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Amor por Chantaje Capítulo 14
Lisa se había encargado de
hostigarle por su decisión diciéndole que debía haberla dejado que jugara al
amor con alguien de su edad porque seguramente acostarse con un hombre de
verdad la había aterrado.
—Un hombre de verdad
necesita una mujer de verdad —le había dicho poniéndole la mano en el hombro,
de manera sugerente. Pero Gastón se había apartado de ella sin poder ocultar ni
su desprecio por aquella mujer ni el dolor de haber perdido a Rocío.
El sentimiento de
culpabilidad había sido lo único que le había impedido ir en su busca y hacerla
volver. ¿Cómo podría obligarla a aceptar un amor que no deseaba y que la
quería?
Cuando David Bryant le
había hablado de la carta que había recibido, y aunque no tenía demasiadas
esperanzas de que aquello pudiera salir bien, Gastón había empezado a hacer
planes para…
¿Para qué? ¿Es que ni
siquiera podía admitir ante sí mismo lo que había hecho? Quizás ya iba siendo
hora de que lo hiciese. Había manipulado a Rocío de una manera maquiavélica
para conseguir que volviera a su lado. El caso era que el resultado había
excedido con mucho a las expectativas más optimistas que hubiera tenido en sus
largas noches de soledad.
Cuando la había oído hablar
de amor hacía solo unos minutos había sentido el impulso de estrecharla entre
sus brazos y demostrarle que lo de la noche anterior no había sido más que una
pequeña muestra de hasta dónde podían llegar los dos juntos. Pero lo que quería
de ella era algo más que aquella declaración de amor inducida por el reciente
placer físico. Lo que deseaba era su amor, un amor como el suyo propio, un amor
que iba mucho más allá del mero acto sexual. Por supuesto era gratificante
saber que ella también lo encontraba sexualmente atractivo, pero a la vez
resultaba algo amargo porque no era su cuerpo lo que él quería sino su alma.
¿Cómo iba a ganársela después de lo que había hecho?
Ni siquiera en la soledad
podía encontrar una explicación a su forma de reaccionar cuando el primer día
ella había creído que Gastón quería el divorcio.
Claro que quería tener un
hijo, y que ese hijo lo emparentara con John Atkins, pero había sido
enormemente mezquino al utilizar eso como excusa para consumar su matrimonio…
No sabía qué había
ocurrido, de repente todo se le había escapado de las manos y le había
resultado mucho más difícil de lo previsto controlar sus sentimientos. El tener
que enfrentarse a una mujer hecha y derecha en lugar de a una jovencita lo
había hecho ver lo vulnerable que era. Por eso había tratado de mantener la
mayor distancia posible; pasando mucho tiempo fuera de casa, durmiendo en su
despacho… Pero la noche anterior había tirado por la borda todos aquellos
intentos, acompañados de su autocontrol: había hecho justo lo que había
prometido tantas veces que jamás haría.
Y ahora Rochi le decía que
lo amaba pero no porque lo hiciera, desgraciadamente, sino porque él había sido
su primer amante y para una mujer tan idealista y romántica como ella, eso
significaba que tenía que convencerse a sí misma de que lo quería para
justificar lo que le había entregado. Sin embargo, no había estado enamorada de
él cuando había huido el día de su boda.
Gastón había visto el dolor
en sus ojos hacía solo unos minutos y habría deseado abrazarla y confesarle lo
que sentía por ella… No sabía qué era más doloroso si el amor o los
remordimientos.
Abrió los ojos sin saber
cuánto tiempo llevaba sentado allí, en el arcén de la carretera, pero tampoco
le importaba. Si volvía a cerrarlos su mente se trasladaba inmediatamente al
despacho de John Atkins, que ahora era el suyo. Era el día en el que Rocío
cumplía los diecisiete años, aquella mañana al verlo llegar había bajado las
escaleras corriendo y, llena de timidez, le había pedido un beso como regalo de
cumpleaños; en ese momento Gastón se había dado cuenta de que iba a tener que
pedir ayuda a John para que lo eximiera del cumplimiento de su promesa.
—Sé lo duro que es —le
había dicho el señor Atkins después de que Gastón le explicara la situación—.
Pero solo tiene diecisiete años.
—Es que no lo parece —había
protestado él desesperado—. A veces me mira con los ojos de una mujer
experimentada, sin embargo otras veces me mira con la inocencia de una niña.
—Y es esa inocencia la que
te pido que protejas y respetes —le había dicho el padre de Rocío con ternura—.
Si la quieres, desearás que te dé su amor como mujer, no como una chiquilla
ingenua.
Gastón no había podido
rebatir aquellas palabras porque sabía que eran ciertas.
—Nada podría cambiar lo que
siento por ella —había asegurado con firmeza—. Por su bien haré lo que me
pides.
—Te prometo que para mí es
casi tan difícil como para ti —su tono de voz reflejaba la sinceridad con la
que hablaba—. Cuando te digo que te quiero como a un hijo no exagero lo más
mínimo; por eso nada me ocasionaría más placer que el verte casado con mi hija…
y que me dierais un nieto. Pero Rochi es demasiado joven para verse cargada con
el amor de un hombre, necesita tiempo y espacio para crecer como es debido.
Después de tanto tiempo,
ahora Gastón se odiaba por lo que había hecho la noche anterior. Era como si
sus propios sentimientos lo hubieran corrompido por dentro; el amor y el deseo
incesante de estar con Rocío se habían contaminado al dejarse llevar de aquel
modo. Sabía que aquel dolor nunca se apartaría de él, del mismo modo que sabía
que nunca dejaría de amarla.
Llevaba más de una hora
metido en el coche, tenía que llamar a David Bryant para decirle que iba a
llegar un poco tarde a su cita.
Mientras arrancaba las
ortigas que crecían entre los rosales, Rocío no podía dejar de recordar a su
madre plantándolos. Tampoco podía dejar de pensar en la forma en la que la
había rechazado Gastón y el desdén que había mostrado al hacerlo.
Sin embargo, en lugar de
hacerla replantearse lo que sentía por él, su reacción había tenido el efecto
contrario; había hecho que surgiera en ella una determinación y una fuerza que
ni siquiera sabía que tenía.
¿Cómo se atrevía a decirle
que no sabía lo que era el amor? ¿Cómo podía insinuar que no era más que una
boba que, por el mero hecho de acostarse con alguien, creía estar enamorada?
En cuanto a los comentarios
que había hecho en relación a su virginidad… Bueno, daba la casualidad de que
si ella nunca había… si todavía era… era sencillamente porque no había
encontrado ningún hombre al que deseara lo suficiente, y no tenía nada que ver
con la ingenuidad o la timidez.
—¡Ay!v—se quejó en voz alta
al notar el picor que le estaban provocando las ortigas a pesar de los guantes
que llevaba.
Como Gastón, aquellas
plantas la habían pillado desprevenida y el resultado era el mismo: dolor. Al
menos con las ortigas podía defenderse, pensó mientras arrancaba unas cuantas,
llena de rabia.
—¡A ver qué te parece esto!
—dijo en tono triunfal.
—Disculpe.
Una voz masculina hizo que
se diera la vuelta, sonrojada porque alguien la hubiera oído hablar con las
plantas.
—Es que he tocado una
ortiga —explicó sin demasiada convicción al hombre que se encontraba de pie a
solo unos metros de ella.
—Mi mujer las odia
—respondió él con amabilidad—. Pero eso es porque sus hermanos la tiraron
encima de unas cuando era pequeña.
—¡Qué brutos!
—Mucho me temo que se lo
había buscado —empezó a contarle con dulzura—. Por lo visto ella había metido todos
sus soldados de juguete en un montón de cemento fresco. Bueno —cortó la
anécdota al darse cuenta de que no era eso a lo que había ido—, estaba buscando
a Gastón. He llamado al timbre pero nadie ha contestado, entonces la he visto
aquí. Usted debe de ser su mujer.
—Sí —respondió Rocío
confundida al no saber quién era aquel hombre que estaba al tanto de que Gastón
estaba casado.
—Soy Robert Bates —se
presentó como si hubiera podido leer sus pensamientos—. Trabajo para Gastón.
Dejó un mensaje en mi oficina diciendo que… que se había casado y pidiéndome
que le trajera unos papeles que necesitaba.
—¿Y solo por eso ha
deducido que yo era su esposa? —le preguntó Rocío bromeando.
—Por eso y porque tiene una
foto suya encima de la mesa de su despacho. La he reconocido al instante. Fue
su padre el que creó la empresa, ¿no es así? Gastón me ha hablado de él.
Rocío se había quedado
perpleja. ¿Gastón tenía una foto suya en su despacho? Recordó que su padre
tenía una de cuando ella tenía diecisiete años; debía haberla heredado de él.
Pero antes de que pudiera responder, el señor Bates empezó a decir algo que la
sorprendió aún más...
To be continued... jaja donde lo corte! Qué le dirá Robert Bates a Rocío??
To be continued... jaja donde lo corte! Qué le dirá Robert Bates a Rocío??

Haaayy espero pronto el proximo cap!!
ResponderEliminarAinss, ¡no tardes en ponerlo!
ResponderEliminarno tardes en subir
ResponderEliminarsubi pronto quiero saber que le esta diciendo Robert a Rochi!!
ResponderEliminarQue mala sos jajaja! no puedo creer que Gaston este enamorado de ella y que lo de Lisa sea mentira, lo de Lisa lo presentia pero lo de Gaston no! como se pone la cosa, brava. Quiero más!
ResponderEliminarQIERO MAS DALE!!!
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