viernes, 24 de mayo de 2013

"Casi..." capitulo cuatro


Capítulo 4
::Gaston::
ella se apoyó contra el escritorio de la recepcionista y asimilo
los ojos cerrados de Rochi, ella cruzó los brazos y cambió
drásticamente, a un pálido rostro. Ella estaba haciendo alguna
clase de extraña yoga de tipo respiratorio. Me pregunto si el bulto en la
cabeza es peor de lo que dice. Tal vez ella tenga una conmoción total.
Estoy convencido de que ella no se acuerda de mí.
No, en absoluto. Me atrevería a decir que ella está mejor. Ningún
ataque de nervios hasta ahora. La chica parece perfectamente normal.
Irritable, sí, pero también es inteligente, divertida y, sí, tan normal como
yo. Ella no dio ninguna señal de que supiera nada más allá de mi nombre.
Y el infierno, me sorprendió saber que ella lo sabía.
Veo algunos papeles depositados detrás del gran árbol en maceta
cerca de la puerta. Deambulo a investigar si ella es así. Encuadra. En un
montón de transcripciones de la escuela y algunas copias de su
currículum. He leído a través de su interminable lista de logros.
—¿Por qué estás aquí? ¿Para el trabajo? —pregunté en voz baja.
—Por favor. Esta pasantía es perfecta para mí y lo sabes. He estado
en la lista de entrevistas desde el tercer año. —Abre los ojos y me golpea
con una mirada seria y fría—. ¿Tus padres te consiguieron una entrevista
de último minuto? Tú no estabas en la lista que vi.
Creo que está tratando de ser mala y me pone nervioso, pero el
descaro que había tenido anteriormente en su voz no se encuentra ahora.
Es como si la lucha se hubiera ido fuera de ella.
La lucha ha salido de mí también. Así que le digo la verdad.
—Mis padres están muertos. Yo vivo con mi abuela. Mi consejero
universitario hizo algunas llamadas y consiguió una en el último minuto.
Amplió sus ojos. —Santo cielo. Supongo que es mi turno para
disculparme. Realmente, no lo sabía.
—Sucedió cuando yo era un bebé. Sólo recuerdo a mi abuela como
mi mamá, así que… sí. Es sólo que… mi vida, ¿sabes? No hay necesidad de
disculparse por lo que ha sido genial. —Me tumbé en el sofá a su lado—.
Necesito esta pasantía, así mi abuela no tendrá que pagar mi matrícula. El
empleo paga $8mil por sólo algunas semanas de trabajo. También estoy
esperando que Geekstuff.com me permita trabajar durante las vacaciones
y fines de semana del próximo año. Puedo guardar una tonelada si puedo
empezar este verano. Además, tiene una beca increíble para la escuela de
minas.
—¿Oh? Genial. Mi papá trabaja allí —dice ella, empujando su rostro
hacia la rejilla de ventilación en el techo—. Mmm. $8mil, ¿eh? Me olvidé del
dinero. Trabajaría aquí de forma gratuita si me lo permitieran.
—Yo soy todo sobre el dinero. No puedo permitirme olvidar que…
—Hago una pausa, fascinado por la forma en que la ventilación sopla
tenues rizos rubios alrededor de sus sienes.
—¿Así que…? —Su caprichosa ceja, lanzándome una mirada extraña.
—Así que, no importa lo grande que luzcas tu atuendo geek, y pese
a tus tradiciones de Star Wars, tus increíbles calcomanías del
parachoques, y tu condenado currículum perfecto, tengo que tirar los
dados. Por si acaso. Sin resentimientos, ¿de acuerdo?
—¿Te gustaron las calcomanías de mi parachoques? Pensé que los
odiabas. —Ella sonríe, y luego frunce el ceño—. ¿Cómo sabes lo que hay
en mi currículum? —Sus ojos azules se ensancharon a medida que se daba
cuenta de lo que estoy sosteniendo.
Muevo las páginas y le sonrió.
—Si no fuera testigo de tu entrada, te acusaría de dejar plantar estos
bebés como una forma alternativa, astuto para impresionar a cualquier
miembro del personal con el que no se conocieran en persona. —Le
entrego las transcripciones y una del currículum, entonces me muevo a lo
largo del sofá lejos de ella—. ¿Criabas cabras para 4-H2?
—Cuando tenía diez años. —Metió los papeles en su bolso y vino
detrás de mí—. Deja de leer. Es información privada.
                         
—Te tomaste el tiempo para hacer copias así que debes querer que
otra persona eche un vistazo. —Le entregué otro papel y leí la siguiente—.
Creo que no debería ser yo el que se retire del lugar. Ahora que conoces mi
pobreza, mi verdad de huérfano, ¿cómo no me dejas tener este trabajo? —
Declaro, tratando de parecer lamentable.
Ella rueda sus ojos. —Por favor. Lo dijiste tú mismo, que no estabas
sufriendo ni un poco.
Me encojo de hombros. —¿No tienes una especie de casita de playa
o un condominio de refugio en la montaña que necesitas visitar durante
todo el verano? Si tu papá trabaja en Minas, ya tienes una beca completa a,
por lo menos, una escuela superior de forma predeterminada. Con tus
calificaciones apuesto a que ya has sido aceptada en un montón de
lugares. Si no, tú puedes conseguir algo en cualquier lugar debido a ―las
futuras donaciones de tu familia‖.
—¿Cómo te atreves a asumir ese tipo de cosas de mí?
—¿Por qué no? Todo el mundo sabe de tu abuelo ,Su fábrica de cervezas emplea a la mitad del condado. Está claro
que la cuenta bancaria de tu familia lo está haciendo mejor que la mía.
—¿Muy, grosero? Tú no tienes derecho hablar de mi familia o sus
finanzas.
Sus ojos están disparando chispas nuevamente, pero ella está
haciendo un gesto de dolor al igual que su dolor de cabeza, así que bajo el
tono. —Sólo estoy tratando de enumerar los hechos entre nosotros. —Me
encogí de hombros nuevamente—. Mi necesidad es obviamente mayor
que la tuya.
—Eso es toro. Mi necesidad es tan grande. Quiero este trabajo
porque va a darme las cartas de recomendación que necesito para ir a la universidad . Demándame por tener metas. Además este lugar me hace ver muy
completa. —Ella vacila—. Y yo estoy teniendo problemas con eso en la
escuela, porque todas mis cosas son académicas. No hay equipos. No hay
clubes sociales.
Ella me esquina en el borde del sofá y tiende su mano. De repente,
todo lo que puedo notar es cómo de bien redondeada es ella, y lo peor, me
doy cuenta de que todavía huele a canela y a sol. Al igual que lo hizo hace
tres años.
—Obséquiame. Ese. Respaldo.
Paso unos cuantos currículos y vuelo lejos de ella y de ese olor a
canela, reservando el último papel en mi mano para que pueda terminar de
leerlo.
—Whoa… Hola. ¿Qué es esto? —murmuró, mirando el papel—.
¿Cómo Ser Normal: lista de verificación de Rochi Igarzabal, por Kika Igarzabal?
¿Quién es Kika? —Me río.
La forma en que su rostro se ha vuelto más blanco que el hielo en el
complejo deportivo. Creo que este trabajo no es una broma.
—Kika es mi hermanita. ¡Entrega eso!
Haz lo correcto. Como ella dijo, se trata de información privada. No
es asunto mío.
Sólo que, posiblemente, podría ser mi negocio.
Indirectamente. No es su culpa… No mía…
Los ojos de Rochi se han vuelto salvajes. Expuestos.
—Ella hizo la lista para mí, como una broma. Es una vergüenza. La
semana pasada hizo sobre la higiene personal: Cómo NO Repeler a Toda la
Humanidad.
Sonrió cuando Rochi salta por la lista, pero yo la esquivo fácilmente.
La parte superior de su cabeza no llega a mi hombro. La única forma en la
que puede llegar a este documento es si ella intenta subirme. Estoy seguro
de que no está a punto de ir allí.
—Por favor —susurra—. Por favor, no…
Su tono de angustia hace que mi corazón se tuerza. Casi me
arrepiento, pero de pronto, frente a esta chica, me siento como si yo no
fuera yo.
El hecho de que yo no tenía coche cuando vi su coche lo demuestra.
El hecho de que la busqué y voluntariamente rompí la promesa que
le hice a sus padres lo demuestra una vez más. El hecho de que todavía
estoy aquí cuando probablemente debería irme y nunca mirar atrás se
solidifica. Esto debe ser lo que se siente al despertar y descubrir que te has
convertido en un adicto a las drogas durante la noche. Soy tan alto y estoy
fuera de control ahora mismo. No puedo detenerme.
La curiosidad en máxima. En la voz de Rochi Igarzabal. Mi necesidad de
más información se ha vuelto insaciable e imparable.
Ahora que estoy seguro de que ella no se acuerda de mí, quiero
conocerla. La ella real.
No la bola-impar-súper-perra que todo el mundo piensa que ella es,
sino la chica delante de mí ahora. La que tiene un dolor en la cabeza que
toma el color de sus mejillas. La chica que le gusta el arte Clone Wars, y
defiende los romances de Blockbuster. La chica que te juro escondió
algunas sonrisas de mí antes.
La chica cuyo mismo ―Por favor‖ y embrujadores ojos me han
atormentado durante tres años. Sin descanso, leo sobre: —Número uno:
Hacer por lo menos dos amigos de tu misma edad. Numero dos: Ir a
lugares, además de tu habitación. Número tres: Conseguir novio. Número
cuatro: Asegúrate de que mamá y papá noten los números del uno al tres.
Bajo mi mano.
—Apestas —dice ella arrugando la lista cuando me da la espalda.
Sus hombros estrechos subiendo y bajando como si ella no pudiera
respirar o podría llorar, o ambas cosas.
—La lista es real, ¿no es así? —prosigo—. Es por eso que tú
realmente necesitas este trabajo.
Ella se dirigió a la mesa de café donde dejó el bolso, y metió dentro
la lista. —¿Y que si la lista es real? Estoy enferma, ¿de acuerdo? No es
cáncer ni nada extremo. Enferma de aquí. —Ella se golpea la sien con el
dedo y se encuentra con mi mirada muerta—. Permanentemente hecha un
desastre. —Ella se encogió de hombros—. Mis padres están rastreando mi
vida social. Algo que tú no entenderías. Esta pasantía me va a conseguir lo
que necesito para demostrarles a mis padres que yo puedo hacer cosas
normales como sobrevivir a un trabajo de verano. Si no lo puedo lograr,
ellos no me dejaran ir a la universidad. ¿Feliz? Ahora que has visto la
prueba. Necesito el trabajo más que tú, así que, ¿qué tal si me haces el
favor de salir como si me hubieras estado preguntando todo este tiempo?
—Jesús. Estas completamente seria. —Tragué.
—Adelante. Ríete. Estoy segura que puedes conseguir días de
diversión con esta información en la escuela. —Ella se cruza de brazos. En
lugar de mirar valiente o defensiva cómicamente como había hecho antes,
tengo la sensación de que ella necesita sostenerse a sí misma. Como si no
estuviera bien, y no tiene nada que ver conmigo.
—¿Qué tienes...? ¿Qué te hace enferma…? ¿O lo que sea? —pregunté
suavemente, preguntándome hasta donde iba a ir con los detalles.
—Por favor. Yo no voy a dar más municiones a mano de tus
chismosos amigos.
—Yo no lo diría. Yo no soy así.
Ella niega con la cabeza y mira hacia otro lado. —Todo el mundo es
así.
—Correcto. —No la presioné de nuevo porque mi conciencia lo ha
entendido. Mis amigos podrían tener un día de campo con su lista. Ya he
ido demasiado lejos. Además, conozco su diagnóstico: Trastorno de Estrés
Post-Traumático. Esas son las palabras exactas que su mamá me dijo hace
años. No soy un experto, pero el TEPTes lo que tienen los veteranos de
guerra después de la batalla y sobrevivientes de accidentes y también las
víctimas de crímenes. Pensé que la TEPT hacia que la gente gritara y se
perdiera cuando se les provocara. Yo había estado provocando a Rochi
desde que había chocado su carro.
Si ella está admitiendo que todavía está enferma, eso significa que
yo apesto. Mi pecho se aprieta. No puedo tragar cuando me fijo en cómo
sus hombros siguen temblando. ¿Cómo ella no quiere que yo note eso?
Mí falta por ser el mayor idiota del mundo con la única chica que no
merece otra cosa que bondad absoluta: especialmente de la única persona
que sabe sobre su verdadero negocio. Al leer la lista había arrancado su
máscara y le disparé a la meta mucho después que el pitito había sonado.
Ella se giró para enfrentarse a mí e intento mi mejor disculpa.
—Cualquier cosa que quieras hacer (o decir para mí en este
momento), infiernos, lo merezco, ¿de acuerdo? Soy un completo estúpido.
Incluso puedes darme un golpe, si lo deseas. Yo no voy a decirle a nadie
sobre eso acerca de ti. La lista. Nada. Es una promesa.
Tomando una respiración profunda, muesca su mentón una pulgada
más alto. Ella me lanza una mirada que dice que no está herida, o insultada
o temblando en todo el cuerpo justo en frente de mí. Ella quiere que yo le
crea que ella no se preocupa por lo que acabo de hacer. La vulnerabilidad
evidente que había visto desaparece. El temblor en los brazos y manos se
detiene. Las capas de la chica era otro del hielo de la mirada
amenazada, y desencadena un muro de desprecio. Si yo no hubiera estado
mirando directamente a ella todo el tiempo, si el ceño fruncido no
coincidía exactamente con el que ella me dio desde la cabina de su Jeep,
podría haber pasado por alto.
—¿Quieres ser mi número tres? —pregunta ella, y levanta las cejas
hacia arriba y hacia abajo en una ofensiva de distracción. Y funciona.
Estoy completamente sorprendido.
Humillado. Impresionado. Ella tiene rostro de jugador. Grave. Ella
es una experta en el encubrimiento.
Después de miles de juegos de hockey contra oponentes
formidables, me doy cuenta de que Rochi Igarzabal me derribó, pero no hay
forma de saber si ella fue. Choqué con cubitos de culpabilidad y una nueva
dosis de auto-odio alrededor de mí. Casi me derribo sobre mis rodillas.
Ella continúa. —¿Qué dices, Dalmau? Si consigo un novio de esa lista,
soy oro. —Su voz suena excesivamente imprudente—. ¿Tú en?
—Uh… no… no, —Es todo lo que soy capaz de decir, porque no
tengo aire en mis pulmones.
—Tú no tienes que mirarme tan disgustado por la idea. —Ella se
encoge de hombros otra vez, mientras mi mente tambalea fuera de
control—. Estoy segura de que tienes estándares de chicas que no cumplo.
¿Por qué pones una cara de limón amargo?
—No estoy haciendo ningún rostro. Sólo estas…—Me detengo,
porque no puedo pensar en nada qué decir que no suene hiriente. Y a toda
costa juro nunca por voluntad propia hacerle daño. Nunca.
—Adelante. ¿Sólo qué? —Ella demanda—. Cualquier cosa que digas
no me sorprendería. —Su tono evidentemente auto-condena. Hago un
gesto de dolor mientras ella continúa.
—Hay miles formas de terminar. ¿Crees que no los he escuchado?
Prueba con estos: Soy demasiado perra para ser tu novia, demasiado fea,
demasiado rara, muy loca, ¿muy inteligente?
—Yo no quería decir que no me gustaría tenerte como novia —le
digo suavemente, negándome a picar su anzuelo—. Quiero decir que
alguien más podría hacerlo. Las novias toman demasiado tiempo.
Ella mira de reojo a través de sus pestañas y me da la sensación de
que ella está estudiando mis expresiones.
—¿Cómo sería? ¿Mi mitad de este trabajo valdría la pena para ti? Tú
has dicho que quieres el dinero. Vamos. Sé que hay mucho por hacer aquí.
Me siento como si acabara de entrar en la tierra de la locura.
—No hay ninguna mitad. Hay un trabajo y me refiero a conseguirlo.
Francamente, este giro normal de verano parece ser la manera más fácil
que yo ganando la lotería.
—¿Puedes estar seguro de que vas a conseguir la pasantía? —dice,
inclinándose más cerca.
—Estoy casi seguro —miento.
—La totalidad de esta pasantía es igual a ocho mil dólares de paga
de verano. —Ella mete la mano en su bolso y saca normalmente la lista
arrugada y me la devuelve a mí. —Me ofrezco a trabajar gratis, y tú
aceptas ser mi novio falso por el resto del verano. ¿Qué tan difícil puede
ser? Vamos a mantenerlo a luz. No tienes que usar tu nombre real. Si eres
ficticio, entonces tú no tienes una familia que mis padres necesitan
conocer. Sólo necesito que alguien me recoja en carro de vez en cuando y…
—No. Para. Por supuesto que no.
—¡Sí! Es perfecto y tú lo sabes. Tengo que ser normal, tú conseguir
el dinero, ambos obtenemos las cartas de recomendación. Además, el
Señor Foley tiene dos internos por el precio de uno. Di que sí. —Ella
parpadea.
—Imposible. —Parpadeo de vuelta—. Tú no tienes idea de lo que
me estás pidiendo. Estoy muy ocupado. —Ruego que ella crea que todo es
acerca de mí, no de ella—. Yo trabajo en otro lugar, en el complejo
deportivo, y me ocupo de mi abuela. No. Demasiado complicado.
Me paro y paseo por la longitud de la sala re-leyendo los puntos de
su lista. Incluso si yo estuviera de acuerdo, ¿cómo voy a ser capaz de
ocultar mi identidad de sus padres pitbull? Si alguna vez lo descubrieran
ellos me atravesarían. Infiernos… Tengo que admitir… Que tiene razón. Es
una buena idea. ¿Podríamos llevarlo a cabo si no uso mi nombre real?
Rastrillo mis manos por mi cabello.
—No. No, es una locura. Es imposible.
Miro hacia atrás. Ella cruzó los brazos y está golpeando ligeramente
su feo zapato en la alfombra.
—Lo estás haciendo de nuevo —dice ella.
—¿Qué?
—Te estás poniendo todo pálido y verdoso. Y estás murmurando
para ti mismo, otra vez. ¿No puedes al menos ocultar tu rechazo total
hacia mí? Unos minutos más en tú compañía y también podría ir yo misma
para atarme a las vías de un tren.
—No digas eso. ¡Ni siquiera bromees al respecto! La sola idea de
diez semanas estancado con una sola novia, incluso del tipo falso, me da
urticaria por todo el cuerpo. Demándame por hacer cara a eso. No creo
que hayas pensado en esto de paso. Se trataría de todos nuestros amigos,
padres, incluso si no uso mi nombre real, mensajes de texto, correos
electrónicos y un montón de tiempo. El tiempo es algo que no hay que
desperdiciar. Además, sería matar la variedad de… de… Sí… Chica diversión
de mi verano —implico, preguntándome si ella me pondrá en evidencia.
La única variedad de mi verdadero verano que anoto son los puestos de
trabajo adicionales que recogeré en la pista.
Se vuelve de color rojo brillante y tengo que esconder mi sonrisa.
—Asqueroso —resopla y vuelve a frotarse las sienes—. Pero si no
puedo convencerte, entonces tal vez podrías hablar con uno de tus
amigos. Uno chico que no sea un prostituto como tú.
—¿Qué? —Jadeo. Asombrado. Ella me golpea en el estómago de
nuevo—. Si… Si digo que no, tú-tú... ¿significa que vas a pedirle a alguien
más? ¡Estás completamente chiflada!
—Pensé que habíamos cubierto ese tema. ¿Eres tu completamente
lento? SI. Soy chiflada. Es por eso que tengo una lista llamada ―Cómo ser
normal‖.
Mi corazón se retuerce porque creo que realmente cree eso. —Vas a
ser destruida por los chismes. Acercarse a cualquier otra persona sería un
suicidio social. ¡No puedes decirle a nadie más este plan!
Ella hace una mueca.
—¿Quieres dejar de gritar? Mi cabeza se divide en la mitad desde
hace cinco minutos. No hay necesidad de vaciar lo que queda. Además,
estoy mucho más allá de preocuparme por chismes que se apliquen a mí.
Estoy segura de que podría encontrar a alguien que tomaría $8mil para
pretender una cita conmigo este verano.
Cuando me encuentro con su mirada, puedo decir que ella está con
un gran dolor, pero estoy casi seguro de que no tiene nada que ver con el
golpe en la cabeza como ha estado jurando.
Tomo una respiración profunda y lentamente vuelvo a sentarme a su
lado en el sofá.
—¿Por qué no tratas de conseguir un novio de la forma habitual? Ya
sabes… Conocer gente. Hablar. ¿Ser agradable? Guardando tu dinero —le
susurro.
—Yo no… Yo no puedo… —Ella susurra de nuevo, no encontrándose
con mi mirada—. Yo no soy así. No lo entenderías.
Pero lo entiendo. Y odio hacerlo.
Antes de que pueda decir algo más, el Señor Foley está de vuelta en
la habitación. —¡De acuerdo! Problema resuelto. ¿Quién es el primero? —
El asiente la cabeza hacia mí—. ¿Listo, Señor Porte? No puedo esperar
para ver sus ideas del producto.
—Listo. —Le entrego la lista a Rochi y me pongo de pie.
Cometo el error de darle una última mirada. En cierto modo me
esperaba verla a punto de llorar, pero ella me vuelve a sorprender. Su
expresión se convirtió desafiante, retando. Estoy bastante seguro de que
ella me está disparando un azul brillante, F-U… con esos grandes ojos
cerrados... Apagados.
Mis muestras de disco de hockey se agrupan contra mi espalda
cuando llevo encima mi mochila sobre mi hombro. Casi no puedo respirar.
No puedo caminar lejos de Rochi ahora que ella me pidió ayuda
directamente.
Además, soy muy consciente de que mi bolsa está llena de mierda. Si
se trata de muestras de productos. Ella va a ganar. Ella cree que estoy a
punto de robar su pasantía, pero después de ver esas calcomanías de
parachoques, sé que soy el tiro largo. Tan pronto como el Señor Foley
compare mi currículum de media página con un trabajo de asistente del
entrenador más snack-bar a lo que Rochi ha escrito sobre ella, estoy muerto.
Mientras me muevo para seguir al Señor Foley, ella saca sus
calcomanías.
Ella me parpadea los mejores: Chicos en libros son mejores… Los
chicos en libros son mejores. ¡Mierda! En parte es culpa mía que Rochi
Igarzabal crea que esas malditas calcomanías de parachoques sean buenas de
verdad.
—Señor —llamo al Señor Foley antes de que pueda cambiar de
opinión—. ¿Qué tal si nos entrevista juntos?
Se desliza la máscara de Rochi. Ella se encuentra con mi mirada y sus
ojos están tan encendidos de esperanza, alivio y confianza, que estoy
seguro que he hecho lo correcto.
Pero luego sale disparada de su asiento y se encuentra muy cerca de
mí.
—¿Te refieres...? —susurra.
Asiento con la cabeza, y ella sonríe. Estoy abrumado por
pensamientos de canela y sol y cuánto me gusta esa sonrisa real, tan
diferente de las que había estado fingiendo toda la mañana.
—Gracias. —Ella agarra mi brazo como si tuviera miedo a dejarme
ir—. Esto va a ser impresionante. No te arrepentirás.
Me dan ganas de gritar: Ya estoy arrepentido. ¡He sentido lastima
por tres años!
En lugar de eso sonrió y digo: —Sí. Vamos a trabajar en los detalles
en la escuela. El lunes.
Ella asiente de nuevo. Su pequeña mano tiembla contra mi brazo.
Sus dedos parecen frágiles, con las uñas que han sido masticadas a nada.
Tal vez esto es absolutamente lo que no debía hacer. Mierda.
Mierda. Y ¡mierda! ¿Qué he aceptado?
No es como si pudiera retractarme ahora. Ella me dijo que iba a
contratar a otra persona si no firmo. No podía dejar que eso sucediera. Y
maldita sea, yo necesitaba este trabajo.
Me comprometo a velar por ella. Asegurarme de que está bien.
Asegurarme de que no la lastimen más, incluso de ella misma y sus ideas
extrañas. Diablos, he estado por encima a Rochi Igarzabal durante tres años en
secreto. Ella no se acuerda de mí, así que, ¿qué daño puede provenir de
tratar de ser su amigo?
—¿Cuál es la idea? —pregunta el Señor Foley, volviendo sus pasos
por el pasillo.
Rochi sigue la tubería. —Si está de acuerdo, Señor Foley, tenemos una
forma donde podría contratarnos a ambos, pero sólo pagando un salario.
El Señor Foley levanta sus cejas salpimentadas por encima de sus
gafas y sonríe. —Estoy escuchando.

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