Capitulo 33
Poco después del
funeral, una guardiana ad litem o
defensora del menor nos visitó para determinar si yo era adecuada
para ser la tutora legal de mi hermana. Los honorarios de la
guardiana que nos visitó ascendían a ciento cincuenta dólares, y a
mí me parecieron excesivos, teniendo en cuenta que estuvo con
nosotras menos de una hora. Por suerte, el tribunal nos dispensó del
pago, pues no teníamos dinero suficiente en la cuenta.
Aleli pareció darse
cuenta de que era importante que se portara bien y, bajo la atenta
mirada de la guardiana, construyó una torre con cubos, vistió a su
muñeca favorita y cantó la canción del abecedario de principio a
fin. Mientras la guardiana me formulaba preguntas acerca de la
educación de mi hermana y mis planes para el futuro, Aleli se
encaramó a mi falda y estampó unos cuantos besos apasionados en mi
mejilla. Después de cada beso, miraba significativamente a la
guardiana para asegurarse de que tomaba debida nota de sus actos.
La etapa siguiente del
proceso fue sorprendentemente fácil. Acudí al juzgado de familia y
entregué al juez unas cartas redactadas por Tina, el pediatra y el
pastor del Cordero de Dios. Todos ellos expresaban opiniones
favorables acerca de mi carácter y mis habilidades parentales. El
juez me comunicó su preocupación por el hecho de que no tuviera un
empleo, me advirtió que debía encontrar uno de inmediato y me dijo
que debía esperar la visita ocasional de los servicios sociales.
Cuando la audiencia
terminó, un funcionario me pidió que extendiera un cheque de
setenta y cinco dólares. Yo cogí un bolígrafo de color violeta
fosforescente del fondo de mi bolso y extendí el cheque. Me
entregaron una carpeta con una copia de los formularios que había
tenido que rellenar y el certificado de la custodia. Yo me sentí
como si acabara de comprar a Aleli y me estuvieran entregando el
recibo.
Cuando salí del
juzgado, Mery me esperaba al pie de las escaleras con Aleli sentada
en el carrito. Por primera vez desde hacía muchos días, me reí
cuando vi las regordetas manos de Aleli sosteniendo un letrero que
Mery había preparado y en el que se leía: «propiedad de
Valeria Gutierrez».
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trabajo satisfactorio y orientado a las personas en el cielo? Viaje,
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Los aspirantes deberán estar
dispuestos a trasladarse a uno de los estados en los que están
ubicadas nuestras oficinas: CA, UT, NM, AZ, TX. Se requiere título
de graduado escolar y una estatura de entre 1,50 y 1,75 metros, sin
excepciones. Preséntese en nuestras oficinas e infórmese más
acerca de las fascinantes posibilidades que le ofrece TexWest.
Yo siempre he odiado
volar. La mera idea me parece una afrenta a la naturaleza. Las
personas tenemos que estar en el suelo. Dejé a un lado los
clasificados y contemplé a Aleli, que estaba en su trona comiendo
espaguetis.
La mayor parte de su
cabello estaba recogido en forma de plumero en la parte superior de
su cabeza y lo llevaba atado con un gran lazo rojo. Llevaba puestos
unos pañales y nada más. Yo había descubierto que resultaba mucho
más fácil lavarla después de las comidas si comía vestida sólo
con los pañales.
Aleli me observó con
solemnidad. Una mancha enorme de salsa de espaguetis le rodeaba la
boca y le cubría la barbilla.
—¿Qué te
parecería si nos trasladáramos a Oregón? —le pregunté.
Su carita redonda se
iluminó con una sonrisa mostrando una hilera de dientes blancos y
separados.
—Okeydokey.
Ésta era su última
expresión favorita, y la otra era «Ni hablar».
—Podrías quedarte
en una guardería mientras yo sirvo botellines de Jack Daniel's a
hombres de negocios malhumorados en un avión —continué yo—.
¿Qué te parece?
—Okeydokey.
Yo la contemplé mientras
ella apartaba con cuidado un trocito de zanahoria hervida que yo
había mezclado con la salsa de los espaguetis. Después de despojar
uno de los espaguetis de tantos nutrientes como le fue posible, Aleli
introdujo uno de sus extremos en su boca y lo succionó.
—Deja de quitar
todos los trocitos de verdura o te prepararé un plato de brócoli
—la regañé.
—Ni hablar
—contestó ella con la boca llena de espaguetis.
Yo me eché a reír y
examiné con detenimiento los anuncios de ofertas de trabajo para
chicas con el graduado escolar y sin experiencia laboral. De momento
parecía que estaba cualificada para trabajar como cajera en la
cadena de supermercados Quick-Stop, como conductora de un camión del
servicio de recogida de basuras, como niñera, como empleada de la
compañía de limpieza Happy Helpers o como peluquera de gatos en una
tienda de animales. En todos estos trabajos pagaban, más o menos, lo
que yo había esperado, o sea, casi nada. El que menos me gustaba era
el de niñera, porque significaba cuidar a los hijos de otras
personas en lugar de a Aleli.
Sentada allí y rodeada de
las páginas de los periódicos que anunciaban mis limitadas
opciones, me sentí pequeña e impotente. Yo no quería acostumbrarme
a sentirme así. Necesitaba un empleo que pudiera conservar durante
algún tiempo, pues no sería bueno ni para Aleli ni para mí que
cambiara de trabajo con frecuencia. Además, sospechaba que no
tendría muchas posibilidades de ascenso en la cadena Quick-Stop.
Al ver que Aleli
dejaba los trocitos de zanahoria en el
periódico que tenía delante, refunfuñé:
—¡Para ya de
hacer eso, Aleli!
Cogí el periódico y
empecé a arrugarlo, pero me detuve al ver el anuncio en tonos
naranjas que había en una esquina.
¡Una profesión nueva en menos
de un año!
Una esteticista bien preparada
siempre encontrará trabajo, tanto en los buenos tiempos como en los
malos. Cada día millones de personas acuden a la peluquería para
cortarse el pelo, recibir tratamientos de coloración u otros
servicios cosméticos necesarios. Los conocimientos y las habilidades
que adquirirá en la Academia East Houston de Cosmetología la
capacitarán para desarrollar una carrera de éxito en cualquier
especialidad de la estética que elija. Solicite una plaza en EHAC y
empiece a labrar su futuro ya.
Posibilidad de financiación.
En un campamento de casas
prefabricadas se oye con frecuencia la palabra «trabajo». Los
habitantes de Bluebonnet Ranch siempre estaban perdiendo trabajos,
buscando trabajo, evitando trabajo, dando la lata a los demás para
que les consiguieran un trabajo, pero yo no conocía a nadie que
tuviera un título.
Yo deseaba tener un título
de esteticista con tanta intensidad que apenas podía soportarlo.
Había tantos centros en los que podría trabajar y había tantas
cosas que quería aprender en este campo... Estaba convencida de que
tenía el temperamento adecuado y el ímpetu necesario para
desarrollar esta profesión. Lo tenía todo salvo el dinero.
Continuara...
*Mafe*

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