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Amor por Chantaje Capítulo 9
EN UN GESTO casi infantil,
Rocío se empeñó en mantener los ojos cerrados a pesar de que llevaba despierta
más de diez minutos, porque sabía lo que encontraría a su lado.
En el jardín se oía el
canto de un mirlo y eso la ayudó a olvidarse un poco del nudo que tenía en el
estómago y abrir los ojos. Pero en el otro lado de la cama no estaba quien ella
temía; miró la almohada donde debería haber estado la huella de la cabeza de
Gastón y comprobó que allí no había dormido nadie.
Ya hacía cinco días desde
que habían vuelto de Londres y todavía no había ocurrido nada; Gastón y ella
aún no habían…
También era cierto que él
había estado de viaje tres de esos cinco días, pero Rocío se había trasladado
al dormitorio principal al llegar de sus compras, y lo había hecho llena de
nerviosismo. Aun así Gastón había preferido dormir en el sofá de abajo; había
asegurado que el motivo eran unas llamadas desde Estados Unidos que esperaba
recibir para zanjar un importante negocio.
—Es una tontería que te
moleste en mitad de la noche cada vez que tenga que entrar o salir —le había
explicado al verlo después de la primera noche que había pasado sola en aquella
enorme cama—. Espero que no estés decepcionada.
Rocío no había sabido qué
responder y se había asegurado a sí misma que se alegraba de que fuera a
marcharse durante unos cuantos días; pero lo cierto era que en su ausencia,
probablemente porque no estaba acostumbrada a tener tanto tiempo para pensar,
no había podido evitar preguntarse por qué no había hecho el menor intento de
acercamiento. Al fin y al cabo, el único motivo para que ella estuviera allí
era que le diera un hijo.
El día anterior cuando
había regresado sin previo aviso, ella había dado por hecho que había llegado
el momento que tanto temía; pero una vez más Gastón la había dejado dormir
sola.
¿Sería que no la deseaba lo
suficiente? ¿Porque en realidad ella no era la mujer con la que quería
acostarse y solo lo hacía para concebir ese niño?
Rocío se enjuagó las
lágrimas mientras afirmaba que le daba igual que Gastón quisiera a Lisa. ¡No
iba a llorar por eso! En lugar de llorar tendría que preguntarse por qué era
tan insensata, más bien tendría que sentirse contenta de no tener que dormir
con él.
Una vez se hubo duchado y
vestido, bajó las escaleras acariciando los animalillos de madera que había
labrados en el pasamano. Cuántas veces se los había enseñado su madre. Mientras
ella estaba viva aquella casa había sido un verdadero hogar rebosante de amor,
pero con la llegada de Lisa, Rocío había tenido que aprender a buscar refugio
en otro sitio. Un refugio que había encontrado en Gastón la mayoría de las
veces…
Al no verlo por ningún
lado, fue hasta su despacho. La puerta estaba cerrada así que respiró hondo y
la abrió con cuidado. La única luz que allí había era la que salía de la
pantalla del ordenador; se dirigió a la ventana para ventilar un poco y dejar
que entrara la luz del sol, pero de pronto se quedó inmóvil al descubrir a
Gastón profundamente dormido en el sofá.
Seguía llevando la ropa del
día anterior; la chaqueta del traje descansaba en el respaldo de una silla y se
había desabrochado los botones de la camisa. Los ojos de Rocío se detuvieron en
el pecho descubierto, en el estómago que, incluso relajado, se veía fuerte y
musculoso. Notó una especie de calambre mientras lo observaba y, de forma
inconsciente, dio un paso hacia él, tras el cual se quedó paralizada.
En Río, cada vez que se
había encontrado pensando en Gastón, fantaseando con su cuerpo y su rostro, se
había apresurado a decirse que lo que veía era producto de su imaginación, de
la idealización de una adolescente que no tenía nada que ver con la realidad.
Se había asegurado a sí misma que los años habrían deteriorado su aspecto y lo
habrían hecho perder gran parte de su atractivo.
Pero se había equivocado,
reconoció Rocío sin poder apartar los ojos de aquel cuerpo casi perfecto.
—¿Rochi?
Al oír su nombre pegó un
salto como si la hubiera picado algo. ¿Cuánto tiempo llevaba viendo cómo ella
lo observaba?
—No… no estaba segura de si
estabas aquí —dijo tartamudeando.
—Tenía trabajo que hacer
—respondió él incorporándose y con una tenue sonrisa en los labios—. Recuerdo
que estaba muy cansado.
—No creo que ese sofá sea
muy cómodo.
Apenas sabía lo que estaba
diciendo; lo único en lo que podía pensar era en la cantidad de sensaciones que
le había provocado la visión de su cuerpo.
—Bueno… podría haber sido
peor —respondió Gastón sin dejar de mirarla a los ojos.
Rocío se ruborizó aún más,
si eso era posible. ¿Qué había querido decir con eso? ¿Que dormir en el sofá
era preferible a tener que dormir con ella? Era él el que había insistido en no
anular el matrimonio. Se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Si quieres, luego podemos
ir en coche hasta la playa —sugirió él cuando estaba a punto de salir del
despacho.
En otra época aquella
invitación la habría llenado de felicidad y nada habría impedido que aceptara.
Quizás porque recordaba perfectamente aquella sensación de alegría, sintió que
debía castigarse por haber sido tan ingenua. No sabía por qué, pero en su voz
se reflejó el dolor y la rabia acumulados durante tantos años.
—No, no quiero. Solo estoy
aquí por un motivo, Gastón, y no tiene nada que ver con paseos a la playa.
Rocío había desaparecido
antes de que él pudiera contraatacar.
Una mañana en completa
soledad, seguida de una tarde arreglando los rosales del jardín no hicieron
nada por mejorar su estado de ánimo.
—Rochi —oyó la voz desde lo
alto de la escalera en cuanto entró al vestíbulo.
Se quedó totalmente helada
al levantar la vista y encontrarse a Gastón prácticamente desnudo. Llevaba solo
una toalla atada a la cintura y se estaba frotando el pelo con otra.
—Te he visto entrar del
jardín desde la ventana del dormitorio —empezó a decir—. Y se me ha ocurrido
que…
—¿Que debías avisarme que
estabas paseándote por la casa medio desnudo? —le preguntó en tono sarcástico—.
Te recuerdo que eres tú el que amenazó con seducirme, no yo.
—Bueno, en realidad te iba
a decir que estaba pensando que vas a necesitar un coche… A lo mejor uno de
esos cuatro por cuatro que llevan todas las madres… —su voz se fue convirtiendo
en un susurro que consiguió ponerle a Rocío los pelos de punta como si la
hubiera tocado con sus propias manos—. Pero, ya que has sacado el tema…
—Yo no he sacado ningún
tema —protestó ella inmediatamente.
—¿Y no querrías sacarlo
ahora? —insistió Gastón con la mirada de un lobo a punto de atacar a su presa.
—Te recuerdo que fuiste tú
el que no quiso que solicitáramos la nulidad matrimonial. Y el que quería que…
que tuviéramos un hijo —respondió ella enfadada.
—Y si no recuerdo mal,
fuiste tú la que aseguró que no serviría de nada que intentara seducirte. Pero,
si lo que quieres decirme es que has cambiado de opinión…
¿Cambiar de opinión?
¡Jamás! Moriría antes de hacer algo así. Pero, por algún motivo le resultó
imposible decir en voz alta lo que estaba pensando. Quizás porque estaba
demasiado centrada en la precariedad del atuendo de Gastón. La toalla estaba
atada a su cintura tan floja que…
No podía dejar de mirarlo.
Por mucho que quisiera poner objeciones a lo que había dicho, no conseguía
hacerlo.
—Rochi.
Había sensualidad y ternura
en la forma en la que dijo su nombre. Una especie de magia que la dejó
paralizada hasta que él estuvo a su lado y le rodeó la cintura con los brazos
mientras la acercaba aún más a él.
—Hueles a aire fresco y a
rosas —susurró oliéndole el cabello.
—Tú hueles a… a ti —murmuró
ella rindiéndose. La mirada de Gastón se hizo aún más intensa al oír aquellas
palabras.
—¿Tienes idea de lo
provocativo que es eso que has dicho? —le preguntó con una dulzura que provocó
una verdadera descarga eléctrica en ella—. ¿No sabes lo que siente un hombre
cuando una mujer le dice que recuerda su olor? ¿Quieres que te lo explique… que
te lo demuestre?
Sus cuerpos estaban
completamente pegados y las manos de Gastón estaban recorriendo con suavidad el
cuello y la nuca de Rocío, que estaba como hipnotizada. Podía sentir el calor
que desprendía, la excitación masculina perfectamente visible bajo la toalla.
—No —respondió ella con
debilidad, pero sus ojos decían otra cosa y su boca también. Algo que él
entendió a la perfección y a lo que respondió con un beso breve pero tan
impetuoso que la hizo perder el sentido por completo.
—¿Más? ¿Quieres más? —oyó
decir a Gastón, aunque ella habría jurado que no había dicho nada. Quizás había
sido su cuerpo el que había respondido desatándola—. ¿Así, Rochi? —hablaba tan
bajo que Rocío tenía que esforzarse por oírlo, del mismo modo que se esforzaba
por alcanzar su boca, por fundirse en ella por completo—. Pareces más una
hechicera que una muchacha virginal. ¿Eres una hechicera, Rochi?
Rocío trataba de escuchar
lo que estaba diciendo, pero notaba en su cuerpo que llamaba más su atención;
debajo de la finísima camisa podía notar los pezones endurecidos por el deseo y
pidiéndole a gritos que saciara ese deseo, necesitaba que Gastón los
acariciara, los besara, los chupara.
De pronto tenía la
sensación de que el tiempo se hubiera detenido, como si, de alguna manera,
estuviera sintiendo todo lo que la había hecho despertarse como mujer siendo
solo una adolescente, pero ahora lo hacía con la fuerza y la pasión de una
mujer de verdad.
Y parecía que su cuerpo
consideraba a Gastón como su compañero natural, un compañero del que llevaba
demasiado tiempo separada. ¡Llevaba demasiado tiempo negándolo!
Impulsada por la ansiedad,
Rocío le echó los brazos alrededor del cuello.
—¿Me
deseas, Rochi?
—Sí —respondió casi sin
aliento—. Sí, te deseo aquí y ahora —repitió justo antes de ponerse de
puntillas y besarlo con toda la pasión que llevaba dentro. Durante un largo
segundo no recibió ninguna respuesta, pero después Gastón abrió la boca contra
la de ella y su lengua empezó a moverse con la maestría que daba la experiencia
y encargándose de dejar corta cualquier fantasía que hubiera tenido sobre cómo
debía ser un beso.
No me matennnnnnnn!!!!! jajajajaja

WOOOOOOW! Me encantoooo! Necesito lo proximo YAAA! Te imploro, no tarde a subir lo proximo! PORFAVOR!
ResponderEliminar@mrsdalmau
ahhhhhh no lo puedes dejar asiii espero el proximo yaaa jajaja m encanto el capitulo k lindos los rubiosss
ResponderEliminarjajajajajjaaj... NO PODES DEJARNOS ASIIIIIIIIIIIIII!! espero el proximo!! :)
ResponderEliminarnoo me lo dejas así quiero saber ya si va pasar algo... necesito el proximo yaa
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