miércoles, 3 de octubre de 2012

Una Princesa En Casa Cap 4




Capitulo 4

-Es perfecto, Mery -explicaba Rocio por el teléfono móvil mientras conducía hacia el hotel-. Si Pitter Lanzani aparece, yo estaré allí.
-De niñera -María del Cerro era, además de su secretaria, una de sus mejores amigas. Una amiga extremadamente escéptica habitual-mente.
-Seré una auténtica niñera. Y eso también es perfecto. Después de llevar a los niños al colegio por la mañana, tendré todo el día para intentar averiguar dónde está Pitter Lanzani. Seguro que tiene que haber alguien en Buenos Aires que lo sepa.
-¿Y qué quieres que haga yo? ¿Que te falsifique unas referencias?
-No, no quiero que me falsifiques nada -Rocio aparcó el coche para consultar su mapa de la ciudad-. Quiero referencias auténticas. La de Candela puede ser una. Haber trabajado con una princesa puede ser impactante. Y también puedes hablar con el doctor McMahon, para que verifique el buen carácter de Rochi.
-Rocio, esto es una locura. Ni siquiera sabemos si Pitter Lanzani es el hombre que buscamos.
-Tampoco estamos seguras de que no lo sea -Rocio encontró en ese momento en el mapa dónde estaba situado su hotel.
-¿Sabes? Desde que te has ido esta mañana este lugar está de lo más alborotado. A Gabriel Morgan no le ha hecho ninguna gracia que te hayas ido sin ponerle al tanto de tus planes.
-Oh, vaya -Morgan era el encargado de la seguridad de las princesas-. Es solo... Es que esta mañana he llamado a casa de Dalmau y me han citado para las tres. Así que me he montado en el primer avión que he encontrado y he venido hasta aquí.
-Algo de lo que él se ha enterado hace una hora, aproximadamente.
-No sabes cuánto lo siento.
-Lo único que puedo hacer ya es alegrarme de que seas tú la que te has escapado. Si hubiera sido Lali, creo que a Gabe le habría dado un ataque.
-Mery, creo que parecería extremadamente peculiar que una niñera tuviera guardaespaldas, así que, preferiría que nadie se encargara de vigilarme.
Mery suspiró con paciencia.
-Yo me encargaré de eso. Pero tú prométeme que tendrás mucho cuidado.
-Por supuesto que tendré cuidado. Ah, y en cuanto a las referencias, he sido completamente sincera con Gas, excepto en cuanto a mi nombre. Lo único que no le he dicho es que soy una princesa. Sabe que no tengo ninguna experiencia como niñera, pero...
-Así que «Gas», ¿eh? Esto cada vez se pone más interesante. Quizá reconsidere la posibilidad de enviarte un guardaespaldas.
Rocio se sonrojó.
-No, no es lo que... Él no... Él piensa que soy una niñera y... -tomó aire-. No sigas por ahí, Mery. Él simplemente es una persona a la que no le gustan las formalidades. Me ha dicho que espera que me ponga vaqueros para trabajar.
Lo que le había dicho en realidad era que podía vestirse de manera informal para trabajar, poniéndole como ejemplo unos vaqueros y una camiseta. Rocio se había emocionado al oírlo. No podía recordar la última vez que había llevado unos vaqueros. Ni siquiera creía que hubiera unos vaqueros en su guardarropa. Pero eso iba a cambiar esa misma tarde.
-Dame otra vez el número de fax de Dalmau -le pidió Mery-. Y, Rocio, no sé si debería decírtelo otra vez, pero, por favor, ten mucho cuidado.

-El martes por la noche -dijo la madre de Gastón-. En el club de campo. ¿Lo has apuntado ya en tu agenda? No colgaré hasta que lo hagas.
-Iré, mamá -contestó Gastón con paciencia, mientras volvía a maldecir a Pitter en silencio. Todo aquello era culpa suya. Allí donde hacía falta que estuviera representada la firma Dalmau-Lanzani, era Pitter el que solía hacer los honores, dejando a Gastón con sus ordenadores, lejos de las miradas de los curiosos.
¿Habría o no matado a su esposa? A pesar de que habían pasado tres años desde la muerte de su mujer, todavía persistían los rumores. En realidad, él tampoco había hecho nada por acallarlos. De hecho, después de que unafamosa revista femenina lo hubiera elegido como soltero del año, casi había agradecido que resurgieran, haciendo desaparecer de un plumazo el ejército de cazafortunas que lo acosaban.
Sí, habían desaparecido de la misma manera que Rochi Gutiérrez parecía haberse evaporado aquella tarde.
Gastón se quedó mirando fijamente el fax. Eran cerca de las ocho y media de la tarde y todavía no había recibido las referencias de Rochi.
-Yo iré a buscar a Daniea -decidió Silvia Dalmau-. Pasaremos por tu casa alrededor de las siete para tomar unacopa. Y dile a tu ama de llaves que se vista apropiadamente para la ocasión, por favor.
-Tina ya no está en casa a esa hora.
-¿Qué clase de ama de llaves es esa que se va de casa cuando más se la necesita?
-La clase de ama de llaves que tiene su propia familia.. Y no creo que la necesite especialmente para abrir unapuerta y servir un par de copas de vino.
-No sé por qué la has con...
-Mamá, no -la interrumpió Gastón, antes de que empezara a explicarle una vez más los motivos por los que debería cambiar de ama de llaves. Se volvió en su escritorio y clavó de nuevo sus ojos en el fax, que continuaba en un maldito silencio-. Entonces nos veremos el miércoles a las siete. Ya lo he apuntado.
-Deberías llamar a Daniela para confirmarlo.
-Eres tú la que vas a ir a buscarla. Así que llámala tú.-Silvia suspiró.
-Si no la llamas tú, esto no será una verdadera cita.
-Es que no quiero que sea una verdadera cita.
-Gastón, sabes lo mucho que quería a Luz- Silvia Dalmau era la mejor amiga de la madre de Luz desde que ambas estaban en el colegio, así que necesariamente había tenido que quererla-, pero ya es hora de que sigas adelante con tu vida, de que empieces a divertirte otra vez.
¿Divertirse? ¿Con Daniela Collini ?
-Sí, mamá, lo haré. El miércoles a las siete, ¿de acuerdo?
Gastón entornó los ojos mientras colgaba el teléfono. Daniela Collini, la heredera de la fortuna de James Company, era inteligente, tenía un gusto infalible para la moda, todo tipo de contactos y estaba forrada de dinero. Pero también era tan fría como el hielo.
Gastón la conocía desde hacía años y no era capaz de imaginarse lo que hacía aquella mujer para divertirse. A no ser que su madre hubiera utilizado un eufemismo y en realidad lo que había insinuado era que ya había llegado el momento de que Gastón volviera a disfrutar del sexo otra vez.
Y sí, al cabo de tres años, había llegado el momento en el que Gastón quizá pudiera imagi¬narse volviendo a salir con una mujer.
Y posiblemente, llegar a esa conclusión fuera el acontecimiento más importante de la década.
Y aquella noche, que el cielo lo ayudara, era una de aquellas noches en las que su imaginación estaba corriendo a un ritmo desbordante y él no parecía ser capaz de hacer nada para dejar de pensar en el sexo.
Y no en unas relaciones educadas y complacientes como las que había compartido con Luz durante once años y medio de matrimonio. Gastón había estado muy enamorado de su esposa, pero cuando hacían el amor, siempre había tenido que reprimirse. Luz era tan bien educada, tan refinada y delicada, que siempre tenía miedo de asustarla.
No, aquella noche no era capaz de dejar de pensar en una relación locamente apasionada, de aquellas en las que uno se siente prácticamente fuera de sí porque no sabe dónde termina su cuerpo y dónde comienza el de su amante. Ese tipo de relaciones en las que con un solo beso casi se alcanza el éxtasis y...
Gastón abrió los ojos bruscamente al darse cuenta de que la amante que había estado imaginando en su cama no era otra que la candidata al puesto de niñera, Rochi Gutiérrez. ; Pero cómo se le había podido ocurrir algo así?
Rochi era una mujer bastante guapa y tenía un cuerpo que probablemente llamara la atención con biquini y en unaplaya. Pero, probablemente, aquella mujer ni siquiera tuviera biquini y no parecía ni de lejos una persona especialmente apasionada.
De hecho, era más fácil imaginársela sentada en una mecedora, tomando chocolate y pastas frente a la chimenea que en la cama.
Era más bien como una suave y dulce hermanita pequeña, mientras que Daniela Collini... Probablemente tras su máscara de hielo se escondiera una mujer ardiente.
Daniela era muy hermosa. Pelo negro, unas facciones de porcelana y un cuerpo maravilloso que sabía mostrar a la perfección. Tendría por lo menos una docena de biquinis y había dejado claro que cualquier avance de Gastón sería más que bienvenido.
Pero Gastón sabía que cualquier intimidad compartida con ella tendría un alto precio: el matrimonio. Y le bastaba pensar en casarse con Daniela para quedarse completamente frío.
Daniela no lo quería. Ni un poco. Al igual que todas las demás, incluso Luz, no era capaz de distinguir entre él y su cuenta corriente.
Y no iba a cometer otra vez el mismo error. Prefería pasar solo el resto de su vida a ser estafado de esa forma otra vez. Lo que él quería era encontrar una mujer capaz de mandar al infierno todo su dinero, de decirle que lo único que le importaba era él. Pero no, todas las mujeres que hasta entonces había co-nocido estaban más enamoradas de su cartera que de Gastón. Y no le resultaba difícil comprender por qué. Él no era un hombre abierto, ni cariñoso ni excesivamente expresivo. De hecho, mucha gente lo etiquetaba como un hombre frío, tanto socialmente como en el trabajo. Especialmente en el trabajo.
La verdad era que él no querría trabajar para sí mismo. Y no culparía a Rochi Gutiérrez si decidía no enviarle sus referencias.
Aunque sería una auténtica pena. A Aleli le había gustado. De hecho, hacía una hora había pasado por su despacho para preguntar si Rochi había enviado ya su informe. Dios santo, ¿sería un milagro? Pensar que a Aleli podía gustarle una niñera...
Pero Rochi todavía no lo era.
Gastón cerró los ojos y rezó a quien quisiera escucharlo para que Rochi no cambiara de opinión. Si a Aleli le gustaba, también le gustaría a Monito. Sus hijos necesitaban desesperadamente a alguien capaz de darles cariño.
En cuanto a él... Sus pensamientos eran completamente puros, al menos en lo que a Rochi Gutiérrez concernía. Realmente era absurdo lo que había estado imaginando. Además, tenía una sencilla explicación para justificarlo. Estaba cansado y deseando que enviara sus referencias cuanto antes. De alguna manera, sus deseos habían cambiado de objetivo y se habían cortocircuitado con sus necesidades. Eso era todo.
Porque con su estilo directo y su sorprendente sinceridad, Rochi encajaría perfectamente en su vida. Sería como la hermana pequeña que nunca había tenido.
La luz del fax se encendió y el mecanismo de la máquina se puso en funcionamiento. Gastón se levantó de un salto para acercarse a él.
Sí.
Por fin llegaban las referencias de Rochi.



Continuara...

*Mafe*

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