Hola a todas! Así es! una nueva novela para el deleite de ustedes! Esta novela consta de 21 capítulos contando prólogo y epílogo, por ende la voy a subir solo una vez por semana. Al igual que con Vecinos. Mi idea es de apoco ir cubriendo los días de la semana para que todos los dias tengan una novela de mi parte. Ya está cubierto el lunes, ahora con esta voy a cubrir el Jueves. luego seguiré con los otros días.
Ahora sin más preambulos las dejo con la nueva novela. A mi me encantó! una de las más lindas que leí.
Prólogo
—No te vas a olvidar de mamá
mientras está trabajando, ¿verdad, preciosa?
Rocío observó a Marianela, su
hermanastra, mientras le daba con lágrimas en los ojos a su hija de cuatro
meses.
—Sé que no hay nadie mejor
para cuidar a Kiara que tú, Ro. Al fin y al cabo, te convertiste en mi madre
cuando papá y mamá murieron —dijo Marianela con tristeza—. Ojala tuviera un
trabajo que no me obligara a estar tanto tiempo fuera, pero estas seis semanas
en el crucero suponen mucho dinero y no he podido decir que no. Sí, ya sé que
estás dispuesta a mantenernos a las dos, pero no quiero que lo hagas —añadió
antes de que a Rocío le diera tiempo de decir nada—. ¡Además, el que tendría
que pagar los gastos de Kiara es su padre y no tú! ¿Qué vería yo en ese canalla?
Mi maravillosa fantasía de un jeque árabe se convirtió en una terrible
pesadilla.
Rocío dejó que su hermanastra
aireara sus sentimientos sin comentar nada porque sabía lo destrozada y dolida
que se sentía Marianela desde que su pareja la había abandonado.
—No hace falta que trabajes,
Marianela —le dijo con cariño—. Yo gano suficiente dinero para las tres y la
casa es muy grande.
—Oh, Rocío, ya lo sé. Sé que
te quitarías la comida de la boca para darnos de comer a la niña y a mí, pero
esa no es la cuestión. Ya has hecho suficiente por mí. Llevas ocupándote de mí
desde que murieron papá y mamá. Tú solo tenías dieciocho años, tres años menos
de los que tengo yo ahora. Pobre papá, quiso dárnoslo todo en vida y no se dio
cuenta de que, si alguna vez le pasaba algo, como ocurrió, nos íbamos a quedar
en una situación apurada.
Las hermanas se miraron en
silencio. Ambas habían heredado la delicada estructura ósea de su madre y su
óvalo de cara, además de su pelo rubio rojizo.
Lo que las diferenciaba era
que Marianela era baja y de ojos castaños, como su padre, y Rocío tenía los
ojos miel, como el hombre que la había abandonado al año de nacer porque las
responsabilidades del matrimonio y la paternidad eran demasiado para él.
—No es justo —había protestado
Marianela en tono de broma al anunciarle a Rocío que no iba a ir a la
universidad, sino que se iba a dedicar a cantar y a bailar—. Si yo tuviera tus
ojos, me aprovecharía de ellos para conseguir los papeles que quisiera.
Rocío admiraba a su
hermanastra por lo que iba a hacer, aunque se preguntaba cómo iba a llevar
estar separada de su hija durante seis semanas.
Aunque fueran diferentes en
muchas cosas, en lo que sí se parecían era en el profundo amor que sentían por
la pequeña Kiara.
—Llamaré todos los días
—prometió Marianela—. Quiero saber todo lo que haga, Rochi. Todo, hasta el
detalle más insignificante. Oh, Rochi… me siento tan culpable… Sé lo que tú
sufriste de pequeña porque tu padre no estaba, porque te había abandonado…
También sé la suerte que yo tuve de tener a papá y a mamá y, por supuesto a ti.
Y ahora mi pobre Kiara.
—Ya ha llegado el taxi —dijo
Rocío abrazando a su hermana y secándole las lágrimas.
—¡Rochi! Te he conseguido el mejor trabajo que te puedas imaginar.
Al reconocer la voz de su agente, Rocío se cambió a Kiara de brazo.
—Caballos de carreras —añadió
mientras la niña le sonreía al biberón—. El dueño tiene muchos y hasta un
hipódromo en su país. Es un miembro de la familia real de Zuran y parece ser
que ha oído hablar de ti por el trabajo aquel de Kentucky. Quiere que vayas
para allá, con todos los gastos pagados por supuesto, para hablar del proyecto.
¿Qué es ese ruido, Rochi?
—Es Kiara, que se está tomando
el biberón —contestó Rocío riendo—. Suena muy bien, pero estoy hasta arriba de
trabajo y la verdad no me parece buena idea. Para empezar, porque tengo que
cuidar a la hija de mi hermana durante un mes y medio.
—Ningún problema. Seguro que
al príncipe Sayid no le importará que te la lleves. Febrero es el mes perfecto
para ir allí porque es cuando mejor tiempo hace. Rochi, no puedes decir que
no.
—Confieso que la comisión que
yo me llevaría es para que se me haga la boca agua —admitió Kate.
—Ah, así que es por eso, ¿eh?
—rió Rochi. Había empezado a pintar retratos de animales casi por casualidad.
Pintaba por afición y hacía retratos de las mascotas de sus amigos, pero poco a
poco, se había dado a conocer y, entonces, había decidido ganarse así la vida,
y lo había conseguido. De hecho, ganaba mucho dinero y vivía muy bien.
—Me encantaría ir, Kate
—contestó sinceramente—, pero ahora mismo mi prioridad es Kiara.
—No me des un no rotundo
—suplicó Kate—. Ya te he dicho que la niña podría ir contigo. No es un viaje de
trabajo, es solo para que os conozcáis. Solo sería una semana… Y no me vengas
con que la niña podría ponerse enferma. ¡Zuran es conocido por tener a los
mejores médicos del mundo!
Tras terminar de hablar con
Kate, Rochi miró por el ventanal de su casa y observó el maravilloso paisaje.
Llevaba lloviendo toda la
semana, pero había parado un poco, así que decidió salir a dar un paseo con
Kiara.
Tumbó a su sobrina en el
cochecito clásico que le había comprado cuando había nacido.
—¡Cualquiera diría que tienes
veintiocho años! —se había burlado Marianela al ver el cochecito.
Sí, era cierto que era muy
conservadora en sus gustos. Tal vez, por influencia de haberse visto
abandonada por su padre y sobreprotegida por su madre, que había quedado
destrozada.
Aquello la había hecho una
mujer muy fuerte e independiente que no estaba dispuesta a enamorarse
locamente jamás. En eso, no quería parecerse a su madre.
¡Tal y como había quedado patente con Marianela, la historia podía
repetirse!
Al tapar a Kiara con las
sabanitas, rozó un papel. Lo sacó del cochecito y vio que se trataba de una
carta.
Leyó la dirección.
Jeque Gastón Dalmau
24 Quaffire Beach Road
Zuran City
Con cierto sentimiento de
culpabilidad, leyó la primera línea.
Nos has destrozado la vida a mí y a Kiara y te odiaré siempre por ello.
Obviamente, era una carta que Marianela había escrito al padre de su hija
y que no había enviado.
Su hermanastra no hablaba
mucho de él. De hecho, lo único que sabía Rochi era que se trataba de un hombre
muy rico de origen árabe.
¡Y ahora descubría que vivía
en Zuran! Frunció el ceño y se quedó pensativa. Sabía que no tenía ningún
derecho a entrometerse, pero…
¿Se
estaría entrometiendo o solo arreglando las cosas? ¿Cuántas veces a lo largo de
su vida había querido tener la oportunidad de ver a su padre biológico para
echarle en cara cómo se había portado con ella?
Ahora, había muerto y ya no
podía hacerlo, pero sí le podía pedir cuentas al padre de la hija de
Marianela. ¡Qué gran satisfacción poder decirle a la cara la opinión que le
merecía!
Le dio un beso a Kiara y se
apresuró a llamar a su agente.

muy buena la novela
ResponderEliminarquiero el primer cap!
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