miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un Matrimonio Diferente... Capitulo 32







Rocío interpretaba un concierto de Chopin, que era el tipo de música con la que solía acompañar sus pensamientos más profundos.
Esperaba que Mercedes fuese discreta. Seguramente Gastón no querría que se enterase más gente, y por eso no se lo había dicho a ella. O tal vez era un tema que no le importaba ya, en su vida de adulto.
Era evidente que él estaba muy unido a su familia. Incluso había sido capaz de casarse con alguien a quien no amaba para protegerlos, dejando sus propios intereses a un lado. Aunque le era difícil apreciar su sacrificio, teniendo en cuenta que a ella también la había sacrificado.
“Dios mío”, pensó. ¿Cómo podía vivir ella en un matrimonio en el que no se compartía nada más que una cama?
Pero era tarde para esas reflexiones. No tenía elección. Si hubiese tenido elección, ¿realmente hubiera tenido fuerzas para dejar a Gastón? ¿Era mejor aceptar estas migajas que quedarse sin pan?
Rocío, fuera de sí, levantó las manos del teclado.
- ¡No pares!
Rocío se quedó rígida. Lentamente giró la butaca, y se encontró con Gastón en la sombra, al lado de la ventana. Parecía estar tenso. Le brillaban los ojos, llevaba la camisa medio desabrochada y una barba incipiente y oscura.
- Toca para mí – dijo cortante.
Rocío volvió al teclado, y tocó nerviosamente, expresando en cada nota discordante un cierto desafío.
De pronto unas manos le apresaron las muñecas. Se hizo el silencio, interrumpido apenas por su respiración entrecortada. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando él se inclinó por encima de ella.
- ¿Por qué? – preguntó él, soltándole las muñecas.
- No soy tu esclava – murmuró temblando. Pero no era ese el motivo de su agresividad en el piano. Rocío recordaba la primera vez que había tocado para él. La música era para ella una forma muy personal de expresión. Tanto que no la podía compartir con él.
- Toca – dijo él nuevamente.
- No tengo partitura.
- Puedes tocar durante horas sin ella – le recordó él.
Rocío, intimidada y disgustada por la presencia de Gastón comenzó a tocar con desenfreno, un trozo de aquí, otro de allá. Pero no quería tocar, por lo que cometió varios errores, y finalmente abandonó.
- Eres muy obstinada. Detrás de ese aspecto frágil, se esconde una personalidad fuerte.
Sin embargo, Rocío se sentía muy débil en ese momento. Se levantó lentamente, sin mirar alrededor.
- Háblame de él – le dijo Gastón con calma. Pero le había interrumpido el paso, y no la dejaba salir.
- No sé de qué me hablas...
- De tu amante...
- No creo que te interese saber nada de él.
- ¿No? ¿Dónde lo has conocido?
- En Harrods.
- ¿En Harrods?
- Sí, nos conocimos allí y me invitó a tomar un café.
- ¿Ligaste con él en Harrods?
- ¡No ligué con él!
- ¡En Harrods! – repitió él como si no pudiese creerlo -. ¿Y dónde fue a parar el asunto después del café?
- A ningún sitio. Me lo encontré nuevamente a la semana siguiente.
- Déjame que adivine, el mismo día, en el mismo sitio, a la misma hora...
- No me acuerdo.
- Esperabas verlo otra vez.
Rocío se quedó callada. Fue hacia la ventana y se quedó mirando la oscuridad de la noche iluminada por las estrellas, y el mar allí abajo. Gastón no tenía derecho a hacerle esas preguntas. Se puso furiosa.
- O sea que el affaire comenzó en Harrods... ¿Y en qué zona de Harrods?
- ¿Y qué importa dónde?
Gastón se sentó en un sofá y estiró las piernas, simulando que se relajaba.
- Quiero hacerme una idea de la escena. ¿Fue en una lencería fina o en el salón de comidas?
- Me niego a contestar a una pregunta así.
- Mejor dejarlo librado a la imaginación. Pero, cuéntame, cómo fue ganando territorio...
- Muy fácil.
- Yo no estaba allí, ésa es la única razón por la que le fue fácil.
La arrogancia de Gastón la decidió a no confesarle la verdad sobre su ruptura con Santiago. Veía que Santiago era la única arma para defenderse. Y Rocío tampoco le confesaría que en brazos de su marido había sentido algo más que atracción sexual. Por nada del mundo iba a dejarle saber que estaba enamorada de él.


Recordaba perfectamente aquel día en París en que tanto la había despreciado pensando que ella aún lo amaba. Y no se perdonaría jamás decírselo.
El que amase a Gastón no quería decir que no supiera lo despiadado que podía llegar a ser. Y el admitir su amor la haría totalmente vulnerable.
Tal vez fuese el tipo de mujer que asociara el amor con el dolor, una víctima de su propia condición.
Sentía una rabia hacia Gastón, pero era consciente de que también disfrutaba de que en ese momento él tuviese puesta toda la atención en ella.
- No lo amas. Si lo amases te hubieses ido a la cama con él en la primera oportunidad que se presentase.
- ¡Lo creas o no, hay gente que es capaz de contenerse!
Gastón se acomodó en el sofá y con ojos burlones le dijo:
- No parece que te hayas contenido mucho conmigo.
Gastón se sintió peor aún.
- No es que me queje – sonrió Gas -. El deseo es algo que está de acuerdo con mis instintos naturales... me parece mejor que enamorarse cruzando miradas entre coles de bruselas. ¿Fue en la planta de comida, verdad? Un verdadero romance.
- Santiago tiene más de romántico en un solo dedo de lo que tú puedes tener en todo tu cuerpo – le gritó Rocío enfadada.
- Sí, te invito a un café. Yo te hubiese llevado a un hotel cercano y te hubiese derramado champaña sobre los pechos... Y te aseguro que a ti te hubiese gustado más.
Rocío se puso pálida. De pronto pensó en cuántas mujeres habrían sido bañadas en champaña por su marido.
- ¡No me metas en un mismo saco con todas tus mujeres! ¡Me voy a la cama!
Y decidió que no iría a su cama. Por lo que entró en el dormitorio principal, recogió unas pocas cosas, y salió.
Un cuarto de hora más tarde, ella estaba acostada en la cama de un dormitorio al final del corredor y con la puerta con cerrojo.
Si estaban condenados a estar juntos, eso no quería decir que tuviese que dormir con él. Y se arrepentía de haber estado en la cama con él. Se había perdido el respeto.

4 comentarios:

  1. quiero el proximo que le pasa a gaston no entiendo mucho pero espero el proximo

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  2. Joda? porque le decia eso.............pobre Rochi. Gaston es medio tonto, te juro que no lo entiendo jajajajajaja. Quiero más.

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