Rocío volvió al presente, y se retorció las manos. Su padre le había
servido a Gastón en bandeja de plata. Se lo había dado encadenado y esposado a
cuenta de un chantaje. ¡Cómo no lo había sospechado!
Se oyó un golpe en la puerta. Era una criada anunciando la cena. Rocío
no podía creer que fuera ya la hora de la cena. Santiago la llamaba todas las
noches a las ocho. Sabía que ella jamás salía de noche. ¿Le habría dicho Petros
que se había ido a París? Levantó el auricular del teléfono de la habitación y
marcó el número de su apartamento.
- ¿Dónde diablos estás? – contestó Santiago inmediatamente -. Petros me
ha dicho que “el señor y la señora Dalmau no estaban”. ¿Qué quiere decir eso?
- Hemos volado a París...
- ¿Hemos?
- Mira, había un problema con la herencia de mi padre y tuve que venir.
Mañana estaré en casa, querido. Te amo.
- ¿Qué tipo de problema?
- Nada importante – ocultó Rocío. No quería contarle los detalles
sórdidos del asunto a Santiago, al menos por teléfono.
- ¿Va a mostrarte las maravillas de París, entonces? – se burló Santiago.
- ¿Salir con Gastón? ¡Estás bromeando¡ – forzó una risa, aliviada de que
Santiago no estuviera enfadado -. Te echo mucho de menos. He pensado en ti todo
el tiempo.
- No veo la hora de que llegue mañana.
- Se me hará eterno... – dijo. “Pero no puedo usar nuevamente a Emilio”,
pensó, recordando a Boyce, y preguntándose cómo podía quitarse de encima al
guardaespaldas.
Pero Rocío se sentía un poco culpable de sus citas con Santiago, ya que
cuando ella se había casado en la iglesia, había hecho unas promesas en las que
entonces creía...
-
¿Por qué eres tan cobarde y no le planteas el
divorcio, ya que a él le importas tan poco? – le decía Santiago innumerables
veces.
Rocío suspiró hondo, bajó el auricular en un gesto que quería relajar su
tensión.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo después de dejar caer el
auricular. Gastón estaba de pie, silencioso y quieto, como una estatua. Rocío
se quedó paralizada ante semejante visión.
Quiso decir “Gas...”, pero no pudo articular una palabra.
- La cena... – murmuró Gastón -. Pero termina la llamada primero.
Levantando el auricular como un autómata dijo:
- Adiós – y colgó.
Su corazón bombeaba sin parar. Lo vio alejarse de la habitación. No
podía haberla oído. En ese caso, seguramente le habría dicho algo. O
reaccionado de alguna manera. En cambio, Gastón había sonreído.
Al abandonar la habitación,
lo oyó decir al criado que ya no lo quería. ¿Habría planeado salir a cenar
fuera y luego habría cambiado de parecer? Esperaba que no fuera por su causa.
Pero era difícil que Gastón hiciera algo por ella.
Tengo que hacer unas llamadas. No me esperes para cenar.
Rocío comió sin ganas. Se sentía culpable, irritada, confusa. Toda su
vida había sido una persona honrada y sincera, hasta que había conocido a Santiago
hacía tres meses. Había sido un encuentro accidental, en Harrods. Habían
charlado, reído, tomado café. Todo muy inocente. La segunda vez también se
habían encontrado por casualidad.
¿Por qué se sentía de ese modo? No tenía más que pedirle el divorcio a Gastón.
A él jamás le habían importado los sentimientos de ella. Ella había tenido que
sufrir el chismorreo publico y de la prensa, viéndolo fotografiado con
distintas mujeres. Pero eso no era excusa para hacer lo mismo que él.
Llevaba por el cansancio y la tensión de todo el día, Rocío decidió irse
a la cama. Se lamentó de no tener un camisón. Por fin se metió entre las
sábanas desnuda. Y después de darle más vueltas a la cabeza, decidió pedirle el
divorcio a Gastón al día siguiente.

AMOR! Quiero mas!! Subi seguido! Te quiero Lucia! ;)
ResponderEliminarQuiero mas!!:. se me da que Gas si esta enamorado de rochi, pero no lo admite!
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