El exasperante rostro de la consciencia olfateó el mío, y cuando
desperté,
me volví consciente de un molesto peso a lo largo de mi cintura
. Me di cuenta que el calor era lo que
me había despertado. Si iba a tomar como ejemplo la pesadez de mis
ojos,
y su renuencia a abrirse, era demasiado temprano para que me
despertara
y probablemente debería volver a quedarme dormida.
Pero ese molesto peso a lo largo de mi cintura se sentía familiar.
Forzando mis ojos a abrirse, miré el pecho desnudo yaciendo a centímetros
de mi rostro.
Está bien, ¿qué?
¡Despierta! Mis irritados ojos soñolientos viajaron hacia arriba
por ese
pecho hasta el rostro y asumí la realidad lenta, pero seguramente.
Gaston
estaba en mi cama.
De nuevo.
Me tomó un momento… recordar haber llegado a casa anoche y
encontrarlo dormido en el sofá. Yo había hablado con Lali, me
había
aseado en el baño y luego me fui a la cama a dormir.
Claramente, en algún momento durante la noche, Gaston se había
metido
en la cama conmigo.
Esto estaba tan fuera del trato.
Con un resoplido de irritación empujé contra su pecho con todas
mis
fuerzas. Y por todas mis fuerzas, me refiero a que lo empujé fuera
de la
cama.
Su largo cuerpo golpeó el piso con un golpe sordo que sonó
doloroso, y yo
me incliné para ver sus ojos abrirse de golpe, adormilado y
confundido en
cuanto a por qué estaba mirándome desde su desparramada posición
en el
suelo. ¿Mencioné que estaba completamente desnudo?
—Jesucristo, Rocio —se quejó él, con la voz ronca por el sueño—.
¿Qué
demonios fue eso?
Le sonreí con suficiencia. —Esa fui yo recordándote que esto es
sólo sexo.
Él se empujó hacia arriba sobre sus codos luciendo sexy como el
infierno
con su cabello despeinado y su expresión beligerante. —¿Así que
pensaste
en dejarme caer de tu cama?
—Con estilo. —Asentí, sonriendo dulcemente.
Gaston asintió lentamente como si aceptara que yo tenía razón.
—Está
bien… —suspiró…
… y entonces sofoqué un chillido de miedo cuando él se lanzó hacia
arriba,
con sus fuertes manos aferrando mis antebrazos mientras me arrastraba
hacia abajo al piso con él. —¡Gaston! —grité, cuando me rodó sobre
mi
espalda. Y entonces hizo lo peor.
Comenzó a hacerme cosquillas.
Chillé como una niña, retorciéndome y riendo mientras intentaba
evadir
su ataque. —¡Para!
Su sonrisa era malvada y decidida, y él era rápido y fuerte,
esquivando mis
piernas dando patadas y todavía arreglándoselas para clavarme al
piso y
hacerme cosquillas. —¡Gaston, detente! —Apenas podía respirar por
reír
tan fuerte y por emplear tanta energía para alejarme de él.
—¿Puedo confiar en que puedo acostarme a tu lado en el futuro sin
temor
a ataques sigilosos mientras estoy durmiendo? —preguntó en voz
alta
sobre el ruido mitad tos mitad risa que mi ser sin aliento estaba
haciendo.
—¡Sí! —prometí, ahora con las costillas comenzando a dolerme.
Él se detuvo y yo respiré profundamente, relajándome en el piso a
su lado.
Hice una mueca de dolor. —Este piso es duro.
Sus ojos se estrecharon. —Sí, dile eso a mi culo.
Me mordí el labio para no reírme. Fallé. —Lo siento.
—Oh luces arrepentida. —Su boca se torció hacia arriba en la
esquina
mientras colocaba sus manos a ambos lados de mi cabeza y se
apoyaba
sobre mí, empujando su rodilla entre mis piernas—. Creo que tal
vez
debería castigarte de todas formas.
Mi cuerpo respondió inmediatamente a la mirada en sus ojos, al
tono de
su voz. Mis pezones se endurecieron, y mientras doblaba las
piernas,
extendiéndolas abiertas para él, sentí el pulso diciéndome que
estaba lista para él. Pasé los dedos sobre su abdomen como tableta
de
lavar antes de deslizar las manos alrededor para aferrar la parte
baja de su
espalda. —¿Quieres que mejor te bese todas las “nachas”?
Gaston había estado a punto de besarme pero se echó hacia atrás.
—Esa
es una palabra tan rara.
—Igual que “pantaletas”. ¿Qué diablos son las “pantaletas”?
—Aparté un
recuerdo de una conversación similar con mi mamá… de hecho, muchas
conversaciones similares donde yo me había burlado de ella por
algunas
de las extrañas palabras que usaba. Me concentré en los ojos de
Gaston
para hacerla a un lado.
Él me sonrió. —Está bien, admito que “braguitas” es una palabra
más sexy
que pantaletas. Pero tienes que admitir que “pantalones” es una
terrible
palabra para pantalones.
Arrugué la nariz. —Pantalones es una palabra tan
quisquillosa. Igual que
“mientras”14.
Gaston me hizo una mueca. —¿Con qué gente has estado
hablando? —Su voz se profundizó mientras su melódico acento se
volvió
todo clase alta—. Mi mujer está debatiendo con
pedantería acerca de palabras británicas mientras15 yo estaba intentando
acostarme con ella.
Me eché a reír, golpeándolo en la espalda mientras él me sonreía
descaradamente.
—Usted comenzó con toda la cosa de las nachas, Sr. … —Contuve el
aliento cuando su mano se deslizó sensualmente hacia abajo por mi
cintura, alrededor de mi espalda y hacia abajo por debajo de mis
pantalones cortos y mis braguitas de modo que estaba ahuecando mi
trasero desnudo. Me haló hacia arriba, presionando contra
mí. Jadeé cuando todo se estremeció: La atmósfera entre nosotros
cambió instantáneamente. No hablamos
cuando Gaston se echó hacia atrás sobre sus rodillas,
Sus labios fueron suaves y ligeros
al principio, pero yo quería más. Moví rápidamente mi lengua
contra la
suya, profundizando el beso en algo salvaje, lujurioso y húmedo.
Dios, el
hombre podía besar. Todavía podía oler su colonia en él, sentir la
suave
abrasión de su incipiente barba contra mi mejilla, y pude saborear
lo que
le hacía a él el estar conmigo. Nunca había conocido a alguien
cuyo deseo
por mí pudiera ser tan poderoso. Pero el suyo lo era. Me llevaba
al extremo
y me hacía olvidar todo lo demás.
Los labios de Gaston renuentemente se separaron de los míos, y
dejó ir mi
mano, moviéndose un poco hacia atrás para arrastrar las manos por
la
cinturilla de mis pantalones cortos. Me recosté en mis codos,
haciendo
palanca para darle un mejor agarre, y observé, con mi vientre con
un
frenesí de mariposas excitadas, cuando él lentamente me sacó los
pantalones cortos y las braguitas y los lanzó sobre su hombro.
Ayudándolo, levanté mi camisola y me estiré hacia atrás, desnuda
para su
escrutinio.
El sexo era diferente de lo que había sido el día anterior. El
toque de
Gaston era más intencionado, más paciente, casi reverente, cuando
me
presionó sobre mi espalda usando su cuerpo, posicionándose a sí
mismo
entre mis piernas. Ahuecó mis pechos en sus manos, levantándolos
hasta
su boca, con sus labios y lengua tomando turnos para lentamente
poner
en llamas mi cuerpo.
—Gaston —suspiré, agarrando firmemente la parte trasera de su
cuello,
con el mío arqueándose, mi respiración entrecortada mientras me
llevaba
hacia la liberación sólo con su boca alrededor de mi pezón.
Él levantó la cabeza, con la mano deslizándose entre mis piernas.
El placer
se disparó a través de mí
—. Mañana después de
mi cena familiar vas a venir a mi casa y voy a hacertelo en cada
una de las
habitaciones, de cada forma que pueda.
Mis ojos volaron hacia los suyos, con el pecho subiendo y bajando
rápidamente ante sus palabras.
—Voy a hacerte gritar ya que no puedes hacerlo aquí —prometió él
en voz
baja, dándose cuenta de que esto también era un recordatorio para
ser
silenciosa ya que Lali estaba al final del pasillo—. Pero justo
ahora, voy a
disfrutar viéndote morderte el labio.
Y lo hice. Él empujó dentro de mí y yo me tragué un grito mordiéndome
el
labio, aguantando como si mi vida dependiera de ello mientras su
lenta
ternura anterior desaparecía, sus gemidos y gruñidos contra mi
cuello
sexys como el infierno .
Me sentí un poco más relajada en mi turno en el bar el sábado en
la
noche. Gaston me hizo un favor y me dio espacio: él, Lali, Jenny, Vicco,
Peter y un par más de sus amigos que yo no conocía tan bien,
salieron por
cenar y tomar algo. Estaba invitada a la parte de la cena en la
noche, pero
todavía no me sentía lista para estar en una situación social con
Gaston, y
como dije, quería algo de espacio.
Cuando llegué a casa del trabajo él no estaba ahí, y cuando
desperté,
estaba sola.
Incluso Lali me dio espacio.
Eso significaba que en realidad hice algo de escritura. De hecho,
escribí un
capítulo entero de mi novela contemporánea, y sólo me tomó un
ataque de
pánico. Pero fue tan corto que apenas contó, y una vez que pasé el
pánico
inicial, fui capaz de lidiar con el recuerdo de mi madre
diciéndome cuán
aterrador había sido ir sola a los Estados Unidos, pero también
cuán
liberador se había sentido. Lo mejor de todo, yo conocía ese
sentimiento.
Podía escribir bien de ese sentimiento. Y lo hice.
—Sabes que deberías tener una máquina de escribir.
Me di la vuelta en mi silla de la computadora ante la familiar
voz, viendo a
Gaston holgazaneando en mi puerta en pantalones vaqueros y
camiseta.
Estaba lloviendo afuera. Él en serio debería tener un suéter
puesto. O un
jersey. Otra palabra rara que habíamos discutido ayer cuando él se
estaba
vistiendo para dejarme. De todas formas, ¿qué demonios era un
jersey?
Mamá nunca había sido capaz de darme una respuesta que tuviera
sentido, y Gaston sólo me había sonreído como si pensara que yo
era
linda. Nunca fui linda. —¿Una máquina de escribir?
Él asintió, observando mi portátil. —Es sólo que parece más
auténtico,
¿no?
—Bueno, mamá prometió comprarme una para Navidad, pero murió antes
de que pudiera hacerlo.
Me congelé.
Mi corazón se aceleró cuando mis palabras resonaron de nuevo en
mí.
¿Por qué le dije eso?
La mirada de Gaston se agudizó ante mi reacción y entonces se
encogió de
hombros. —Sólo terminarías con un montón de papel desperdiciado si
tuvieras una máquina de escribir.
Él estaba dándome una salida. Mi sonrisa fue un poco débil cuando
respondí:
—Oye, tengo buenas habilidades de mecanografía.
—Esa no es la única cosa en la que eres buena. —Sonrió
lascivamente
mientras deambulaba por la habitación.
—Oh no tienes idea.
Él se rió entre dientes y pensé que estaba viniendo para besarme.
Para mi
sorpresa, caminó alrededor de la cama hasta mi mesita de noche y
levantó
la fotografía de mis padres. —¿Esta es tu mamá?
Aparté la mirada, con los hombros tensos. —Sí.
—Te pareces a ella, pero tienes la coloración de tu papá. Ella era
hermosa,
Rocio.
El dolor clavó sus garras en mi pecho. —Gracias —mascullé
levantándome, de espaldas a él mientras me dirigía hacia la
puerta—.
Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?
Escuché sus pisadas apresurarse detrás de mí y sentí su brazo
rodearme,
con la palma aplanada en mi estómago mientras me jalaba contra él,
con
la cabeza descansando en su pecho. Me estaba acostumbrando
rápidamente a la tactilidad de Gaston. Al hombre le gustaba
tocarme. Todo
el tiempo. Había creído que sería difícil acostumbrarme dado que
en
realidad yo misma no era una persona excesivamente afectuosa, pero
Gaston realmente no preguntaba si quería ser arrastrada a sus
brazos
cada cinco segundos.
Y la verdad era, que en realidad no me importaba.
Otra sorpresa.
Su aliento susurró en mi oído mientras inclinaba la cabeza para
murmurar en éste:
—Pensé en venir a recogerte a ti y a Lali para la cena familiar.
Asegurarme
de que te presentaras. No querría que te perdieras el postre
después de la
cena más tarde en mi casa.
Me relajé cuando regresamos a terreno familiar, girando mi mejilla
para
atrapar sus labios con los míos. —Yo tampoco querría eso.
—Está bien, asquerosos. —La voz de Lali nos separó. Ella estaba de
pie
frente a nosotros en el pasillo—. ¿Podrían cerrar la puerta cuando
sean
“amigos con beneficios” el uno del otro?
Me zafé de los brazos de Gaston. —¿Qué edad tienes, doce?
Ella me sacó la lengua y me eché a reír, dándole nalgadas
juguetonamente
en el trasero mientras la pasaba para recoger mis zapatos. Justo
estaba
metiendo los pies en mis botas favoritas cuando el celular de
alguien sonó.
—¡Hola! —Escuché a Gaston responder y volteé para verlo caminar
hacia
el pasillo pasando a Lali. Tenía el rostro serio—. ¿Qué? ¿Ahora?
—Él
suspiró, deslizando una mano a través de su cabello y me lanzó
“una
mirada”—. No. Está bien. Estaré ahí pronto. —Deslizó su celular de
regreso en su bolsillo trasero con un gemido frustrado—. Ese era
Darren.
Problemas familiares. No puede hacer su turno hoy en el Fire y
tengo una
entrega de domingo llegando, así como un DJ invitado esta noche, y
él no
puede conseguir a nadie que sepa lo que está haciendo para
cubrirlo.
Tengo que hacerme cargo de eso. —Sus ojos sostuvieron los míos por
un
momento y vi su preocupación aumentar.
—¿Te vas a perder otra cena familiar? —se quejó Lali—. A mamá le
va a
encantar eso.
—Dile que lo siento. —Gaston se encogió de hombros con pesar, con
los
ojos todavía en mí—. Parece que lo de esta noche se cancela.
Oh sí. Sus planes para mí en su apartamento. Sentí una extraña
mezcla
de alivio y decepción cuando le sonreí. —Oh bueno.
—No luzcas tan decepcionada. —Él me lanzó una sonrisa sarcástica—.
Sólo tendremos que organizar algo de tiempo esta semana.
—Eh. —Lali se interpuso entre nosotros—. Por favor, ¿pueden no
programar lo que sea esto que está sucediendo entre ustedes
enfrente de
mí?
Sonriendo con suficiencia, Gaston se agachó y le dio a Lali un
besito
rápido en la mejilla. —lali. —Y luego caminó más allá de mí—.
Rocio. —
Me dio un apretón de manos, con el pulgar pasando suavemente a lo
largo
del dorso de mi mano antes de soltarla y seguir caminando justo
hacia la
puerta principal.
Me quedé mirando fijamente tras él, incluso una vez que se había
ido.
¿Qué había sido eso? ¿La cosa de la mano? Miré hacia abajo a mi
mano,
con la piel todavía hormigueando donde él la había acariciado. Eso
no se
había sentido mucho como amigos con beneficios.
—Sólo sexo.
—¿Qué? —Levanté la mirada hacia Lali quien estaba mirándome
incrédulamente—. ¿Qué? —repetí.
—Sólo sexo. —Ella negó con la cabeza y agarró su chaqueta—. Si ustedes
dos quieren creer eso, entonces no es de mi incumbencia.
Ignorándola a ella y al revoltijo de mal agüero en mis entrañas,
me metí en
mi propia chaqueta y la seguí hacia la puerta.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Choqué con la espalda de Lali en la entrada de la sala de estar de
su
mamá así que no supe a quién le estaba haciendo, acusadoramente,
esa
pregunta.
—Tu mamá me invitó.
Ah, Peter. Miré alrededor de Lali para verlo sentado en
el sofá de Silvia y
Pedro con Cristobal al lado. Estaban viendo juntos el fútbol. Pedro
estaba
leyendo un periódico. Evidentemente no era un fanático del fútbol.
—¿Mi mamá te invitó? —Lali entró a zancadas a la sala, con los
brazos
cruzados sobre el pecho—. ¿Cuándo?
—Ayer. —La voz de Silvia vibró detrás de nosotras, y volteamos
para verla
a ella y a Luz entrar llevando unos vasos de gaseosa—. ¿Qué pasa
con
esa actitud?
Lali fulminó con la mirada a Peter quien le sonrió en respuesta,
impenitente. —Nada.
—Peter, te lo estás perdiendo. —Cristobal tiró de la manga del
suéter azul
claro de Peter, que hacía cosas geniales por su cuerpo. No era de
extrañar
que él y Gaston tuvieran sexo tan fácilmente. Juntos, ellos dos
eran como
un anuncio de GQ.
—Lo siento, amigo. —Le dio a Lali una mirada solemne de forma
burlona—. Lo siento, no puedo hablar. Estamos viendo el fútbol.
—Mejor te cuidas de no conseguir un balón de fútbol embutido en tu
trasero —refunfuñó Lali entre dientes, pero tanto Peter como yo la
escuchamos. Él se echó a reír, negando con la cabeza mientras
volteaba de
nuevo hacia la pantalla.
—¿Qué es lo gracioso? —Silvia sonrió dulcemente, completamente
ignorante de la tensión entre su hija y Peter mientras nos tendía
a cada
uno un vaso de Coca-Cola.
—Lali dijo una mala palabra —respondió Cristobal.
Está bien, así que Peter, Cristobal y yo fuimos los que la
escuchamos.
—Lali, él lo escucha todo —se quejó Silvia.
Lali frunció el ceño, lanzándose en un sillón. Pensé que era mejor
darle
algo de apoyo ya que, el que Peter estuviese aquí claramente la
había
desconcertado, así que me instalé a su lado en el brazo del
sillón. Lali
suspiró. —Estoy segura de que escucha cosas peores en la escuela.
Cristobal le sonrió a su madre. —Lo hago.
Pedro se rió con disimulo detrás de su periódico.
Silvia le lanzó a su esposo una mirada de sospecha antes de
regresar a
Lali. —Eso no es excusa para hablar de ese modo frente a él.
—Yo sólo dije “trasero”.
Cristobal resopló.
—¡Lali!
Ella puso los ojos en blanco. —Mamá, no es gran cosa.
—¿Por qué dijiste trasero? —preguntó serenamente Luz desde el otro
sofá.
Pero se ahogó con una carcajada mientras volteaba una página del
periódico, todavía negándose a levantar la mirada.
—¡Luz! —Silvia se dio la vuelta para mirarla amenazadoramente—.
Las señoritas no usan malas palabras.
Luz se encogió de hombros. —Sólo es trasero, mamá.
—Yo estaba llamando a Peter un trasero —le explicó Lali a su
hermana
menor—. Porque él es un trasero.
Silvia parecía a punto de explotar. —¡Todo el mundo dejará de
decir
trasero!
—Lo sé. —Dejé escapar un exagerado suspiro de exasperación—. A eso
se
le dice culo, gente. Culo.
Pedro y Peter estallaron en carcajadas y yo me encogí de hombros a
modo
de disculpa con Silvia, sonriéndole dulcemente. Ella puso los ojos
en
blanco y lanzó las manos al aire. —Voy a revisar la cena.
—¿Necesitas ayuda? —pregunté educadamente.
—No, no. Mi culo puede manejarse a sí mismo en la cocina,
muchísimas
gracias.
Riéndome entre dientes, la observé marcharse y luego miré hacia
abajo a
Lali con una amplia sonrisa. —Ahora entiendo por qué no maldices
mucho.
—¿Entonces por qué Peter es un trasero? —persistió Luz.
Lali se levantó, lanzándole al hombre en cuestión una mirada de
odio. —
Creo que la pregunta es: ¿cuándo no es un trasero? —Y entonces
salió
hecha una furia detrás de su madre.
La mirada de Peter la siguió fuera de la sala, ya no con ojos
sonrientes. Se
volteó de nuevo hacia mí. —Lo arruiné.
El eufemismo del año. —Supongo que lo hiciste.
Pude sentir los ojos de Pedro en nosotros cuando Peter suspiró, y
cuando
le eché un vistazo al padrastro de Lali pude ver que ya no estaba
divertido. Su mirada estaba ardiendo en Peter con un millón de
preguntas, y tuve la impresión de que estaba sumando dos más dos.
Hora de desviar su atención. —Entonces Luz, ¿leíste los libros que
te
recomendé?
Sus ojos se iluminaron cuando asintió. —Fueron asombrosos. He
estado
buscando más libros de distopía desde entonces.
—¿Tienes a Luz leyendo novelas de distopía? —preguntó Peter con
sorpresa, sonriéndome.
—Sí.
—Ella tiene catorce años.
—Bueno, esos están escritos para personas de catorce años. De
todas
formas, a mí me enseñaron 1984 cuando tenía catorce.
—George Orwell —refunfuñó Pedro.
Yo sonreí. —¿No es un gran fanático?
—Luz está leyendo Animal Farm para inglés —dijo él, como si eso lo
explicara todo.
Luz estaba sonriendo, con un pícaro brillo de diablura en su
mirada
que me recordaba a Lali. —Lo estoy leyendo en voz alta para que
así
mamá y papá puedan ayudarme.
En otras palabras, los estaba torturando por diversión. Ella y Lali
en
realidad estaban llenas de sorpresas. Ángeles con las caras
sucias, como
dice el refrán.
Unos cuantos minutos después estábamos sentados alrededor de la
mesa,
con Lali y Silvia discutiendo incomprensiblemente.
—Sólo dije que te ves pálida. —Silvia finalmente suspiró mientras
tomaba
asiento con el resto de nosotros.
—Lo cual se traduce en “te ves como la mierda”.
—Nunca dije eso. Te pregunté, ¿por qué estás pálida?
—Tengo un dolor de cabeza. —Ella se encogió de hombros, con los
hombros tensos, con los labios y las cejas apretados.
—¿Otro? —preguntó Peter, con los ojos entrecerrados hacia ella.
¿A qué se refería él con “otro”? —¿Has tenido más de uno?
Peter se veía furioso ahora, su preocupación por Lali rayando
mayormente en un cabreo. —Ha tenido unos cuantos. Le he dicho que
vaya a un chequeo.
Lali lo miró amenazadoramente. —Estuve con los médicos el viernes.
El
doctor cree que necesito lentes.
—Debiste haber pedido una cita hace semanas atrás.
—Bueno, ¡la pedí esta semana!
—No cuidas de ti misma. Estás trabajando en la universidad hasta
caer
muerta de cansancio.
—Yo sí cuido de mí. De hecho, lo estaba haciendo el vienes en la
noche
pero alguien arruinó mi descanso.
—Él era un trasero.
Silvia se aclaró la garganta significativamente.
Peter sostuvo en alto una mano a modo de disculpa.
—Él era unas pompas.
Cristobal y Luz dejaron escapar una risita. Puede que yo también.
—Ni siquiera lo conoces. Y gracias a ti, yo nunca lo haré.
—Deja de cambiar el tema. Te dije que pidieras una cita con el
médico de
la oficina hace semanas atrás.
—Tú no eres mi papá.
—Estás siendo una niña.
—Estoy siendo una niña. Escúchate. ¿Él era unas pompas? ¿Qué
demonios, Peter? Estás empeorando mi dolor de cabeza.
Él frunció el ceño, y bajó la mirada. —Sólo estoy preocupado por
ti.
Oh, él estaba preocupado por su bien. Incliné la cabeza a un lado,
observándolo. Dios, él estaba viéndola como Vicco miraba a Candela.
¿Peter estaba enamorado de Lali?
Contuve las ganas de lanzarle mi tenedor y decirle que fuera un
hombre.
Si se preocupaba por ella, debería simplemente estar con ella.
¿Qué tan
difícil era eso?
—Pensaría que tú de todas las personas entendería qué tan difícil
era eso.
—La Dra. Pritchard me frunció el ceño.
¿Y yo sabría eso… cómo? —Eh… ¿Qué?
—Tú te preocupabas por Pablo.
Sentí el nudo en mi estómago aparecer como siempre lo hacía cuando
pensaba en él. —Él era sólo un muchacho.
—Del que no te querías preocupar a causa de Mery.
Mierda. Ella tenía razón. Bajé la cabeza con mi
dolor. —Entonces Peter
está haciendo lo correcto, ¿no es así? Gaston sólo acabaría
lastimado.
Como lo hizo Mery.
—Tú no mataste a Mery, Rochi.
Contuve el aliento. —No fui la bala, no. Pero fui el gatillo.
—Miré a la
buena doctora a los ojos—. Sigue siendo mi culpa.
—Un día, te vas a dar cuenta de que no lo fue.
Después de la cena del domingo en casa de Silvia donde Lali y Peter
actuaron como nuestro entretenimiento, yo estaba medio agotada de
verlos
para el momento en que llegamos a casa. Una Lali que todavía no se
sentía bien, que todavía estaba cabreada, desapareció en su
habitación y
no salió.
Yo, por otra parte, me senté en mi computadora y comencé a
escribir.
Mi teléfono hizo bip y lo recogí para encontrar que tenía un
mensaje de
texto de parte de Gaston.
Olvidé cuán
agradable y grande es mi escritorio en el club.
Definitivamente
necesito hacerte el amor en él.
Negué con la cabeza, con los labios curvados hacia arriba mientras
le
escribía en respuesta.
Afortunadamente
para ti, puedo funcionar con lo agradable y
grande.
Recibí un mensaje instantáneo de regreso.
Lo sé
Por alguna razón el que Gaston me escribiera un mensaje de texto
con una
carita guiñando el ojo me hizo sonreír como idiota. Para alguien
que era
tan seriamente intimidante cuando quería serlo, él también era
increíblemente juguetón.
Entonces
¿para cuándo quieres programar el sexo conmigo en el
escritorio de
la oficina? Déjame saberlo así puedo apuntarlo. Mi
diario sexual
se está llenando bastante rápido aquí.
Cuando él no respondió después de cinco minutos, me mordí el
labio,
recordando cuán serio había sido él con todo el asunto de “no
compartirme”.
Le escribí un mensaje de texto de nuevo.
Era una
broma, Gaston. Relájate.
Creí que no iba a responder, y estaba tratando de no preocuparme
de si
había dicho la cosa equivocada —toda esta jodida cosa del amigote
no era
tan libre de estrés como habían hecho creer— cuando mi teléfono
hizo bip
cinco minutos después.
Es duro de
decir contigo a veces. Hablando de duro…
Quedé atrapada entre la risa y un ceño fruncido. ¿Qué quería decir
él con
eso de “duro de decir conmigo a veces”? Decidiendo que mejor lo
dejaba
pasar, dado que él estaba bromeando de nuevo, le escribí en
respuesta:
¿… piso de
madera?
No…
¿… el lomo de
un libro?
Piensa en
algo más anatómico…
¿… los
intestinos?
OK, acabas de
quitarle lo sexy a esto.
Me reí a carcajadas, rápidamente escribiéndole en respuesta.
Último
mensaje.
Estoy
trabajando en mi novela. Te veré a ti en tu
agradable y
gran escritorio de la oficina para sexo más tarde.
Buena suerte
con la escritura, nena. X
El beso me aterró.
Mejor pretender que era una carita feliz. Sólo una carita feliz…
Mi teléfono sonó en medio de mi pérdida de control por un pequeño
beso.
Era Candela.
—Hola —respondí sin aliento, todavía pensando en el pequeño beso y
su
significado.
—¿Estás bien? —preguntó Candela cautelosamente—. Suenas… rara.
—Estoy bien. ¿Qué pasa?
—Sólo chequeándote. No hemos hablado en mucho tiempo.
Tomé una respiración honda. —Me estoy acostando con el hermano de Lali.¿Cómo
están tú y Vicco? adaptacion

muy buena la novela por favor no tardes en subir no dejes con la duda
ResponderEliminarMe re tente con la parte en que ellos hablaban y como que Lali estaba fuera de la escena, es lo más La, me cae re bien. Rochi cada vez me intriga más saber que le paso, osea, bien, no entiendo mucho. Gaston, es como tierno y sexy a la vez, más lindos. Quiero más.
ResponderEliminarquiero el proximo yaa!!! quedate tranquila sol que no sos la unica que no entiende mucho lo que le paso a rochi...
ResponderEliminarme encanta que lali no crea que es solo sexo, yo opino lo mismo que ella, esuna genia la petiza...
quiero saber como sigue!!!!!
besos :)