble.
— ¿Es diferente?
Me miró a los ojos.
—Es diferente contigo, de cualquier modo, pero… —Tomó una respiración profunda
y tensa de nuevo, cerrando los ojos por un momento—. Nunca voy a ser el mismo
después de esto. —Sus labios buscaron por cada centímetro de mi cuello, y
cuando encontraron el camino a mi boca, hundí mis manos en los músculos de sus
hombros, perdiéndome en la intensidad del beso.
Gaston llevó mis
manos encima de mi cabeza y entrelazó sus dedos con los míos, apretando mis
manos con cada embestida. Sus movimientos se hicieron un poco más duros, y yo
clavé las uñas en sus manos, tensando mis entrañas con una fuerza increíble.
Grité, mordiéndome
los labios y apretando los ojos.
—Rochi —susurró,
sonando compungido—, necesito un... necesito...
—No te detengas.
—supliqué.
Se balanceó en mí
otra vez, gimiendo tan fuerte que le tapé la boca. Después de unas cuantas
respiraciones, me miró a los ojos, y me besó una y otra vez. Sus manos
ahuecaron cada lado de mi cara y luego me besó otra vez, más lento, más tierno.
Tocó con sus labios mi boca, mis mejillas, frente, nariz y, finalmente, volvió
a mis labios.
Le sonreí y suspiré,
embargándome en el agotamiento. Gaston me puso junto a él, colocando las
sábanas sobre nosotros. Apoyé la mejilla contra su pecho y me besó la frente
una vez más, aferrando sus dedos en mi espalda.
—No te vayas esta vez, ¿vale? Quiero despertar tal como ahora
en la mañana.
Besé su pecho,
sintiéndome culpable porque tuviera que pedirlo. —No iré a ninguna parte. adapt

MAGNIFICOOOOO!!!!!! me encantò! Espero el proximo!
ResponderEliminarLucia ;)
amo el capitulooo!! quiero massss!! ya ya ya!! :)
ResponderEliminarre lindo me encanto por fin lo dijeron son tan tiernos subi el siguiente capitulo pronto porfis :)
ResponderEliminarpor fin!!!!! que lindoooooo espero al proximo!!
ResponderEliminarmoriiiiiiii al fin se dijeron lo que sentian quiero mas cap prontoooo besos
ResponderEliminarAaaaaaaaaaaaay me morí de amor ♥ amé que por fin le haya dicho a Pablo que ya fue jejej y que se hayan confesado su amoooooor! son lo más ♥ ahoraaaa, ojala no salga embarazada :o jajajajajaja ghnjgfdk espero otroo!! y ojala sea pronto c:
ResponderEliminarme mueroooo que se declararan su amor!! y que Pablo se fue chau de la historia quiero ver la reacción de Lali !!!
ResponderEliminarAme el capitulo espero el proximo
TIERNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS<3
ResponderEliminarsiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii por fin me muerooooooooooooooo HERMOSO EL CAPITULOOOO subi pronto porfis :(
ResponderEliminarmuerooooo de amooooooooor.. que lindo por diooos.. POR FIN se declaran el amor que se tienen ♥
ResponderEliminarEL MEJOR CAPITULO LEJOS. Rocio al fin recapacito, te digo que quede media pensativa con eso de que ella seria quien lo lastimaria ¿porque?, despues el resto del capitulo se PASÓ. Rochi al fin se dejo llevar por lo que sentia, hubiera estado bueno que le dijiera 'te amo' posta. La parte que me hizo MUY bosta fue el discurso de Gaston 'Soy impulsivo y tengo mal genio, y te metiste bajo mi piel como nadie más' es re gastochi/rameria akjhsahgsghfas. Despues los quenchis con Peter en casa, y Cafre jugando con su pelota de cristal, ah cualquiera. Y el final akjhsjhagsg, y cuando se agarran las manitos en el aire, no posta, que esto se paso, estoy happiness. QUIERO EL PROXIMO, ojala las cosas no se arruinen, digo, por el morocho con el corazon destruido ah.
ResponderEliminarmorí de amor con el "te metiste bajo mi piel" fue mucho para mi pobre corazon!! Es un tierno este hombreeee
ResponderEliminar