Rocío hundió su cara en la almohada, con
la sensación de ser la más desgraciada y estar más sola que nunca. Del mismo
modo que Max Igarzabal había manipulado la vida de Gastón forzándolo a una vida
que él no había elegido, cinco años atrás, ahora Gastón quería que su hija
sufriera el mismo destino presionándola para permanecer a su lado.
Gastón se había sentido atraído por su
esposa el día que ésta le había dicho que estaba enamorada de otro hombre.
Hasta entonces había creído que ella aún lo amaba, y la había estado castigando
con su indiferencia para que pagase los pecados de su padre.
Aun no sabía que Santiago había
desaparecido de su vida, pero estaba dispuesto a conseguir que así fuera. Tal
vez por lo de “ojo por ojo, diente por diente”. Él había sido privado de Mariana,
quizás ahora quisiera que Rocío también perdiese a su amor. Su padre siempre
había sido inalcanzable a causa de su chantaje, pero ella era un objeto fácil
para la venganza. Y Gastón era un sádico. Incluso había representado el papel
de hombre apasionado con ella, cuando ahora quedaba claro que había sido todo
planeado para desquitarse. En su momento ella había pensado que él le había
querido demostrar que podían tener un matrimonio de verdad, y que quería hacerla tambalear en su convencimiento de
que amaba a Santiago.
Pero ahora veía que el motivo por el que
había hecho el amor con ella era aún más humillante.
Ella había caído en las redes de su
maestría sexual. La había seducido para dejarla más confusa aún. Rocío se
sentía degradada por su propia vulnerabilidad.
El cansancio la había llevado a un sueño
intranquilo pero largo. Se despertó pasada la medianoche, y se dio cuenta de
que llevaba durmiendo doce horas. Era evidente que físicamente le había hecho
bien, si bien se sentía muy hambrienta.
Se puso la bata y fue a buscar comida. Su
mente vagaba por pensamientos oscuros y angustiosos cuando de pronto se
encontró a Gastón, silencioso, a su paso hacia la suite. Se llevó el susto de su vida.
-
¿Buscas un teléfono, pequeña?
En la
penumbra, los rasgos de Gastón parecían los de una escultura.
-
¿Un... teléfono?
-
Por la duración de tus llamadas a Santiago, pareciera que encuentras en ellas
un buen sustituto del sexo – murmuró con insolencia -. Y llevas como cuarenta y
ocho horas sin tu ración. De todos modos, si eso es lo que quieres, podría
aceptar el desafío y llamarte desde un teléfono interno. Estoy dispuesto a
demostrarte que también eso lo hago mejor que él.
-
¡Eres perverso!
-
Me estás empezando a dar pena, tu pobre Adonis. ¿Cuánto lleváis juntos? ¿Dos
meses y medio de manitas, suspiros, y dulces conversaciones?
-
¡Es cosa mía! – gritó ella apretando los dientes de rabia.
-
Pero ya ves, me muero por conocer todos los detalles...
-
Tengo hambre – dijo con debilidad.
-
No creo que estuvieses hambrienta de él. Tal vez sí de un romance y de que te
prestasen atención. Lo comprendo.
-
Eres tan primitivo. ¡Deberías estar en una jaula! – Rocío perdió el control
ante la arrogancia de Gastón.
-
¡Por lo menos me intereso de los motivos que te llevaron a sentirte atraída por
un tipo de tercera clase como Santiago! – le soltó él lleno de rabia.
-
Tengo mal gusto, Gastón. ¿No lo sabías? Después de todo una vez fui capaz de
elegirte.
Rocío
se estaba poniendo cada vez más furiosa. Gastón no estaba celoso de Santiago,
sino que se sentía herido en su orgullo de macho. No podía soportar que su
esposa prefiriera a otro. Y no era momento para admitir que Santiago era tan de
tercera como Gastón había dicho.
-
Necesitas... – empezó Nik.
-
Bueno, no necesito que me quites la ropa como la última vez.
Hubo
un silencio impenetrable. Gastón se quedó mirándola, y de pronto soltó una
risotada. Rocío estaba roja de rabia y desconcertada. Cuando hizo ademán de
seguir su camino, él la retuvo y la devolvió a la habitación que acababa de
salir.

Cada día mas amo esta nove, me encanta muy buen capitulo
ResponderEliminarGaston no la trata bien, es medio raro jajaja. Ay quiero saber que onda, muy corto quiero más largo ah.
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