El
Uno Para El Otro
Tiré una pequeña
pastilla blanca en mi boca y tragué, luego me tomé un gran vaso de agua. Me
encontraba en el medio del cuarto de Gaston en sostén y pantis, alistándome
para ponerme mi pijama.
— ¿Qué es eso?
—Preguntó Gaston desde la cama.
—Um… mi pastilla.
Frunció el ceño. —
¿Qué pastilla?
—La pastilla,
Gaston. No has rellenado todavía tu gaveta de arriba, y lo último que necesito
es estar preocupándome por si me viene el período o no.
—Oh.
—Uno de nosotros
tiene que ser responsable. —dije levantando la ceja.
—Dios mío, eres
sexy. —Soltó Gaston, apoyando la cabeza en una de sus manos—. La mujer más
bella es mi novia. Una total locura.
Rodé los ojos y
deslicé la seda morada sobre mi cabeza, acurrucándome junto a él. Me senté en
su regazo y besé su cuello, riéndome cuando dejó caer la cabeza al respaldo de
la cama. — ¿De nuevo? Me vas a matar, Pajarita.
—No te puedes morir.
—dije, cubriendo su cara de besos—. Eres demasiado cruel.
— ¡No, no me puedo
morir porque hay demasiados imbéciles por ahí tratando de obtener mi lugar!
¡Puede que viva por siempre, sólo para alejarlos!
Reí contra su boca,
y me volteó a mi espalda. Introdujo su dedo por entre la delicada cinta atada
en mi hombro y la deslizó por mi brazo, besando la piel que dejaba atrás.
— ¿Por qué yo, Gas?
Se inclinó hacia
atrás, buscando mis ojos. — ¿A qué te refieres?
—Haz estado con
todas estas mujeres, negándote a sentar cabeza, negándote siquiera a recibir un
número de teléfono… Entonces, ¿por qué yo?
— ¿De dónde viene
esto? —Preguntó, su dedo acariciaba mi mejilla.
Me encogí de
hombros. —Tengo curiosidad.
— ¿Por qué yo?
Tienes a la mitad de los hombres solamente esperando que yo meta la pata.
Arrugué la nariz. —Eso no es verdad. No cambies el tema.
—Claro que es
verdad. Si yo no hubiera estado detrás de ti desde el principio, tuvieras a más
que Pablo siguiéndote a todos lados. Él solamente es demasiado engreído como
para tenerme miedo.
— ¡Estás evitando mi
pregunta! Y pobremente, debo añadir.
— ¡De acuerdo! ¿Por
qué tú? —En su cara se asomó una sonrisa, y rozó mis labios con los suyos—.
Sentí algo por ti desde aquella primera pelea.
— ¿Qué?
—Dudé.
—Es cierto. ¿Tú en
esa chaqueta llena de sangre? Te veías absolutamente ridícula. —Rió.
—Gracias.
Su sonrisa se
desvaneció. —Fue cuando me miraste. Ese fue el momento. Tenías los ojos bien
abiertos, tu mirada inocente… sin pretensiones. No me miraste como si fuera Gaston
Dalmau —dijo, rodando los ojos a sus propias palabras—, me miraste como si
yo fuera… una persona, supongo.
—Noticia de última
hora, Gas. Tú eres una persona.
Sacudió el flequillo
de mi cara. —No, antes de ti, Peter era el único que me trataba como cualquier
otro. Tú no te pusiste toda rara ni coqueteaste, ni te pasaste los dedos por el
cabello. Tú me viste a mí.
—Fui una completa
perra contigo, Gaston.
Besó mi cuello. —Eso
fue lo que cerró el trato.
Deslicé mis dedos
por su espalda hasta llegar adentro de sus bóxers. —Espero que esto se vuelva
viejo pronto. No me veo a mí misma cansándome nunca de ti.
— ¿Lo prometes?
—Preguntó sonriendo.
Su teléfono sonó en
la mesa de noche, y lo llevó a su oído. — ¿Sí? ¡Demonios, no! Tengo a Pajarita
aquí conmigo. Nos arreglamos para ir a la cama… Cierra la boca, , eso no es
gracioso… ¿En serio? ¿Qué hace en la ciudad? —Me miró y suspiró—. De acuerdo,
estaremos allí en media hora… Me escuchaste, imbécil. Porque no voy a ningún lugar
sin ella, es por eso. ¿Quieres que te rompa la cara cuando llegue? —Gaston
colgó y sacudió la cabeza.
Levanté una ceja.
—Esa fue la conversación más extraña que he escuchado.
—Era mi hermano.
está en la ciudad y hay noche de Póker en casa de mi papá.
— ¿Noche de Póker?
—Tragué.
—Sí, usualmente
toman todo mi dinero. Esos bastardos tramposos.
— ¿Voy a conocer a tu familia en treinta minutos?
Miró su reloj.
—Veintisiete minutos para ser exactos.
— ¡Oh Dios mío,
Gaston! —Chillé, saltando de la cama.
— ¿Qué estás
haciendo? —Suspiró.
Revoloteé el closet
y saqué un par de jeans, saltando de arriba abajo para ponérmelos, y luego tiré
de mi pijama hacia a arriba, tirándoselo a la cara de Gaston. — ¡No puedo creer
que sólo me dieras veinte minutos de anticipación antes de conocer a tu
familia! ¡Podría matarte ahora mismo!
Se quitó mi pijama
de la cara y rió de mi desesperado intento por lucir presentable. Tomé una
camisa de cuello en V y la puse en su lugar, luego corrí al baño, cepillándome
los dientes y pasando un cepillo por mi pelo. Gaston caminó detrás de mí,
completamente vestido y listo, y rodeó sus brazos por mi cintura.
— ¡Soy un desastre!
—Me quejé, frunciendo hacia el espejo.
— ¿Te das cuenta de
lo hermosa que eres? —Preguntó, besándome el cuello.
Resoplé, volviendo
al cuarto a ponerme un par de tacones, luego tomé la mano de Gaston quien me
guió a la puerta. Me detuve, subiendo el cierre de mi chaqueta y agarrando mi
pelo en un moño suelto, preparándolo para el viaje a la casa del padre de
Gaston.
—Cálmate, Pajarita.
Son sólo un grupo de chicos sentados alrededor de una mesa.
—Esta la primera vez
que voy a ver a tu papá y a tus hermanos… todos al mismo tiempo… ¿Y quieres que
me calme? —dije, subiéndome a la moto detrás de él.
Torció su cuello,
tocando mi mejilla mientras me besaba. —Te van a amar, justo como yo lo hago.
Cuando llegamos
solté mi pelo y pase mis dedos por él varias veces, antes de que Gaston me
llevara hacia la puerta.
— ¡Santo Cristo! ¡Es
el idiota! —Uno de los chicos gritó.
Gaston asintió.
Trató de verse enojado, pero pude ver que estaba emocionado de ver a sus
hermanos. La casa estaba gastada, con papel tapiz amarillo y marrón en las
paredes y distintos tonos de café en las alfombras.
Caminamos por un pasillo hasta una puerta abierta de par en
par. El humo de cigarro salía de la habitación, y allí estaban su padre y
hermanos, sentados alrededor de una mesa con sillas disparejas.
—Hey, Hey… Cuiden el
lenguaje frente a la señorita. —dijo su papá, moviendo el cigarro en su boca al
hablar.
—Pajarita, éste es
mi papá,. Papá, ésta es Pajarita.
— ¿Pajarita?
—Preguntó, divertido.
—Rochi. —Sonreí,
sacudiendo su mano.
Gaston apuntó a sus
hermanos. —Marcos, Mauricio, Jesus, y Thomas.
Todos asintieron, y
todos menos Thomas lucían como versiones mayores de Gaston; sus cabellos casi
rapados, ojos verdes, sus camisas estiradas en los trabajados músculos, y
cubiertos en tatuajes. Thomas llevaba una camisa de vestir y la corbata suelta,
sus ojos eran verde avellana, y su cabello rubio oscuro era un poco más largo.
— ¿Rochi tiene
apellido? —Preguntó.
—Igarzabal. —Asentí.
—Es un placer
conocerte, Rochi. —dijo Thomas, sonriendo.
—Un gran placer.
—dijo Trent, mirándome de arriba abajo.
Jim lo golpeó en la
nuca y él saltó.
— ¿Qué dije?
—Preguntó, sobándose la cabeza.
—Siéntate, Rochi.
Míranos quitarle el dinero a Gaston. —Uno de los gemelos dijo. No supe quién
era quién; ambos eran una total copia del otro, hasta sus tatuajes coincidían.
La habitación estaba
decorada con fotografías antiguas de juegos de póker, fotos de leyendas posando
y a quién asumía era el abuelo de Gaston, y cartas viejas en los estantes.
Los ojos brillaban.
— ¿Sabes quién es Stu Unger?
Asentí. —Mi papá es
un fan también.
Se levantó,
apuntando hacia la fotografía junto a él. —Y ese de allí es Doyle Brunson.
Sonreí. —Mi papá lo
vio jugar una vez. Es increíble.
—El abuelito de
Gaston era un profesional… Nos tomamos el póker muy en serio por aquí. —Sonrió.
Me senté en medio de
Gaston y uno de los gemelos, mientras Marcos mezclaba las cartas con moderada
habilidad. Los chicos pusieron su dinero y dividió las fichas.
Marcos levantó una ceja. — ¿Quieres jugar, Rochi?
Sonreí educadamente
y sacudí la cabeza. —No creo que debería.
— ¿No sabes cómo?
—Preguntó su padre.
No pude evitar
sonreír. se veía tan serio, casi
paternal. Sabía la respuesta que él esperaba, y odiaba decepcionarlo.
Gaston besó mi
frente. —Juega… Yo te enseño.
—Deberías darle un
beso de despedida a tu dinero en este momento, Rochi. —Thomas rió.
Presioné mis labios
y busqué en mi bolso, sacando dos billetes de cincuenta. Se los tendí a Jim y
esperé pacientemente a que me los cambiara por fichas. La cara de Marcos se
estiró en una sonrisa satisfecha, pero lo ignoré.
—Tengo fe en las
habilidades para enseñar de Gaston. —dije.
Uno de los gemelos
aplaudió. — ¡Demonios, sí! ¡Me voy a ser rico esta noche!
—Empecemos con poco
esta vez. —dijo, tirando una ficha de cinco dólares.
Marcos repartió, y
Gaston jugó mi mano por mí. — ¿Has jugado cartas alguna vez?
—Ha pasado un
tiempo. —Asentí.
—No se vale el Go
Fish16, Pollyanna. —dijo Marcos, mirando sus cartas.
16 Go Fish: Juego de
cartas en donde los jugadores piden las cartas que necesiten y se las
intercambian.
—Cierra la boca,
Trent. —Soltó Gaston, mirando a su hermano antes de volver su vista a mi mano—.
Estás buscando cartas altas, números consecutivos, y de la misma clase si eres
muy afortunada.
En la primera mano
Gaston miró mis cartas y yo las suyas. Básicamente asentía y sonreía, jugando
cuando me decían que lo hiciera. Ambos, Gaston y yo perdimos, y mis fichas
habían disminuido para el final de la primera ronda.
Luego de que Thomas
repartiera, no le permití a Gaston ver mis cartas. —Creo que lo tengo. —dije.
— ¿Estás segura?
—Preguntó.
—Estoy segura, bebé.
—Sonreí.
Tres manos después,
ya había recuperado mis fichas y bajado la de los demás con un par de Ases, una
escalera y la carta más alta.
— ¡Mierda! —Se quejó
Marcos—. ¡La suerte de principiantes apesta!
—Tienes a una chica que aprende rápido, Gas. —dijo Jim,
moviendo la boca alrededor de su cigarro.
Gaston tomó un sorbo
de su cerveza. — ¡Me estás haciendo orgulloso, Pajarita! —Sus ojos estaban
brillantes de emoción, y su sonrisa era diferente a la que siempre le había
visto.
—Gracias. —Sonreí.
—Aquellos que no
pueden, enseñan. —Thomas sonrió satisfecho.
—Muy gracioso,
imbécil. —Murmuró Gaston.
Cuatro manos
después, tomé lo último de mi cerveza y encogí los ojos hacia el único hombre
en la mesa que no se había rendido. —Está de tu parte, Mauricio. ¿Vas a seguir
siendo un bebé o vas a dar la cara como un hombre?
— ¡Que se joda!
—dijo, poniendo lo último de sus fichas.
Gaston me miró,
animado. Me recordó a la expresión de aquellos cuando lo venían pelear.
— ¿Qué tienes, Pajarita?
— ¿Mauricio?
—Pregunté.
Una gran sonrisa
cruzó su cara. — ¡Flush17! —Gritó, abriendo sus cartas en la mesa.
17 Flush: Mano de
cartas, en donde todas son de la misma clase.
18 Full House: Mano
de cartas que contiene tres cartas de un rango y las otras dos de otro rango.
Cinco pares de ojos
se dirigieron a mí. Escaneé la mesa y luego tiré mis cartas. — ¡Acepten su
derrota y lloren, chicos! ¡Ases y ochos! —dije, riendo.
— ¿Un Full
House18? ¿Qué demonios? —Trent lloró.
—Lo siento. Siempre
quise decir eso. —dije, tomando mis fichas.
Los ojos de Thomas
se encogieron. —Esto no es sólo suerte de principiantes. Ella juega.
Gaston miró a Thomas
por un momento y luego giró la vista hacia mí. — ¿Has jugado alguna vez, Pajarita?
Junté mis labios y
me encogí de hombros, dando mi mejor mirada inocente. La cabeza de Gaston se
fue hacia atrás dejando escapar una gran risotada. Trató de hablar, pero no
pudo, y enterró su puño en la mesa.
— ¡Tu novia nos
acaba de estafar! —dijo Mauricio, apuntando en mi dirección.
— ¡DE NINGUNA JODIDA
MANERA! —Se quejó Marcos, levantándose.
—Buen plan, Gaston. Traer un tiburón de cartas a la noche de
póker. —dijo Jim, guiñándome.
— ¡No lo sabía!
—dijo él, sacudiendo la cabeza.
— ¡Tonterías! —Me
miró Thomas.
— ¡En serio! —Soltó
entre risas.
—Odio decirlo,
hermano. Pero creo que me enamoré de tu chica. —dijo Jesus.
—Hey, ya. —Soltó
Gaston, su sonrisa inmediatamente convirtiéndose en una mueca.
—Ya está bueno.
Estaba solamente dejándotela fácil, Rochi, pero quiero mi dinero de vuelta,
ahora. —Advirtió Marcos.
Gaston no jugó en
las próximas rondas, viendo a sus hermanos luchar por recuperar su dinero. Mano
tras mano, les gané sus fichas, y mano tras manos, Thomas me miraba más de
cerca. Cada vez que mostraba mis cartas, Gaston y Jim reían, Mauricio maldecía,
Jesus proclamaba su innegable amor por mí, y Trent soltaba una rabieta.
Una vez sentados en
el salón, cambie mis fichas por dinero y le di cien dólares a cada uno. Su
padre se negó, pero los hermanos aceptaron con gratitud. Gaston tomó mi mano y
caminamos a la puerta. Pude ver que estaba triste, así que apreté mi mano en la
suya.
— ¿Qué sucede, bebé?
— ¡Acabas de regalar
cuatrocientos dólares, Pajarita! —Frunció el ceño.
—Si esto hubiera
sido en una noche de póker en Sig Tau, me los hubiera quedado. No les puedo
robar a tus hermanos la primera vez que los conozco.
— ¡Ellos se hubieran
quedado con tu dinero! —dijo.
—No lo hubiera
dudado ni por un segundo, tampoco. —Rió Jesus.
Thomas me miraba en
silencio desde la esquina de la habitación.
— ¿Por qué sigues
mirando a mi chica, Tommy?
— ¿Cuál fue que
dijiste era su apellido? —Preguntó Thomas.
Apoyé mi peso en la
otra pierna, nerviosa. Gaston notando mi incomodidad, volteó la mirada a su
hermano y abrazó mi cintura. No estaba segura si lo hizo como una reacción
protectora o si se estaba preparando para lo que su hermano podría decir.
—Es Igarzabal. ¿Por
qué?
—Puedo entender por
qué no lo averiguaste antes de esta noche, Gas, pero ya no tienes ninguna
excusa. —dijo Thomas, satisfecho.
— ¿De qué mierda estás hablando? —Preguntó Gaston.
— ¿Por casualidad no
estarás emparentada con Mick Igarzabal? —Preguntó Thomas.
Todas las cabezas se
voltearon en mi dirección, y nerviosamente recogí mi pelo hacia atrás. — ¿De
dónde conoces a Mick?
Gaston torció su
cabeza para poder mirarme. —Es uno de los mejores jugadores de póker que haya
existido. ¿Lo conoces?
Me estremecí,
sabiendo que finalmente había sido arrinconada para contar la verdad. —Es mi
padre.
Toda la habitación
explotó.
— ¡DE NINGUNA JODIDA
MANERA!
— ¡LO SABÍA!
— ¡ACABAMOS DE JUGAR
CON LA HIJA DE MICK IGARZABAL!
— ¿MICK IGARZABAL?
¡SANTA MIERDA!
Thomas, Jim y Gaston
eran los únicos que no gritaban. —Les dije que no debía jugar. —dije.
—Si nos hubieras
dicho que eras la hija de Mick Igarzabal, tal vez te hubiéramos tomado más en serio.
—dijo Thomas.
Miré a Gaston, quien
me miraba con asombro.
— ¿Tú eres Lucky
Thirteen? —Preguntó, sus ojos estaban un poco nublados.
Lucky Thirteen:
Trece afortunado.
Marcos se levantó y
me apuntó, su boca se abrió en asombro. — ¡Lucky Thirteen está en
nuestra casa! ¡De ninguna manera! ¡No lo creo, joder!
—Ese fue un apodo
que la prensa me dio. Y la historia no era exactamente correcta. —dije.
—Necesito llevar a
Rochi a casa, chicos. —dijo Gaston, todavía mirándome.
Su padre me miró por
encima de sus lentes. — ¿Por qué no era correcta?
—Yo no le quité la
suerte a mi papá. Es decir, que ridículo. —Reí, enredando un mechón de pelo
alrededor de mi dedo, nerviosa.
Thomas sacudió la
cabeza. —No, Mick dio esa entrevista. Dijo que a la media noche de tu
decimotercer cumpleaños su suerte se acabó.
—Y la tuya empezó.
—Añadió Gaston.
— ¡Fuiste criada por
mafiosos! —dijo Trent, riendo con emoción.
—Oh… no. —Reí una vez—. Ellos no me criaron. Sólo
estuvieron alrededor… bastante.
—Es una pena, Mick
soltándole tu nombre a la mafia por medio de la prensa. Eras sólo una niña.
—dijo, sacudiendo la cabeza.
—En todo caso, fue
suerte de principiantes. —dije, tratando de esconder mi humillación.
—Fuiste enseñada por
Mick Igarzabal —dijo Jim, sacudiendo la cabeza en asombro—. Estabas jugando
profesionalmente y ganando a la edad de trece años, por Cristo santo. —Miró a
Gaston—. No apuestes en su contra, hijo. Ella no pierde.
Gaston me miró
entonces, sus ojos aún sorprendidos y desorientados. —Uh… Nos tenemos que ir,
papá. Adiós, chicos.
La profunda y
emocionada voz de la familia de Gaston se desvaneció cuando él me arrastró por
la puerta hasta su moto. Me agarré el cabello en un moño, y ajusté mi chaqueta,
esperando a que hablara. Se subió a la moto sin palabras, y yo me monté en el
asiento detrás de él.
Estaba segura que
sentía que no había sido honesta con él, y probablemente estaba avergonzado de
haberse enterado de una parte tan importante de mi vida al mismo tiempo que su
familia. Esperaba una gran discusión al llegar a su apartamento, e inventé una
docena de disculpas para el momento en que llegamos a la puerta.
Me llevó por el
pasillo de la mano, y me ayudó con la chaqueta.
Tiré del gancho
color caramelo que ataba mi cabello, el cual calló por mis hombros en gruesas
ondas. —Sé que estás enojado conmigo —dije sin poder mirarlo a los ojos—.
Discúlpame que no te lo dije, pero no es algo de lo que hablo.
— ¿Enojado contigo?
—dijo—. Estoy tan caliente que no puedo ver claramente. Le acabas de robar el
dinero a los imbéciles de mis hermanos sin siquiera pestañear, lograste
asombrar a mi papá, y estoy bastante seguro de que perdiste a propósito aquella
apuesta que hicimos antes de mi pelea.
—Yo no diría eso…
Levantó la barbilla.
— ¿Pensaste que ibas a ganar?
—Bueno… no, no
exactamente. —dije, quitándome los tacones.
Gaston sonrió.
—Entonces, querías estar aquí conmigo. Creo que me acabo de enamorar de
ti de nuevo.
— ¿Cómo es que no
estás enojado en este momento? —Pregunté, tirando mis zapatos al closet.
Suspiró y asintió. —Es algo bastante importante, Pajarita.
Debiste habérmelo dicho. Pero entiendo por qué no lo hiciste. Viniste aquí para
apartarte de todo eso. Es como si el cielo se abriera… ahora todo tiene
sentido.
—Bueno, eso es un
alivio.
—Lucky Thirteen.
—dijo, sacudió la cabeza y me sacó la camisa.
—No me llames así,
Gaston. No es algo bueno.
— ¡Eres jodidamente
famosa, Pajarita! —Soltó, sorprendido por mis palabras. Desabotonó mis jeans y
los bajó hasta mis tobillos, ayudándome a sacarlos.
—Mi padre me odió
luego de eso. Todavía me culpa por todos sus problemas.
Gaston se arrancó la
camisa y me abrazó a él. —Todavía no puedo creer que la hija de Mick Igarzabal
está parada frente a mí, he estado contigo todo este tiempo y no tenía ni idea.
Lo empujé lejos. —No
soy la hija de Mick Igarzabal, Gaston. Eso fue lo que dejé atrás. Soy
Rochi. ¡Sólo Rochi! —dije, caminando al closet. Arranqué una camisa de
su gancho y me la puse.
Suspiró. —Lo siento.
Estoy un poco sorprendido.
— ¡Solamente soy yo!
—Llevé las palmas de mis manos contra mi pecho, desesperada porque entendiera.
—Sí, pero…
—Pero nada. La
manera en que me estás mirando en este instante. Es justamente por eso que no
te lo había dicho. —Cerré los ojos—. No voy a vivir así de nuevo, Gas. Ni
siquiera contigo.
— ¡Whoa! Cálmate, Pajarita.
No nos dejemos llevar. —Sus ojos se concentraron y caminó hacia mí,
envolviéndome en sus brazos—. No me importa lo que fuiste o lo que ya no eres.
Sólo te quiero a ti.
—Entonces, supongo
que tenemos eso en común.
Me llevó hacia la
cama, sonriéndome. —Somos sólo tú y yo contra el mundo, Pajarita.
Me acurruqué junto a
él, acomodándome en el colchón. Nunca planeé que nadie excepto Lali se enterara
de Mick, y nunca esperé que mi novio perteneciera a una familia de aficionados
al póker. Suspiré profundo, presionando mi mejilla contra su pecho.
— ¿Qué sucede?
—Preguntó.
—No quiero que nadie
se entere, Gas. No quería que tú te enteraras.
—Te amo, Rochi. No lo volveré a
mencionar, ¿de acuerdo? Tu secreto está a salvo conmigo. —dijo, besando mi
frente.
WOW!!! no me esperaba todo esto, posta, como dijo Gaston, ahora todo cobra sentido, ojala Gaston no diga nada, uhm, estuvo genial el capitulo, me encanto. Como se conocia con la familia de Gaston, y que justo sean fanas de poker fue por una parte gracioso akjshahgshag. Quiero el proximo.
ResponderEliminarEstuvo increible!!! jaja me encanto todo! ahora entiendo mil cosas (? jajaja que risa lo del poker! Gas es tan lindo todo orgulloso jajajaja
ResponderEliminarsalio toda la verdad a la luz no pense que Rochi era famososa en el mundo de la mafia,
ResponderEliminarlos hermanos de Gas me encantaron, y me encanta que Gas cuide y guarde el secreto de Rochi y que le diga que la ama!!
Espero el próximo pronto!
wow, que capitulo! me encanto! esta es la mejor novela =), siguela!♥
ResponderEliminarme encantoooo rochi dejo de boca avierta a todossss jajajajjaja ahora entiendo todo esta buena espero el proximo
ResponderEliminarque tiernoo gaaaas <3<3<3
ResponderEliminarmaaas
quiero el proximo, no tardes en subirlo!!!
ResponderEliminar😍😍😍
ResponderEliminar