Había pasado un año desde que Simón y yo,
habíamos terminado. Después de dos años de tratar de hacer que funcionara, él
había empezado a salir con mi estilista a mis espaldas. Yo sabía que su precio
especial al cortarme el pelo y hacerme las luces, era demasiado bueno para ser
verdad.
No, el amor no estaba en las cartas para mí.
La puerta
de la oficina de Ramiro Ordoñez, se abrió. Jazmín y yo miramos por encima de mi
cubículo, escasamente decorado.
Ramiro había estado en la compañía desde hace dos meses. Él tenía los mejores
récords de ventas de todos los gerentes, la personalidad más cordial en el
negocio de software, y los ojos verdes más hermosos que jamás hubiese visto.
Sí, me había fijado en Ramiro. Era difícil no hacerlo. Se detenía frente
a su oficina, apoyándose contra el marco de la puerta, y escaneaba algo en el
archivo abierto que llevaba.
—
Oye, Rama—. Francisca Sanata, nuestra líder
representante de servicio al cliente, se apresuró y se deslizó junto a él en su
apretado jersey, de cuello en v.
Jazmín
y yo intercambiamos una mirada. Francisca hacía ejercicios dos horas todos los
días, y tenía el cuerpo para demostrarlo. Ella había salido con dos de los
gerentes ya, y era sólo una cuestión de tiempo antes de que enganchara sus
garras pintadas de rojo en Ramiro.
Me maravillaba cómo Francisca contaba con la
habilidad para aplicarse el maquillaje. Por la mañana yo, apenas y tenía el tiempo
para hacer café y recoger mi cabello en una cola, antes de correr hacia la
oficina. En cuanto al gimnasio, obligarme a una clase de yoga una vez por
semana, parecía suficiente para justificar mi cuota mensual.
—
Feliz Día de San Valentín—, dijo Francisca
mirando a Ramiro de una forma que respiraba sexo.
Los celos subían por mi espina dorsal.
—
¿Día de San Valentín?—. Ramiro golpeaba el
archivo de manila en su frente. - Así que, es eso lo que pasa con todas las
entregas de flores hoy. Me imaginé que teníamos un departamento de horticultura
del cual no sabía nada.
Me
atraganté con mi risa y Jazmín tosió para cubrir la suya.
Añade sentido del humor, haciendo a Ramiro el
primero en mi lista de deseos.
—
Mmm—. Francisca no entendió la broma de la
horticultura y parecía perpleja en cuanto a si él había recibido o no, la
sugerencia para invitarla a salir. — ¿Tienes planes para esta noche?
Bajó la mirada hacia el archivo por un segundo, y luego asintió.
—
Grandes planes.
¡Auch! Esas dos palabras apuñalaron mi corazón.
¿Qué grandes planes tenía? Más importante aún, ¿con quién los tenía? No había
fotos en su oficina y no llevaba un anillo, pero al parecer alguna chica con
suerte lo había enganchado. Ahí iba la posibilidad de que mis fantasías se
convirtieran en realidad.
Francisca sonrió y se inclinó hacia la alta silueta bien construida de
Ramiro.
— Tengo
planes, también. Nada que no se pueda reprogramar sin embargo.
Wow. La mujer atacaba como una tigresa al
acecho. ¿Por qué no podía yo ser así de atrevida con Ramiro? Oh, sí, por el
persistente miedo de que él se lastimaría a sí mismo, riéndose al ver el
enamoramiento que yo tenía por él, desde que había empezado a trabajar en
nuestra oficina.
Los riesgos no eran lo mío.
Ramiro tomó su coqueteo con calma.
—
¿Quién es el afortunado?
—
Lo conocí en mi edificio—. Hizo un gran show
examinándose las uñas. Probablemente sólo poniendo en claro que ella no tenía
un anillo en ese dedo en especial. —Stuart es dueño de su propio negocio,
conduce un BMW, y se mueve en los círculos de la crema y nata.
Jazmín levantó las cejas y susurró,
—Impresionante.
Y, sin embargo, incluso con un gran galán
disponible para ella, Francisca aún quería a Ramiro. No podía culparla. Ramiro
estaba realmente en una liga propia. No es que yo hubiera admitido mi
enamoramiento con Jazmín, a pesar de que habíamos sido las mejores amigas
durante cinco años desde que luchamos por el último pedazo de torta en ese
picnic de la compañía. Ella había ganado, pero me había ganado su respeto por
robarme un trozo con el tenedor.
Nunca se interpongan entre mí y el pastel de zanahoria.
Debería haber confiado en Jazmín, pero ¿cuál sería el punto? No es que
yo tuviera una oportunidad con un hombre como Ramiro.
¿Yo? Altura y constitución media. Los ojos miel
y cabello rubio... que acostumbraba a pintarlo con luces para tratar de obtener
algo. No era exactamente una bomba morena como Francisca o como mi ex
estilista. Sin el trasero o abdominales firmes, o piernas largas.
—
Pero, como he dicho, mis planes no están
grabados en granito—. Francisca bajó la voz sensualmente, pero por suerte yo
tenía el cubículo más cercano. - Si algo
mejor se cruza en mi camino, sin duda podría cambiarlos... incluso si eso significara
quedarme aquí.
Me
burlé. Sutilmente.
Los ojos de Ramiro se abrieron un poco, entonces él le dio una sonrisa amistosa.
—
Bueno, que tengas una gran noche con lo que sea
que termines haciendo.
—
Mmm—. Ella frunció los labios de color rosa,
caminó al final del pasillo, y luego tiró por encima del hombro un: —Tú,
también.
—Wow—. Solía bajar la voz para que mis compañeros de trabajo en los cubículos
de los alrededores no pudieran oír. —Ramiro debe tener algunos planes serios
para rechazar una invitación con ella.
Jazmín alzó las cejas.
—
Tal vez él está buscando en una mujer, algo más
que un cuerpo mortal.
Inmediatamente pensé en Simón y la mujer por la
que me dejó.
—
Sí, eso es exactamente lo que ellos quieren.
Buena conversación.
—
Me doy por vencida. Vive feliz para siempre con
tu perro. A ver si me importa—. Jazmín se paró, resopló y caminó hacia fuera de
mi cubículo.
—
Él pasará a ser del árbol genealógico—. Le grité.
¿Cómo se atrevía a insultar a mi niño Beagle miniatura? Tomé las páginas de la
bandeja de la impresora, las engrapé, y luego sentí a alguien detrás de mí. —Ni
siquiera lo intentes. No voy a decir que sí.
—Yo no te he pedido nada todavía—. La suave voz masculina, tenía una pisca
de risa en ella.
Ramiro.

espero el proximo!! me encanto el cap!! espero que subas pronto el siguiente cap!
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