miércoles, 15 de mayo de 2013

"Casi..." capitulo 1


Capítulo 1
::Rochi::
el tercer Red Bull fue un error. Debería haber comido algo de
comida real antes de estacionarme para la entrevista. Pero no
lo hice. Demasiado nerviosa.
Así que ahora, mi estómago está convertido en serpientes líquidas y
clavos girando. Muy malo.
Levanto el volumen de mi iPhone y tiro una pierna por delante del
volante así puedo medio acurrucarme al lado de la puerta. No es fácil en el
asiento de conductor de un Jeep. Pero, es muy factible si eres pequeña.
Esto también es sorprendentemente cómodo si tienes la cobija adecuada.
Y tengo la cobija correcta. Marrón, de doble felpa y lanuda. Este es
un regalo de mi hermana pequeña.
Ella es la única que sabe cuán a menudo hago la siesta aquí. El
febrero pasado, ella pensó que me congelaría durante mis siestas del
almuerzo en la escuela, entonces ella la compró para mí con su dinero
como niñera. Ella siempre trata de ayudarme a recuperar mi sueño
perdido.
Lamentablemente, gracias a mi estúpido desayuno, nadie puede
ayudarme hoy. No recuperaré ningún sueño perdido tampoco. Peor aún,
creo que podría vomitar en el estacionamiento de Geekstuff.com antes de
que la entrevista comience. Tal vez durante la misma. ¿No sería épico?
Perdóneme, Señor Presidente-Ejecutivo-Hombre-Que-Quiero-
Impresionar. ¿Podría usted retener esa pregunta mientras yo BARF,
BARF, BARF?
Ellos probablemente asumirían que estaba con resaca. O que era una
drogadicta. Lo que… supongo, soy. Todos saben que la cafeína es una
droga, después de todo. Y definitivamente soy una adicta a ella.
Mi estómago se aprieta y retuerce otra vez con tanta fuerza que
quiero llorar. En cambio, cierro mis ojos y respiro despacio, dispuesta a
que la bebida energética —más importante aún que la increíble cafeína—
aguante.
El frío cristal contra mi frente parece ayudar y los calambres se
desvanecen.
Gracias a Dios.
Me acurruco de lleno con la cobija y trato de enfocarme en mi plan
de entrevista. El iPhone está reproduciendo un clásico. Lo clásico funciona
mejor cuando quiero visualizar resultados finales. Tácticas.
Los atletas olímpicos también controlan sus movimientos antes de
que ellos compitan.
Sé que lograr las prácticas de verano en Geekstuff.com no es
ninguna Olimpiada. Pero para mí, esta entrevista es la competencia más
importante de mi vida. Sin éste trabajo, mi futuro está condenado.
Me veo entrar en la misma habitación donde derroté a treinta
aspirantes ayer.
El presidente pidió ver mis bosquejos de muestras de productos. ¡Él
está impresionado! Me imagino a mí misma sonriendo y siendo toda
social. Le menciono que poseo la mayor parte del departamento «de
juguetes geek». Cómo no puedo esperar para ver el funcionamiento
interno de una tienda en línea.
La parte social es la más difícil. Toda la fanfarronada y el fingirlo.
Pero yo, siendo propietaria de los productos, es la completa verdad. Amo
cada artefacto geek, juguetes y camisetas que ellos venden aquí, incluso las
cosas de la Guerra de las Galaxias.
algo se estrella contra mi Jeep.
Fuerte.
¡No otro auto, sino un puño o un cuerpo! ¡No sé qué es, porque mis
ojos estaban cerrados! El Jeep se mece. Golpeo mis rodillas con el volante
mientras mi cabeza golpea la ventana con un golpe sordo. Cuando alzo la
vista estoy casi nariz a nariz con un tipo. ¡Un chico que está mirando
detenidamente por el parabrisas como si él quisiera ver mi reacción a su
desastrosa broma!
Lo reconozco de mi escuela: Gaston Dalmau.
Y no es uno de mis atormentadores habituales.
Mis papeles de la entrevista cuidadosamente construidos se
deslizan.
Volutas de rubio cabello crespo caen alrededor de mis hombros.
Perfecto.
Sintiéndome sobre-expuesta como en algún acto de circo enjaulado,
logro pegar una de mis burlas defensivas. Grito para que pueda oírme.
—¿Por qué fue eso idiota?
El tipo no se mueve. Él solo me mira fijamente. Es todo lo que puedo
hacer para no ruborizarme como una idiota. No he estado tan cerca de un
chico —demonios— además de mi familia, en años. Ahí es cuando me doy
cuenta de que Gaston Dalmau podría poseer los ojos verde-cristal más
sensacionales, del planeta entero.
Santo guau…
Toma toda mi fuerza mantener la expresión enojada en lugar y
repetirme: «Dije: ¿qué fue eso? IDIOTA». Trato de leer su expresión. Soy
realmente buena en eso. Él parece… asustado. ¿O parece… arrepentido?
Extraño.
Y doble, ¿qué demonios?
Hago un balance de mí misma. Los latidos de mi corazón acelerados
como un ruidoso estéreo, pero él no puede oírlo por el cristal. Compruebo
mis manos agarradas sobre el volante. Con agradecimiento, ellas no tienen
ningún signo de temblor visible.
Después de tres años de práctica, soy una maestra en mantener los
temblores del cuerpo ocultos. Aun así, él me tiene tan agitada que tengo
que trabajar para decidir mi siguiente movimiento. ¿Por qué él todavía
está mirándome? Debo necesitar una expresión más cáustica en mi rostro.
Escojo el audaz-desprecio una de las mejores. Me tomó meses para
perfeccionar éste. Me burlo, y tuerzo mi labio.
Ba-Bam.
Eso consiguió su atención, porque él solo se volvió todo rojo. Abrió
su boca como si fuera a decir algo.
Como si hubiera algo que decir.
Ardo por despedir mi estúpido parpadeo tan rápido como puedo.
¡Y bam-ba bam, bam, bam!
Él se estremece y retrocede.
Entonces, como si nunca hubiera sucedido, o como si él entrara en
razón y finalmente tiene miedo de mí, el chico realiza una carrera de
ciento ochenta metros a través del estacionamiento. Él hace una línea
recta en dirección a la enorme puerta de la Geekstuff.com.
Dejo salir una fuerte respiración, desenrollo mis adoloridos dedos
del volante y salto con mi bolso a cuestas.
. De ninguna
manera lo alcanzaré a no ser que le ordene que se detenga. O que corra
como un perro.
Lo que no es mi estilo.
Soy toda sobre el control, rápidos golpes bajos y mantener a las
personas a distancia con mi repertorio cada vez más amplío de ―sólida
como una roca‖, con aspecto de ―aléjate‖. (Expresiones mezcladas con
rápidas miradas de sarcasmo y desdén, desde luego.) Esto ha sido
muchísimo trabajo de "mirarme en el espejo". Pero mis habilidades están
perfeccionadas.
Recientemente he convencido al mejor terapeuta en la ciudad, de
que estoy lo suficientemente bien para ir a la universidad. Incluso no tuve
que mentir. Simplemente suprimí la información, manteniendo mis
expresiones bajo control, escondí mis confusos horarios de sueño, y ¡ZAS!:
Todos creen que estoy curada.
Lo que pienso es que estoy harta de hablar de cosas que nunca serán
arregladas.
Al igual que yo. Cómo estoy casi mejor. Casi de vuelta a la
normalidad.
Después de intentarlo a la manera de ellos por tanto tiempo, me
cansé de esperar. He hecho un montón de progresos en fingirlo, eso es
seguro. Y hasta ahora, todo bien. No, no estoy ―mejor‖. Soy la misma, pero
ninguna de mis actuaciones parece hacerme empeorar. Así que medio está
funcionando. Y ha habido un enorme cambio que funciona para todos
nosotros. Mis padres y mi hermana menor nunca antes han sido más
felices.
Ellos, siendo felices, es lo más cercano a mí siendo feliz que llegaré a
conseguir alguna vez. Eso es suficiente.
Si puedo hacer más progresos (la palabra favorita de mamá)
conseguiré aplicar a universidades el próximo año. Ellos lo prometieron.
Esto quiere decir que recuperaré mi vida, ir a la residencia de estudiantes
y mudarme fuera del microscopio paternal. ¿Ojos que no ven, corazón que
no siente, verdad?
Voy a ser lo que ellos quieran este año:
Simplemente bien. Bien. Bien. Bien.
Me detengo para recuperar el aliento, tratando de descifrar por qué
Gaston Dalmau eligió hoy para unirse a la fila de personas que se meten
conmigo. Él nunca me habló antes, lo recordaría. Como estoy segura que
nunca olvidaría esos impresionantes ojos verdes. ¿Quién podría olvidar
esas cosas?
Cuando miro alrededor del estacionamiento de Geekstuff.com me
toma sólo unos segundos darme cuenta que el lado de visitantes está
completamente vacío, además de mi auto y el suyo.
Debo ser yo contra él para la entrevista final. Supongo que él trata
de comenzar la batalla temprano. El tipo toma las escaleras del frente dos
a la vez, y juro que él está hablando solo. Me pregunto si él podría ser más
anormal que yo. Por si acaso él decida mirar hacia atrás, sostengo mi
posición y observo la abertura de su evidentemente nueva, ―con pliegues
de embalaje‖, y conservadora camisa de entrevista cuando él desaparece
dentro del edificio.
Buena suerte presumido—atormentador. Ese es el único punto que
vas a conseguir.
Echo una mirada a la hora en mi iPhone. Cinco minutos de sobra. Él
probablemente me observa desde el interior del vestíbulo… o tal vez él está
desarrollando alguna especie de zancadilla para hacerme tropezar.
Comienzo a avanzar en un paso ultra—lento. Registro mi cerebro
por cualquier chisme de la escuela que yo podría ser capaz de usar contra
él.
Este chico y yo corremos en círculos completamente diferentes. Su
círculo es popular y genial, y mi círculo me lleva de la escuela al salón de
profesores. Para entusiasmarme, llego a la tienda más cercana con un
corredor de Red Bull. Él va a fiestas, partidos de fútbol y todas esas otras
cosas. Ni siquiera veo a este chico en los pasillos. El único recuerdo real
que tengo de Gaston se remonta al día en que él ayudó a Daniela
cuando ella se rompió el brazo.
Este es uno de esos cuentos míticos de la escuela. Vuelto a contar
cada año a todos los estudiantes entrantes. Sucedió el primer año, en el
segundo semestre. Unos días después de que yo regresara a la escuela de
mis ―meses especiales‖ en casa. Meses dedicados a masticar botella tras
botella de antidepresivos y casi saliendo de las profundidades. Para
siempre.
Todo el mundo jura que vieron la caída de Daniela. Pero, realmente lo
hicieron. En ese entonces, yo había estado tendida en las gradas, gracias a
la nota de no participación del doctor. Yo no había trabajado en cómo
ocultar mis emociones todavía. No como lo hago ahora. Hice mucho de
mirar hacia abajo aquel año. Mirando zapatos. Contando baldosas.
Asqueándome a mí misma por analizar la suciedad en las esquinas. Ese
tipo de cosas.
No quería hablar con nadie, tampoco. Abrir mi boca solía hacerme
llorar sin ninguna razón. Algo acerca de sentir el aire golpeando la parte
trasera de mi garganta lo desencadenaba. Era humillante para mí y más
incómodo para quien estaba cerca de mí, entonces nadie lo hacía. Lo
prefiero así, de todos modos.
Daniela tropezó y rompió su brazo durante un juego de vóleibol. Ella
cayó directamente enfrente de mis pies. Ella era difícil de ignorar. Su
mano torcida debajo de ella, y habían muchas fracturas. Como alguien
caminando sobre astillas. Cuando ella se sentó, sus huesos habían
atravesado la piel en dos sitios cerca de su muñeca. Otro sobresalía en la
parte superior, encima de su codo.
Espectáculo de horror total. Ella había impactado en una arteria.
Daniela ni una sola vez hizo un sonido. Solamente parpadeó y
parpadeó. La sangre salpicó en el piso del gimnasio —cantidades de ella—
como si estuviera cayendo desde los aspersores contra incendios y la
profesora gritaba tan fuerte que todos pensaron que ella había sido
herida.
Nadie más se movió o hizo un solo sonido por mucho tiempo,
incluyéndome.
Especialmente yo.
Daniela —y probablemente todos nosotros— había estado en shock.
Conozco el shock. Es cuando no puedes procesar o hacer nada
correctamente durante una situación hecha mierda. A menudo, después tú
podrías no recordar una parte de lo que pasó. Daniela todavía jura que no
recuerda caerse.
Gaston había sido el único en ir a su encuentro. Él en cierto modo la
salvó.
Él tomó el rostro de Daniela entre sus manos. Muy suavemente…
realmente recuerdo eso. Él inclinó su barbilla hacia la suya, entonces ella
no podía ver su brazo o algo de la sangre. Él también bloqueó su vista de la
profesora quien en ese momento, se había calmado porque ella había
vomitado bajo la red de baloncesto.
—Mira directamente aquí. Justo hacia mí —Gaston dijo, señalando a
alguien que corriera a la oficina. Él envolvió su brazo alrededor de la
manga de su sudadera y aplicó la presión como algún tipo experto en
primeros auxilios.
—Mantén tus ojos en mí, Daniela —dijo él—. La enfermera ya viene.
Ella conseguirá a tus padres. Solamente espera. Quédate conmigo. Tus
ojos en los míos. Justo aquí. Vas a estar bien, Daniela. Muy bien.
Me estremezo cuando recuerdo el sonido de su voz. Agradable.
Seguro de sí mismo. Preocupado. Con miedo.
Hoy, después de la vista en primer plano de ese chico de verdes,
verdes ojos, ahora entiendo por qué Daniela no se había movido todo el
tiempo. Él la había hipnotizado con aquellas cosas.
Sacudo mi cabeza y suspiro. Gaston no es un matón. Él es lo contrario,
lo que es mucho, mucho peor. Él es un héroe. Los chicos héroes tienden a
ganar cosas incluso si ellos no están calificados.
Él probablemente está aquí en esta segunda entrevista porque él
llevó a cabo algo impresionante e imperturbable ayer, ¿pero qué? ¿Rescató
un gatito? ¿Un niñito corriendo delante de un autobús? ¿Al Director
General asfixiándose con un cargador de teléfono mini-solar? Esperemos
que no.
Yo aún no había considerado la posibilidad de perder esta pasantía
por alguien más.
Pero, ¿qué si lo hacía? ¿Qué si Gaston lo gana? No puedo dejar que
suceda. No puedo. No lo haré.
Tomo algunas respiraciones más largas y cambio mi expresión
a serena y confiada cuando salto hasta la acera que conduce a la escalera
delantera. La confianza supera a cualquier otra emoción cuando tratas de
convencer a la gente que tienes las cosas manejadas. Necesito que
Geekstuff.com crea que tengo lo que se necesita, y ahora necesito que
Gaston lo crea también.
¿Qué tan difícil podría ser devolver su intento poco convincente
haciéndolo caer con una de las mías? Todo lo que puedo hacer es lo que sé.
Fingir, permanecer despierta, sonreír y mirar que pasa.
La gente de Geekstuff.com puede averiguar después de que ellos me
contraten que ellos han escogido al incorrecto.
¿Con respecto a Gaston Dalmau? Él puede enfrentar la salida.
El escozor en mi frente se intensifica para recordarme que el chico
dentro del vestíbulo ya está un punto adelante. Al levantar el brazo
encuentro una enorme hinchazón, caliente encima de mi ojo derecho. Esto
es malo ―como una picadura de araña de mutante‖ y duele.
Desde luego lo hace. Bien. Él está dos puntos adelante. Le daré dos.
Libero más flequillo, entonces la hinchazón está cubierta y añado a
Gaston Dalmau a mi “lista de odio”, exactamente entre algas marinas y
fiestas. Al instante me siento más fuerte. Mi lista de odio no ha cambiado
en años.
¡Prueba total de progreso! Si tan sólo pudiera compartir esto con mi
mamá. Pero ella no sabe que me gusta mantener esta lista. De cualquier
manera.

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