miércoles, 24 de julio de 2013

Mi Última Cita a Ciegas... (Capitulo 4)








        Después del trabajo, me fui a casa y navegué a través de mi armario.
  Mmm. ¿Qué viste uno para una cita que no quiere, con alguien que ni siquiera conoce?
        ¡Guau! ¡Guau!
  Tú me amas en mis sudaderas. ¿No, bebé? — Di unas palmaditas a Chester en la cabeza y volví a mi búsqueda.
        Encontré unos pantalones negros y un suéter rojo. ¿Rojo? ¿En el Día de San Valentín?
  Me niego a ser un cliché caminante.
        Chester me miró y movió la cola. ¡Guau!
  Tú eres el chico correcto. Mi corazón no está totalmente en esto—. Tiré los pantalones encima de mi cama y tomé mi celular para cancelar.
       
Antes de que pudiera marcar, una imagen de Jazmín el día de su boda apareció en la pantalla de mi Blackberry. Me encogí mientras Forever in Love de Kenny G sonaba. Apreté el botón de contestar.
  Mantén tus manos fuera de mi teléfono celular.
        Jaz se rió con alegría.
  Le puse eso al teléfono mientras almorzabas. Un día tendrás un amor para siempre. A lo mejor sucederá esta noche. No has cambiado de opinión, ¿verdad?
  En realidad, sí —. Cayendo en mi cama, me puse un brazo sobre los ojos, y sentí a Chester tocándome a su manera con su hocico bajo mi codo. - Lo siento, Jaz. Es que no puedo.
  Oh, no. Irás—. Su voz se fue de dulce a estricta. —Tacho dice que no sólo tienes que ir, sino que será mejor que tengas una súper cita después de lo que él sacrificó.
        Una lengua húmeda se deslizó por mi mejilla.
  ¿Qué quieres decir?
  Llamamos a The Boat House y ha cambiado nuestra reserva a tu nombre.
       Me senté en posición vertical.
  ¿Qué?
  Es el Día de San Valentín, querida—. Platos chocaban y sonaba como si el agua estuviera corriendo. —Todo está reservado.
  No robaré tu romántica noche. De ninguna manera.
  Oh, sí lo harás—. Su tono de voz me dijo que no discutiera más con ella— Les dimos nuestra reservación, porque te amo y quiero que seas tan feliz como lo soy yo. Siento que hayas tenido algunas cuantas pésimas citas, pero es el momento para volver a intentarlo. Toma otro riesgo. Así es como encontrarás tu verdadero amor. Tu tacho.
      
Las lágrimas brotaron de mis ojos. ¿Cómo podía sonar tan segura? Me habían golpeado los veintiocho años de edad el mes pasado. Encontrar el amor eterno, o incluso un compañero del alma decente, se sentía desesperado. Chester se acurrucó junto a mi regazo y puse mi mano sobre su tibia y suave cabeza.
       Un incómodo silencio llenó la línea.
  Prométeme que le darás a este señor una oportunidad—. Su voz bajó un poco. —No como la última.
       Sollocé y agarré un pañuelo de papel.
  ¿Qué?
  Escuché cómo cortaste tu pequeña cita con Timothy, por que tenías que ir a casa y limpiar la cajita de arena de tu tonto perro.
  A diferencia de ti, yo vivo en un departamento y trabajo todo el día. Él ama su caja de arena—. Mis ojos estaban húmedos, pero me las arreglé para reír. — Sabes muy bien que Chester no hará, si su cajita no está limpia.
  Mmm...uh.
  Bien—. Cerré mis ojos y suspiré. —Conoceré a tu Diez y tendré una mente abierta con el misterioso hombre. ¿Puedes al menos darme una pista? ¿Tiene problemas de higiene que debería saber? ¿Cuerpos enterrados en su patio trasero?
  De ninguna manera—. La voz de Jazmín era firme. —Te olvidas de lo bien que te conozco, Valeria Gutierrez. Si te doy un detalle, te daré una razón para quedarte en casa y limpiar tu refrigerador.
  Caja de arena.
  Eso —. Hizo una pausa. —Solo tienes que presentarte en The Boat House a las 7:30 pm en punto con una sonrisa, y darle al amor una oportunidad.
       ¿Amor? ¿Con un extraño? No era probable.
      
Entonces, me acordé de que Jazmín había estado así hace solo seis meses. Algo se agitó en mi interior. Una sensación que se sentía como revoloteando... la esperanza.

       ****
      
Siendo una mujer de palabra, el taxi me dejó en The Boat House en el viejo Sacramento a las siete y media de la tarde. Le dije al conductor que volviera a las nueve en punto. Después de conocer a mí cita a ciegas, yo, sin duda me encontraría depresivamente borracha y pensé que una hora y media era mi límite de buena fe para la vía del desastre.
        Demasiada fe en el amor.
        Sí, esa era yo.
       
Me acerqué a la puerta del restaurante, evitando incluso echar un vistazo a todas las parejas acarameladas en la sala de espera de ese restaurante de lujo.
  Reserva para Valeria Gutierrez.
        La anfitriona miró mi atuendo. Me había vestido toda de negro para adaptarme a mi estado de ánimo. Ella, en cambio, llevaba un vestido de color rosa brillante y buscó con el dedo en el podio en su lista, hacia abajo.
  El otro invitado ya está aquí. Por aquí—. Ella me llevó a una mesa en la parte trasera con una vista panorámica del río.
        Vi la parte de atrás de la cabeza de mi cita y la evalué. Pelo rubio corto.
Camisa con cuello. No había banderas rojas... todavía. Probablemente tenía colmillos largos puntiagudos que hundiría en mí yugular.
  Aquí está. Marcia será su mesera y vendrá en un momento—. La camarera hizo un gesto a la silla vacía y al misterioso hombre que se puso de pie para sacar la silla.
        Impresionante. Me moví a sentarme y me preparé para la mordida.
  Gracias. Yo...—Mi voz se apagó y mi boca quedó boquiabierta al caer de nuevo en mi silla.
  ¿Ramiro?

2 comentarios:

  1. Yo sabia, yo sabia que era el! Quiero ya el próximo cap!!! Porfaaaaaa!!!!

    ResponderEliminar
  2. si si era èl jajaja quiero mas!

    ResponderEliminar