Último Baile
Justo antes de que
el sol se abriera paso en el horizonte, Lali y yo silenciosamente dejamos el
apartamento. No hablamos en el camino y yo estaba agradecida por el silencio.
Yo no quería hablar, yo no quería pensar. Sólo quería bloquear las últimas doce
horas, mi cuerpo se sentía pesado y adolorido como si hubiese estado en un
accidente de autos. Cuando entramos a mi habitación, vi que la cama de Kate
estaba hecha.
— ¿Me prestas tu
alisadora de cabello?
—La, estoy bien. Ve
a clases.
—No, no estás bien.
No quiero dejarte sola ahora.
—Eso es todo lo que
quiero en el momento.
Ella abrió su boca
para discutir, pero suspiró. No cambiaría mi opinión. —Vendré a verte después
de clases. Descansa.
Asentí, cerrando la
puerta tras de ella. La cama chilló debajo de mi cuando me deje caer sobre ella
en un ata que de rabia... todo el tiempo creí que era importante para Gaston;
que él me necesitaba pero en ese momento, me sentí como el brillante juguete
que Pablo dijo que era. Él quería probarle a Pablo que aún era suya. Suya.
—No soy de nadie —dije
a una habitación vacía.
Cuando las palabras
se acentuaron. Estaba abrumada por el dolor que había sentido la noche
anterior. No le pertenecía a nadie.
Nunca me sentí más
sola en mi vida.
Agustin puso una
botella café frente a mí. Ninguno de nosotros quería celebrar, pero estaba al
menos reconfortada por el hecho de que, según Lali, Gaston evitaría la fiesta
de Citas a toda costa. Papel rojo y rosado cubrían las botellas vacías que
colgaban del techo y vestidos rojos en distintos estilos desfilaban. Las mesas
estaban cubiertas con pequeños corazones. Agustin rodó sus ojos ante la
ridícula decoración.
—El Día de San Valentín en una casa de fraternidad. Romántico
—él dijo, viendo a las parejas caminar.
Peter y Lali estaban
abajo bailando desde el momento en que llegamos y Agustin y yo protestamos
nuestra presencia haciendo pucheros en la cocina. Me bebí el contenido de la
bebida rápidamente, decidida a borrar los recuerdos de la última fiesta de
parejas a la cual asistí.
Agustin abrió otra
lata y me entregó otra, sabiendo de mi desesperación por olvidar. —Traeré más,
—dijo él yendo hacia el refrigerador.
—El barril es para
los invitados, las botellas para los Sig Tau. —Una chica se burló a mi lado.
Miré al vaso rojo en
su mano. —O tal vez tu novio te dijo eso porque contaba con una cita barata.
Ella entrecerró sus
ojos, se apartó de la barra y se llevó su vaso a otro lugar. — ¿Quién era esa?
—Preguntó Agustin sentándose con cuatro botellas más.
—Alguna perra de la
fraternidad, —dije mientras la miraba alejarse.
Para el momento en
que Lali y Peter se nos unieron, había seis botellas vacías a mi lado, mis
dientes estaban dormidos y se sentía más fácil sonreír. Estaba más cómoda
recostada en mi lugar en la barra. Gaston no se había presentado. Y yo podía
sobrevivir el resto de la fiesta en paz.
— ¿Ustedes chicos
van a bailar o qué? —Lali preguntó.
Miré a Agustin —
¿Vas a bailar conmigo Agustin?
— ¿Vas a ser capaz
de bailar? —él dijo, alzando una ceja
—Sólo hay una manera
de averiguarlo, —dije jalándolo al primer piso. Rebotamos y nos sacudimos hasta
que un fino brillo de sudor comenzó a formarse debajo de mi vestido. Justo
cuando creí que mis pulmones explotarían. Una canción lenta salió de los
altavoces. Agustin miró incomodo alrededor de nosotros, viendo a las parejas
acercarse.
— ¿Vas hacerme
bailar esto, cierto? —Él preguntó.
—Es el Día de San
Valentín. Pretende que soy un chico.
Él rió, llevándome a
sus brazos. —Es difícil si estás usando un pequeño vestido rosado.
—Como sea, como si
nunca hubieses visto un chico en vestido.
Agustin se encogió
de hombros. —Cierto.
Me reí apoyando mi
cabeza en su hombro, el alcohol hizo que mi cuerpo se sintiese pesado y
perezoso mientras trataba de moverme a un ritmo lento.
— ¿Te importa si
interrumpo, Agustin?
Gaston estaba de pie detrás de nosotros, medio divertido,
medio preparado para mi reacción, la sangre de mis mejillas inmediatamente
estalló en llamas.
Agustin me miró,
luego a Gaston. —Seguro.
—Agustin, —siseé
mientras se alejaba. Gaston me atrajo hacia él e intenté mantener el mayor
espacio entre nosotros como fuese posible—. Pensé que no vendrías.
—No iba a venir,
pero sabía que estabas aquí. Tuve que venir.
Miré alrededor de la
habitación, evitando sus ojos. Cada movimiento que hacía, estaba muy consciente
de ellos, los cambios de presión de sus dedos donde me tocaba, sus pies
arrastrándose junto a los míos, sus brazos moviéndose, rozando mi vestido. Me
sentía ridícula pretendiendo no notarlo. Su ojo estaba sanando, el moretón casi
desapareciendo. Las manchas rojas en su rostro habían desaparecido como si yo
las hubiera imaginado. Toda evidencia de esa horrible noche había desaparecido,
dejando sólo el dolor del recuerdo.
Él miraba cada
respiración mía y cuando la canción estaba a medio terminar, él suspiró. —Estás
hermosa, Pajarita.
—No.
— ¿No qué? ¿Qué no
te diga que eres hermosa?
—Sólo… no.
—No era mi
intención.
Resoplé frustrada. —Gracias.
—No, tú luces
hermosa, eso es verdad. Estaba hablando de lo que dije en mi habitación. No voy
a mentir. Disfruté alejándote de tu cita con Pablo…
—No era una cita,
Gaston. Sólo estábamos comiendo. Él ahora no me habla, gracias a ti.
—Lo escuché. Lo
siento.
—No, no lo haces.
—Tú… tú tienes
razón, —dijo él, tartamudeando cuando vio mi expresión impaciente—. Pero yo…
esa no fue la única razón por la que te llevé a la pelea, te quería allí
conmigo. Pajarita. Tú eres mi amuleto de la suerte.
—No soy tu nada,
—espeté, mirándolo.
Él juntó sus cejas y
paró de bailar. —Tú eres mi todo.
Presioné mis labios,
tratando de mantener mi enojo en la superficie, pero era imposible estar
enfadada con él cuando me miraba de esa forma.
— ¿Tú de verdad no me odias… cierto? —Él preguntó.
Me alejé de él,
poniendo más distancia entre nosotros. —A veces desearía hacerlo, haría todo
este infierno más sencillo.
Una sonrisa
cuidadosa se esparció por sus labios en una sutil y fina línea. — ¿Entonces que
te enfada más? ¿Lo que hice para que quisieras odiarme? ¿O saber que no puedes?
La rabia regresó,
pasé a su lado, corriendo por las escaleras hasta la cocina. Mis ojos
comenzaban a brillar, pero me negué a ser un lio de sollozos en esta fiesta de
citas. Agustin se puso de pie al pie de la mesa, y suspiré aliviada cuando me
entregó una cerveza.
Por la siguiente
hora miré a Gaston rechazar chicas y beber tragos de whisky en la sala. Cada
vez que me miraba, yo miraba a otro lado. Determinada a pasar la noche sin una
escena.
—Ustedes dos se ven
miserables, —dijo Peter.
—No podrían verse
más aburridos así lo hicieran apropósito, —Lali murmuró.
—No lo olviden… no
queríamos venir —Agustin les recordó.
Lali hizo su famosa
cara y yo tan famosa por ceder. —Podrías pretender, Rochi. Por mí.
Justo cuando abrí mi
boca para decir algo mordaz, Agustin tocó mi brazo. —Creo que cumplimos con
nuestro deber, ¿estás lista para irnos Rochi?
Bebí un último trago
rápido de mi cerveza y tomé la mano de Agustin. Tan ansiosa como estaba para
irme, mis piernas se congelaron cuando la misma canción que Gaston y yo
bailamos en mi cumpleaños flotó por las escaleras. Cogí la botella de Agustin y
tomé un sorbo, tratando de bloquear los recuerdos que llegaron con la música.
Brad se recostó en
la barra. — ¿Quieres bailar?
Le sonreí y negué
con la cabeza, él empezó a decir algo más pero fue interrumpido.
—Baila conmigo,
—Gaston estaba parado a un metro de mí, su mano extendida hacia a mí. Lali, Peter
y Agustin me miraban. Esperando por mi respuesta tan ansiosos como Gaston.
—Déjame en paz,
Gaston, —dije, cruzando mis brazos.
—Esta es nuestra
canción, Pajarita.
—No tenemos canción.
—Pajarita…
—No.
Miré a Brad y forcé una sonrisa. —Me encantaría bailar, Brad.
Las pecas de Brad se
extendieron por sus mejillas cuando sonrió, haciendo un gesto para que subiera
las escaleras.
Gaston se tambaleó,
el dolor claramente en sus ojos. —Un brindis, —gritó.
Me estremecí,
girando justo a tiempo para verlo subir a una silla, robando una cerveza al Sig
Tau más cercano. Miré a Lali que observaba a Gaston con una expresión plana.
—A los idiotas,
—dijo él haciendo un gesto hacia Brad—, y a las chicas que rompen tu corazón.
—Él inclinó su cabeza hacia mí, sus ojos perdieron concentración—. Y al
absoluto y horrible horror de perder a tu mejor amiga porque fuiste lo
suficientemente estúpido para enamorarte de ella.
Él bebió su cerveza,
terminando lo que quedaba, y luego botándola en el piso, la habitación estaba
en silencio excepto por la música que tocaban en el piso de abajo y todos
miraban a Gaston en confusión.
Mortificada tomé la
mano de Brad y lo guie abajo a la pista de baile. Unas cuantas parejas nos
siguieron, observándome de cerca, por lágrimas u otra respuesta ante el brindis
de Gaston, relajé mi rostro negándome a darles lo que querían.
Bailamos algunos
pasos tensos y Brad suspiró —Eso fue… raro.
—Bienvenido a mi
vida.
Gaston se abrió
camino a través de las parejas en la pista de baile deteniéndose a mi lado, le
tomó un momento mantenerse de pie. —Los interrumpo.
—No, no lo harás ¡Jesús!
—dije, negándome a mirarlo.
Después de unos
tensos segundos miré hacia arriba. Viendo los ojos de Gaston perforar los de
Brad. —Si no te alejas de mi chica, te cortaré la garganta aquí mismo en la
pista de baile.
Brad parecía
confundido, sus ojos miraban de Gaston a mí. —Lo siento, Rochi. —Dijo,
lentamente alejando sus brazos de mí. Él se retiró hacia las escaleras y yo me
quedé allí humillada.
—Como me siento
hacia ti esta noche Gaston…. está muy cerca del odio.
—Baila conmigo,
—suplicó balanceándose para mantener su equilibrio.
La canción terminó y
suspiré aliviada. —Ve y bebe otra botella de whisky, Gas, —me volví a bailar
con el único chico soltero en la pista de baile.
El ritmo era rápido
y sonreí a mi nuevo y sorprendido compañero de baile, tratando de ignorar el
hecho de que Gaston estaba a sólo unos metros detrás de mí. Otro hermano Sig
Tau bailo detrás de mí, agarrando mis
caderas. Lo alcancé, jalándolo más cerca. Me recordaba a la
forma en que Gaston y Eugenia había bailado esa noche en el Red. He hice mi
mejor intento por recrear la escena que deseé en muchas ocasiones poder
olvidar. Dos pares de manos estaban prácticamente en cada parte de mi cuerpo y
era más fácil ignorar la parte más reservada con esa gran cantidad de alcohol
en mi sistema.
De repente, yo estaba
en el aire, Gaston me tiró encima de su hombro al mismo tiempo empujando a uno
de sus hermanos duro, contra el piso.
— ¡Bájame! —dije,
golpeando mis puños contra su espalda.
—No voy a dejar que
te avergüences por mí —gruñó él, bajando las escaleras de dos en dos.
Cada par de ojos me
observaba patear y gritarle a Gaston por la habitación. — ¿Tú no crees… —dije
mientras luchaba—, que esto es vergonzoso? ¡Gaston!
— ¡Peter! ¿Está
Donnie fuera? —Gaston dijo, esquivando mis piernas.
—Uh… ¿Sí?
—Dijo él
— ¡Bájala! —dijo Lali,
acercándose a nosotros.
—Lali —me retorcí—.
¡No te quedes allí! ¡Ayúdame!
Sus labios se
alzaron y se echó a reír una vez. —Ustedes dos se ven ridículos.
Mis cejas se
juntaron ante sus palabras, sorprendida y enojada a la vez de que ella
encontrara algo de esta situación graciosa.
Gaston se dirigió
hacia la puerta y la miré. — ¡Muchas gracias, amiga!
El aire frío golpeó
las partes desnudas de mi piel, y protesté más fuerte. — ¡Bájame, maldición!
Gaston abrió la
puerta de auto y me tiró en el asiento trasero, deslizándose a mi lado.
—Donnie, ¿tú eres el conductor designado esta noche?
—Sí, —dijo
nerviosamente mientras me observaba luchar.
—Necesito que nos
lleves a mi apartamento.
—Gaston… no creo…
La voz de Gaston era
controlada pero amenazante. —Hazlo, Donnie o te juro que te golpearé la parte
de atrás de tu cabeza con mi puño, lo juro por el amor de Dios.
Donnie se apartó de
la acera y me lancé hacia la manija de la puerta. —No voy a ir a tu
apartamento.
Gaston me agarró de
una muñeca y luego la otra, me acerqué para morder su brazo. Él cerró sus ojos
y luego un gruñido escapó de su mandíbula apretada cuando mis dientes se
hundieron en su piel.
—Haz lo mejor que puedas, Pajarita. Estoy cansado de tu
mierda.
Solté su piel y me
sacudí, intentando liberarme de su agarre. — ¿Mi mierda? ¡Déjame salir
de este maldito auto!
Él puso mis muñecas
cerca de su rostro. — ¡Te amo, maldición! ¡No irás a ningún lado hasta que
estés sobria y arreglemos esto!
—Tú eres el único
que no ha arreglado esto, Gaston, —dije, él me soltó y yo crucé mis brazos,
puse mala cara todo el camino hacia el apartamento.
Cuando el auto
desaceleró para detenerse, me acerqué. — ¿Puedes llevarme a casa, Donnie?
Gaston me sacó del
auto por el brazo y me levantó en su hombro de nuevo, cargándome por las
escaleras. —Buenas noches, Donnie.
— ¡Llamaré a tu
padre! —Grité.
Gaston se rió en voz
alta. — ¡Y él probablemente me golpeará en el hombro y me dirá que ya era hora!
Él luchó por abrir
la puerta mientras yo pateaba y movía mis brazos para escapar. — ¡Detente, Pajarita,
o aceremos por las escaleras! —Una vez que abrió la puerta, él entró hacia la
habitación de Peter.
— ¡BÁJAME!
—Grité.
—Bien, —dijo,
dejándome en la cama de Peter—. Duerme, hablaremos por la mañana.
La habitación estaba
oscura; la única luz una viga que brillaba de la luz del pasillo. Luché por
concentrarme a través oscuridad, cerveza y rabia, y cuando él prendió la luz,
iluminó su sonrisa de autosuficiencia.
Golpeé el colchón
con mis puños, — ¡No puedes decirme que hacer, Gaston! ¡No te pertenezco!
Un segundo le tomó
volverse y encararme, su expresión se había contorsionado con rabia, él se
acercó a grandes zancadas hacia a mí, poniendo sus manos sobre la cama y
acercándose a mi rostro.
— ¡BUENO, YO TE
PERTENEZCO! —Las venas de su cuello sobresalían mientras gritaba, me encontré
con su mirada, negándome siquiera a parpadear. Él miró hacia mis labios,
jadeando—. Te pertenezco, —susurró, su rabia derritiéndose cuando se dio cuenta
cuan cerca estábamos.
Antes de que pudiera
pensar una razón para no hacerlo, tomé su rostro, golpeando mis labios contra
los suyos. Sin dudarlo Gaston me levantó con sus brazos. En pocas zancadas me
llevó a su habitación, ambos cayendo sobre su cama.
Tiré su camisa sobre
su cabeza, buscando en la oscuridad a tientas la hebilla de su cinturón. Él lo
abrió, rompiéndolo y tirándolo al suelo. Él me
levantó del colchón con una mano, y me quitó el vestido con
la otra. Lo jalé sobre mi cabeza, tirándolo en algún lado en la oscuridad, y
entonces Gaston me besó, gimiendo sobre mis labios.
Con sólo unos
cuantos movimientos, sus bóxers estaban fuera y él presionó su pecho contra el
mío. Agarré su trasero, pero él se resistió cuando intenté acercarlo a mí.
—Los dos estamos
borrachos —dijo él, respirando rápidamente.
—Por favor.
—Presioné mis piernas contra sus caderas, desesperada por aliviar el ardor
entre mis muslos. Gaston estaba empeñado en que volviéramos, y no tenía
intención de resistir lo inevitable, así que estaba más que lista para pasar la
noche entre sus sábanas.
—Esto no está bien,
—dijo él
Él estaba justo
encima de mí, presionando su frente contra la mía, tenía la esperanza de que
fueran una media protesta y que podía de alguna forma persuadirlo de que él
estaba equivocado. La forma en que no podíamos mantenernos alejados uno del
otro, era inexplicable. Pero no necesitaba más una explicación. No necesitaba
ni siquiera una excusa, en este momento sólo lo necesitaba a él.
—Te quiero.
—Necesito que lo
digas, —dijo él
Mi interior gritaba
por él, y no podía soportarlo un segundo más. —Diré lo que quieras que diga.
—Entonces di que me
perteneces, di que me tomas de vuelta, no haré esto a menos que estemos juntos.
—Nunca hemos estado
separados, ¿cierto? —Pregunté. Esperando que fuera suficiente.
Él negó con su
cabeza, sus labios rozando los míos. —Necesito escuchar que lo digas. Necesito
saber que eres mía.
—He sido tuya desde
el segundo en que nos conocimos.
Mi voz tomó un tono
de ruego, en otro momento sería vergonzoso, pero estaba más allá del
arrepentimiento. Había luchado contra mis sentimientos, guardados,
embotellados. Había experimentado momentos de felicidad todos ellos con Gaston,
luchando, riéndome, amando o llorando, era con Gaston donde quería estar.
Uno de los lados de
su boca se estiró cuando tocó mi rostro y entonces sus labios tocaron los míos,
en un beso tierno. Cuando lo jalé hacia a mí, él no se resistió. Sus músculos
se tensaron, y sostuvo la respiración mientras se deslizaba dentro de mí.
—Dilo de nuevo, —dijo él.
—Soy tuya, —suspiré.
Cada nervio, fuera y dentro quemaba por más—. No quiero nunca más estar
separada de ti.
—Prométemelo, —dijo
él, gimiendo con otro empuje.
—Te amo. Te amaré
por siempre. —Las palabras fueron más un suspiro, pero miré sus ojos cuando las
dije, pude ver la incertidumbre desvanecerse de sus ojos e incluso pude ver con
la poca luz su rostro iluminarse.
Finalmente
satisfecho, selló su boca sobre la mía.
Gaston me despertó
con besos, mi cabeza estaba pesada y nublada por las bebidas de la noche
anterior, pero la hora antes de dormir corrió en mi mente a vivido detalle,
suaves labios bañaban mi mano, brazo y cuello. Y cuando alcanzaron mis labios,
sonreí.
—Buenos días —dije
contra su boca.
Él no habló, sus
labios continuaron trabajando contra los míos. Entonces sus brazos me
envolvieron y luego enterró su rostro en mi cuello.
—Estás callado esta
mañana, —dije corriendo mis manos sobre su espalda desnuda. Y luego las dejé
continuar hasta su trasero, y enrollé mis piernas en su cadera, besándolo en la
mejilla.
Él negó con su
cabeza. —Sólo quiero estar así, —susurró.
Fruncí el seño. —
¿Me perdí de algo?
—No quería
despertarte, ¿Por qué no vuelves a dormir?
Me recosté contra la
almohada, jalando su barbilla. Sus ojos inyectados con sangre y la piel
alrededor de ellos llenos de ojeras.
— ¿Qué diablos está
mal contigo? —pregunté, alarmada.
Él tomó mi mano y la
besó, presionando su rostro contra mi cuello. —Sólo vuelve a dormir, Pajarita,
por favor.
— ¿Algo paso? ¿Es Lali?
—Con la última pregunta, incluso viendo el miedo en mis ojos, su expresión no
cambio. Él simplemente suspiró, y se sentó conmigo, mirando mis manos.
—No… Lali está bien,
ellos llegaron alrededor de las cuatro de la mañana. Aún siguen durmiendo, es
temprano, sólo vayamos a dormir.
Sintiendo mi corazón latir contra mi pecho, sabía que no
tenía ninguna oportunidad para volver a dormir, Gaston puso sus dos manos en
cada lado de mi rostro y me besó, su boca se movía diferente, como si me besara
por última vez. Él me acostó en la almohada, me besó una vez más y descansó su
cabeza en mi pecho, envolviendo sus dos manos alrededor mío fuertemente.
Cada posible razón
por el comportamiento de Gaston apareció en mi cabeza como canales de
televisión, lo abracé hacia a mí, con miedo a preguntar. — ¿Has dormido?
—Yo… no podía, no
quería… —su voz se apagó.
Besé su frente, —Lo
que sea que pase, lo superaremos juntos. ¿Por qué no duermes? Veremos qué hacer
cuando despiertes.
Alzó su cabeza y
escaneó mi rostro, vi tanto la desconfianza como la esperanza en sus ojos. —
¿Qué quieres decir con: veremos qué hacer?
Junte mis cejas,
confundida, no podría saber que había pasado mientras yo dormía que podría
causarle tanta angustia. —No sé qué está pasando, pero estoy aquí.
—Estás aquí ¿Cómo en
te estás quedando? ¿Conmigo?
Sabía que mi
expresión debía ser ridícula, pero mi cabeza giraba por ambos, el alcohol y la
pregunta bizarra de Gaston. —Sí. ¿Pensé que habíamos hablado anoche de eso?
—Lo hicimos, —él
asintió animándome.
Busqué la habitación
con mis ojos, pensando, sus paredes ya no estaban vacías como la primera vez
que lo conocí, ahora tenían baratijas en las paredes de los lugares en los
cuales la habían pasado juntos, y la pared blanca era interrumpida por marcos
negros de fotos mías, nuestras, de cafre, y nuestro grupo de amigos, un marco
más grande de los dos en mi cumpleaños sustituía el sombrero que había colgado
en un clavo encima de su cabecera.
Entrecerré mis ojos.
— ¿Pensaste que despertaría enfadada contigo cierto? ¿Pensaste que me iría?
Él se encogió de
hombros, haciendo un pobre intento de indiferencia que solía salirle tan bien.
—Eso es por lo que eres famosa.
— ¿Es por eso que
estas tan enfadado? ¿Estabas preocupado por lo que pasaría cuando despertara?
Él se acomodó, como
si sus siguientes palabras fueran difíciles. —No quería que anoche pasara de
esa forma, estaba un poco borracho, te seguí en la fiesta como un maldito
acosador y luego que traje aquí en contra de tu voluntad… y luego nosotros… —Él
negó con su cabeza, claramente disgustado con las imágenes que corrían por su
mente.
— ¿Tuvimos el mejor
sexo de mi vida? —Sonreí apretando su mano.
Gaston se rió una vez, la tención alrededor de sus ojos
desvaneciéndose lentamente. — ¿Entonces, estamos bien?
Lo besé tocando los
lados de su rostro con ternura. —Sí, tontito. ¿Lo prometí no? Te dije todo lo
que querías escuchar, estamos juntos y ¿aún no estás feliz?
Su rostro se
comprimió en una sonrisa.
—Bebé, basta, te
amo, —dije, suavizando las líneas de sus ojos—, este absurdo enfrentamiento
pudo haber terminado en el Día De Acción de Gracias pero…
—Espera… ¿Qué? —Dijo
él acercándose.
—Estaba
completamente preparada para rendirme en Acción de Gracias, pero tú dijiste que
habías terminado de hacerme feliz, y yo era muy orgullosa para decirte que te
quería devuelta.
— ¡¿Estás
bromeando!? ¡Estaba intentando hacerlo fácil para ti! ¿Sabes cuan miserable he
sido?
Fruncí el seño.
—Parecías bien después de las vacaciones.
—Eso era por ti,
tenía miedo de perderte si no pretendía estar bien con lo de ser amigos. ¿Pude
estar contigo todo este tiempo? ¡¿Qué diablos, Pajarita?!
—Yo… yo. —No podía
discutir, nos hice sufrir a los dos, no tenía excusa—. Lo siento.
— ¿Lo sientes? Casi
bebí hasta la muerte, casi no podía salir de la cama, destruir mi teléfono en
millones de piezas en la víspera de Año Nuevo para evitar llamarte y me dices
que… ¿Lo sientes?
Mordí mi labio y
asentí, avergonzada, no tenía ni idea por lo que había pasado y escucharlo
decir las palabras causaba un agudo dolor en mi pecho. —Lo siento… mucho,
mucho.
—Estás perdonada,
—dijo con una sonrisa—. No lo vuelvas a hacerlo nunca.
—No lo haré, lo
prometo.
Él mostró su hoyuelo
y negó con la cabeza. —Te amo, maldita sea. ADAP:J.MCGUIE

increibleeeee *-*
ResponderEliminarahhhh k lindooo en capitulo por fin se arreglaron los rubiossss kiero el proximo yaaaa besosss no m los separes otra vezzzz jaja
ResponderEliminarEl mejor capitulo qiero mas jaja
ResponderEliminaral fin estan juntos, me imagine la escena de como Gas sacaba a Rochi de la fiesta, ya quiero el próximo capitulo
ResponderEliminar