Por primera vez en mucho tiempo me reporté enferma en el trabajo
esa
noche. Lali no había querido que se hiciera un enorme alboroto
sobre la
cita en el hospital por lo que había decidido permitirle solamente
a Silvia y
Pviccoro que la llevaran a la reunión con el neurólogo. Me
sorprendió un poco
que fuera un sábado, pero Gaston se había lanzado y hecho una
dulce
charla —más como un acomodo gruñón ya que conocía a alguien en la
junta del hospital— para conseguir que el neurólogo la viera tan
ponto
como fuera posible.
Silvia y Pedro la habían recogido, dejado a Luz y Cristobal con
nosotros,
y llevado a Lali hacía una hora. Gaston y Peter no se fueron. Los
cinco
estábamos sentados en la sala de estar, mirando el reloj, mirando
fijamente nuestros teléfonos. Me levanté. Gaston hizo más
café. Peter no se movió ni siquiera una vez.
Dos horas más tarde, Luz estaba metida a mi lado, Gaston estaba
mirando a Cristobal que se había quedado dormido en el otro
sillón, y Peter
tenía los ojos cerrados con tanta fuerza por la preocupación que Luz
incluso lo notó y alargó su mano para apretarle la mano. Peter le
lanzó
una sonrisa agradecida y la besó en el cabello suavemente, mi
corazón
doliendo porque ella estaba tan llena de amor como porque todos
estábamos preocupados.
La puerta delantera se abrió.
Todos nos pusimos de pie de golpe. Bueno, Cristobal no.
inestablemente se
despertó y en cierto modo cayó sobre sus pies.
Silvia entró en la sala de estar primero, pero no pude medir su
expresión.
Miré detrás de ella para ver a Pedro con su brazo alrededor del
hombro de
Lali, y juro por Dios que tuve que contenerme para no estallar en
lágrimas.
—¿Qué pasó? —Peter se movió hacia ella y Pedro inmediatamente
soltó a
Lali.
Lali se hundió en el costado de Peter y sonrió trémula.
—Vamos a sentarnos. Lo explicaré.
—Voy a hacer un poco de té. —Silvia asintió y volvió a salir de la
habitación mientras nosotros nos sentábamos, nuestros traseros en
el
borde de nuestros asientos.
Lali dejó escapar un profundo suspiro.
—La buena noticia es que mi tumor es realmente un gran saco con
dos
pequeños tumores en él. Está en la superficie de la parte superior
derecha
de mi cerebro por lo que pueden quitarlo todo. El Dr. Dunham
piensa que
con toda probabilidad los tumores son benignos. Piensa que ha
estado allí
por un tiempo largo y que ha crecido lentamente y tiene que salir
por
razones obvias. Tendré una cirugía, programada en dos semanas, y
enviarán el tumor para una biopsia. —Lali sonrió, sus labios
temblando
un poco—. Estoy un poco asustada por la cirugía, pero el Dr.
Dunham fue
realmente seguro y dijo que el riesgo en este tipo de cirugías es
como del
2% y la posibilidad de que el tumor sea canceroso es realmente muy
pequeña.
Todos a la vez soltamos nuestros alientos, el alivio cayendo en
cascada
sobre nosotros en una gran ola que casi nos echa fuera de nuestras
sillas.
Gaston se apresuró hacia Lali antes de que nadie más pudiera,
alzándola
apretadamente entre sus brazos hasta que ella le dijo que no podía
respirar, y mientras hacía eso Pedro le aseguraba a Cristobal, que
estaba
todavía un poco soñoliento, que Lali con toda probabilidad iba a
estar
bien. Gaston finalmente dejó a su hermana con un sonoro beso en su
frente y antes de que siquiera pudiera recobrar el aliento Peter
estaba
sobre ella, besándola en la boca en frente de todos. Un beso real
también.
Valiente.
—Bueno, ya era hora —suspiró Pedro.
Lali rió contra la boca de Peter ante eso. Obviamente ahora estaba
dándose cuenta de lo que yo había sabido todo este tiempo. Ella y Peter
habían sido todo menos sutiles estos últimos meses.
—¿Qué es gracioso? —preguntó Silvia, volviendo apresurada a la
sala.
Aproveché esa oportunidad para llevar a Lali a mis brazos.
—Las peores veinticuatro horas en mucho tiempo, amiga mía.
Ella se retiró para mirarme.
—Lamento hacerte pasar por eso.
Suspiré fuertemente y entonces miré el té y el café que Silvia
había traído
a la sala. Le di una mirada de disculpas cuando dije:
—No creo que eso sea lo bastante fuerte.
Ella levantó una ceja en mi dirección.
—¿Tienes algo más fuerte en la casa?
—En realidad no. —Miré hacia Lali—. Pero hay un pub a sólo unas
cuantas puertas debajo de nosotros en donde nunca hemos estado
todavía. Quizá sea hora. Creo que existe la posibilidad de que
tengan algo
fuerte.
—Fuerte suena bien para mí.
—Y para mí. —Estuvo de acuerdo Pviccoro.
—Tenemos a los niños —se quejó Silvia.
Agarré mi monedero puesto sobre la mesita de café.
—Se permiten en un pub si están acompañados de un adulto. Pueden
tomar una Coca.
Silvia no se veía muy segura.
Sonreí tranquilizadoramente.
—Es sólo una bebida. Una bebida festiva.
—Pedro puede tener una bebida. Yo conduciré. —Cedió Silvia y
agarramos
nuestras cosas para marcharnos.
Silvia y Pedro sacaron a los chicos primero. Peter tenía su brazo
alrededor de Lali y ella estaba metida cerca de él, pareciendo
increíblemente feliz para alguien que estaba por tener una cirugía
mayor
en unas cuantas semanas. Nuevamente, durante más de veinticuatro
horas todos habíamos estado convencidos que ella tenía cáncer para
descubrir que probablemente no lo tenía… y por supuesto finalmente
tenía
a Peter donde quería.
Eso nos dejaba a mí y a Gaston rezagados en la parte posterior, y
obtuve
la primera probada de lo que él había querido decir más temprano.
Sus
dedos rozaron mi espalda baja para guiarme por la puerta y fue tan
deliberado que no fue gracioso.
Él sabía que era sensible en ese lugar.
Intenté refrenar el escalofrío mientras me daba vuelta para cerrar
el
apartamento, pero Gaston se interpuso en mi camino, así que cuando
me
di la vuelta colisioné con él.
—Lo siento. —Sonrió, moviéndose lentamente para que mis pechos se
rozaran contra el suyo.
Sentí mis pezones endurecerse y me estremecí ante el calor que
latía entre
mis piernas. Mi mirada fue mordaz.
—Seguro que lo lamentas.
Gaston rió suavemente cuando me incliné para cerrar la puerta, y
entonces sentí su sombra caer sobre mí. Alcé la mirada a mi
derecha para
ver su mano presionada contra la puerta cerca de mi cabeza. Giré
para
mirarlo, solo para descubrir que él mismo se había arrebujado alrededor
mío.
—¿Necesitas una mano?
Entrecerré los ojos hasta que fueron casi ranuras.
—Retrocede antes de que convierta tus “cosas” en un llavero.
Pude decir que intentó realmente no reír. Desafortunadamente no lo
intentó con bastante fuerza.
—Nena, tienes que saber que cuando dices cosas como esas, sólo
haces
que te ame más.
—Suenas como un muy malo villano/acosador en este momento.
—No me importa cómo suena, siempre y cuando esté funcionando.
—No funciona.
—Unos días más y lo hará. —Rozó un rápido beso a lo largo de mi
mejilla y
entonces se alejó abruptamente antes de que pudiera matarlo.
—Vamos chicos —gritó Lali desde más arriba en la acera. Silvia, Pedro
y
los niños ya debían haber ido adentro—. ¿Qué les está llevando
tanto
tiempo?
—Rocio solo estaba rogando por sexo, pero le dije que no era el
momento
adecuado para ello —contestó Gaston en voz alta, causando que los
transeúntes se carcajearan.
Furiosa con él por muchas razones, me apresuré a alcanzarlos.
—Está bien, cariño —respondí igual de alto—. Tengo un juguete que
hace
un mejor trabajo de todas maneras. —Con eso me lancé al pub
satisfecha
de finalmente haber tenido la última palabra.
Y aunque inmadura, y sí altamente inapropiado considerando la
razón por
la que íbamos a beber, no pude evitar sentirme satisfecha de que
finalmente había tenido la última palabra.
Lo admito. Era una gran cobarde.
No me encontré con Candela y Vicco el lunes como había prometido.
En
cambio le mandé un correo, explicándole la situación de Lali y que
no
quería dejarla sola por el momento. Si Candela pensaba que era
raro que no
pudiera tomarme dos horas del día para verla, no lo dejó saber. Si
pensó
que era raro que le estuviera mandando un correo en vez de
llamarla por
teléfono, no lo dejó saber.
La verdad era que apenas vi a Lali en los siguientes días porque Peter
prácticamente se había mudado a su habitación y los dos solo
salían por
bocadillos y salidas al baño.
No quería ver a Candela y a Vicco. Esa era la verdad
¿Y por qué?
Porque no hace mucho tiempo vomité mierda en el teléfono a Candela
sobre
no huir de Vicco sólo por tener miedo de lo que el futuro podría
depararles, y realmente no estaba de humor para recibir una charla
de
Candela sobre romper con Gaston y ser una completa hipócrita.
Mi historia con Gaston era completamente diferente. Lo era.
En serio.
Bien.
Estaba asustada. No. Aterrorizada. Y tenía todo el derecho a
estarlo. Solo
tenía que mirar la manera en que había reaccionado ante la
situación de
Lali para saber que Gaston tendría una vida difícil y neurótica
conmigo.
Además, mi vida había sido mucho más tranquila sin él en ella.
Raramente
me preocupaba por algo, mis emociones eran bastante estables,
tenía, sino
paz, entonces calma. Estar con Gaston era tumultuoso y, cuando
realmente pensaba en ello, agotador. Quita el sexo increíble y
todo lo que
queda es un manojo de feas emociones. Preocupación, que él podría
volverse aburrido y dejar de gustarme. Celos, nunca había sido la
novia
celosa antes de conocer a Gaston, pero ahora mis garras se volvían
filosas
cada vez que veía a una mujer coquetear con él. Miedo por él, como
si no
bastara preocuparme por mí misma, ahora me importaba si él estaba
contento o sano. Y eso importaba más. No era fantástico.
Me gustaba la Rochi antes de Gaston.
Era valiente, fantástica e independiente.
La Rochi después de Gaston en cierto modo era una idiota
sensiblera.
No ayudaba que Gaston haya mantenido su palabra. Aparecía en el
apartamento a cada oportunidad que tenía, y aunque le dije que Lali
estaba pre-ocupada, seguía pasando por allí.
—Estaba lavando los platos y el astuto bastardo se deslizó detrás
de mí y
envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Y me besó. Aquí
mismo. —
Señalé airadamente mi cuello—. ¿Puedo no tenerlo tan dedicado o
algo
así?
La Dra. Pritchard resopló.
—¿Por amarte?
Me eché hacia atrás, sacudiendo la cabeza con disgusto.
—Dra. Pritchard —amonesté suavemente—. ¿De qué lado está?
—Del lado de Gaston.
Era miércoles a la noche, dos días después de Navidad, y estaba
cubriendo
a un colega en el bar. La cirugía de Lali era en dos días.
Había tenido una agotadora semana esquivando a Gaston, y, cuando
salía
de su habitación, intentando calmar a Lali sobre la cirugía.
Esquivar a
Gaston no era tan fácil. A pesar de que Darren, su gerente en Fire, tuvo
que salir porque su esposa estaba embarazada y le demandó que se
consiguiera una vida normal de nueve a cinco, Gaston le consiguió
un
empleo como gerente en uno de los hoteles de la ciudad
perteneciente a un
amigo, Gaston todavía había encontrado tiempo para acercarse y
molestarme. Se produjo el incidente del fregadero —al cual yo pude
haber
sobre-reaccionado porque me trajo un recuerdo que
tuve de mis padres—
el incidente de entrar caminando mientras estaba duchándome para
preguntarme dónde estaba el control remoto, el incidente de él
comiendo
su almuerzo en la cocina sin camiseta —dijo que “accidentalmente”
había
derramado café sobre ella y tuvo que ponerla en la
lavadora/secadora— y
hubo muchos, muchos incidentes de “mirarme sin ninguna razón”.
Había estado cerca de rendirme
cuando él empezó a retroceder un poco.
Claro que no me habría rendido de todas maneras.
Porque podía ver la imagen completa.
Había empezado a mostrarse frío unos pocos días antes de Navidad,
e
incluso tuvo un comportamiento bastante bueno cuando tuvimos la
cena
de Navidad con la familia de Lali. El único momento extraño llegó
cuando
tuvimos que intercambiar regalos. Ambos habíamos comprado nuestros
regalos hace tiempo, y eran más significativos de lo que dos
amigos le
darían al otro. Gaston me había conseguido una copia firmada de mi
libro
favorito por mi autor favorito. ¿Cómo lo había disuadido? No lo
sé. Oh,
¿mencioné el impresionante brazalete de tenis de diamante? Uh huh.
Le
conseguí la primera edición de su libro favorito, The Sun Also
Rises de
Hemingway. Fue el regalo más elaborado que nunca compré, pero
valió la
pena ver la manera en que me sonrió cuando lo abrió.
Mierda.
Jodida, mierda,
joder.
Tal vez esperaba que él subiera la apuesta después de eso pero
Gaston
pareció hacer exactamente lo contrario… desaparecer.
Me preguntaba si era una nueva táctica.
Así que estuve en alerta cuando no apareció con Lali y Peter y el
miércoles cuando estaba cubriendo mi turno. Él los había
arrastrado a la
barra la semana anterior cuando había recogido turnos extras,
después de
que Lali exigiera que saliera del apartamento, creo que yo estaba
merodeando, y se había sentado en el sofá frente a la barra, en mi
línea
directa de visión, dividiendo su tiempo entre mirarme y coquetear
con
chicas bonitas. Supongo que esta era la parte de “enfadarme” de su
promesa.
Así que me sorprendió que no estuviera el miércoles.
Lali todavía estaba despierta cuando llegué a casa del trabajo.
Salió de su
habitación y cerró la puerta suavemente detrás de ella.
—Peter está durmiendo —susurró, siguiéndome a la sala de estar.
Le sonreí sobre mi hombre.
—No me extraña. Debes desgastar mucho a ese pobre chico.
Lali puso los ojos en blanco y se desplomó sobre el sofá junto a
mí.
—No es realmente así. Bueno… en cierta manera. —Se ruborizó, sus
ojos
brillando de felicidad—. Mayormente hablamos mucho. Arreglando
cosas.
Todos esos malentendidos. Al parecer, ha estado enamorado de mí
por
bastante tiempo.
—Oh, no me digas.
—Graciosa.
—Hablando de gracioso, Gaston no apareció en el bar esta noche.
Su hermana me miró con cuidado.
—Su nueva gerente necesitaba ayuda esta noche. ¿Estabas
decepcionada
de que no estuviera?
—No —respondí con rapidez. Probablemente demasiado rápido.
Maldición,
echaba de menos a la Rochi antes de Gaston—. Solo noté la falta de
ego en
la habitación y pensé “Oye, ¿dónde está Gaston”?
Lali no se rió. Me dio una desaprobadora mirada maternal.
—Gaston tiene razón. Estás enamorada de él. Entonces, ¿por qué lo
dejas
corretearte? ¿Estás disfrutando que te persiga? ¿Es eso?
Levanté una ceja.
—El tumor sacó a relucir toda la mordacidad que hay en ti, ¿uh?
Hizo una mueca.
—¿Demasiado pronto para bromas de tumores? —Sus ojos se
entrecerraron—. ¿Acaso existe un momento para bromas de tumores?
—Nunca, Rochi. Nunca.
Parpadeé.
—Lo lamento. Eso fue miserable.
—No. miserable es usar mi tumor como una herramienta para desviar.
Te
amo hasta el cielo, Rochi, pero también amo a mi hermano. ¿Por qué
le
estás haciendo esto?
—No le estoy hacienda esto a él. Estoy hacienda esto por él. —Me volví
hacia ella, mis ojos sinceros mientras intentaba hacerla
comprender—. No
manejo las cosas malas muy bien. No estoy orgullosa de ello, pero
es la
verdad. Mira cómo me fui cuando me necesitabas. Cuando Gaston me
necesitó.
—Pero volviste —discutió—. Estabas en shock. Pero has estado aquí
desde
entonces.
—Gaston me habló sobre ello —confesé—. Tuvo que darme algo de
sentido.
Y mientras lo hacía me di cuenta que no puedo protegerme o a las
personas alrededor mío de las cosas malas que pasan. Y al parecer,
las
cosas malas me siguen, así que probablemente vaya a suceder
nuevamente. Cuando lo haga, no puedo garantizar que no vaya a
ponerme
hecha una furia, y no puedo hacerle eso a Gaston. Su vida sería
inestable
conmigo y después de que la perra de su esposa lo hizo atravesar
el
infierno, se merece a alguien que le pueda dar paz.
—Rochi, estás hablando como si fueras algún caso mental. No lo
eres. Tu
único problema es que no enfrentas lo que le sucedió a tu familia
y
empiezas a lidiar con ello.
Golpeé mi cabeza hacia atrás contra el sofá.
—Suenas como la Dra. Pritchard.
—¿Quién?
—Mi terapeuta.
—¿Estás viendo a una terapeuta? ¿Cómo no lo sabía? —Me pegó una
palmada en el brazo.
—Oye. —Hice una mueca de dolor, apartándome.
—De eso es de lo que estoy hablando. —Lali estaba enojada; sus
ojos
destellando al igual que los de Gaston cuando se enfadaba—. Soy tu
mejor
amiga y no me dijiste que estabas viendo a una terapeuta. ¿Lo sabe
Gaston?
—Sí —respondí como una adolescente huraña.
—Bueno, eso es algo por lo menos. —Sacudió la cabeza con incredulidad—
. Tienes que empezar a lidiar con tu familia, Rochi. Creo que si
lo haces,
todo lo demás empezará a sentirse no tan grande y abrumador. Y te
darás
cuenta que puedes tomar un día a la vez con Gaston. No tienes que
protegerlo de estar contigo. Es un chico grande, y claramente sabe
mucho
más que yo, y milagro de los milagros todavía quiere estar
contigo.
—Gracioso. Realmente suenas como la Dra. Pritchard.
—Con toda seriedad, Rochi, creo que necesitas dejar de jugar.
—No estoy jugando. —Aunque la estudié cuidadosamente, atrapando
algo
en su rostro—. ¿Qué? ¿Qué es? ¿Qué sabes?
Se tomó un minuto, casi como si no estuviera segura de decirme lo
que sea
que estuviera en su mente. De repente, tuve esa horrible sensación
en la
boca del estómago.
—Peter y yo salimos a almorzar hoy.
—Lo sé. Estaba aquí, mirando fijamente el manuscrito que no he
tocado en
días.
—Bueno. —Lali no pudo mirarme a los ojos—. Nos encontramos con
Gaston para almorzar y trajo a la nueva gerente de Fire con él.
—¿Y?
Sus ojos se alzaron rápidamente hacia mí y me tensé por la
preocupación
que vi en ellos.
—Su nueva gerente es Isla. Isla tiene casi un metro setenta, rubia
impresionante quien también resulta que es inteligente y
divertida.
Creo que sentí mi corazón desplomarse en mi estómago.
—Rochi, parecían entenderse. —Sacudió la cabeza—. No quise
creerlo, pero
estaban coqueteando y Gaston fue… fue muy atento. Parecían…
cercanos.
Los celos son algo horrible. El dolor de ellos es casi tan
arrollador como un
desamor y lo sé porque estaba sintiendo ambos al mismo tiempo.
Sentí
que alguien había rasgado mi pecho con las manos desnudas, quitado
mi
corazón y pulmones, y reemplazado con un montón de rocas y piedras.
Miré fijamente el árbol de Navidad, mi mente zumbando. Esa fue la
razón
por la que últimamente no había estado cerca.
—¿Rochi? —Lali tocó mi brazo.
La miré, determina a no llorar. Le di una mirada triste.
—Supongo que tuve razón todo el tiempo entonces.
Lali empezó a negar con la cabeza.
—No, esto es bueno. —Me levanté, necesitando estar sola—. Rompí
con él
porque se merece encontrar a alguien normal y decente. Y ahora no
tengo
que sentirme culpable porque tuve razón todo el tiempo. No me ama.
No
estás con alguien más al acabar de romper
con el amor de tu vida,
¿verdad? Esto es bueno. —Me moví hacia la puerta de la sala de
estar y
escuché a Lali revolverse en su asiento.
—¡No! —siseó Lali—. Eso no es lo que pasa, o la razón por la que
te lo dije.
—Me siguió al pasillo pero ya no estaba escuchando ya que tenía un
montón de sangre corriendo apresurada en mis oídos—. Rochi, te lo
dije
para que dejaras de jugar y estés con él otra vez. Escucha, puedo…
—
Cerré la puerta en su cara.
—Rochi. —Golpeó sobre ella.
—¡Buenas noches, lali!
—Mierda —la escuché murmurar y entonces sus pasos de
desvanecieron.
Lo intenté. Realmente lo hice. Pero cuando me acurruqué en la
cama, no
pude detener las lágrimas.

me encanta esta novela no lo dejes asi sigue subiendo porfiii no tardes
ResponderEliminarAy por dios..! que buen capitulo! Espero subas pronto.
ResponderEliminarayy me encanta la novela pero espero k gaston no este con esa rubiaa k se arreglen ya mis rubiosssss
ResponderEliminarno, no, no! no me los separes!!.. casi lloro con rochi!.. loco tienen que estar juntos!!
ResponderEliminarseguilaaaaaaaaaa plis esta genial no demores y si no los separes porfa no no
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