jueves, 18 de julio de 2013

Mi Nombre es Valery Cap 29




Capitulo 29 

—Valeria, tengo que contarte que... me voy pronto.—¿Te vas de Welcome?
A mí me costaba hablar.
—Sí.—¿Cuándo? ¿Adónde?—Dentro de un par de días. Me han aceptado en uno de los trabajos para los que había presentado una solicitud. Tardaré en volver.—¿En qué trabajarás?—Trabajaré como soldador en una compañía petrolífera. Empezaré en una plataforma marina situada en el golfo, pero a los soldadores los trasladan con mucha frecuencia. —Al ver mi expresión, Gastón se interrumpió. Sabía que mi padre había fallecido en una plataforma petrolífera. Los trabajos mar adentro estaban muy bien pagados, pero eran peligrosos. Uno tiene que estar loco o tener instintos suicidas para trabajar en una plataforma petrolífera con un soplete en la mano. Gastón pareció leer mis pensamientos—. Intentaré no provocar demasiadas explosiones.
Si pretendía hacerme sonreír, su intento constituyó un auténtico fracaso. Estaba bastante claro que aquélla sería la última vez que vería a Gastón Dalmau. No tenía sentido preguntarle si volvería algún día a buscarme. Tenía que dejarlo ir, aunque sabía que el dolor de su ausencia me perseguiría durante el resto de mi vida.
—Buena suerte —declaré con voz grave—. Seguro que te irá bien. Estoy convencida de que conseguirás todo lo que quieres, de que tendrás más éxito del que nadie podría esperar.—¿Qué estás haciendo, Valeria? —preguntó él con voz calmada.—Sólo te digo lo que quieres oír. Buena suerte. Que tengas una vida feliz. —Lo empujé con las rodillas—. Déjame bajar.—Todavía no. Primero quiero que me cuentes por que estás enfadada, cuando yo lo único que he hecho es intentar no hacerte daño.—Porque, de cualquier modo, me lo has hecho. —Yo no podía controlar las palabras que escapaban de mi garganta—. Y, si alguna vez me hubieras preguntado qué era lo que yo quería, te habría contestado que quería estar contigo tanto como me fuera posible y aceptar el dolor que eso implicara. Pero lo único que he obtenido son esas... estúpidas... —me detuve mientras intentaba, en vano, encontrar una palabra más adecuada—, estúpidas excusas acerca de que no quieres hacerme daño, cuando, en realidad, eres tú el que tiene miedo de sufrir. Tienes miedo de querer tanto a alguien que después no puedas marcharte y tengas que renunciar a tus sueños y quedarte a vivir en Welcome durante el resto de tu vida. Tienes miedo...
Gastón me cogió por los hombros y me dio una ligera sacudida y yo solté un leve jadeo. Aunque la sacudida fue muy ligera, llegó a todas las células de mi cuerpo.
—Para ya —declaró él con aspereza.—¿Sabes por qué salí con Gabriel? —le pregunté con una incontenible desesperación—. Porque te quería a ti y no podía tenerte, y él era lo más parecido a ti que pude encontrar. Y cada vez que hacía el amor con él, deseaba que fueras tú. Y te odio por esto aun más de lo que me odio a mí misma.
Mientras mis labios pronunciaban estas palabras, un sentimiento amargo de aislamiento me hizo querer apartarme de él, de modo que incliné la cabeza y me rodeé con los brazos intentando ocupar el menor espacio posible.
—Es culpa tuya —continué.
Aquellas palabras me producirían una vergüenza infinita en el futuro, pero en aquellos momentos estaba demasiado exaltada para darme cuenta.Gastón aumentó la presión de sus manos en mis caderas hasta que empecé a sentir dolor.
—Yo nunca te prometí nada.—Sigue siendo culpa tuya.—¡Maldita sea! —Gastón vio que una lágrima resbalaba por mi mejilla y dio un respingo—. ¡Maldita sea, Valeria Esto no es justo.—Nada es justo.—¿Qué quieres de mí?—Quiero que admitas, aunque sólo sea una vez, lo que sientes por mí. Quiero saber si me echarás de menos, aunque sólo sea un poco. Quiero saber si te acordarás de mí y si te arrepientes de algo.Gastón me cogió por el cabello y tiró de él hasta que levanté la cabeza.—¡Cielos! —susurró—. Quieres que esto resulte lo más difícil posible, ¿no es así? No puedo quedarme ni puedo llevarte conmigo. ¿Y quieres saber si me arrepiento de algo? —Yo sentí las cálidas oleadas de su aliento en mi mejilla. Gastón me rodeó con los brazos impidiendo cualquier movimiento por mi parte. Su corazón latía con fuerza junto a mis pechos—. Vendería mi alma para tenerte. Tú siempre serás lo que más he querido en toda mi vida, pero no tengo nada para darte, y no me quedaré aquí para volverme como mi padre. La tomaría contigo y te haría daño.—No es cierto. Tú nunca podrías ser como tu padre.—¿Eso crees? Entonces tienes mucha más fe en mí que yo. —Gastón cogió mi cabeza entre sus manos—. Yo quería matar a Gabo por tocarte y a ti por permitírselo. —Noté que Gastón se estremecía—. Eres mía —continuó él—. Y tienes razón en una cosa, lo único que ha impedido que te hiciera mía es saber que entonces nunca podría irme de aquí.
Lo odié por considerarme parte de una trampa de la que tenía que escapar. Gastón inclinó la cabeza para besarme y el sabor salado de mis lágrimas se evaporó entre sus labios. Me puse tensa, pero él me obligó a abrir los labios, me besó con más intensidad y, entonces, estuve perdida.Gastón desarmó todas mis defensas con una gentileza diabólica, mientras absorbía con la lengua todas las sensaciones, como si se tratara de miel. Su mano se deslizó entre mis muslos y los separó y, antes de que yo pudiera cerrarlos de nuevo, Gastón se colocó entre ellos. Mientras murmuraba palabras dulces, Gastón levantó mis brazos hasta su nuca y sus labios volvieron a besar los míos con una lentitud cautivadora. Yo me retorcía sin parar intentando acercarme más y más a él. Quería sentir todo su peso sobre mí, quería sentir una posesión absoluta y una rendición también absoluta. Eché su sombrero hacia atrás y hundí mis dedos en su cabello mientras empujaba su boca contra la mía cada vez con más fuerza.
—Tranquila —susurró Gastón mientras levantaba la cabeza y apretaba mi afilado cuerpo contra el de él—. Tranquila, cariño...
Intenté recuperar el aliento. La viga de madera se clavaba en mis nalgas y mis rodillas apretaron las caderas de Gastón. Él no volvió a besarme hasta que me tranquilicé y entonces lo hizo con suavidad y sus labios absorbieron los sonidos que salían de mi garganta. Sus manos acariciaron mi espalda de una forma repetitiva. Poco a poco, Gastón deslizó una mano hasta uno de mis pechos y lo acarició por encima de la camisa. Su dedo pulgar encontró mi turgente pezón y mis brazos perdieron su fuerza. Pesaban demasiado para mantenerlos levantados y me apoyé en él como un borracho un viernes por la noche.
Entonces me di cuenta de cómo sería hacer el amor con él, de lo distinto que sería de hacerlo con Gabo. Gastón parecía captar todos los matices de mi respuesta, todos mis sonidos..., mis estremecimientos y mi respiración. Me sostuvo como si mi peso fuera algo precioso entre sus brazos. Perdí la noción del tiempo mientras nos besábamos. Su boca se mostraba suave y ansiosa de una forma alternativa. La tensión fue en aumento hasta que unos gemidos leves surgieron de mi garganta y mis dedos recorrieron su camisa en un intento desesperado por sentir el tacto de su piel. Gastón separó su boca de la mía y hundió el rostro en mi cabello mientras se esforzaba por dominar su respiración.
—No —protesté yo—. No pares, no...—Tranquila, cariño, tranquila.
Yo no podía dejar de temblar y me resistía a que me dejara así, sin más. Gastón me abrazó contra su pecho y me acarició la espalda intentando que me calmara.
—Está bien, preciosa, todo está bien... —susurró.
Pero nada estaba bien. Yo pensé que, cuando Gastón se fuera, nada volvería a proporcionarme placer. Esperé hasta que consideré que mis piernas soportarían mi peso y me deslicé hasta el suelo, donde casi perdí el equilibrio. Gastón alargó los brazos para sostenerme, pero yo me aparté de él. Apenas podía verlo a través de las lágrimas que empañaban mis ojos.
—No me digas adiós, por favor —le pedí.
Él pareció comprender que esto era lo último que podía hacer por mí y permaneció en silencio.Yo sabía que rememoraría aquella escena infinidad de veces en los años venideros y que cada vez se me ocurrirían cosas distintas que debería haber dicho o hecho, pero lo único que hice fue alejarme sin volver la vista atrás.
Muchas veces, en mi vida, me he arrepentido de las cosas que he dicho sin pensar.Pero nunca me he arrepentido tanto de las cosas que dije como de las cosas que callé.

Continuara...

 *Mafe*



2 comentarios:

  1. aggg!! cuando por fin se dicen todo.. se tiene que arruinar porque Gaston se va! agg!!! espero mass!!

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  2. aggggggggggggg // que daño no j no me gusto es cap !! espero el otro con algo nuevo y lindo ! Soy muy exigente //.. felicidades esta genial amo esta nove

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