Oyó
la voz de Gastón, hablando en griego. Pero ella estaba en la cama, ¿cómo era
posible? Pestañeo para volver a la realidad. Luego centró su atención en Gastón.
Estaba de pie, mirando por la ventana, con un teléfono móvil en una mano. Rocío
se sintió confusa. A su mente acudieron imágenes de la noche anterior.
No
podía explicar cómo había ocurrido. Eso era lo peor. Primero le había estado
gritando furiosa, y luego...
Mientras
se ponía rígida debajo de las sábanas, unos músculos poco familiares se
quejaron y una leve molestia le recordó toda la pasión que había surgido entre
ambos la noche anterior.
Rocío
se sonrojó. De no ser porque Gastón estaba presente, hubiera pensado que era un
sueño. O una pesadilla...
De
pronto sintió cierta identificación con las atractivas chicas que rondaban a Gastón,
pero ella seguramente esta a la cola.
Porque
las chicas de Gastón seguramente sabrían en qué se metían. Y ella, en cambio,
había sido apartada de su camino sin saber cómo. Había tomado la decisión de
abandonar a Gastón y eso le había dado fortaleza. Pero entonces él la había
llevado a la cama, la había besado, e inexplicablemente la balanza de poder se
había inclinado del lado del enemigo. Porque él era el enemigo. Cualquier
persona capaz de reducirla a ese nivel era el enemigo.
Su
vista, por otra parte, se recreaba en él. En su cabellera rubia, en el ancho de
sus hombros que dibujaba la tela de la chaqueta, en las caderas estrechas que
en ese momento dibujaban las manos que se metían en los bolsillos del pantalón
del traje, en las piernas largas que se separaban levemente. Entonces
comprendió cómo había ocurrido.
Se
dio cuenta entonces, de que había reprimido toda atracción sexual por Gastón,
como medida de autodefensa. Pero había sido peor, porque en el momento en que
había tenido la libertad de aflorar, lo había hecho con suma intensidad. Se
había traicionado a sí misma en brazos de Gastón. Como siempre había dicho él
que ocurriría.
Sintió
ganas de llorar. Pero se abstuvo.
Gastón
se dio la vuelta, y fue hacia la cama. El depredador le sonrió. Tenía un aire
de autocomplacencia, y la miró expresándoselo. Se sentó entonces al borde de la
cama, y le dijo:
-
Es una mañana estupenda.
Ella
oyó la lluvia golpeando en los cristales.
-
En Atenas – agregó -. Y si me dices que no vas a venir... no, no te atreverías.
No, después de lo que ha ocurrido anoche.
-
Eso fue sexo, nada más – dijo Rocío con gesto severo.
Gastón
sonrió y bajó la cabeza para decirle:
-
Sólo sexo no. Sexo fabuloso, maravilloso, increíble. Si no fuese porque el jet nos está esperando, seguiría en la
cama.
-
Ayer te he dejado – dijo Rocío con los dientes apretados.
-
¡Dios Mío! Y hoy estamos más cerca que nunca. La vida es impredecible. Piensa
en esto como si fuera el primer día de nuestro matrimonio.
-
¡Es lo más nauseabundo que se te puede ocurrir! No quiero ir a Atenas –
protestó Rocío.
-
Pero lo harás – le dijo él incorporándose -. Mi familia se reunirá para
conocerte en casa de mi madre. No me importa si tengo que llevarte a rastras y
gritando todo el tiempo. ¡Para que lo sepas, has tomado la decisión anoche!
-
Lo has hecho a propósito – se quejó Rocío.
-
Sí – contestó él-. Bueno, y ahora, ¿por qué no te vistes? Le di instrucciones a
la criada para que te hiciera el equipaje. Pensé que lo que tuvieras aquí no te
serviría para Grecia.
Rocío
se incorporó en la cama. Se sentía mal realmente.
Fue
al cuarto de baño. Su propia estupidez la había llevado a este suplicio.
Ella
había creído que Santiago estaba enamorado. ¿Había sido Santiago para ella una
forma de evasión de su matrimonio? ¿Lo habría utilizado para sentir las fuerzas
necesarias para abandonar a Gastón? Porque la idea de que alguien la amaba le
había dado fuerzas, le había dado confianza en sí misma.
Santiago
no la amaba. Pero, ¿ella lo había amado realmente?
Había
sido muy doloroso descubrir que él la había visto solamente una vez como un
objetivo rentable. Pero, ¿lo añoraba ella todavía? No. Todo había terminado. No
quería volver a ver a Santiago. ¿Lo había amado realmente? ¿O había sido
producto de su gran soledad?

No me gusta esta novela..
ResponderEliminarPues a mí me encanta! Síguela, por favor :)
ResponderEliminarMe encanta, me encanta. pobre rochuuu =(
ResponderEliminarquiero ya el proximooo! :3
Me encantaaaa!!!!..y a quien dice que no le gusta que mestre la cara, que no sea cobarde al decirlo!.. Es lo mas la nove! espero el proximo!!
ResponderEliminarMe muero muerta (?) Gaston esta medio loquito, Rochi tambien ahque. Que onda loca, vos sabes que no lo amas a Santiago, ponete un toque las pilas (? seguila no te demores!
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