lunes, 6 de mayo de 2013

Jugando al amor, capitulo veinticinco


Capitulo
Quizá todavía me sentía culpable por desplomarme con Lali aquella
primera noche, entonces me fui un poco por la borda para tener el
departamento listo para su regreso. Estaba limpio de arriba a abajo, pero
contuve mi inclinación de “poner orden” y dejé su desorden fuera ya que
sabía que esto la hacía sentir en casa. Ordené en internet ese magnífico
juego de cama de lujo verde pálido porque ella adora el verde, compré unos
cojines decorativos, y convertí su cama en una cama de princesa. Compré
una mesa de desayuno-en-cama que se enrollaba al lado de la cama y se
balanceaba, así ella podría comer en la cama. Compré flores. Chocolates.
Llené el refrigerador con su helado favorito. Había una pila
de cada última publicación de revistas, que yo alguna vez la había visto
leer sobre el gabinete de su cabecera. Un par de Sudokus y libros de
crucigramas. Y… lo más extravagante un pequeño televisor con pantalla
plana con un reproductor de DVD incorporado. Era probablemente
demasiado para un paciente que se suponía, debía permanecer solo
durante dos semanas en cama, pero no quería que ella estuviera aburrida.
—Oh mi Dios. —Los ojos de Lali se ampliaron cuando caminó dentro de
su habitación. Estaba de pie con su brazo envuelto alrededor de la cintura
de Peter, y Silvia, Pedro y Gaston ya estaban en la habitación, riéndose
de todo. Los niños estaban de regreso en la escuela entonces ellos se
habían perdido “los excesos de Rochi”. Los ojos de Lali se volvieron hacia
mí—. ¿Hiciste todo esto?
Me encogí de hombros, de repente sintiéndome muy incómoda.
—No es mucho.
Lali sonrió y vino despacio hacia mí.
—Tú eres un poquito impresionante.
Resoplé. —Si tú lo dices.
—Ven aquí. —Ella envolvió sus brazos alrededor de mí y la abracé, como
siempre sintiéndome como una niña pequeña
—. Me gusta, gracias.
—Me alegra. —Con cuidado acaricié su espalda y fruncí el ceño—.
Acuéstate.
Lali gimió. —Esto va a ser divertido.
Mientras Peter ayudaba a Lali a sacarse sus zapatos y entrar en la cama,
Silvia se acercó a mí.
—El doctor dice que tienes que asegurarte de que sus vendas no se mojen
cuando se esté duchando.
—Ella puede tomar baños por ahora.
—Bueno. Y, debe descansar. Le está permitido caminar, pero no
constantemente.
—Lo tengo.
—Debe volver en dos semanas para sacarle las vendas.
—Bien.
—Y luego tiene un chequeo tres meses después de esto. Si todo va bien
será un año después de esto.
Fruncí el ceño. —Espera. —Le lancé una sonrisa algo esperanzadora a
Lali—. ¿Tienes tus resultados de la biopsia?
—¿Nadie le dijo? —Lali frunció la frente mientras miraba acusadoramente
alrviccoviccoor de la habitación.
Gaston suspiró. —Tal vez si ella dejara de evitar a todos, alguien podría
haberlo hecho.
—¡Hola! —Agité mi mano—. ¿Resultados por favor?
Lali sonrió abiertamente. —Benigno.
Caí en el alivio de escuchar la confirmación de lo que el Dr. Dunham había
predicho. —Eso realmente debería haber sido la apertura.
—Lo siento.
—Uh huh. —Arqueé una ceja a Silvia—. P.D. Voy a cuidar muy bien de
ella. —Mis ojos parpadearon hacia Peter quien había subido encima del
cubrecama al otro lado de Lali—. Eso si me deja el joven amante.
Peter hizo una mueca. —Soy demasiado grande para ser llamado un joven
amante.
—Me gusta absolutamente. —Lali sonrió traviesamente.
—Entonces seré el joven amante.
—Bien, creo que iré a preparar un poco de café para todos antes de que yo
vomite sobre el nuevo cubrecama de Lali —rezongué y avancé hacia la
puerta.
Gaston se puso en frente de ella, su rostro inexpresivo. —Tenemos que
hablar. —Con esto él giró sobre sus talones y salió de la habitación, sin
dejarme más remedio que seguirlo.
Lo encontré en mi habitación y en cuanto entré él cruzó a zancadas por
delante de mí para cerrar la puerta.
—Podríamos hablar en la sala de estar —le dije con irritación, odiándolo
aquí donde había tantos recuerdos. Además, su presencia en mi
habitación siempre había sido arrolladora.
En respuesta, él se movió sigilosamente hacia mí, sólo deteniéndose
cuando había unos centímetros de espacio entre nosotros. Quise dar
marcha atrás pero no quería darle la satisfacción. Lo miré desafiante y él
inclinó la cabeza un poco entonces él podía mirarme directamente a los
ojos.
—He estado tratando de darte tu espacio, pero esto es ridículo.
Mi cabeza se recuperó por esto. —¿Uh, qué?
Miré sus magníficos y furiosos ojos estrecharse en rendijas. —Nunca estás
aquí. ¿Estás saliendo con alguien más? Porque juro por Dios…
Furioso ni siquiera lo cubría. —¿Estás bromeando? —grité, olvidando que
había una audiencia abajo por el pasillo.
—¿Bien, qué diablos está pasando?
Dejé salir un suspiro estremecedor, tratando de calmarme. —Eres un
estúpido. Vienes aquí y me acusas de pasar el tiempo haciendo cosas a tus
espaldas cuando eres tú quien está jodiendo a su nueva administradora
del club.
Ahora Gaston tiró su cabeza hacia atrás en shock, ¿y la mirada que él me
dio? Bueno, digamos no era una manera educada de expresar que pensaba
que yo tenía un tornillo suelto en algún lugar.
—¿Isla? ¿Piensas que estoy jodiendo a Isla? No puedo creer eso.
Bien. Estaba completamente confundida. Crucé los brazos sobre mi pecho
en un intento de parecer como si tuviera el control de esta conversación. —
Lali me contó todo.
Su boca en realidad cayó abierta. Hubiera sido gracioso si la situación no
fuera como un cuchillo en mi intestino. —¿Lali? ¿Qué te dijo exactamente
Lali?
—Ella se encontró contigo para almorzar. Los dos se reunieron con ella y
Peter para el almuerzo y me dijo que ustedes estaban de lo más
acaramelados.
Ahora Gaston cruzó los brazos sobre su pecho y la suave tela se tensó
contra los músculos de su bíceps. Conseguí el destello de una imagen de él
encima de mí, sus manos presionando mis muñecas en el colchón, los
músculos de sus brazos moviéndose mientras él empujaba con fuerza
dentro de mí una y otra vez.
Enrojecí, sacudiendo la imagen de mi cabeza.
Mierda.
—¿Lali te dijo que ella tuvo un almuerzo conmigo e Isla, y que yo estaba
acaramelado con Isla? —me preguntó despacio, como si yo fuera una
enferma mental.
Le contesté entre dientes. —Sí.
—Si ella no acabara de tener una cirugía cerebral juro por Dios que yo la
mataría.
Parpadeé. —¿Qué?
Gaston dio otro paso hacia adelante lo que significaba que tenía que
retroceder un paso si no quería que mi senos se aplastaran contra él. —Yo
nunca fui a almorzar con Isla y Lali. Se conocieron cuando ella y Peter
visitaron el club para dejar una memoria USB que olvidé en el
departamento. Ellos se encontraron durante dos segundos.
Rasqué detrás de mi oreja no gustándome en absoluto dónde me ponía
esto en esta conversación. —¿Por qué ella me diría eso?
Gaston suspiró pesadamente y se alejó, pasando una mano por su cabello
con frustración. —No lo sé. Probablemente porque le dije que te estaba
dando espacio como parte de la siguiente etapa en mi plan para
recuperarte y Lali no estaba de acuerdo en que esta fuera una buena idea.
Al parecer, Lali pensó que los celos eran el siguiente paso. —Él sacudió la
cabeza y me lanzó una mirada insondable—. Aparentemente ella estaba
equivocada.
Lo miré mientras él caminaba alrededor de mi habitación, claramente
tratando de reunir sus pensamientos tanto como yo estaba tratando de
aceptar la idea de que Gaston no había seguido adelante en absoluto. Pero
todavía no podía entender por qué Lali me haría un daño así. También me
preguntaba cuándo infiernos ella había empezado a conseguir mentir tan
bien. Ella no podía mentir en lo más mínimo cuando la conocí.
Oh.
¿Mi culpa?
—Todavía no entiendo. Conocí a Isla, compañero, ella es exactamente tu
tipo, y definitivamente coqueteaba contigo.
—¿Por qué te preocupas? —Él sonrió abiertamente, pasando sus manos a
lo largo de mi estantería—. Dijiste que no querías… —Él se detuvo, su
cuerpo tenso en un estado de alerta repentina.
—¿Qué?
Él sacó algo de mi estantería, inclinó su cabeza, y luego se volvió hacia mí,
la acusación en sus ojos. —¿Estás yendo a algún sitio? —Él sostuvo mi
boleto impreso para mi vuelo a Virginia.
Mi cerebro y emociones todavía trataban de decidir si esta nueva
información afectaba mis planes, entonces mi cerebro solo dijo la primera
cosa que era técnicamente verdad.
—Me voy a casa.
Yo sabía que era malo. Yo sabía que era malo porque Gaston no dijo nada.
Él quemaba mis paredes con una mirada que nunca quise volver a ver en
sus ojos, luego giró sobre sus talones y de un portazo salió de mi
habitación.
Sin argumentos. Sin discusión.
Quería llorar otra vez. Una vez que había comenzado por ese camino de
entregarme a llorar ahora, después de años conteniéndome, parecía no
poder detenerlas. Mi boca temblaba y abracé mis brazos a mi alrededor
para calmar los temblores que recorriendo el resto de mí cuerpo.
Diez minutos más tarde me sentí lo suficientemente tranquila para
preparar café para todos y tomarlo en la habitación de Lali. Gaston estaba
sentado en la esquina y ni siquiera me miró.
Basta con decir que creamos una tensión horrible en el dormitorio de Lali.
Todos nos habían escuchado discutir y todos habían oído a Gaston casi
astillar la madera de la puerta de mi dormitorio cuando la cerró de golpe
tras de mí. Era incómodo.
Finalmente al darse cuenta que su estado de ánimo estaba intoxicando la
vuelta triunfante de Lali a casa, Gaston se levantó, besó su frente, y le
dijo que la chequearía más tarde. Lali asintió, mordiéndose el labio con
preocupación cuando lo vio salir. Ella me atravesó con una mirada y como
la de una niña culpable de la escuela, rápidamente desvié la mirada.
Silvia y Pedro se marcharon poco después y yo estaba levantándome para
salir y dejarla sola con Peter cuando Lali me detuvo.
—¿Qué está pasando con Gaston y contigo?
—Lali, no te arrastraré en nuestro drama cuando todavía te estás
recuperando.
—¿Es por aquella pequeña mentira piadosa que te dije sobre Isla?
Me di vuelta, mi ceja levantada ante la expresión avergonzada de Lali.
—Sí. Me acabo de enterar de eso.
Lali miró a Peter que fruncía el ceño, claramente confuso. —Hice una
cosa mala.
Él asintió. —Estoy comprendiendo eso. ¿Qué pasó?
—Le dije a Rochi que tú y yo habíamos almorzado con Isla y Gaston y que
ellos estaban de lo más acaramelados.
Su novio se echó hacia atrás igual como Gaston lo había hecho. De hecho
noté que los dos tenían bastantes gestos similares. Ellos pasaban
demasiado tiempo juntos.
—Nosotros nunca tuvimos un almuerzo con ellos. Nos detuvimos por dos
segundos en el club.
—Bien este juego ya no es divertido —le espeté, olvidando que yo estaba
regañando a una paciente—. ¿Por qué me mentiste?
Los ojos de Lali estaban amplios y lastimosos. La chica era tan
malditamente linda que podría cometer asesinato y salirse con la suya. —
Gaston me dijo que puesto que molestarte todo el tiempo no estaba
funcionando, él había elaborado ese estúpido plan de desistir y hacerte
extrañarlo tanto que volvieras a él. Le dije que eras demasiado obstinada
para caer por eso.
En realidad, yo había estado extrañándolo. El bastardo me conocía
demasiado bien. —Mmm —le contesté no comprometidamente.
—Tú estabas siendo realmente obstinada, Rochi. Pensé que si provocaba
tus celos te asustarías e irías corriendo para recuperarlo. —Su rostro era
pálido cuando ella examinó los ojos de Peter. —Esto realmente fracasó.
—Puedo ver eso —murmuró él, intentando no sonreír.
—¡Esto no fue gracioso!
—Tienes suerte de que acabas de tener una cirugía cerebral.
Lali hizo una mueca. —Lo siento, Rochi. —Entonces sus ojos se volvieron
esperanzadores—. Quise decírtelo antes de la cirugía pero yo estaba tan
asustada ese día que lo olvidé. Ahora sabes la verdad sin embargo.
Simplemente deja de pelear y ve a recuperarlo.
Era mi turno de suspirar. —Él está enojado conmigo ahora.
—¿Por no confiar en él?
—Algo así —murmuré, preguntándome qué demonios iba a hacer después.
—¿Estoy perdonada? —Lali preguntó en voz baja.
Hice rodar mis ojos ante la pregunta. —Desde luego. Solamente… deja el
negocio de citas. Eres muy mala en eso. —Les hice un pequeño gesto
melancólico y dejé la habitación, cerrando la puerta silenciosamente detrás
de ellos.
Me senté en mi máquina de escribir, mirando fijamente la última página,
tratando de averiguar lo que esto significaba para mí ahora. La Dra.
Pritchard dijo que yo lamentaría no ser honesta con Gaston. Y la verdad
es, que de todas las cosas de las que me había preocupado, el no ser lo
suficientemente buena, Gaston siendo tan intenso, lo que nos podría
pasar en el futuro, parecía un pequeño cambio después de descubrir un
poco el sabor de lo que había sentido cuando pensé que no me amaba.
Debería hablar con él.
Todavía iba a ir a afrontar la muerte de mi familia.
Pero debería hablar con él.
Espera un minuto. Me sacudí en torno a mi silla para mirar la estantería
donde había estado mi boleto. No estaba allí. Y ahora que lo pienso, no
había visto Gaston volver a ponerlo.
¡Oh mi Dios, él había robado mi boleto!
Mi ira me alimentó de híper energía. ¡Intenso! ¿Gaston intenso? ¡Él era un
maldito arrogante, estúpido! Empujé mis pies en mis botas, encogí mis
hombros al interior de mi abrigo, lo abotoné mal y después grité en voz
baja con exasperación. Agarré mis llaves, mi bolso e intenté tranquilizarme
un poco cuando le dije a Peter y Lali que yo salía.
Ellos gritaron ok en respuesta hacia mí a través de la puerta y la cerré de
golpe, con mi mano en el aire por un taxi.
No podía pensar. No podía respirar. Y creo, que esto era demasiado. ¡Robó
mi boleto de avión!
¡Él era un troglodita!
Prácticamente lancé la tarifa del taxi al conductor y bajé de un salto,
corriendo hacia la entrada de su departamento. Yo
sabía que estaba delante de la cámara cuando zumbó arriba, así que lo
fulminé con la mirada, medio esperando que no me dejara entrar.
Él me dejó entrar.
Este fue el paseo de elevador más largo de mi vida.
Salí de él para encontrar a Gaston de pie en su puerta, viéndose casual y
natural en su suéter, vaqueros y pies descalzos. Él se apartó rápidamente
para sostener la puerta abierta para mí mientras entraba por delante.
Di la vuelta, casi perdiendo mi equilibrio yo tenía un ímpetu tan furioso
corriendo por mí.
El idiota me sonreía con suficiencia cuando cerró la puerta y paseó hacia
mí en la sala de estar.
—Esto no es divertido —Lo dejé salir, probablemente reaccionando de
forma exagerada… pero estaba tratando con un completo lío de emociones
por las que Él me había hecho pasar las últimas semanas.
Bueno, tal vez yo me puse por la mitad de ellas pero estaba enojada
conmigo también, pero no podía tener una discusión conmigo misma por
lo que ÉL estaba haciendo.
La sonrisa cayó del rostro de Gaston, el ceño fruncido apareciendo. —Sé
que no es sangrientamente divertido. Créeme.
Extendí mi mano. —Regrésame mi boleto, Gaston. Ni siquiera estoy
bromeando.
Él asintió, y sacó el boleto de su bolsillo trasero. —¿Este boleto?
—Sí. Dámelo.
Entonces él solamente me lanzó a la furia volcánica.
Gaston rompió mi boleto, dejando los pedazos revoloteando en el piso.
—¿Qué boleto?
A pesar del pensamiento que estaba escondido en algún lugar detrás de mi
cerebro que me dijo que yo podía imprimir otro… lo perdí.
Con un gruñido animal que ni siquiera sabía que yo era capaz de hacer,
lancé mi cuerpo hacia el suyo, mis manos hacia adelante mientras lo
empujaba con la fuerza suficiente para hacerlo tropezar. De repente allí
estaba toda mi reacción visceral, los seis meses pasados de agitación
emocional, los cambios dramáticos que él había traído a mi vida, la
incertidumbre, los celos, la angustia.
—¡Te odio! —grité, las palabras borbotean de mi boca con mente propia.
Giré lejos de él. —¡Yo estaba bien hasta que tú apareciste!
Mis ojos comenzaron a arder cuando miré de vuelta su rostro pétreo.
—¿Por qué? —Mi voz se rompió, mientras las lágrimas se derramaban bajo
mis mejillas—. Yo estaba bien. Estaba segura y estaba bien. Estoy rota,
Gaston. ¡Deja de tratar de arreglarme y solo déjame estar rota!
Él negó con la cabeza lentamente, sus ojos brillantes, y yo me quedé
congelada mientras se acercaba a mí. Cerré los ojos ante sus caricias, sus
manos envolviendo mis brazos para tirar de mí cerca de él.
—Tú no estás rota.
Mis pestañas se abrieron y me miré dentro de su hermoso rostro, su
angustiado hermoso rostro.
—Sí, lo estoy.
Él me dio una enojada sacudida ahora.
—No, no lo estás. —Él inclinó su cara hacia la mía y me encontré atrapada
en sus ojos pálido, hipnotizada por el brillo de las estrías de plata en
ellos—. Rocio, no estás rota, nena —susurró con voz ronca, sus ojos me
suplicaban—. Hay algunas grietas en ti, pero todos tenemos unas pocas.
Más lágrimas se derramaron, mi boca temblaba mientras le susurraba:
—Yo no te odio.
Nuestros ojos se encontraron, tanta emoción, tanta incertidumbre, tanto
de todo lo que se había construido alrededor de nosotros en esta espesa
tensión. El aire estaba cargado, desesperado. La expresión de Gaston
cambió, sus ojos ardían al caer en mi boca.
Yo no podría decirte quién llegó en primer lugar, pero segundos más tarde
mis labios fueron aplastados bajo los suyos, y su mano estaba tirando casi
dolorosamente de mi cabello mientras sacaba mi broche para que la masa
cayera sobre mis hombros. Y entonces sentí su lengua deslizarse contra la
mía, y podía saborearlo, olerlo, sentir su fuerza a mi alrededor.
Yo lo extrañaba.
Extrañaba lo increíble que se sentía el hacerlo reír.
Pero todavía estaba enojada, y por el beso no lo estaba alejando, me sentía
tan enojada y Gaston lo estaba también. Eso no nos detendría. Rompimos
el beso dos segundos para que Gaston pudiera hacer estallar los botones
de mi abrigo y sacarme de él. Tiré el borde de su suéter, mis manos
frenéticamente persiguiéndolo y luego volver a recorrer su caliente y duro
pecho y abdominales. Tiré mi cuerpo contra el suyo para darle otro beso,
pero Gaston no estaba hecho para esperar a que me librara de la ropa.
Impaciente ayudé a sacarme de mi suéter, pero yo no estaría esperando
por más tiempo después de eso.
Mis manos en su nuca trajeron su cabeza a la mía y le di un beso por
todos los días que no había estado besándole. Era una maraña
desesperada sexual de lenguas y el aliento caliente
.
Por lo tanto, apenas sentí a Gaston lanzándome no muy suavemente
contra una pared, su boca rompiéndose de la mía mientras dejaba un
rastro de besos por el cuello, sus fuertes brazos enganchados bajo mis
muslos para envolver mis piernas alrededor de su cintura. Mi cuerpo se
deslizó por la pared, empujando su dura polla contra mi entrepierna, jeans
con jeans.
—Mierda —murmuró Gaston acaloradamente, con la boca sumergida en lo
alto de mi pecho. Me sostuvo con una mano en mi espalda, la otra bajando
mi sujetador, dejando al fresco aire susurrar a través de mi pezón. Se
arrugó por el beso de Gaston y jadeé ante el perno de placer que se disparó
entre mis piernas mientras lo chupaba en su boca. Tiré mis caderas,
frotándome contra el.
—No puedo esperar —susurré, apretando sus hombros.
—Ahora —gruñí, las uñas clavándose en su piel—. Gaston.
Y entonces nos movimos, aferrándome a él mientras él nos daba la vuelta y
nos llevaba abajo en el sofá, sus manos rápidas mientras retrocedía y
tiraba de mis jeans abajo de mis piernas. Desabroché mi sujetador cuando
regresaba de mis bragas, mi pie dando un pequeño giro para sacarlas de
mí. Jadeando con anticipación, mi piel en llamas, caí sobre mi espalda,
mis piernas separadas para él.
—Gaston, ahora.
Se había detenido, congelado, mientras me miraba desnuda debajo de él,
mi pecho subía y bajaba con respiraciones cortas, emocionada, mi cabello
hacia fuera a mi alrededor. Observé su expresión cambiar, no menos
activa, pero más suave de alguna manera. Presionó una mano a mi
tembloroso vientre, y la deslizó suavemente hasta mi estómago, entre mis
pechos, a mi mandíbula y se movió sobre mí, sus jeans abrasando mis
piernas desnudas.
—Pide por ello —susurró con voz ronca contra mis labios.
Deslicé mi mano entre nosotros, bajando la cremallera de sus jeans. Mis
deds se deslizaron bajo sus calzoncillos boxer
. Tiré de sus jeans y observé sus ojos cerrarse, su aliento
tartamudeando.
—Quiero que me hagas el amor —le di una pequeña lamida a sus labios que
disparó sus ojos de nuevo abiertos, ardiendo hacia mí—. Por favor.
Con el gruñido que había extrañado, Gaston deslizó sus pantalones un
poco hacia abajo, y luego envolvió su mano alrededor de la mía así que
ambos lo guiamos entre mis piernas.
—Fuerte —gemí—. Fuerte, Gaston. Fuerte.
Pedirlo fuerte nunca falla para estimular a Gaston. Él me dio un beso y
luego se estrelló en casa. Enrollado placer apretándose en mí besándome tan profundo, tiré mi cabeza hacia atrás para gritar, mis gritos
cada vez más fuerte Qué le
estaba haciendo a mi interior, la vista de él colándose en mi interior, los
sonidos de los pantalones y gemidos excitados y el ruido húmedo, primario
del sexo, todo en él me subió a la satisfacción y rápido. Volé en pedazos,
gritando su nombre
Mejor. Sexo. Siempre.
Gaston gimió y se desplomó contra mí. Le acaricié con mis manos contra
su culo con dulzura antes de deslizarme a su espalda para mantenerlo
cerca.
Volvió la cabeza en mi cuello y presionó un familiar beso allí.
—¿Todavía enojada conmigo? —murmuró.
Suspiré.
—Yo iba a casa a hacer lo que debí haber hecho hace ocho años. Me iba a
casa a despedirme de mi familia.
Gaston se quedó inmóvil y luego se echó hacia atrás para mirar hacia
abajo en mi cara, sus ojos llenos de remordimiento.
—Dios, lo siento, nena. Sobre el billete.
Me mordí el labio.
—Puedo volver a imprimirlo. Y... yo estaba pensando en quedarme allí
permanentemente después de que Lali esté de vuelta en sus pies.
El remordimiento huyó rápidamente.
—Por encima de mi cadáver.
—Sí, pensé que ibas a decir eso.
Él frunció el ceño.
—Todavía estoy dentro de ti.
—Puedo sentir eso. —Sonreí, perpleja.
—Bueno, al menos déjame salir de ti antes de que me digas que estás
intentando dejarme.
Me incliné y besé sus labios.
—Todavía no sé si eso es lo que estoy haciendo.
Usando todo y no siendo honesto conmigo, Gaston exhaló lentamente y se
retiró de mí. Se metió de nuevo en sus jeans y se sentó, tendiéndome la
mano. Decidida a confiar en él, dejé que me tirara sobre mis pies, y lo
seguí por las escaleras hasta su habitación. Él asintió con la cabeza hacia
la cama.
—Entra.
Como yo estaba desnuda y saciada y realmente no estaba de humor para
discutir, trepé a través de la cama por mi lado y observé con placer
mientras Gaston se desnudaba en nada, y lo tenía a mi lado. Estuve
inmediatamente sentada a su lado, con la cabeza sobre su pecho caliente.
—Entonces, ¿qué estás haciendo?
Eso era algo de pregunta. ¿Y por dónde empezar?
—Yo tenía una familia realmente buena, Gaston —le dije en voz baja, el
dolor que había estado oculto durante demasiado tiempo enroscado en
cada palabra. Gaston lo escuchó y apretó su asimiento en mí—. Mi mamá
era huérfana. Ella se crió en hogares de acogida aquí, y luego se trasladó
. Ella trabajaba en la biblioteca
del campus universitario cuando conoció a mi padre. Se enamoraron, se
casaron, y por un tiempo vivieron felices para siempre. Mis padres no eran
como los padres de mis amigos. Yo tenía catorce años y aún estaban
espiando escondidas, cuando no creían que pudiera verlos. Estaban locos
el uno por el otro. —Sentí mi garganta cerrarse pero traté de mantenerlo
unido—. Estaban locos por mí y Aleli. Mi mamá era sobreprotectora y un
poco arrogante porque no quería que nos sintiéramos tan solas como ella
se había sentido al crecer. —Sonreí—. Yo pensaba que ella era más genial
que todas las otras mamás, porque, bueno, ella tenía un acento fresco, y
era un poco brusca, pero de una manera tan graciosa que conmocionó a
algunas de las estiradas amas de casa que vivían en nuestra ciudad.
—Suena como alguien que conozco —murmuró Gaston, diversión en su
voz.
Sonreí al pensar que yo podría ser un poco como mamá.
—¿Sí? Bueno, ella era increíble. Y mi padre era igual de genial Él era el
padre que te checaba todos los días para ver lo que estaba pasando.
Incluso a medida que crecía y me convertía en la criatura completamente
nueva llamada adolescente, todavía estaba siempre allí. —Sentí dejar caer
una lágrima ahora—. Éramos felices —le susurré, apenas logrando
pronunciar las palabras.
Sentí a Gaston besar mi cabello, su apretón en mi brazo tan fuerte que
casi duele.
—Cariño, lo siento mucho.
—La mierda pasa ¿no? —Me limpié rápidamente las lágrimas—. Un día
estaba sentada en clase y la policía vino a decirme que papá había
desviado su camioneta para evitar a un ciclista que había salido de su
bicicleta. Muertos. Mamá. Papá. Aleli. Perdí a mis padres y a una niña que
no había tenido oportunidad de conocer. Aunque yo la conocía lo
suficiente como para saber que la adoraba. Sabía que ella lloraría si no
podía ver a su osito de peluche favorito, este viejo y raído oso marrón con
una cinta azul alrededor de su cuello que uso en el mío y todavía huele
como yo. Su nombre era Ted. Original, lo sé. Sabía que ella tenía un gusto
sofisticado en la música porque todo lo que tenía que hacer para que
dejara de llorar era tocar Mmmbop por Hanson. —Me reí con tristeza al
recordarlo—. Sabía que cuando yo estaba teniendo un mal día, todo lo que
tenía que hacer era tomarla en brazos, estrecharla, oler su piel, sintiendo
su pequeño calor contra mí y saber que todo estaba bien...
»Me salí de los rieles cuando los perdí. Mi primera casa de acogida estaba
llena de otros niños, por lo que mis padres adoptivos casi ni se dieron
cuenta de que estaba viva, lo que estaba bien para mí, ya que significaba
que podía hacer lo que quisiera. Lo único que insensibilizaba todo me
estaba haciendo sentirme estúpida como la mierda sobre mí misma.
Entonces después de que Mery
murió, me detuvo. Me trasladaron a otra casa de acogida en el otro lado de
la ciudad. No tenían mucho, pero había menos niños allí y una chica en
particular que era bastante linda. Ella quería una hermana mayor,
aunque... —Contuve el aliento, sintiendo la culpa arrastrarse sobre mí de
nuevo—. Yo no quería querer a nadie. Ella necesitaba a alguien, y yo no se
lo di. Yo ni siquiera sé lo que le pasó después de que me fui. —Sacudí la
cabeza con pesar y suspiré
La
verdad es que salía en la misma noche cada año. A una fiesta, a un bar.
No importaba el tiempo eso me ayudaba a olvidar. He pasado ocho años
enterrando a mi familia, pretendiendo que nunca existió, porque sí —como
dices— era más fácil fingir que nunca la había tenido, que hacer frente a lo
mucho que duele perderlos. Ahora me doy cuenta de lo injusto que era
para ellos. Para el recuerdo de ellos. —Apreté la mandíbula para contener
las lágrimas, pero de todos modos ellas se extendieron, goteando sobre el
pecho de Gaston
—Rocio.
Estaba enojado con retraso lo sé.
—Créame, yo he estado allí. Estaba furiosa conmigo misma,
asustada. Cualquier cosa podría haberme pasado.
—No.
Me detuve ante su tono asustado.
—Yo nunca podía dejar de tener miedo al mañana, Gaston —admití con
calma—. El futuro y lo que me pueda quitar, me da miedo. Y a veces me
asusta, ya veces me asusta herir a las personas más cercanas a mí.
—Lo entiendo. Puedo lidiar con eso. Tienes que confiar en mí.
—Pensé que eras el único con los problemas de confianza —me quejé.
—Confío en ti, nena. No te ves a ti misma de la forma en que te veo.
—Confío en ti. Sólo no me esperaba que Lali me mintiera, así que tomé su
palabra como oro. Lo siento.
Gaston soltó su aliento.
—Te amo, Rocio. Estas últimas semanas han sido una pesadilla por más
de una razón.
Pensé en la rubia de piernas largas que me había hecho pasar un infierno.
—¿E Isla?
—Juro que nunca me acosté con ella.
—¿Pasó algo?
Su pecho se quedó inmóvil debajo de mí.
—¿Gaston?
Él suspiró pesadamente.
—Ayer me besó. No me besará de nuevo. Le empujé y le hablé de ti.
Me quedé en silencio un momento y luego respondí con decisión:
—Tienes que despedirla.
Gaston lanzó un bufido.
—¿Estás finalmente admitiendo que me amas?
—No puedo prometer que va a ser fácil, Gaston. Probablemente voy a ser
siempre un poco irracional en el futuro. Me preocuparé mucho.
—Te dije que lo puedo manejar, nena.
—¿Por qué?
—Porque... —suspiró—, me haces reír, me desafías, me enciendes como
ninguna otra puede. Siento que me estoy perdiendo algo realmente
importante cuando te vas. Tan importante que no se siente como yo
mismo. Nunca antes me he sentido como si alguien fuera mío. Pero tú eres
mía, Rocio. Lo he sabido desde el momento en que nos conocimos. Y yo
soy tuyo. Yo no quiero ser de nadie más, nena.
Me apoyé en mi codo para poderlo mirar a los ojos antes de darle un suave
beso en los labios y caer contra él mientras sus brazos se acercaban a mí
abrazándome fuerte mientras él profundizaba el beso. Cuando finalmente
llegué a tomar aire estaba jadeando un poco. Toqué sus labios con mi
dedo, determinada a que un día me gustaría disfrutar de esta alegría sin
preocuparme por lo que me sería quitado.
—¿Crees que podrías ser capaz de ir conmigo? ¿Para pasar por
las cosas de mis padres?
Sus ojos sonrieron, y no puedo decirte lo que me hizo el poder hacerlo feliz.
—Por supuesto. Vamos a ir cuando quieras. Pero vamos a regresar.
Asentí con la cabeza.
—Sólo me estaba mudando porque pensé que te estabas
moviendo con Isla.
Gaston lanzó un gruñido.
—Lindo.
—¿La estás despidiendo ¿verdad?
Él entrecerró los ojos.
—¿Sólo me quieres si la despido?
—Si te dijera que Craig me besó anoche, ¿me abandonarías?
—Buen punto. Voy a encontrarle un puesto de trabajo en otra parte.
—En otros lugares, como en ningún lugar de trabajo.
—Cristo, tú mandona.
—Uh, ¿no te acuerdas de acostarte con migo en una mesa después de que
Craig me dio un beso?
—Una vez más, punto tomado.
Enterré mi cabeza contra su pecho.
—Pensé que realmente lo había jodido.
Me apretó la nuca.
—Los dos estábamos realmente haciéndolo. Pero eso se acabó. A partir de
ahora estoy completamente a cargo. Creo que vamos a tener mucho menos
drama, y definitivamente no hay más rupturas, si yo tengo el control de
esta cosa.
Le di unas palmaditas en el estómago.
—Todo lo que necesites decirte a ti mismo para pasar el día, nene.
—Todavía no lo has dicho, ya sabes.
Volví la cabeza y le sonreí. Tomé una gran respiración.
—Te amo, Gaston Dalmau.
Su sonrisa hizo que mi pecho se hinchara.
—Dilo de nuevo.
Me reí.
—Te amo.
Se incorporó rápidamente y luego giró hacia fuera de la cama, tirando de
mí con él. Me empujó hacia el cuarto de baño.
—Vas a decirlo otra vez mientras te hago el amor en la ducha.
—Esta cosa de tomar todo el control es del tipo sexy.
—Se trata de conseguirte más sexy, nena. —Me golpeó ligeramente en
La cola, y di un pequeño chillido, su risa y la mía llenando el cuarto de
baño mientras nos tropezábamos en la ducha.

4 comentarios:

  1. ayyyy me encanto k lindos los rubios me encanto la charla k tuvieron y k lindos diciendose te amo misrubios subi el siguiente por k este no es el ultimo verdad

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  2. jajaja,, me encantooo!!!!..
    te juro que me tente en esta parte:
    "—Pide por ello —susurró con voz ronca contra mis labios.
    —Quiero que me hagas el amor —le di una pequeña lamida a sus labios que
    disparó sus ojos de nuevo abiertos, ardiendo hacia mí—. Por favor."

    Muy dulce amor! me re tente! jajaja.. Me encanto el cap!! porffiiiinn estan juntos! por finnn!!

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  3. por fin subiste un cap mas ahahah hermosos demoraras en subir el prox1mo?

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