Capítulo 6
::Gaston::
es lunes a la hora del
almuerzo. He estado evitando hablar con
Rochi todo el día,
sobre todo porque me he estado diciendo
que necesito pensar lo
que voy a decirle exactamente.
Además, no tengo ni
idea de cómo debemos comenzar esta
cosa de
alquiler-de-novio. Pero, por supuesto, esa no es la verdad directa.
Tengo miedo, como
siempre. Gaston Dalmau, el mierda de pollo, el que tiene
miedo a Rochi
Igarzabal. Otra vez.
Todavía. Siempre. Por
lo menos puedo admitirlo. Además, ella parece
ignorarme también.
—Mierda —murmuro y
retrocedo un poco cuando veo a Rochi salir
del edificio.
Ella nunca sale afuera
en el almuerzo, pero hoy no hay nada en el
calendario por los
finales. Hoy, todo el mundo está limpiando las taquillas
y dando vueltas. Mis
amigos también han visto a Rochi salir del
edificio. Normalmente
comentamos cualquier cosa fuera de lo ordinario
cruzando nuestro punto
privilegiado en los escalones altos que llevan al
estacionamiento de los
profesores. Rochi Igarzabal, cuando es divisada,
siempre es un blanco
fácil para la conversación.
—Mira. Rochi Igarzabal
robando mecheros Bunsen y vasos de
precipitación —dice mi
mejor amigo Peter. Él se acercó al borde de
los pasos para obtener
una mejor visión de la pila gigante de cosas que está
arrastrando hacia su
coche—. Esta chica sería del tipo que tiene una red
de robo secreto en la
escuela. Podría estar vendiendo cosas en eBay
en estos momentos.
¡Probablemente tiene millones, y nadie la ha
atrapado todavía!
—Lo dudo. Ya tiene más
dinero que Dios. —Salta Eugenia,
tratando de llamar mi
atención. La ignoro. Eugenia no es parte de nuestro
grupo habitual. Ha
estado revoloteando mucho entre nosotros. Peter dice
que está coqueteando
con él, pero nuestra amiga Lali dice que está
interesada en mí. Es
bonita, pero es malvada y habla demasiado. Como
ahora.
—No está robando
—continúa Eugenia—. Tiene su propio conjunto
chatarra de bicho
raro. —Eugenia sonríe, y arroja su cabello sobre su
hombro.
—¿Cómo lo sabes?
—pregunta Peter, deslizándose más cerca de
ella. Casi me río
porque está tratando totalmente de mirar por debajo de
su camiseta.
Eugenia esta tan
centrada en mí, que no tiene ni idea. —Rochi era mi
compañera de
laboratorio este semestre. A la señora Smith le encantaba
esa chica. Están
charlando constantemente acerca de los suministros y
real ciencia. Creo que
Rochi ayuda a la profesora a ordenar las cosas para la
clase... como por
diversión. Rochi Igarzabal es una ñoña.
Mueve su cabello de un
tirón otra vez y puedo jurar que está
esperando a que la
vea.
No lo hago.
—Brutal —dice Peter,
disparando a Eugenia su simpática ―mirada de
interés‖. Peter tiene
esperanza de que su atención hacia Eugenia le
permitirá obtener algo
de acción. Pero, sobre todo, quiere hacer que
Lali se ponga celosa,
por rechazarlo del mes pasado—. ¿Cómo
sobreviviste a
trabajar con ella? —Peter se estremece.
—Recibí una nota
increíble. Pero, ella era tan dura. Si no fuera por
la parte en la que me
dijo estúpida con sus ojos cada día, le rogaría ser su
compañera el año que
viene —dice Eugenia.
—Vamos —hablo para
defender a Rochi—. Ella no es tan mala. Ella
es... realmente agradable.
Si llegas a conocerla
—¿Has fumado mucho
crack, Dalmau? Rochi Igarzabal es como cualquier
súper villana que se
me ocurre: ardiente, elegante, peligrosa y aterradora
como el infierno —Peter
ríe—. De ninguna manera ella es agradable.
Haciendo un puchero
malhumorado, Eugenia agrega: —No puedo
creer que dirías que
es ardiente.
Lo intento de nuevo.
—Rochi es cualquier cosa menos una súper
villana. Y sí, ella es
increíblemente caliente. —Agrego eso porque sé que va
a enloquecer a Eugenia.
Y porque es verdad.
Peter parpadea hacía
mí. Su sonrisa se desvanece cuando se pone
serio. Gracias a Dios,
está demasiado aturdido para hablar. Para Peter
, este es un momento
raro.
Lali finalmente se une
a nosotros junto con la mitad de su
equipo de porristas.
Los tres hemos sido mejores amigos desde siempre.
—¿Cuál es el tema?
—dice Lali cuando ella y sus amigas sueltan
sus mochilas y
escarban en sus almuerzos.
—De repente, Gaston
está convencido que Rochi Igarzabal es agradable —
dice Peter, disparando
un vistazo hacía Lali.
Lali levanta una ceja
hacia mí. —¿En serio?
—Estuve con ella en la
entrevista, y sí creo que es agradable. ¿Y qué?
—Santa mierda. Esa
chica debe haber golpeado tu cabeza —añade
Peter.
Puedo decir que está a
punto de estallar en carcajadas. No habrá
más momentos de
silencio viniendo de él.
—Por supuesto que fue
agradable... contigo. Tú podrías hacer que
cualquier chica sea
agradable. —Eugenia me guiña un ojo y lame sus
labios. Todo lo que
puedo hacer es no encogerme.
Lali hace una mueca,
sus ojos revoloteando detrás de la espalda
de Eugenia. —¿Quién
consiguió el trabajo?
—Los dos lo
conseguimos. Rochi y yo vamos a compartir las prácticas.
Así que... supongo...
acostúmbrense a verla a mi alrededor. Tal vez lo vean
por ustedes mismos.
Ella es agradable.
—Pensaba que siempre
tomaban a sólo un solicitante. —Lali
frunció el ceño. Ella
fue una de las esperanzadas entrevistadas, pero fue
despedida
inmediatamente.
—Sí... lo sé. —Me
detengo y busco en mi cerebro algo que decir que
no sea una mentira—.
Crearon dos puestos en el último minuto, porque
les gustamos ambos
mucho. Me pagan... así que... estoy bien con eso.
Genial... ¿eh? —Me
encojo de hombros. Mi garganta se ha vuelto
completamente seca, y
no puedo sostenerle la mirada a Lali. Ella será
capaz de decir que
algo está fuera de lugar, si no lo ha notado todavía.
—Y le pagan tanto. No
es justo —Peter ríe, petulante con la
cantidad de dinero que
le había dicho la noche anterior—. Lástima que
Gaston va a tener que
inclinarse y lamer los pies de Rochi Igarzabal durante todo
el verano. Si ellos
convierten a esa chica en tu jefe a cualquier nivel... tienes
que renunciar. Ningún
dinero vale la pena el ser ordenado por eso. —
Sacude su cabeza hacía
Rochi.
No puedo responder.
Sólo muevo la cabeza y trato de frenar el
impulso de tener que
golpear a mi mejor amigo. Entonces me siento mal
por ese pensamiento.
Yo soy el que ha cambiado el equilibrio actuando
fuera de la normal, no
Peter. Yo soy el que está a punto de pretender
enamorarse de Rochi
Igarzabal. No puedo ni imaginar lo que van a decir
cuando lance ese tipo
de locura en sus rostros.
Lo que es peor, es que
no puedo decirles la verdad, y hemos jurado
nunca mentirnos los
unos a los otros. Nunca. Pero primero necesito hablar
con Rochi. Averiguar
lo que está bien para ella. Calcular los límites. Sólo ha
pasado un día, pero
dejar a Lali y Peter fuera del circuito va a hacer
esto doloroso. Sobre
todo porque yo soy un pésimo actor.
—Pobre chica. Ella
está demasiado cargada —añade Lali,
viendo a Rochi
detenerse para balancear su montaña de cosas—. Debería
haber hecho dos
viajes, creo. Hey... ¿ese no es nuestro equipo de
laboratorio?
—Es de ella. Eugenia
sabe todo sobre este, ¿no? —le digo, agitando mi
primer vistazo real a Eugenia.
Ella sonríe y trato de devolverle la sonrisa.
Pero ahora que pienso
que soy un actor, no puedo deshacerme de la idea
de que estoy atrapado
en una especie de escenario.
Sonrío más amplio a Eugenia
y vuelva a intentarlo. —¿No es cierto,
Eugenia... que obtuvo
una gran nota en ciencia este año?
—¿Cuál es el problema
contigo, Gaston? Estás extraño. ¿Te quedaste
demasiado tarde
estudiando? —Lali se cruza de brazos.
Mierda. Al menos no
señaló que soné como un robot monstruo.
Le lanzo otra sonrisa
de cartón a Eugenia. Se ve sorprendida porque
finalmente estoy
prestándole real atención. Sólo que su expresión es de
espanto.
¿Quién puede culparla?
Estoy espantado de mí mismo. Lo que sea.
Ya tengo novia.
Ahogo una risa con ese
pensamiento y echo un vistazo a un muy
confundido Peter. Lali
me sigue siendo frunciendo el ceño,
esperando a que le
responda.
Estoy esperando que
alguien me diga mis próximas líneas, o al
menos grite: —¡FRAUDE!
—Pero nadie lo hace. Sólo parpadean como si
no me reconocieran. Perfecto.
Me doy la vuelta y
miro a Rochi. La cosa extraña del imán que me pasó
ayer vuelve, junto con
unos de esos extraños y dolorosos saltos del
corazón. Ella ha
desacelerado a paso de tortuga, viéndose bastante
lamentable. Y sola.
De repente, perseguir
a Rochi Igarzabal, la chica con la que no tengo idea
de cómo hablar, parece
mucho mejor que quedarme aquí y mentirle a mis
mejores amigos.
—Yo… yo iré. Quiero
decir... tienes razón, Lali. —La voz de
robot no morirá.
—¿Qué? —dice Lali.
Mis ojos se sienten como
enloquecidos mientras se dirigen de cara a
cara. —Alguien debería
ayudarla, ¿eh?
—¿Quién? ¡¡Amigo!! No
tú. No trabajas para ella, ¡todavía! ¿O lo
haces? —grita Peter,
pero ya estoy saltando por las escaleras con una
rápida mirada por
encima de mi hombro.
Sus bocas han caído
abiertas. Muy abiertas. Desde la sorprendida y
enojada mirada en el
rostro de Eugenia, puedo decir que no pasará mucho
tiempo antes de que su
tren de chisme deje las pistas.
Bien.
Voy a necesitar toda
la ayuda que pueda conseguir.

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