Así es como Gaston nos encontró al día siguiente: acostadas con
nuestras
cabezas metidas en la de la otra, tomadas de la mano, durmiendo
con las
mejillas manchadas de lágrimas como dos niñas pequeñas.
Él no me despertó. De hecho ni siquiera me miró. Desperté porque
estaba
sacudiendo a Lali para despertarla.
—¿Qué hora es? —la escuché preguntar de manera soñolienta.
—Es pasado el mediodía. Te hice algo para comer. —El sonido de su
voz
podría muy bien haber sido un puño a través de mi pecho. Mis ojos
se
abrieron con dificultad, estropeados por la sal de mis lágrimas
secas, e
hinchados por el peor llanto que había tenido desde que perdí a
Mery.
Gaston estaba inclinado sobre Lali, peinando su cabello hacia
atrás, sus
ojos brillando con amor. Pero también estaban inyectados de sangre
y
tenía círculos oscuros debajo de ellos.
Él lucía como el infierno. Y todavía podía apostar que yo lucía
peor.
—No tengo hambre —susurró Lali.
Gaston sacudió la cabeza, su expresión irreflexiva.
—Necesitas comer. Vamos, cariño, tiempo de levantarse.
Miré mientras Lali tomaba su enorme mano y él la alzaba
gentilmente de
la cama y la colocaba de pie. Todavía sosteniéndola, la guió hasta
fuera,
sus pantalones de lino arrugados al máximo, su camisa torcida alrededor
de su cuerpo, y su cabello un salvaje desastre. Ella lucía como
alguien
cuya vida había cambiado drásticamente. Me dolía tanto por ella.
No podía
siquiera mirar a Gaston, porque el dolor que sentía por él era
indescriptible.
—Rochi, ¿vienes? —Lali miró atrás sobre su hombro.
Y por ella, asentí. Incluso aunque no quería estar en ningún lugar
cerca de
Gaston.
¿Sabes que es lo peor? Él no podía siquiera ser francamente
mezquino por
nuestra ruptura. Seguro, no podía mirarme y no me hablaba, pero…
él
también hizo mi maldita comida.
Lali y yo nos sentamos en la cocina comiendo los deliciosos huevos
revueltos y tostadas mientras Gaston estaba de pie inclinado
contra la
barra bebiendo café. Lali no notó el silencio entre nosotros al
principio
porque estaba atascada dentro de su propia cabeza, y el silencio a
estas
alturas no parecía inusual.
Te diré cuán poco egoísta es esa chica: con todo lo que ella
estaba pasando
notó lo que estaba ocurriendo con su hermano y conmigo. Y mucho
más
rápido de lo que esperaba. Era nuestra culpa; no fuimos
exactamente
sutiles al respecto. Me levanté para colocar el plato y taza en el
lavadero y
Gaston se movió al otro lado de la habitación. Luego me moví al
otro lado
de la habitación para buscar algo de jugo de naranja del
refrigerador y
Gaston regresó al lavadero. Me moví cerca del lavadero para
conseguir un
vaso del armario superior y Gaston se movió de regreso al
refrigerador. Me
moví hacia el refrigerador para regresar el jugo y él se movió de
regreso al
lavadero.
—¿Qué está pasando? —preguntó Lali suavemente, sus cejas fruncidas
mientras nos miraba.
Murmuramos un par de “nada” en respuesta.
—¿Chicos? —Lali lucía paralizada—. ¿Llamó el doctor?
Nuestras cabezas se elevaron de golpe hacia ella y de inmediato el
remordimiento se apoderó de nosotros.
—No. —Gaston sacudió su cabeza—. No, lali. Tenemos la cita con el
Dr.
Durham más tarde, justo como está planeado.
—¿Entonces por qué están actuando tan extraño?
La miramos sin inmutarnos, pero uno de nosotros le dio algo, algo
grande,
porque después de un minuto examinando nuestras caras, la de Lali
decayó.
—Ustedes rompieron.
Gaston la ignoró.
—lali, deberías ir a meterte en la ducha, animarte un poco. Te
sentirás
mejor.
—¿Por mí? —Lali se puso de pie, sus ojos rondando—. Terminaron por
mí.
Desvié mi mirada a Gaston pero él estaba mirando a Lali
solemnemente.
Como yo, no quería agregar más peso en sus hombros. Me giré de
regreso
a ella.
—No, Lali, no por ti. Esto no tiene nada que ver contigo y todo
está
terminado. No te preocupes por nosotros. No te vamos a meter en
este
drama menor.
Su expresión se endureció, su barbilla sobresaliendo tercamente.
—Sin embargo, es claro que no se están hablando el uno al otro.
¿Qué
pasó?
Gaston suspiró.
—Ella no me ama y pienso que es una perra fría poco fiable. Ahora
metete
en la ducha.
Dado que no me estaba viendo no me molesté en cubrir el dolor que
sentí
ante sus palabras.
Perra fría poco
fiable. Poco fiable. Fría. Perra. Fría. Perra. Perra. PERRA.
También olvidé que Lali sí podía verme y sus ojos se
oscurecieron con
simpatía.
—Gaston —susurró ella, una suave reprimenda.
—Ducha. Ahora.
Sus ojos regresaron a mí, preocupada. No podía creer que ella
estaba
preocupada sobre mí en un momento como este.
—Lali, ducha.
—Ustedes son peores que mis padres —murmuró sin humor, pero
decidiendo mejor no enfrentar a dos de las personas más tenaces
que
conocía, ella salió de la cocina dejándonos solos en un grueso, y
horrible
silencio.
Finalmente Gaston habló.
—Dejaste algunas de tus mierdas en mi apartamento. Te las traeré
esta
semana.
Él también tenía cosas en mi habitación.
—Juntaré tus cosas para regresártelas.
Cabe señalar que en este momento ambos estábamos inclinados contra
extremos opuestos de la barra de la cocina, hablando con la pared
enfrente
de nosotros y no al otro.
Gaston aclaró su garganta.
—¿Regresaste por ella? —¿Era eso esperanza en su voz?
—Bueno, a veces las perras frías y poco fiables mantienen su
palabra —
respondí rígidamente, tomando un sorbo de mi jugo.
Gaston gruñó y golpeó su taza en la barra.
—Ella no necesita tu caridad o tu maldita culpa.
Maldición.
Mierda, estúpida,
mierda, maldición.
Claramente Gaston había tomado la noche para dejar que su rabia se
cocinara a fuego lento e hirviera. Me preparé, intentando ser
comprensiva
y no herirlo más de lo que ya lo había hecho.
—Ella no tiene mi caridad o mi culpa.
—Oh, así que entonces estaba en lo cierto anoche. —Gaston
asintió—. A
diferencia de mí, ella tiene tu amor.
—Gaston… —me ahogué. Esperaba que fuera como es siempre. Gaston
era estoico, intimidante, inamovible e indiferente. No vulnerable,
amargado
y molesto. Básicamente un idiota en un momento realmente
inapropiado.
Pero entonces, lo dejé horas después que su hermana menor quizá
tenga
cáncer así que, ¿quién era el mayor idiota?—. Tú tampoco me amas,
Gaston.
Sus ojos brillaron a eso antes de mirar de arriba abajo mi cuerpo
y de
vuelta otra vez, en un frío examen que envío horribles escalofríos
a través
de mi cuerpo. Su mirada se encontró otra vez con la mía y fue fría
como el
hielo.
—Tienes razón. No te amo. Sólo estoy molesto por tener que buscar
un
nuevo arreglo, especialmente cuando el viejo no era tan malo en la
cama.
Dije que era una buena actriz, pero uno más de sus asaltos
verbales y
estaría a punto de desmoronarme bajo el dolor. Me alejé
rápidamente, así
él no vería lo que sus palabras me hicieron.
—Esperaba que pudiéramos ser amigos, pero claramente no quieres
eso.
Así que, ¿podemos sólo acordar no hablar al otro al menos que
tengamos
que hacerlo por el bien de Lali?
—Si fuera por mí, por el bien de Lali, patearía tu trasero fuera
de aquí y te
diría que nunca volvieras a nuestra puerta otra vez. Pero Lali no
necesita
eso ahora mismo.
El shock me hizo alzar la cabeza y mirarlo con incredulidad.
—¿Estás bromeando?
Cruzó sus poderosos brazos sobre su pecho y sacudió su cabeza.
—No. No puedo confiar en ti. Estás jodida. No creo que Lali
necesite eso.
—Anoche me querías aquí con Lali.
—Tuve tiempo para pensar al respecto. Si pudiera, me desharía de ti,
pero
eso sólo causaría a Lali más dolor. No necesita eso ahora.
—¿Podrías hacer eso? —Estaba casi respirando con dificultad—.
¿Sólo
excluirme de tu vida?
—¿Por qué no? Tú lo hiciste conmigo anoche.
—No. Rompí contigo. No te excluí de mi vida. —Lo miré—. Pero si
hubiese
sabido cuán poco significaba para ti, probablemente debí hacerlo.
—Oh. —Gaston asintió—. Es cierto. No me amas, pero te preocupas
por
mí. —Se encogió de hombros—. Bueno me importa una mierda todo
sobre
ti.
Cerré mi mandíbula, tratando tan fuertemente de contener las
lágrimas.
—De hecho como prueba, follé con alguien más anoche.
¿Alguna vez te han disparado una bala de escopeta en tu estómago?
¿No?
A mí tampoco. Pero tuve un sentimiento similar de como se sentiría
ser
atravesada por una bala de escopeta cuando Gaston dijo eso. Y en
serio, ni
siquiera la mejor actriz del mundo podría ocultar ese tipo de
dolor.
Físicamente me estremecí ante sus palabras, mi cuerpo sacudiéndose
hacia atrás, mis rodillas casi rindiéndose, mis ojos amplios, y mi
boca
abierta con horror. Y luego lo peor pasó. Empecé a llorar.
A través de mis lágrimas vi los labios de Gaston apretarse y tomó
dos
pasos hacia mí, todo su cuerpo enfurecido.
—Maldita sea, lo sabía —siseó, todavía viniendo hacía mí.
—¡No me toques! —grité, sin ser capaz de soportar la idea de él
cerca de mí
ahora.
—¿Qué no te toque? —gruñó, sus ojos brillando violentamente—. ¡Voy
a
matarte!
—¿A mí? —me giré alrededor y agarré un plato fuera del estante y
lo lancé,
apuntándolo a su cabeza. Él lo esquivó y se rompió contra la pared—.
¡No
fui yo la que se acostó con alguien dos segundos después de que
terminamos!
Me estiré por un vaso que lanzar, pero Gaston estaba sobre mí, sus
fuertes
manos fijando mis muñecas a mi lado, su cuerpo fijando el mío
contra la
barra. Luché ferozmente pero él era muy fuerte.
—¡Déjame ir! —sollocé—. Sólo déjame ir. Te odio. ¡Te odio!
—Ssh. Ssh, Rocio —me calmó, hundiendo su cabeza en mi cuello—.
Ssh,
no digas eso —rogó contra mi piel—. No digas eso. No fue en serio.
Mentí.
Estaba molesto. Soy un maldito idiota. Mentí. Estuve con Silvia
toda la
noche. Puedes llamarla y preguntarle, pero ella te dirá la verdad.
Sabes
que nunca te haría lo que me hicieron a mí.
Sus palabras penetraron mi histeria y dejé de luchar. Y me quedé
mirando
temblorosa.
—¿Qué?
Gaston retrocedió para darme una mirada con un par de ojos
pálidos y sinceros.
—Mentí. No estuve con nadie más. No ha habido nadie más desde que
estamos juntos.
Mi nariz estaba toda sofocada de tanto llorar, así que soné como
alguien de
cinco años cuando murmuré:
—No entiendo.
—Nena —su voz retumbó, la ternura de regreso, aunque todavía podía
ver
molestia en sus ojos—. Estaba molesto anoche cuando rompiste
conmigo,
así que sólo me alejé. Fui a donde Silvia porque sabía que estaría
despierta preocupándose por Lali y quería ver si estaba bien. Supo
que
algo andaba mal conmigo tan pronto como me dejó entrar. Le dije lo
que
había pasado y ella me contó lo que te dijo en la boda, y también
me contó
que cuando te dijo eso, lucías como si hubieras sido abofeteada. Y
después, cuando estábamos bailando se dio cuenta que estaba
equivocada
con respecto a ti. —Él dejó ir mis muñecas para deslizar sus manos
en mi
cabello, inclinando mi cabeza hacia atrás para así no poder alejar
la
mirada—. Pasé la noche repasando y repasando los últimos seis
meses en
mi cabeza y sabía que me mentías. Sé que me
amas, Rocio, porque no
hay ninguna maldita manera de que yo esté así de enamorado de ti,
y que
tú no te sientas de la misma manera. No es posible.
Con el corazón desbocado, el miedo arañando mi garganta, traté de
tragar.
—Entonces, ¿qué demonios fue lo de esta mañana?
Él apretó mi cuello e inclinó su cabeza cerca de la mía, sus ojos
definitivamente todavía oscuros con rabia.
—No eres poco fiable, ni fría y no eres una perra. Tienes…
problemas.
Entiendo eso. Todos tenemos problemas. Pero una vez que me di
cuenta
que me mentías, empecé a entender el por qué. Pensaste que nunca
te
entregarías y seguirías sin mí. Pensaste que era tiempo de dar marcha
atrás
y pretender que nada pasó entre nosotros, porque de esa manera si
algo
me pasa, te puedes decir a ti misma que no te importa, y no sentir
el dolor.
Oh Dios mío,
ahora era un maldito vidente.
—También eres extremadamente buena en pretender que no sientes
nada.
Pensé que si podía herirte esta mañana, quizá consiguiera la
prueba que
necesitaba de que estabas mintiendo.
Le clavé una mirada .
—¿Así que me dijiste que habías dormido con alguien más?
Él asintió gentilmente y rozó un beso de disculpa a través de mis
labios.
—Lo siento, nena. Lo hice para conseguir la verdad… pero si soy
honesto
lo hice para herirte de la manera en que me heriste anoche. —Sus
ojos se
llenaron de remordimiento—. Realmente lo siento. Nunca quiero
poner esa
mirada en tu rostro otra vez, o siquiera hacerte llorar otra vez,
lo juro. Pero
la verdad es, que si lloraste. Lloraste porque el pensamiento de
yo
haciéndote eso te destrozó. Tú me amas.
Traté de ordenar mis pensamientos, mi pánico dispersándolos. Había
mucho con que lidiar, mucho para discutir, y todo eso tenía que
ser luego
porque Lali nos necesitaba.
—Uno: esa fue la mierda más asquerosa que pudiste hacer en el
mundo.
Dos: no podemos hacer esto ahora.
—No vamos a dejar esta cocina hasta que admitas que me amas.
—Gaston, lo digo en serio. —Lo empujé severamente y me dejó ir,
aunque
no retrocedió—. Todavía rompí contigo. Y no voy a cambiar de
opinión.
Sus ojos miraron al cielo y lo vi luchar con su paciencia.
Finalmente
regresó su mirada a mí y pude ver el músculo de su mandíbula
temblar.
—¿Por qué no? —preguntó en un gruñido.
No se lo explicaría a él. Sólo encontraría una manera de discutir
alrededor
del asunto y yo sólo… ¡no!
—Porque simplemente no lo haré. Ahora, tenemos un largo día frente
a
nosotros y posiblemente unos largos meses, así que sólo… déjalo
así.
—Bien. —Gaston lanzó sus manos al aire y retrocedió. Estaba a
punto de
suspirar con un pequeño tipo de alivio cuando habló otra vez—. Por
ahora.
Oh diablos.
—¿Qué?
Él me sonrío, y fue una cansada sonrisa infantil apuntando a una
malvada, pero demasiado cansado y preocupado para alcanzarla.
—Te amo. Eres mía. Mataré a cualquier bastardo que intente
alejarte de
mí. Así que, así es como va a ser: Lali viene primero, pero
mientras
estamos cuidando de ella puedes ser tan testaruda como quieras y
pretender que hemos terminado. Incluso te dejaré hacerlo. Pero así
mismo
voy a estar aquí, cada día, mostrándote lo que te estás perdiendo.
Mis mejillas estaban todavía mojadas, mis ojos hinchados, y sabía
que
debía lucir como un desastre, pero justo ahora no me importaba.
Parte de
mí estaba abrumada y asombrada. La otra mitad estaba asustada
hasta la
mierda. Y aferrada a ambas estaba mi persistencia testaruda.
—¿Estás loco? No voy a cambiar de opinión.
—Sí lo harás. —Gaston suspiró—. Vamos a necesitarnos el uno al
otro a
través de todo esto. Todos nosotros. Pero si no puedes hacer eso,
entonces
voy a jugar rudo. Voy a hacer lo que sea necesario. Algunas veces
te
frustraré, otras voy a hacer que te enciendas, algunas otras con
suerte te
haré realmente enfadar.
—Estás loco.
—No. —Nos giramos para ver a Lali de pie en la entrada de la
cocina en su
bata de baño, con una pequeña, cansada, pero determinada sonrisa—.
Él
está luchando por lo que quiere.
—No es el único —escuché la voz de Peter a medida que la puerta de
enfrente se abría y cerraba, y Lali se giró hacia la entrada para
mirar
afuera hacia el pasillo.
Esperamos mientras sus pasos se acercaban y luego él estaba ahí al
lado
de ella.
Cristo, él lucía terrible. Nunca antes había visto a Peter sin
afeitar, y
estaba llevando una camiseta vieja toda andrajosa, un anorak y
jeans que
habían visto mejores días. Tenía círculos oscuros bajo sus ojos a
juego con
los de Gaston y la desesperación se encontraba en cada parte de su
expresión.
Peter tomó la mano de Lali y la llevó a sus labios, sus ojos
cerrándose
mientras presionaba su boca en su piel. Cuando los abrió vi
lágrimas
brillando en ellos, y sentí mi garganta cerrarse. Observé a Lali
contener su
respiración mientras él la tomaba de la mano y la llevaba hacia la
cocina
para enfrentar a Gaston. De repente Peter lució un poco enfermo.
—Necesito decirte algo.
Gaston cruzó sus brazos sobre el pecho, frunciendo el ceño
mientras los
miraba a los dos estar de pie tan juntos.
—Continúa.
Peter cerró sus ojos brevemente, luego los abrió y entonces vi
determinación que admiraba en la cara de su feroz amigo.
—Eres como un hermano. Nunca haría algo para lastimarte. Y sé que
no
he sido lo que un hermano considera un buen partido para su
hermana
menor, pero amo a Lali, Gaston. Lo he hecho por un largo tiempo y no
puedo dejar de estar con ella. He desperdiciado mucho tiempo en
ello.
Lali y yo sostuvimos nuestro aliento mientras los dos mejores
amigos se
enfrentaban.
Los ojos de Gaston fueron a Lali, su expresión sin dar nada. Dios,
él podía
ser un maldito intimidante cuando quería serlo.
—¿Tú lo amas?
Peter miró de regreso a ella y ella apretó su brazo. Con una
pequeña
sonrisa miró a su hermano.
—Sí.
Gaston se encogió de hombros y llegó casualmente a la tetera para
encenderla.
—Ya era hora. Ustedes dos me estaban dando un dolor de cabeza.
Mi boca cayó abierta junto con la de Peter y Lali. Ni una vez en
todo este
tiempo que hemos estado saliendo Gaston mencionó que él sabía lo
que
estaba pasando con Peter y Lali. Ese astuto bastardo.
—Realmente eres y en todo sentido un dolor en el trasero —anuncié
maliciosamente, pasando cerca de él con rudeza. Me detuve
rápidamente
donde estaban Lali y Peter y le dije—: Estoy feliz por ti.
Luego me apresuré por el pasillo hacia el baño para alejarme de
Gaston y
su perceptivo, gruñón, inflexible trasero.
Escuché la suave y áspera risa de Gaston, su deliciosa voz en mi
cabeza
mientras replicaba: —Ella me ama, en serio.

me encanta me encanta no tardes en subir
ResponderEliminarQue rochi no sea tan terca con el probe de gas!!
ResponderEliminarY que lindo que peter y lali le hayan dicho a gas todo lo que sienten!!
Quiero el proximo YAAAAAAAA!!
Me encanta la nove!!
Besos :)
hahaha me encanto plis no demoresssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarGaston no puede ser màs perfecto!! lkbvjgjhhigk Que lindo capitulo, lo lei dos veces jajaja me gusto mucho!! ♥
ResponderEliminar