sábado, 18 de mayo de 2013

Amor en Desencuentro... Capitulo 36











-      Sabes que debemos hablarlo  - 
Rocío  siguió mirando hacia el exterior la oscura noche y se puso rígida.
Gastón suspiró y la tomó de su mano para que se girara a mirarlo, ella no se movió.

-      Ya es casi media noche – dijo ella evadiendo el tema.
-      ¿¿Estas cansada??
-      No.
-      Bien, entonces creo que es momento de que hablemos. Rocío, necesito saber a que me enfrento para saber cómo debo actuar.
Ella lo miró sonriendo cínicamente.
-      ¿¿Es que piensas hacer algo??
-      Por supuesto, no voy a dejar que alguien te lastime de esa manera y se vaya sin más.
La sonrisa de ella se volvió un poco más cálida.
-      No puedes hacer nada Gastón, esta no es tu batalla.
-      ¡Y un cuerno que no! Esta batalla es de los dos porque no voy a dejar que te enfrentes a ella sola.
Rocío lo miró a los ojos.
-      ¿¿Por qué no??
-      Porque no voy a permitir que alguien vuelva a lastimarte.
-      ¿¿Por qué??

“Porque te amo” -  pensó él, pero no lo dijo.

-      Porque no lo mereces.
Rocío suspiró y se fue a sentar frente al fuego.
-      ¿¿Qué quieres saber??
Él la siguió.
-      ¿¿Quién te hizo eso??
Ella bufó.
-      Pablo, siguiente pregunta.

Gastón recurrió a todo su autocontrol para no correr a casa de ese maldito bastardo y matarlo con sus propias manos.

-      Que sucedió exactamente.
-       Llegué tarde, él estaba tomando, se puso violento y me golpeo. Fin.

No, Gastón no descansaría hasta verlo pudrirse en una cárcel por lo que había hecho.
-      ¿¿Con que te golpeó??
Ella se lo pensó un segundo.
-      Con la mano, con el puño, con la correa y… No, creo que eso es todo.

Gastón abrió y cerró sus puños para serenarse. La estudió un segundo y luego preguntó en una octava más baja.
-      ¿¿Vas a dejarlo??
Ella miró lejos de él.
-      No.

Gastón la miró como si lo hubiera abofeteado.
-      ¿No?
Rocío seguía sin mirarlo.
-      No.
-      Pero – caminó hasta ella y la obligo a mirarlo. - ¿¿Por qué diablos no??
Ella se soltó y caminó hasta el cuarto.
-      Fin del interrogatorio.


-      ¿¿ a dónde vas?? – preguntó ella mirando cómo se ponía la chaqueta para salir.
Gastón se detuvo dándole la espalda.

-      A casa.
-      Gas no – ella lo dio un paso hacia él con ansiedad y él suspiró.
-      Solo voy a buscar más ropa para mí.

Ella se removió incomoda.

-      Lamento que sea así, solo…
-      No – Gastón se giró y la miró – ni siquiera sabes lo que me molesta.
-      Estás molesto porque no dejo a Pablo pero…  
-      Si – Él dio un paso hacia ella - ¡Diablos! Si estoy molesto por eso, pero no se queda allí. Me molesta, no, me duele que después de todo no confíes en mi para ser sincera y decirme que sucede.

Ella se pasó una mano por el pelo frustrada

-      Jamás he confiado en nadie.
-      Confiaste en Mariana.

Ella lo miró con una extraña expresión.
-      Lali era mi hermana, me salvó la vida
-      ¿Y yo que hice?  - Gas dio un paso hacia ella. - ¿¿Yo que he intentado hacer todo este tiempo??
Rocío estaba seria.
-      ¿¿Eso es lo que quieres?? ¿¿Quieres que como pago a tú enorme bondad y por tus acciones de buen caballero te revele cada uno de mis secretos, saque al aire todos los trapos sucios??
-      Jamás he pedido nada cambio. – contestó él con los dientes apretados.
-      ¿No? ¿Y qué pides ahora?
-      Que confíes en mí. No por mí, por ti, para poder ayudarte.
-      No pedí tu ayuda  - rugió ella.
-      No, pero la tienes. – Gas se pasó una mano por el pelo y caminó en círculos - ¡Rayos! La tienes, no voy a dejarte sola aunque a veces me provoca hacerlo.
-      Entonces hazlo – le gritó ella. – Mi vida estaba bien antes de que llegaras, tú solo apareciste y lo echaste a perder todo.
-      Estabas muerta cuando yo llegue – Gastón se paró frente a ella y la encaró –  te jactas de ser ruda y fuerte y no haces más que esconderte detrás de tu frialdad y decir “si señor” a todo lo que dice Pablo. No sé porque le tienes tanto miedo, me gustaría averiguarlo pero obviamente, tú estás tan cómoda en tu papel de zombie que no te atreves a luchar contra él.
-        ¿Crees que me conoces? – Rocío lo miraba con rabia - ¿Crees que puedes venir aquí y simplemente juzgarme? – lo apuntó con  el dedo – tú no me conoces, no tienes idea de quién soy o lo que he vivido para llegar aquí. Tú solo llegaste en tu auto caro y decidiste ser mi príncipe de brillante armadura, pues te digo algo príncipe encantado, no te necesito, no te necesitaba antes y no lo hago ahora. Hay mil damas en problemas que estarían encantadas de que las rescataras, mal por ti, yo no soy una de esas. Si mi vida es una miseria y estoy muriendo es mi maldito problema así que déjame tranquila.
-      ¿¿Eso quieres?? – Gastón caminó hasta la puerta  y la miró -  Estás tan metida en ti misma, en tu propia miseria que ya hasta te es cómodo, quedarte en el fango donde caíste es más fácil que luchar para salir.

Ella dio un paso hacia él con lágrimas en los ojos.
-      Luché, toda la vida luché ¿Y para qué?, para nada, ya está.
-      No – Gastón la tomó por los hombros – no está, porque ya no estás sola, porque ahora yo estoy aquí y juntos vamos a lograrlo.

Ella alzó el rostro hacia él.
-      ¿¿Lograr que??  Ni siquiera sabes a lo que te enfrentas.
-      No, pero si tú me lo dices, si confías en mí lo sabré y podremos vencer.

Rocío se alejó y se abrazó a sí misma.

-      No.

Gastón la observó un segundo y dio media vuelta. Abrió la puerta de la cabaña cuando ella lo detuvo.
-      Gasto yo…
Él no se giró
-      ¿¿Qué quieres Rocío??

El silencio inundó la habitación.
Gastón salió y cerró la puerta tras sí.
-      Quiero ser libre. – susurró ella pero él no la escuchó.


El viento crecía embravecido rugiendo con fuerza y la lluvia golpeaba la pequeña cabaña como intentando echarla abajo.

Rocío se hizo un ovillo en una esquina y se abrazó a sí misma con sus delgados brazos. Frente a ella un espejo de cuerpo completo le devolvía su imagen mostrando a una joven demacrada, asustada e indefensa.
Lagrimas heladas caían en silencio por su rostro, hace ya mucho que Rocío había dejado de pelear contra ellas y ahora corrían libre por sus amoratadas mejillas.
El frió se le calaba hasta el alma y la hacía sentir más sola que nunca.

Rocío escuchó un ruido y no se atrevió a moverse, su maltratado cuerpo no le respondía. Se sentía débil y cansada.

Gastón hace horas que había salido y se había desatado toda la furia de la tormenta. El reloj sobre la meseta anunciaba las 2 y algo.

Rocío cerró los ojos y horribles imágenes de la muerte de Mariana y los maltratos de Pablo vinieron a su cabeza. Estaba asustada y sola.
Se había encerrado en sí misma tras la muerte de Mariana, lo sabía, pero no le importaba, o no le había importado hasta ahora.  Gastón quería que confiara en él, y ella lo hacía, sabía que él no la traicionaría, pero le daba miedo, estaba aterrada, no por él, por ella misma. La única persona a quién se había abierto había sido Lali y cuando ella se fue Rocío había sentido un vacio en su interior tan grande que pensó que nunca se recuperaría, el dolor de perder  a su hermana aun seguía allí y Rocío sabía que probablemente nunca se iría, pero por los momento, era como mucho, soportable y ella no estaba dispuesta a dejar que otra persona le importara lo suficiente como para sentir de nuevo ese dolor cuando se marchara.

El reloj dio las 3 y ella lo miró sin verlo en realidad.
 Gastón no regresaba, y si no lo hacía ella no lo culparía, pero estaba asustada de sus propios monstruos quienes la estaban atormentando y lo necesitaba. Odiaba hacerlo, pero lo hacía y no quería hondear en el porqué.

Otra lágrima silenciosa rodó por su mejilla y ella le rogó a quien quiera que estuviera escuchando por él, porque viniera a rescatarla como siempre lo hacía.

 Abrió los ojos cuando lo sintió agacharse junto a ella. Sus preciosos ojos verdes la miraron con una mezcla de sentimientos que ella no pudo adivinar.
Rocío no lo pensó dos veces y se lanzó a sus brazos enterrando la cabeza en su pecho y sollozando en silencio.
Gastón la abrazó contra sí y besó su cabello.
-      Ya está bien, va a estar bien, estoy aquí.
Rocío sollozó más fuerte.
-      Estaba tan asustada.
Él la besó de nuevo.
-      No lo estés, no estás sola.
Rocío se alejó para mirarlo a los ojos y tomó una decisión.
-      Gastón.
-      ¿Sí? – él peinó algunos mechones que caían sobre su rostro.
-      Gastón, te necesito.
Él juntó sus narices.
-      Aquí estoy.

Ella lo tomó de las solapas de la camisa y alzó su rostro para mirarlo a los ojos.
-      Gastón.
-      Dime.
-      Hazme el amor. 

7 comentarios:

  1. Mierda que manera de necesitarlo. Jajajaja.. Espero pronto el próximo cappp. Ojala rochi confíe en el. Que diga ese misterio en el que nos tiene sumergido.

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  2. amoo estaa novela con toda mi vidaa!! no entiendoo porquee solo la subees los sabadoos, agonizoo todaa la semanaa para poder leerla creooo, me encantaa enserioo!!

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  3. ayyy muerooo me encanta esta preciosaaaa por favor sube los capyo tambien entro toda la semana y a cada hora a ver si subiste el cap subelo rapido plisss

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  4. hey soy nadia no me puedo creer que lo dejes hay eres increible

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  5. como se esta poniendo la nove, subi mas seguido no me aguanto hasta el sabado.. porque lo dejaste ahi quiero mas subi pronto

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  6. Sube mas seguido, en serio te lo pido, un capitulo a la semas es poco, sobretodo si nos dejas un capitulo asi. Por favor sube en semana el proximo, me encanta como se esta poniendo la nove, jajaja Ro es una hdp, como puede hacerle algo asi?! jajajja, espero otro mas temprano!

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