viernes, 19 de julio de 2013

Casi capitulo catorce

Capítulo 14
::Rochi::

mientras avanzaba mi Jeep a través del laberinto de plazas
de aparcamiento que componen la ciudad de Deportes de
Oro Complex, conocido por todos como el TOG, tengo la
sensación de que soy una intrusa en un planeta alienígena. Nunca he
estado en ningún sitio cerca de un complejo deportivo, y el único evento
deportivo profesional que he asistido fue un juego de Bronco9 cuando yo
tenía diez años. Y a partir de eso, yo sólo recuerdo el cono de nieve cereza
que mi papá me compró, no el juego.
Para prepararme para mi viaje a El TOG, he investigado el lugar. ¡Fui
a Wikipedia!
¿Cómo puede Gaston venir a este lugar todos los días?
Gaston había
dicho que encontrara el edificio más grande, pero no puedo decir que uno
se ve más grande. En su lugar, me centro en el retorcido, madera
contrachapada creativamente bolos, —si no peligrosamente— a huir a la
azotea del metal y conducir hacia ella.
Es justo después de las 6:20 p.m. Estoy un poco tarde, pero orgullosa
por haber tenido el valor de venir para nada. Apago el motor y ahora
puedo escuchar, además de sentir, mi corazón esta incesante y
dolorosamente golpeteando. Ha estado haciendo eso desde que me retire
de nuestro camino. Estoy empezando a sudar debajo del algodón, la
camiseta cuello en V la que Kika me hizo pedir prestada. Está muy
ajustada. El cordón en la camiseta blanca insistió en que la usara debajo de
todo, también pica como locos.
Por suerte, mi show preparado está saliendo como estaba planeado.
¡Caray, mejor de lo previsto!
Kika había estado encantado de compartir su conocimiento de la
moda y su armario lleno de ropa conmigo.
Las travesuras de mamá habían sido cómicas durante la consulta de
vestuario de Kika. La mujer fingió estar fuera de nuestro camino y ―no
participar o escuchar a todos‖, mientras que ella volvió a doblar la ropa de
armario completa ubicado en el pasillo fuera de la habitación. Ha pasado
una década desde que alguien ha limpiado el armario de la ropa.
Aproveché la oportunidad de espiar a mamá en la sala planteando el
nombre, Peter junto con descripciones brillantes de su pelo y
ojos. El radar de la familia está totalmente activado. Me imagine
que Kika y mamá están rebotando sobre la foto de Peter en el anuario en
estos momentos. Para hacer todo perfecto, un mensaje de texto
entró en mi iPhone recién ajustada mientras Kika y yo
estábamos hablando de él.
Uno que decía: ¿Próximamente? No puedo esperar a c u, QT.
Siempre el QT. No voy a mentir, me gusta mucho cuando añade eso.
Me sonrojo ahora, pensando en lo mal que me ruborice ante Kika
cuando el texto llego. Tanto así, que ella se volvió loca riéndose de mí.
Risitas y chillidos que estoy segura mamá escuchó. ¡Ah, avanzar de nuevo!
Evité mirarme en el espejo porque no quiero recordar el delineador
de ojos, rímel, rubor, sin mencionar el chorro de un poco de loción
reluciente nueva con la que mi hermana me atacó. Por mucho que quiera
cepillar mi cabello en una cola de caballo o arriba en un tomate (es un
peinado, también se le conoce como bollo), lo dejo así. Kika tomó un largo
suspiro cuando me lo cepillaba. Acurrucó todas las hebra y cada uno de
mis cabellos (lo que tengo que admitirlo) en algunos frescos rizos sueltos.
Debo haber estado loca para permitir a un enclenque, imbécil estar a cargo
de mi equipo. Pero había hecho tan feliz a Kika…
Tomé algunas pocas respiraciones relajantes y me centré en el hecho
de que no tengo más remedio que ir adentro. Me han vestido para
asimilarlo. Y lo digeriré.
Después de todo el trabajo y mentiras, —y una loción— que me
tomó para entrar en este estacionamiento, no voy a ir a casa sin un éxito
más que añadir a mi lista. Aunque Gaston y todo el mundo que estoy a punto
de conocer piensa que voy a fracasar.
Salgo del coche y siento los rizos rebotando alrededor de mis
hombros. Me trago la bola de miedo en la parte posterior de la garganta,
porque sé que va a tomar un montón más que un nuevo peinado y un traje
de clon para mantener a los nativos de este planeta etiquetándome como
―falsa‖.
Puedo hacer esto. Yo puedo hacer esto.
Al acercarme a la puerta una avalancha de mini-hockey jugadores y
sus padres corren junto a mí, en dirección a las playas de estacionamiento.
Me golpea con un soplo de aire frío, duro mientras trabajamos para pasar
través de la multitud. Por cada paso que doy hacia delante, la multitud me
empuja hacia atrás. Justo cuando estoy a punto de renunciar y retirarme,
un niño vestido de hockey con almohadillas demasiado grandes para su
pequeño cuerpo me salva.
Se detiene, parpadeándome en la cara, y mantiene la puerta abierta.
Me asomo a su alrededor, preguntándome si estoy cerca, pero sólo puedo
distinguir el verde césped de plástico y cabezas flotando de una nueva
corriente de chicos de hockey sudorosos y sus padres dirigiéndose hacia
mí.
—¿Vas a entrar? —El niño pregunta, probablemente porque estoy
parpadeando hacia él como si fuera una especie de espécimen científica.
Porque… es él. ¿Es así como comenzó Gaston? ¿Enterrado en almohadillas,
todas las pecas, mejillas rojas y falta de los dientes delanteros?
Sonrío al niño. —Uh, sí. Gracias por sostener la puerta.
Descansando un poco después de mi primer encuentro con esta raza
alienígena, me dirijo más en el túnel del mismo modo que el segundo
enjambre de niños y padres envuelven cada centímetro de espacio a mí
alrededor. Me sostengo hasta que pasen.
Luego, sin mirar hacia atrás, marcho a través de este segundo pasillo
como si partiera para la batalla.
Si este lugar es un planeta extraño, entonces yo estoy entrando en la
nave nodriza.
Reuniendo todo mi valor, me detengo en un chico que parece que es
de mi edad. —Perdón... —le digo, observando como pasa su mirada sobre
mi falda y luego aterriza en el suelo—. ¿Sabes dónde está el bar?
—Allá arriba, justo en el medio. —Se ruboriza en un rosa brillante y

corre lejos.

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