lunes, 19 de noviembre de 2012

Un Matrimonio Diferente... Capitulo 22









El baño estaba caliente. Rocío se sentía débil, indefensa y mareada.
Lo que había sucedido la noche anterior había sido un error incalculable. ¿Debía soportar ahora la vergüenza de seguir al lado de Gastón aún a sabiendas de que ella consideraba ese hecho como lo peor que podía ocurrirle?
Reunió fuerzas para ponerse de pie y salió del baño. Entonces se apoyó en la puerta para no caerse. Gastón la miró extrañado y le preguntó:
- ¿Ocurre algo?
- Me parece que tengo gripe. Pero no es nada importante... – respiró hondo y agregó - Me quedo aquí. No volveré contigo.
- No te encuentras bien. No sabes lo que dices – la interrumpió Gastón -. Te llevaré yo al coche.
- ¡No! – dijo ella con lágrimas en los ojos, y a punto de desfallecer -. ¿No me has oído? Tú no eres un hombre para mí.
Gastón la alzó en brazos al ver que ella se quería apartar de él.
- ¡Por favor! – no podía hacerlo razonar para que la soltara -. No quiero ir contigo. Quiero quedarme aquí.
- ¡Dios! ¿Lo estás esperando, no es así? – preguntó él furioso -. ¡Si no estuvieras mareada te sacudiría!
Las maletas ya no estaban en la habitación, pudo comprobar ella con horror, mientras Gastón abría la puerta de la habitación con una mano y con la otra la sostenía firmemente.
- ¡Déjame marchar!
- Si te dejo marchar, te caerás al suelo – dijo él y luego agregó un sonido gutural en griego, con una expresión dura mientras presionaba el botón del ascensor con violencia.
- Quiero el divorcio. ¡No quiero ir a Grecia! – dijo ella con pánico.
- Debieras haberlo pensado anoche – dijo él entrando con ella en brazos al ascensor.
- ¡Fue un error! ¡Bájame!
- No sabes lo que haces ni lo que dices – Gastón la sujetó con firmeza, sin siquiera concederle una mirada.
- Sé... – no podía hablar casi. Pero hubiese gritado, de no ser porque había perdido las fuerzas tanto físicas como psíquicas, a cuenta de sus conflictos emocionales -. Te odio – dijo finalmente.
Gastón la llevó en brazos hasta el jet y luego la envolvió en una manta. Algo más tarde. Rocío oyó una voz que le resultó familiar.
- ¡Pobrecita! Me da tanta pena – no parecía sincera la mujer.
Reconoció a la azafata que le daba un vaso a Gastón, y cuando éste la incorporó para darle un trago, agregó.
- Está fatal...
- Bebe. Te hará sentir mejor – la incitó Gastón.
No había nada que pudiera hacerla sentir mejor. Gastón se estaba aprovechando de su enfermedad. Bebió, porque supuso que ningún argumento le valdría a él. Lo que había hecho él no era mucho menos que un secuestro.
- No puedo dejarte sola en el hotel en estas condiciones – murmuró él, como si hubiera leído los pensamientos de ella.
- ¡No te perdonaré jamás! ¡Ojalá te contagies! – titubeó Rocío.
Inesperadamente, Gastón se rió, mientras le rodeaba los hombros con sus brazos, como si desafiara el contagio. Gastón nunca estaba enfermo. La idea lo divertía, porque tenía una salud de hierro.
A partir de ese momento. Rocío perdió totalmente la noción del tiempo. Tampoco distinguía entre el sueño o la vigilia. ¿Había dormido?
Unas voces en griego le hicieron suponer que habían aterrizado. Sería el aeropuerto, pensó con amargura, y hundiéndose en una espantosa sensación de fracaso.
Una discusión la puso alerta. Alguien la apoyó sobre algún sitio, le levantó la manta, le puso el termómetro en la boca. Sus ojos se fijaron en un cielo raso blanco. Pensó entonces que se había equivocado. No era el aeropuerto. Debía ser un hospital. Oía la voz de Gastón. Parecía enfadado, disgustado. Y la voz que antes parecía enojada, de pronto se había suavizado. Era una voz femenina muy expresiva. Con gran esfuerzo, Rocío giró la cabeza para ver quien era.
Una mujer vestida de blanco estaba rodeada por los brazos de Gastón. Ella le acariciaba el pelo rubio y también la cara, y en ese momento se disponía a darle un beso. Rocío cerró los ojos impresionada ante aquella visión.
Alguien le quitó el termómetro momentos después. ¿Se lo habían quitado enseguida, o había pasado algo de tiempo? Por momentos estaba inconsciente. La siguiente vez que abrió los ojos, la mujer le estaba dando algo a Gastón, y esa vez pudo verla bien. Era una mujer bonita, de piel clara y ojos negros, que miraba a Gastón con extrema calidez. Rocío tosió fuerte. Ellos entonces se dieron vuelta para mirarla.
- Pensé que estabas dormida. Ésta es la doctora Mariana... – dijo Gastón.
- Lali – agregó su acompañante forzando un tono de informalidad con él mientras a Rocío le habló con frialdad y distancia profesional -. Me temo que vas a sentirte algo peor antes que haya una mejoría, Rocío.
Rocío cerró los ojos, para autoprotegerse.
Pero ya se sentía peor. Estaba totalmente sudada, la cara, el pelo, la ropa. Le dolía todo el cuerpo. Tenía ganas de llorar, pero no tenía la fuerza para hacerlo. ¡Dios! Gastón la había llevado a que la atendiese su amante. Sólo él podía ser tan cruel.



2 comentarios:

  1. Quiero mas capp!!.. necesito saber que siente gas por ella!!:. Realmente esta jugando? Espero el proximo!!!

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  2. rochi leda mucha buelta le tiene q preguntar a gas que es lo q realmente siente y gas tambien que se desida d una buena ves y le dija lo q siente me encanto el cap espero el proximo

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