jueves, 27 de junio de 2013

El dia que lo conoci capitulo 17


Capítulo 17
Gaston bajó del vehículo con las manos temblorosas. Miró a Lali, luego a Rochi y tuvo la
sensación de que iba a desmayarse en cualquier momento. La combinación de ver a Rochi antes
de lo previsto y haber embestido un auto ajeno era demasiado para él. Mientras tanto, todos los
demás conductores que habían quedado atrás les tocaban bocina y gritaban sus protestas a viva
voz.—
Hola —saludó él con toda tranquilidad.
—¿Hola? —El saludo de Lali fue prácticamente un grito. —¿Hola? ¿Es todo lo que piensas
decir?
—Eh… supongo que me distraje —contestó Gaston, que de pronto pensó en su padre. Cada
vez que algún cliente traía un auto chocado al taller, su padre siempre recurría al manual del
conductor. En él había una sección donde se especificaba que nadie debía conducir en estado de
tristeza, depresión o fastidio. “Las emociones pueden surtir un efecto muy importante en la
conducción de un vehículo”, decía siempre.
“No debí haber conducido”, se dijo Gaston.
Estaba tan concentrado repasando mentalmente las cosas que le diría a Rochi cuando llegara a
su casa, que ni siquiera vio el semáforo, a pesar de que había pasado por esa intersección miles
de veces.
—De modo que no eres el conductor perfecto —dijo Rochi—. Vaya sorpresa me he llevado.
—Bueno, en realidad, ustedes debieron haber…
—Ni siquiera intentes dar vuelta las cosas para culparme a mi —lo interrumpió Lali, con los
brazos cruzados sobre el pecho y una mirada asesina—. Sólo hazte a la idea de que tendrás que
negociar con tu compañía de seguros porque a mi madre esto no va gustarle nada. —Revisó el
vehículo, para inspeccionar los daños de la parte trasera. Se había roto una de las luces, pero al
parecer eso era todo—. Genial. No puedo creerlo.
—Lo siento —dijo Gaston con aire sumiso—. Todo ha sido mi culpa. Tienes razón. —De
reojo, notó que Rochi sonreía. Y luego se reía a carcajadas. —¿Qué te causa tanta gracia?
—Tú. Debes de haberme criticado más de diez veces por lo mal que conduzco. ¡Por lo menos
yo no dañé el auto de nadie!
—Destrozaste un cartel de señalización. Es lo mismo —replicó Gaston.
—Sí, pero ni se me cruzó por la cabeza decir que era conductora perfecta. A ti sí —contestó
Rochi, riéndose más todavía.
Lali se le acercó.
—Por lo menos, Rochi no va a provechar este incidente para obligarte a que salgas un par de
veces con ella. No porque quisiera, claro. Aunque tal vez sí. Será mejor que hables con ella.
—¿Qué? —preguntó Gaston, mientras retorcía el folleto entre sus manos.
—¿Tendremos que denunciar el accidente? —preguntó Lali—. No recuerdo el
procedimiento.
—Depende —dijo Gaston—. Sólo en el caso en que el vehículo haya quedado muy dañado, y
me parece que no es así. Creo que no hace falta llamar a la policía.
—¿Qué pasa? ¿Estás nervioso? —preguntó Rochi mientras se le acercaba—. ¿Temes la
reacción de tus padres cuando se enteren? Oh, Dios. Imagínate la situación. Yo no puedo.
—Llamaré a mi mamá para ver qué puedo hacer. —Lali señaló un teléfono público que
estaba enfrente. —Regresaré en pocos minutos.
—Hoy ni siquiera llueve —comentó Rochi. Señaló el sol radiante. —Un tiempo perfecto para
conducir. —¿Crees que es posible un accidente automovilístico cuando el conductor es perfecto
y cuando las condiciones meteorológicas son óptimas?
Gaston suspiró, exasperado.
—Bueno, ya lo he entendido, ¿de acuerdo? Deja de refregármelo por la nariz. De todas
maneras, he tenido este accidente por tu culpa.
—¿De dónde has sacado esa idea? —preguntó Rochi.
—Iba a tu casa a mostrarte esto. —Le arrojó el folleto. —Aquí explican todos los detalles del
crucero que haremos.
—¿Qué “haremos”? —preguntó Rochi—. ¿Tú y yo?
Gaston asintió con la cabeza.
—Anoche perdí el partido de póquer con Peter. ¡Y puedes preguntarle a él, o a la tía
Justina o a quien se te dé la gana, si no me crees todavía que salí contigo porque me gustas y
no por ninguna otra razón!
Rochi se le acercó más y tomó el folleto. Empezó a hojearlo.
—Parece bonito —dijo—. ¿Pero a qué te refieres con eso de que iríamos los dos?
—Acabo de almorzar con tía Justina y cuando le dije lo triste que estaba por haberte
perdido, me sugirió que te invitara al crucero. Ella se encargará de hablar con tus padres. Si ellos
aceptan, partiremos a principios de junio —dijo Gaston, con el corazón a punto de estallar.
—¿Lo dices en serio? ¿De verdad iré a un crucero contigo? —exclamó entusiasmada,
mientras lo tomaba por el brazo—. Pero, espera… Creo que todavía tengo ganas de arrancarte
los ojos.
—¿Por qué? ¿Qué más tengo que hacer? ¿Pararme de cabeza? Jamás he querido hacerte daño.
Ese día en la escuela trate decírtelo… Te amo.
Rochi le rodeó el cuello con los brazos y lo estrechó con todas sus fuerzas.
—¡Y yo te amo a ti! Aunque formemos la pareja más extraña de toda la historia.
—Está bien que sea extraña. Puedo manejar una situación así. —Gaston le colocó un mechón
de cabello detrás de la oreja. Rochi lo miró a los ojos. Él se le acercó y la besó. —¿Puedes creer
que iremos juntos a Alaska?
—No —respondió ella—. No puedo. Pero creo que es lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Además de haber chocado a Poroto, por supuesto. —Gaston la atrajo hacia sí.
—Decididamente, ha sido el momento más culminante de mi vida —coincidió ella—. De no
haber sido así, jamás habría tenido la oportunidad de conocerte. No estaría parada aquí,
besándote, en medio de una intersección. Gaston, no puedo imaginarme estar en otro lado que no
sea en este sitio, junto a ti. Estoy loca por ti. Quiero estar a tu lado eternamente.
—Lo mismo digo —respondió él y volvió a besarla.
Se oyó un fuerte bocinazo. Rochi y Gaston se volvieron a mirar. Lali había vuelto de hablar
por teléfono. Ya se hallaba de regreso en su auto y tocaba la bocina repetidas veces para celebrar
el acontecimiento.
—¡Muy bien, chicos! ¡Una nueva victoria para el verdadero amor!
—No le hagas caso —le dijo Rochi, tomándolo de la mano, mientras se dirigían al auto de
Lali.
—Claro que no. —Gaston le apretó la mano. —Desde ahora en adelante, a la única persona
que le haré caso es a ti.
—Por fin nos hemos puesto de acuerdo en algo —bromeó Rochi. Gaston le rodeó la cintura
con los brazos. Acababa de recuperar a Rochi. ¡Su vida era perfecta!
Salvo por un detalle: acababa de chocar la furgoneta de sus padres.
Fin

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