Después de horas y horas de espera, Lali fue enviada a casa luego
de la
resonancia magnética. Nos dijeron que a causa de la metida de pata
que
su medico había hecho al no enviarla para una resonancia magnética
antes que ellos solicitaran que los resultados fueran dados tan
pronto
como fuera posible. Esto todavía significaba una espera de hasta
dos
semanas. Al final esperamos diez días, y esos diez días fueron
terribles.
Una especie de entumecimiento vacío cayó sobre todos nosotros
mientras
todos los peores resultados corrían a través de nuestras cabezas.
Fui a ver
a la Dra. Pritchard pero ni siquiera me atreví a hablar sobre lo
que estaba
pasando conmigo. Ha sido una sesión tranquila.
Los diez días fueron tranquilos, los tres sentados en el
apartamento,
recibiendo llamadas de Peter y Silvia, pero en realidad no
diciendo nada.
Había un montón de té y café hecho, comida para llevar, y
televisión. Pero
ninguna discusión. Era como si el miedo hubiera puesto un bloqueo
a
cualquier avance hacia conversación significativa. Y por primera
vez desde
que habíamos empezado a vernos, Gaston y yo compartíamos una cama
sin tener sexo. No sabía qué hacer por él, así que le dejé tomar
la
iniciativa; cuando habíamos tenido sexo fue lento y suave. Cuando
no,
Ybien.Tus ojos, tu cabeza, tus brazos, tus piernas, tus ansias.
—Encontraron algo. Un tumor.
Mis ojos volaron a Lali y ella se encogió de hombros hacia mí, su
boca
temblorosa. —Me han referido a un neurólogo, el Dr. Dunham. Tengo
que ir y hablar con él mañana antes que nada. Sobre el
siguiente paso. Ya sea si es cirugía. Ya sea si es maligno o no
—finalizó
Lali.
Esto no estaba pasando.
¿Cómo había permitido que esto sucediera?
Di un paso atrás, confundida, enojada, sin creer que esto
estuviera
sucediendo de nuevo.
Todo fue mi culpa.
Los había dejado entrar, había roto mis reglas, y ¡estaba de
vuelta en la
plaza uno de mierda!
Mierda.
¡Mierda!
¡MIERDA!
Pero los gritos aterrorizados sólo se hicieron eco en mi cabeza. A
Lali le di
una inclinación de cabeza estoica. —Vas a estar bien. No sabemos
nada
todavía.
Pero lo sabía. Lo sabía. Yo era una maldición. Sabía que no podía
ser tan
feliz. Sabía que algo malo iba a suceder. ¿Qué le había hecho a Lali?
¿Lali? Me duele por ella. Quería quitarle su miedo. Quería que
estuviera
Pero no hice nada de eso.
En lugar de eso la empujé bajo el maco de mi puerta. —Tengo mi
turno en
el bar esta noche. Iré al gimnasio antes de eso. —Asentí con la
cabeza
robóticamente hacia ellos y me hice moverme para pasarlos.
—¿Rocio? —Gaston agarró mi brazo, sus ojos llenos de aprensión y
miedo. E incredulidad ante mi actitud. Él me necesitaba.
Yo no quería necesitarlo.
Tiré mi brazo hacia atrás suavemente y le dediqué una frágil
sonrisa. —Los
veré más tarde.
Y luego me marché, dejándolos solos con sus miedos.
No fui al gimnasio. El
paseo por la Milla Real era enérgico y frío, el frío
cepillando mis mejillas, mis pulmones parecían trabajar
adicionalmente
duro contra el aire invernal. Crucé el puente levadizo, pagué mi
billete, y
luego caminé bajo el arco de piedra y tomé el sendero de grava que
se
extendía hacia arriba a la derecha. Me dirigí hasta la vía
principal, y a los
derechos bosquejos de los muros del castillo. Allí me detuve, de
pie junto a
Mons Meg, una de los más antiguos cañones del mundo, y
juntos miramos
por encima la ciudad. Incluso en la helada ligeramente brumosa, la
ciudad
era impresionante desde aquí. Pagué la cuota de entrada no tan
barata al
castillo sólo para esta vista. Y supongo que por la grandeza de
todo esto,
Era donde yo creía podía encontrar un poco de paz, he hecho esto
siempre
que entró en pánico acerca de nunca, jamás encontrar la paz
duradera que
buscaba. Hoy necesitaba esto.
Girando a través de los últimos meses, enterrando mi cabeza en la
arena,
fingiendo que no había consecuencias para las personas amantes, me
había llevado a donde estaba yo. Sólo seis meses haciendo el
cambio en el
“nuevo yo” y el suelo había sido arrancado de debajo de mí otra
vez.
Eso fue egoísta.
Sabía eso.
Lali era la única sufriendo aquí, no yo.
Pero eso no era cierto tampoco.
Lali Dalmau era una en un millón. Ella era dulce, amable, algo
torpe,
divertida, de gran corazón... y mi familia. La primera familia que
había
tenido desde que perdí la mía. Me sentía protectora con ella, me
dolía
cuando le dolía, pensé en su felicidad, y lo que podría hacer para
ayudarla
a conseguir todo lo que la haría feliz. Ni siquiera mi relación
con Candela
había estado tan cerca.
Yo era casi tan cercana con Lali como lo había sido con Mery.
Y ahora estaba perdiendo a Lali también.
Me hundí hasta el suelo de piedra helada al lado del cañón y
envolví mis
brazos alrededor de mi cuerpo en un esfuerzo por ahogar el dolor.
Se me
ocurrió que si yo volviera a escribir todo en mi cabeza, entonces
tal vez no
me sentiría de esta manera. Tal vez, Lali y yo no fuéramos tan
cercanas.
Tal vez nunca lo habríamos sido. Si eso fuera cierto, entonces
perderla,
estaría bien.
Salté de repente ante el sonido de mi celular sonando. Mi estómago
pesado
con temor, lo saqué y exhalé con alivio cuando vi que era Candela
llamado.
—Oye —contesté con voz ronca.
—Tú, perra —llamó Candela bajo la línea, sonando sorprendentemente
alegre—. ¿Cómo lo llevas? Estoy llamando para hacerte saber que Vicco
y
yo estaremos volando en tres días y luego nos dirigiremos
para quedarnos con su mamá en Navidad. Vamos a hacer
una parada rápida para verte antes de subir el tren, así que
necesito tu
dirección, cariño.
Momento horrible. —Las cosas están un poco raras en el apartamento
por
el momento. ¿Puedo encontrarlos para un café en su lugar?
—Jesús, Rochi, suenas como el infierno. ¿Está todo bien?
No quiero hablar de ello por teléfono. —Te lo explicaré cuando te
vea.
¿Café?
—Sí, está bien —todavía sonaba preocupada—. La tienda de café en
la
librería. Tres de la tarde, el lunes.
—Nos vemos entonces. —Colgué, mis ojos escaneando la vista y luego
viajando hacia arriba a las nubes blancas con sus vientres pálidos
y
rostros gruñones.
Eran sólo un extenso arsenal sin peso, pelusa flotando. Sus
vientres no
estaban oscuros o pesados.
Sin el peso, no había lluvia.
Jo me agarró antes de que pudiera tomar la orden de mi próximo
cliente y
me tironeó todo el camino de vuelta a la sala de empleados. Sus
manos
volaron a sus caderas, sus cejas juntándose.
—Estás actuando muy raro.
Me encogí de hombros, disfrutando de la manta de entumecimiento
que
había encontrado y rápidamente envolví a mí alrededor.
—Estoy cansada.
—No. —Jo dio un paso adelante, con la cara grabada de
preocupación—.
Hay algo pasando aquí contigo, Rochi. Mira, sé que no somos muy
cercanas, pero siempre has estado allí para mí cuando yo sigo y
sigo sobre
mis problemas, así que si necesitas hablar conmigo, estoy aquí.
No quiero que
estés ahí para mí.
—Estoy bien.
Negó con la cabeza. —Tienes esto, como, la mirada muerta en tus ojos,
Rochi. Estás asustando a la mierda de mí y de Craig. ¿Ha pasado
algo?
¿Pasó algo con Gaston?
No, y esto no
esta yendo hacia él.
—No.
—¿Rochi?
—Jo, está muy concurrido ahí afuera, ¿No podemos dejar esto?
Se sobresaltó y entonces se mordió su labio con inquietud. —Está
bien.
Asentí con la cabeza y giré sobre mis talones, de regreso a la
barra para
seguir adelante con ella. Vi a Jo avanzar furtivamente a Craig y
susurrarle
algo al oído. Su cabeza giró para mirarme.
—Rochi, ¿qué mierda está pasando contigo, cariño?
Me gire lejos de él como una respuesta.
Craig le disparo a Jo una mirada.
—No creo que ella quiera hablar de ello.
Para mi sorpresa, Gaston estaba esperando fuera del Club 39 por
mí. Mi
turno se había ido en un borrón. Ni siquiera podía recordar haber
hecho
nada, así que me tomó un momento salir de la niebla y reconocerlo.
De pie
apoyado en la barandilla de hierro forjado, sin afeitar, con la
mirada fija en
el suelo en contemplación sombría, con las manos metidas en los
bolsillos
de su elegante, abrigo de doble botonadura. Se volvió mientras me
acercaba a la acera y casi me estremecí ante la visión de él.
Tenía el pelo
más despeinado de lo habitual, con sus ojos inyectados de sangre y
oscuridad.
Por un momento, casi se me olvida que todo lo que habíamos tenido
estos
últimos meses ya no existía. Fue enterrado debajo de la trampilla
de la
puerta. Crucé los brazos sobre mi pecho, frunciendo el ceño hacia
él.
—¿No deberías estar con Lali?
La mirada de Gaston estaba investigando cuando miró hacia mí. Mi
corazón herido. Se veía tan joven y vulnerable. No me gustaba
verlo así.
—Le di un poco de whisky. Ella lloró hasta quedarse dormida. Pensé
en
venir a buscarte.
—Deberías haberte quedado con ella. —Me hice caminar para pasarlo
y él
me agarró mi brazo apretando, casi dolorosamente, arrastrándome a
una
parada.
Cuando miré hacia él, parecía menos vulnerable y más cabreado.
Este era
un Gaston reconocía, y extrañamente, se sentía más fácil tratar.
—¿Al
igual que tú deberías haber estado esta tarde?
—Tenía cosas que hacer —repliqué sin comprender.
Sus ojos se estrecharon mientras tiraba de mi cuerpo hacia el
suyo. Como
siempre tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo a los
ojos. —
¿Tenias cosas que hacer? —preguntó con furiosa incredulidad—.
Tenías
una amiga de mierda que te necesitaba. ¿Qué demonios fue eso,
Rocio?
—No sé de qué estás hablando.
Negó con la cabeza lentamente.
—No —susurró con voz ronca, inclinando su cabeza para que nuestras
narices casi se tocaran—. No hagas esto. No ahora. Sea cual sea tu
mierda
dando vueltas en esa cabeza tuya, para. Ella te necesita, nena.
—Tragó
con dificultad, sus ojos brillando en las farolas—. Te necesito.
Sentí la asfixia familiar en el fondo de mi garganta. —No te pedí
que me
necesites —respondí en voz baja.
Yo lo vi. El dolor asomando a través de su rostro antes de que él
rápidamente lo cubriera. Bruscamente, él me liberó.
—Bien. No tengo tiempo para tus múltiples problemas emocionales.
Tengo
una hermana pequeña que puede o no puede tener cáncer cerebral, y
ella
me necesita, incluso si tú no lo haces. Pero te diré algo, Rocio.
—Él dio
un paso adelante, señalando con un dedo hacia mi rostro, el suyo
endurecido con cólera—. Si no la ves debido a esto, te odiarás por
el resto
de tu vida. Puedes pretender que no te importo en lo más mínimo,
pero no
puedes fingir que Lali tenía la intención de joderlo todo para ti.
Te he
visto. ¿Me oyes? —siseó, su aliento caliente soplando a través de
mi rostro,
sus palabras cortando a través de mi alma—. Tú la amas. No puedes
barrer esto bajo la alfombra porque es más fácil fingir que ella
no significa
nada para ti que soportar el pensamiento de perderla. Ella merece
algo
mejor que eso.
Cerré los ojos con dolor, odiando que él pudiera ver tan
profundamente
dentro de mí. Y él tenía razón. Lali merecía algo mejor que mi
cobardía. Yo
no podía ocultar lo que sentía por ella, porque todos lo habían
visto y
entendido. Ella lo había visto y lo había entendido. ¿Cómo podría
abandonarla cuando era yo la que había dejado que nuestra amistad
pasara? Por ella, yo tendría que ser valiente, incluso si tomaba
todo lo que
había dejado.
—Estaré allí para ella. —Me encontré prometiendo. Abrí mis ojos,
esperando que él pudiera ver mi sinceridad—. Tienes razón. Estaré
allí
para ella.
Gaston cerró sus ojos apretándolos, exhalando pesadamente. Cuando
los
abrió, había tanta ternura en ellos nuevamente, que me dijo que no
lo
había perdido durante los últimos cinco minutos.
—Jesús. Te perdimos allí durante unas horas. ¿Qué vamos a hacer
contigo, Rocio Igarzabal? —Él estiró un brazo como para envolverme
cerca
de él y lo esquivé, dando un paso atrás.
—Deberías ir a casa y descansar un poco. Voy a ver a Lali esta
noche.
Gaston se tensó, sus ojos buscándome otra vez, su mandíbula
apretada.
—¿Rocio?
—Solo ve a casa, Gaston. —Di vuelta para marcharme pero él agarró
mi
mano.
—Rocio, mírame.
Traté de jalar mi mano para liberarla pero él no la dejaba ir y
tomó todo
dentro de mí endurecer mis facciones cuando miré hacia atrás para
afrontarlo. —Déjame ir, Gaston.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, sonando como si hubiera tragado
papel de lija.
—Hablaremos de esto más tarde. Ahora no es el momento. Esto es
sobre
Lali.
Luciendo peligroso ahora, peligroso y decidido, Gaston frunció el
ceño
hacia mí. —Ni siquiera pienses en romper conmigo.
—¿Podemos hablar de eso más tarde?
En vez de contestarme, Gaston me dio un tirón con fuerza contra él
y
aplastó su boca sobre la mía. Podía saborear el whisky y la
desesperación
en su lengua mientras su mano sostenía mi cabeza contra la suya,
el beso
profundo, húmedo y doloroso. Yo no podía respirar. Empujé contra
su
pecho, haciendo un ruido de angustia y él me dejó ir. Bueno su
boca lo
hizo. Sus brazos todavía me ataban estrechamente.
—Déjeme ir —gimoteé, mis labios hinchados y doloridos.
—No. —Él respiró ásperamente—. No te dejaré hacernos esto. No creo
ni
por un segundo que no significo nada para ti.
No tienes opción. —No puedo hacer esto contigo.
—¿Por qué?
—Solo no puedo.
—Entonces no acepto eso.
Luché en sus brazos, fulminándolo con la mirada. —¡Si termino
contigo,
tienes que aceptarlo!
La respiración de fuego de Gaston apareció casi al instante. —¡No,
joder no
lo hago!
—¡Eh!, ¿están bien allí? —Un tipo borracho llamó nuestra atención
y
giramos nuestras cabezas alrededor. Él entrecerraba los ojos hacia
mí y
Gaston muy juntos y de repente se me ocurrió que estábamos
discutiendo
en la calle un viernes por la noche donde todavía había gente
alrededor para oírnos.
—Estamos bien —le dijo Gaston con calma, todavía sin dejarme ir.
El tipo borracho me miró. —¿Estás segura de eso?
No queriendo derivar esto en una pelea —la última cosa que
necesitaba era
eso ahora— asentí. —Estamos bien.
El borracho nos miró nuevamente y luego decidió que podíamos
resolverlo
nosotros mismos, él giró y comenzó a llamar a un taxi.
Miré de nuevo a Gaston. —Déjame ir
—No.
—No puedes ser un troglodita para salir de esto. —Yo no podía
encontrar
su mirada cuando el dolor y la mentira burbujeaban fuera de mí—.
Me
preocupo por ti, Gaston, lo hago. Tú eres mi amigo. Pero esto ha
ido
demasiado lejos.
—Tienes miedo. Lo entiendo. —Se inclinó para murmurar
consoladoramente en mi oído—. Sé por qué corriste hoy, y sé por
qué
huyes ahora. Pero la mierda pasa, nena, no hay ninguna protección
contra
ella. Tampoco puedes dejar que asuma el control de tu vida y
gobierne tus
relaciones con la gente. Tenemos que disfrutar del tiempo que
tenemos,
sin embargo va a ser largo. Deja de correr.
Él debería haber sido un terapeuta.
Intenté dejar a mi cuerpo relajarse, e ignoré la terrible
agitación en mi
estómago. —Es por eso que estoy terminando. La vida es corta.
Nosotros
deberíamos estar con la gente que amamos.
Gaston se congeló cerca de mí y esperé sin aliento, esperando por
la fuerza
para continuar la mentira. Despacio, él se apartó de mí, sus ojos
fuertes
mientras miraba los míos.
—Estás mintiendo.
Sí. Estoy
mintiendo, bebé. Pero no podré vivir sin ti. Y peor, tú no podrás
vivir sin mí.
—No lo estoy. No te amo, y después de todo lo que has pasado
mereces a
alguien que te ame.
Sus brazos cayeron lejos de mí, pero aún así él no quería dejarme
ir. Me
miraba impresionado. Creo que estaba en shock. Tomé la oportunidad
de
alejarme de él, con miedo de que si me quedaba cerca, tarde o
temprano
dejaría de lado mi firme determinación y le diría que yo era una
maldita
mentirosa y quería que nunca me dejara ir.
Pero yo había sido bastante egoísta durante un día.
—Tú me amas —alegó él, su voz suave, baja—. Lo he visto.
Tragué y me forcé a encontrar sus ojos. —Me preocupo por ti, pero
hay
una gran diferencia.
Durante un momento, no estaba segura de si él iba a decir algo,
luego sus
ojos se apagaron y me dio un asentimiento mordaz. —Bien entonces.
—¿Me dejarás ir? —Curvó su labio superior, su expresión
dolorosamente
amarga cuando él dio un paso atrás de mí—. Aparentemente… nunca te
retuve. —Dio vuelta bruscamente, y sin otra palabra comenzó a ir a
grandes zancadas calle abajo hacia la oscuridad.
Gaston nunca miró hacia atrás y esa era una cosa buena.
Si lo hubiera hecho, habría visto a Rocio Igarzabal llorando lágrimas
de
verdad por primera vez en mucho tiempo, y él sabría que yo había
mentido. Y grandes mentiras. Para cualquiera que me viera, sabría
que
estaban mirando un corazón en proceso de ruptura.
—¿No creo que esa sea la cosa más sana que alguna vez has hecho,
Rochi,
verdad? —preguntó la Dra. Pritchard tranquilamente, sus cejas
contraídas
juntas.
—Esta es la mejor cosa que alguna vez he hecho.
—¿Por qué piensas eso?
—Si le digo a Gaston la verdad, que lo amo, él nunca se echará
atrás. Él es
así de tenaz. Y luego podría pasar el resto de su vida conmigo.
—¿Y eso sería una cosa mala?
—Bueno, sí —respondí con irritación—. ¿No oyó usted lo que les
hice a
Lali y a él? Estoy tan aterrorizada de perder otra vez que tiro
mierda como
esa.
—Sí, pero ahora eres consciente de que eso es lo que haces. Este
es un
paso en la dirección correcta.
—No, no lo es. Tengo problemas de un kilómetro de distancia y no
puedo
prometer que no le haré eso, una y otra vez. Esto no es justo para
él. La
confianza de Gaston fue rota una vez antes por una mujer que él
pensó
que amaba. Si me quedara con él seguiría tirando esa mierda, yo
rompería
su confianza muchas veces. Y no se merece eso.
La Dra. Pritchard ladeó su cabeza hacia el lado. —Eso no depende
de lo
que tú decidas. Seguramente depende de Gaston decidir eso. Y tú no
sabes
con certeza si seguirás tirando esa mierda, como tú dices. Estar con
Gaston podría ayudarte a superarlo. Él podría ayudarte.
—Eso no ayudó. Estar con él no ayudó.
—Te habló para estar allí para Lali, y lo hiciste. Yo diría que él
ayudó.
Obstinada determinación se apoderó de mí. —No le estoy diciendo la
verdad. Lo que hago es lo mejor para él.
—Lo que trato de decir, Rochi, es que quizá deberías dejar de ser
una
mártir. Quizá Gaston piensa que es mejor para él tenerte en su
vida. Y
quizás él está dispuesto a trabajar profundamente en tu ansiedad y
lidiar
con tus altísimas defensas.
—Tal vez tiene razón. —Asentí, mis ojos ardieron cuando traté de
bloquear
el pensamiento hiriente de Gaston y yo, con un futuro juntos.
—Tal vez soy una mártir. Y tal vez él lo haría. Pero merece algo
mejor que
esta lucha. Él merece estar contento en su relación, del modo que
mi
padre estaba con mi madre. Y si su amor me ha enseñado algo, es
que
Gaston tiene razón. La vida es demasiado corta.
Una vez que la lluvia comienza a caer es difícil decirle que se
detenga.
Supongo que se detiene en su propio tiempo. Mis lágrimas, como la
lluvia,
siguieron cayendo mientras hacía mi camino a casa con una visión
borrosa.
En verdad es difícil describir un corazón roto. Todo lo que sé es
que un
dolor inimaginable se centra en tu pecho y se irradia hacia fuera,
ese dolor
punzante y agudo que provoca casi la incapacidad. Pero hay más que
el
dolor. La negación se alojaba en tu garganta, y esa hinchazón es tu
propia
clase de dolor. La aflicción de la pena también puede ser
encontrada en un
nudo en tu estómago.
De algún modo logré sostener al menos parte de mi dignidad.
Tan pronto regresé al departamento, después del dolor de abandonar
a
Gaston vino el miedo. Miré por el pasillo hacia la puerta del
dormitorio de
Lali, y tuve que pararme para evitar retroceder sobre mi promesa
de no
huir de ella.
Entonces hice lo contrario.
Me quité las botas, me encogí de hombros para quitarme el abrigo y
me
arrastré silenciosamente a su oscura habitación. En la luz de la
luna
brillando por su ventana, vi a Lali acurrucada en una pelota
protectora
sobre su lado. Hice un movimiento hacia ella y el piso crujió bajo
mi pie, y
los ojos de Lali se apresuraron a abrirse inmediatamente.
Ella dirigió su mirada hacia mí, con los ojos muy abiertos, pero
cautelosos.
Eso dolió.
Comencé a llorar más fuerte y al ver mis lágrimas, una lágrima se
deslizó
hacia abajo por la mejilla de Lali. Sin una palabra, avancé
lentamente a
su cama justo a su lado, mientras ella se dio vuelta sobre su
espalda. Nos
acostamos lado a lado, mi cabeza sobre su hombro, tomé su mano y
la
sostuve entre las mías.
—Lo siento —susurré.
—Está bien. —La voz de Lali estaba ronca con la emoción—. Tú
regresaste.
Y porque la vida es… demasiado corta… —Te quiero, Lali Dalmau. Vas
a
salir de esto.
Escuché su respiración trabada con un sollozo. —Te quiero también,
Rochi. adaptacion

no lo puesdes dejar asi no tardes en subir porfaaaa
ResponderEliminarBueno llore :'( no puedo creer que haya dejado a Gaston!! justo tenia que leer este cap en este dia??? jajaja yo me entiendo!! quiero màs :)
ResponderEliminarplis sube el proximo capitulo porfavor me encanta esta nove plisssssssssss
ResponderEliminar