viernes, 26 de julio de 2013

Lazos capitulo 7

Capitulo
ROCIO
Me desperté para encontrar a mamá sentada en el borde de la cama. Aun cuando
mi visión todavía era borrosa por dormir, era difícil no ver sus ojos rojo sangre y
los círculos negros debajo.
—Mamá —pregunté, deseando alcanzarla y consolarla. La niña dentro de mí
estaba aterrorizada de ver a mi mamá tan obviamente triste.
—Buenos días, corazón. Lamento si te desperté pero quería hablar contigo antes de
que papá regrese a casa.
Inmediatamente mi estómago se desplomó.
—Rocio, cariño, la abuela ha fallecido.
Todos los otros pensamientos abandonaron mi mente.
—¿Qué?
Mamá soltó un pequeño sollozo y tomó una de mis manos. Su pequeño apretón no
me consoló.
—Anoche la abuela se fue a dormir. Cuando papá llego esta mañana para asegurar
su calentador de agua antes de que fuera a la iglesia, la encontró en la cama. Fue
un infarto.
Sacudí mi cabeza sin creer lo que mamá me estaba diciendo. Todavía tengo que
estar soñando. Esto no puede estar pasando. Tenía planes con la abuela. Hay tantas
cosas que todavía tenemos que hacer.
—Cariño, sé que eras cercana a la abuela. Esto es difícil para todos, pero sé que
especialmente para ti. Está bien si lloras, estoy aquí y te sostendré.
Nunca había pensado que mi abue moriría. Ella era una parte de mi vida. Mi
escape del mundo en el que vivía diariamente. Ella me entendía de una manera en
que mis padres nunca harían. Mi abue no esperaba que fuera perfecta, como hacían
mis padres y Pablo. Estando con ella era libre. Era como cuando estaba con Gaston.
Podía ser yo misma y sabía que me amaba. Un vacío se asentó dentro de mí
mientras lágrimas resbalaban por mi cara. Todavía la necesitaba. ¿Cómo pudo irse?
Acababa de verla. Me dijo que nadie podía ser tan perfecto como Gaston sin
camiseta. Nos reímos juntas. Acababa de tener su pedicura.
¿Cómo puede estar muerta? No estaba preparada para morir. Las uñas de sus pies
eran rosa brillante. Estaba preparada para tener algo de diversión. Teníamos
planes para ir a ver películas juntas.
Los brazos de mamá me envolvieron en un abrazo. Toda mi vida había encontrado
consuelo en sus brazos pero ahora sólo me sentía entumecida. Mi abue no estaría
aquí para el día de mi boda. Nunca tomaríamos juntas aquel crucero o iríamos a
bucear a las Bahamas. No estaría aquí para, algún día, hacerles galletas a mis hijos.
¿Dónde encontraría un escape de la presión de mi vida? ¿Cómo podría vivir sin
ella?
Rocio,
De nuevo, siento los retrasos de mis correos electrónicos. Después de un día entero de
senderismo, choqué cuando regresaba a la cabina. Estoy combatiendo el cansancio, por eso
puedo escribirte.
Hoy Cristobal  y yo tomamos un sendero que ni mi madre ni mi hermana querían probar,
entonces papá se quedó con ellas. Era realmente empinado en algunas zonas. Era genial. La
vista a la que finalmente llegamos era impresionante y Cristobal  vio a su primer oso negro. Creo
que le tomó una docena de fotos.
Pelea hasta el final. Tu aburrimiento está a mitad de camino. Estaré en casa en veinte días.
Te amo,
Pablo.
Pablo,
Hey...
No quería decirle por la pantalla de la computadora que mi abue había muerto. No
podía decirle sobre lavar el auto con Gaston o jugar al billar en el bar. Mi visión
estaba nublada por llorar y tomarla con la computadora era la última cosa que
quería hacer. Borré mi respuesta, agarré mi monedero y me dirigí al coche. Podía
mentirme a mi misma y decir que no sabía a donde iba, que sólo necesitaba
alejarme y conducir. Pero en el fondo sabía exactamente a donde iba.
Estacioné mi Jetta afuera del granero. Gaston no estaba en casa, pero
su madre le echó un vistazo a mi cara afligida y me dijo donde podía encontrarlo.
Escuché el tractor antes de verlo. Mis pies empezaron a caminar siguiendo el
sonido. Necesitaba que alguien me ayudara a olvidar la horrible verdad. No
necesitaba un estúpido correo electrónico contándome sobre cataratas y osos.
Necesitaba a alguien aquí y la primera persona que vino a mi mente fue Gaston. Él
no me diría que todo estaba bien. Él no trataría de calmarme como a un niño. Lo
necesitaba.
En el minuto en que me vio caminando a través del campo, paró el tractor. Sus ojos
se posaron en mí y empecé a correr. Podía sentir la humedad en mi cara por las
lágrimas mientras corría hacia él. Bajó de un salto justo antes de que lo alcanzara.
Gaston me atrapó cuando me arrojé en sus brazos. Las lágrimas silenciosas se
transformaron en sollozos por primera vez desde que mi mamá me había dicho
que mi abue murió. Él no me preguntó. Sabía que no lo haría. Esperaría hasta que
estuviera lista.

GASTON
Atraje a Rocio a mi regazo mientras me sentaba debajo de un viejo roble. Sus
brazos apretaban mi cuello mientras sollozaba lastimosamente contra mi pecho.
Estaba asustado de preguntar qué estaba mal. En cambio, la sostuve y esperé. Mi
pecho dolía tanto con cada sollozo que era complicado respirar hondo. Sentarse
aquí esperando que se calme lo suficiente para decirme a quién tenía que darle una
paliza por hacerla llorar, no era fácil. Un sollozo sacudió su cuerpo y la acuné con
más fuerza contra mí. Mi corazón se contraía con cada estremecimiento de su
cuerpo. Incluso cuando éramos pequeños no me gustaba verla triste. La única vez
que un chico hirió sus sentimientos en el patio de juegos reaccioné empujando lacara del chico en la tierra. Estuve dos días suspendido, pero valió la pena. Nadie la
molestó de nuevo. Ellos lo sabían mejor.
Sus sollozos poco a poco comenzaron a disminuir a pequeños lloriqueos. Miré
fijamente como levantaba la cabeza de mi pecho sudoroso. Sus ojos
me miraron y mi pecho palpitó por la estrechez. Si alguien la lastimó, lo mataría. Si
Pablo causó esto, lo pagaría. Primo o no, nadie tiene permitido hacer a Rocio
llorar.
—Anoche mi abue tuvo un ataque al corazón —susurró.
No esperaba eso.
—Lo siento, bebé.
—Sólo sostenme —contestó.
La sostendría por siempre si pudiera.
Con cuidado quité el pelo atrapado en su cara por las lágrimas y lo metí detrás de
sus orejas. Ella miró hacia abajo y se tensó cuando, finalmente, se dio cuenta que
me faltaba la camiseta. Mi pecho estaba empapado no sólo con sudor, sino con sus
lágrimas. Empecé a decir algo pero las palabras se quedaron atrapadas en mi
garganta cuando su mano se movió por mi pecho y suavemente comenzó a borrar
las gotas de humedad.
Dejé de respirar. Sabía que estaba mal dejarla hacer eso, pero no podía importarme
menos. Se movió en mi regazo hasta que se sentó a horcajadas sobre mí. Dejé a mis
manos caer sobre su cintura mientras continuaba tocando mi pecho. Mi corazón
empezó a golpear contra mis costillas con tanta fuerza, que sabía que ella podía
sentirlo. Necesitaba parar esto.
—Gaston —dijo.
Dejé de mirar sus manos sobre mi pecho y miré fijamente su cara. Había una
pregunta en sus ojos, podía verlo.
—Sí —dije con voz estrangulada.
Sus manos me dejaron y tomé una respiración profunda para aliviar mis pulmones
privados de oxigeno, suspiré cuando me di cuenta que había dejado de volverme
loco con sus inocentes caricias. Un aliento profundo se atoró en mi garganta
cuando la parte de arriba salió. Sin apartar los ojos de mí, dejó caer su pequeño top
en la hierba a su lado. Había pensado que nada podría ser más sexi que Rocio en
bikini, estaba equivocado. Rocio en un sostén de encaje blanco era, de lejos, la
cosa más sexi que jamás había visto.
—Rochi, bebé, ¿qué estás haciendo? —le pregunté en un susurro ronco. Traté de
forzarme a levantar la vista y mirar su cara para saber en qué estaba pensando
pero no podía dejar de ver sus pechos.
—Tócame —susurró. El hecho de que era la chica de Pablo parecía no importar
más. No podía decirle que no. Demonios, no podía decirle que no.
Tracé una línea desde su clavícula hasta la cima de su escote. Ella jadeó en voz alta
y se dejó caer en mi regazo aplicando presión. Iba a enviarme en un loco
frenesí si lo mantenía. Como si pudiera leer mis pensamientos y quisiera ponerme
a prueba, movió su trasero en mi regazo.
—Oh, maldita sea —gemí antes de tomar su cara y atraer su boca a la mía. En el
momento en que mi boca tocó la suya, mi mundo empezó a girar. No podía tener
suficiente. Le quité el sostén y tenía mis manos llenas en minutos.
El fuerte gemido de placer que escapó de su boca casi me envió por el borde.
Perdí mi virginidad a los trece y ha habido muchas chicas desde entonces pero
nada me preparó para este sentimiento. Rocio envolvió sus brazos alrededor de
mi cuello y presionó su pecho desnudo contra el mío haciéndome estremecer por
primera vez en mi vida. Besé un camino desde su boca hasta su oído, luego hacia
abajo a su cuello. Había cruzado la línea besándola y tocándola. Necesitaba parar
esto.
—Por favor, Gaston —suplicó y se sentó sobre sus rodillas ofreciendo sus pezones
duros y rosados a mi boca increíblemente ansiosa.
Yo era débil y estaba más encendido de lo que había estado en toda mi vida.
Alrededor de una hora después, la sostuve mientras se sentaba acurrucada sobre
mi regazo. Estaba esperando que el terror de lo que había hecho se arrastrara sobre
mí. Sin embargo, tener a Rocio en mis brazos no ayudaba a trabajar en el
remordimiento que debería sentir. En cambio, finalmente, me sentí vivo.


ROCIO
Abrí la puerta del auto y miré hacia Gaston. Mi corazón latía salvajemente ante su
visión. Quería ir todo el camino, pero él me detuvo. Una sonrisa tiró de mis labios
porque yo sabía que no me había parado porque estuviera mal. O porque no
quería. Había parado solamente porque no teníamos protección. Gaston había estado
tan loco como yo. Me había mirado con esos hermosos ojos sin seguir
escondiendo sus sentimientos.
—¿Puedes salir esta noche? —me preguntó mientras daba un paso hacia mí, lo
suficientemente cerca para tocar mi cintura. La piel donde su mano rozó, se
estremeció con anticipación.
—Sí, aunque será tarde. Tengo que ir a lo de mi abue. La gente estará trayendo
comida y todas esas cosas. Necesitaré verte para animarme. Hazme olvidar. Me
escurriré por mi ventana si tengo que hacerlo.
Se acercó más y lo miré bajar su boca hacia la mía. Justo como antes la tierra cayó a
mis pies con el roce de sus labios. Me aferré a sus hombros asustada de caer si me
soltaba. Rompió el beso y movió su boca hasta mi oído. Me estremecí y me acerqué
más.
—Mándame un mensaje de texto cuando estés lista y te encontraré en el parque
detrás de tu casa —susurró, luego retrocedió.
Me agarré de la puerta como apoyo antes de asentir y entrar a mi auto.
—¿A dónde te escapaste anoche? —me susurró Candela mientras se dejaba caer en el
escalón a mi lado.
Había decidido esconderme en las escaleras una vez que la casa de mi abue se
llenó de personas. Me estaban sofocando. Candela estaba aquí con su madre y yo lo
apreciaba, pero no estaba de humor para hablar. Estudié su expresión para ver si
tenía alguna idea de que Gaston me había llevado a jugar al billar antes de llevarme a
casa. Le envié un mensaje de texto para hacerle saber que volvía a casa porque me
dolía la cabeza y lo dejé ahí.
—Gaston se ofreció a llevarme a casa, entonces me fui. No estaba de humor para
pasar el rato después de lo de Benja.
Ella se inclinó hacia mí, golpeándome con su hombro.
—Niña, tendrías que haber visto el caos sangriento que Gaston hizo en la cara de
Benja. Él lo golpeó. Estaba enfadado.
Rodé mis ojos ante sus palabras, escondiendo la emoción que sentí de tener a Gaston
todo posesivo con migo.
—No ruedes los ojos. No tienes idea de lo enfadado que estaba, golpeando la cara
de Benja. Le advirtió que lo mataría si volvía a mirar en tu dirección.
Abrí mi boca para responder cuando el olor del intenso perfume de una mujer
mayor flotó sobre mí.
—Rocio, cariño, lo siento. —La señora Murphy, una de las mujeres de la iglesia
que mi abue siempre decía que necesitaba usar más maquillaje para cubrir sus
ojeras y menos perfume porque estaba contaminando la atmósfera, se paró
enfrente de mí y extendió sus manos.
Todos querían abrazarme como si un abrazo fuera a hacerme sentir mejor. El
hábito de la señora Murphy de bañarse en perfume barato me causaba dolor de
cabeza. Entonces, le di una palmadita en la mano con torpeza esperando que no la
agarrara y me acercara hasta sus brazos. Podía ver el pañuelo de papel usado que
tenía agarrado y estaba horrorizada de tener que tocarlo o que me tocara.
—Gracias señora Murphy —respondí.
Ella esnifó y tocó sus ojos con el pañuelo.
—Es tan difícil de creer. Me refiero a que estuvo en la reunión auxiliar de señoras
el lunes. Es horrible, sólo horrible.
No necesitaba esto. Por qué la gente pensaba que quería escuchar sobre la última
vez que vieron a mi abuela estaba más allá de mí. Estaba tratando de olvidar.
Quería fingir que mi abuela y yo íbamos a acurrucarnos juntas en la hamaca
cuando todos se fueran y hablaríamos de cosas graciosas que vimos o alguien dijo.
No necesitaba los detalles de la última vez que cada uno de aquí vio a mi abuela
viva.
—Gracias Señora Murphy. Rocio está llevando las cosas lo mejor que puede. Ella
aprecia sus palabras pero no está lista para hablar de eso todavía. —Las palabras
de Candela eran perfectas. La señora Murphy me envió una última mirada triste y
cabeceó antes de dirigirse hacia alguien con quien pudiera hablar.
—Gracias —dije inclinándome hacia Candela.
Ella envolvió mis hombros con su brazo.
—Para eso están los amigos.
Asentí y apoyé mi cabeza sobre su hombro. La extrañaría este año en la escuela.
Nunca tuve demasiadas amigas. Crecí con los chicos Dalmau como mis dos
mejores amigos. No era buena relacionándome con chicas. Candela había sido mi
primera amiga, en mi primer año. Había sido estudiante de segundo y me tomó
bajo sus alas.
—¿Qué voy a hacer este año sin ti?
—Tienes un príncipe encantador. Lo harás bien. Además, sólo estaré a una llamada
de distancia. —Las lágrimas ardían en mis ojos. Había perdido a mi abue y ahora
perdería a Candela. Mi mundo estaba cambiando tan rápido. Realmente necesitaba a
Gaston ahora. Él le daría sentido a todo. Me escucharía quejarme y sentirme
miserable y no intentaría hacerme mirar el lado positivo. Envuelta en sus brazos
era donde quería estar. No aquí con un montón de gente en la casa de mi abuela y
con una cocina llena de guisos y pasteles.
—Voy a ver una película con Candela —dije tan pronto como entré en la casa.
El último de los visitante en la casa de mi abuela finalmente se había ido
dejándonos más comida de la que podríamos comer en un año. Puse la cacerola
con patatas dulces que tenía en las manos en el bar y me di la vuelta para mirar a
mis padres.
—¿Irás a ver una película tan tarde? —me preguntó papá frunciendo el ceño
mientras colocaba varias tartas que había llevado al interior.
—Es una función de media noche para películas de vampiros o algo así. Ella no
quiere ir sola y yo necesito alejar mi mente de las cosas.
Mi mamá que parecía estar mejor esta noche que en la mañana, sonrió.
Parecía complacida de que no estuviera planeando acostarme en la cama y llorar.
Me pregunto cómo se sentiría si supiera que en cambio estaba planeando ir a los
brazos del chico más malo de la ciudad y llorar en ellos. No podía preocuparme
por lo que ella o papá pensarían. Quedarme aquí mirando los ojos tristes de papá y
la sonrisa indecisa de mamá sólo me causaría más dolor. Cuando estaba con Gaston,
podía olvidar por un momento.
—Está bien. Sal y diviértete un poco. Has estado mucho tiempo sola desde que
Pablo se fue. No es bueno estar sola todo el tiempo. —Me animó mamá. Papá no
parecía ser capaz de decir mucho por hoy. Mirarlo me causaba un dolor que me
abría el pecho y yo estaba intentando aguantar. Le eché un vistazo a mamá.
—Lo sé. Sólo necesitaba acostumbrarme a Pablo fuera. No me había dado cuenta
cuanto tiempo pasaba con él hasta que se fue.
A mamá le gustó mi respuesta. Ella amaba a Pablo pero siempre me recordaba
que no era una buena idea una relación tan seria a esta edad. Todavía tenía la
universidad por delante. La culpa de lo que estaba haciendo con Gaston disminuyó
más cuando miré a mamá con una sonrisa. Le estaba mintiendo sobre con quien
estaba y lo que estaría haciendo pero indirectamente estaba haciendo lo que ella
quería.
Normalmente papá me diría que tuviera cuidado y que estuviera en casa a las
once. Hoy, siguió en silencio. Perdido en su propio mundo de dolor. Les dirigí una

última sonrisa y me encaminé hacia la puerta.

2 comentarios:

  1. Ah buee.. Como se desató rochi. Igual ame que fuera a los brazos de Gastón y lo hiciera con el. Tienen que terminar juntos.

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  2. bnjgnbjgbg nada eso.! quiero mas

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