jueves, 4 de julio de 2013

Una vida sin vivir capitulo 1

Capítulo 1
me senté en la encimera de la cocina, observando a mi mamá hacer pasta
al horno; ella estaba entrando ligeramente en pánico y seguía mirando
al reloj a cada minuto. Sabía por qué lo hacía, mi papá debía estar en casa en
exactamente en dieciséis minutos y a él le gustaba que la cena estuviera en la mesa
tan pronto como entrara.
Nicolas se acercó, jugando con sus figuras del Hombre Araña.
Mamá, ¿puedo ir a jugar a casa de Gaston? preguntó, lanzándole una mirada de
cachorrito.
Ella miró el reloj de nuevo y sacudió la cabeza rápidamente.
No ahora. La cena no tardará mucho y necesitamos comer como una
familia. Se estremeció ligeramente mientras hablaba.
Era mi hermano mayor, y
como los hermanos mayores, era el mejor. Siempre me cuidaba en casa y en la
escuela, se aseguraba de que nadie me molestara. El único que tenía permitido
molestarme, según su opinión, era él, y en una menor medida su mejor amigo
Gaston, que resultaba que vivía en la casa de al lado.
Mi mamá
tenía esa mirada es su cara, como de miedo o preocupación, y empezaba a correr
de aquí para allá ahuecando los cojines sobre el sofá. Yo siempre me quedaba allí y
deseaba silenciosamente que pudiera esconderme en mi habitación y nunca salir.
Nicolas y yo pusimos la mesa y luego nos sentamos en silencio, esperando que el clic
de la puerta señalara que él estaba en casa. Podía sentir mi estómago
revoloteando, mis manos empezando a sudar mientras rezaba en mi cabeza que él
hubiera tenido un buen día y estuviera normal esta noche.
Un par de minutos después, él entró. Nicolas me lanzó una mirada que me decía que
me comportara y sostuvo mi mano bajo la mesa. Mi padre tenía cabello rubio, del
mismo color del de Nicolas. Tenía ojos marrones, y siempre tenía el ceño fruncido.
Hola, niños dijo en su ruidosa y profunda voz. Un estremecimiento se deslizó
por mi columna cuando habló
Siempre parecía que era yo la que metía a todos en
problemas o hacía algo mal.
Siempre parecía que era la que empeoraba las cosas para todos. No solía ser así,
solía ser la niñita de papá, pero desde que empezó su trabajo, hace tres años,
cambió. Nuestra relación con él cambió por completo. Él todavía me favorecía por
encima de Nicolas, pero cuando venía del trabajo, era como si quisiera pretender que
Nicolas y yo no estábamos allí. La forma en que miraba a Nicolas algunas veces era como
si estuviera deseando que no existiera, hacía que me doliera el estómago verlo
mirar a mi hermano de esa forma.
Hola, papá respondimos ambos al mismo tiempo. Justo entonces, mi mamá
vino cargando la pasta y un plato de pan con ajo.
Esto se ve bien, Adriana  dijo él, dándole una sonrisa. Todos empezamos a
comer en silencio e intenté no moverme incómodamente en mi lugar. Entonces,
¿cómo estuvo la escuela, Nicolas? le preguntó a mi hermano.
Nicolas levantó la mirada nerviosamente.
Estuvo bien, gracias. Intenté entrar al equipo de hockey sobre hielo y Gaston y yo
empezó a decir, pero mi papá asintió, sin escuchar.
Eso es genial, hijo interrumpió él. ¿Qué hay de ti, Rocio? preguntó,
volviendo su mirada hacia mí.
¡Oh, Dios! De acuerdo, sé cortés, no divagues.
Bien, gracias respondí calladamente.
¡Habla más alto, niña! gritó.
Me estremecí con su tono, preguntándome si iba a pegarme, o quizá me enviaría a la cama sin cenar.
Estuvo bien, gracias repetí un poco más fuerte.
Él frunció el ceño y luego se volvió hacia mi mamá, que estaba estrujándose las
manos nerviosamente.
Entonces, Adriana , ¿qué has estado haciendo hoy? preguntó, comiendo su
cena.
Bueno, fui al supermercado y conseguí ese shampoo que te gusta, y luego
planché un poco respondió mi mamá rápidamente. Sonaba como una respuesta
preparada, siempre hacía eso, tenía sus respuestas listas de modo que no fuera a
decir nada inapropiado que lo hiciera enojar.
Extendí la mano por mi bebida, pero no estaba observando apropiadamente y la
volqué, derramando el contenido sobre la mesa. Los ojos de todos volaron hacia
mi padre, que se levantó de un salto de su silla.
¡Mierda! ¡Rocio, estúpida pequeña perra! gruñó, agarrándome del brazo y
empujándome bruscamente de la mesa. De repente mi espalda golpeó la pared, el
dolor me atravesó y me mordí el labio para dejar de llorar. Llorar lo empeoraba
todo, él odiaba que llorara, decía que solo los débiles lloraban. Lo vi apartar su
mano; iba a golpearme. Sostuve el aliento esperando el golpe, sabiendo que no
había nada que pudiera hacer más que soportarlo, igual que siempre.
Mi hermano se levantó de un salto de su silla y se abalanzó sobre mí, envolviendo
con fuerza sus brazos a mí alrededor, cubriéndome. La suya estaba hacia mi padre
mientras me protegía.
¡Suéltala, Nicolas! ¡Necesita aprender a ser más cuidadosa! gritó mi padre,
agarrando a Nicolas de su ropa y lanzándolo al piso. Me abofeteó, enviándome al
piso, luego se volvió hacia Nicolas y lo pateó en la pierna, haciéndolo gemir. ¡No te
metas en mi camino de nuevo, pequeño pedazo de mierda! le gritó a Nicolas,
mientras estaba acurrucado en una bola en el piso.
Lágrimas silenciosas corrían por mi cara. No podía soportar ver herido a mi
hermano; él sólo estaba intentando protegerme. Nicolas siempre hacía eso.
Cuando me metía en problemas, él provocaba a mi padre de modo que la tomara
contra él en su lugar.
Mi padre levantó su plato y su bebida, caminó a zancadas hacía la sala para
terminar su comida, murmurando algo sobre nosotros siendo los peores niños en
el mundo y cómo infiernos se pudo quedar atrapado en esta vida.
Me arrastré hasta mi hermano y envolví mis brazos alrededor suyo con fuerza,
aferrándome a él como si mi vida dependiera de ello. Él gimió y se levanto para
sentarse, abrazándome de vuelta, frotando su mano por mi mejilla punzante.
Lo siento, Nicolas. Lo siento murmuré en voz baja, llorando sobre su hombro.
Él negó con la cabeza.
Está bien,. No es culpa tuya dijo con voz ronca, me dio una pequeña
sonrisa y tratando de ponerse en pie, gimiendo. Me puse de pie con un salto y le
ayudé a levantarse. Podía oír movimiento así que levanté la mirada para ver que mi
madre estaba limpiando la mesa frenéticamente.
Lleven sus cenas a sus cuartos y coman, ¿bien? ordenó, besándonos a los dos
en la mejilla. Ella tenía que ir a donde mi padre y hacer control de daños, él estaría
de mal humor por mi error y ella tenía que calmarlo antes de que pasase algo
más. Los veré a la mañana. Los quiero a los dos. Por favor estén callados, y pase
lo que pase, quédense en sus habitaciones ordenó, rápidamente besándonos
otra vez y entregándonos nuestras cenas a medio comer, antes de empujarnos
hacia el vestíbulo trasero.
volvi
corriendo a mi cama y me tiré sobre ella, llorando silenciosamente. No podía parar,
estaba sollozando y sollozando. ¡Había sido estúpida esta noche e hice que hiriera
a mi hermano otra vez! Y probablemente a mi madre también, por el sonido de los
ruidos en el salón.
De repente, se produjo un rasguño, un ruido golpeando en mi ventana. Abrí mis
ojos de golpe para ver a Gaston fuera, mirándome con tristeza. Me levanté y corrí
hacia mi ventana la abrí y la deslicé hacia arriba silenciosamente preguntándome
qué demonios estaba haciendo aquí. ¿No debería estar en su casa?
¿Gaston, qué estás haciendo aquí? ¡Tienes que irte, ahora! le grité susurrando,
sacudiendo mi cabeza con fuerza. Pero el chico estúpido solo trepó a mi habitación
por la ventana, cerrándolo silenciosamente detrás de él.
Contuve la respiración, mirando a mi puerta con los ojos muy abiertos. Si mi padre
lo atrapaba aquí se iba a volver loco, no le gustaba que Gaston viniera y jugara en
nuestra casa, siempre decía que era muy ruidoso.
¡Gaston, sal! susurré, desesperadamente intentando empujarlo devuelta hacia la
ventana. Me estremecí, preguntándome que haría mi padre si hubiera escuchado
abrirse la ventana y supiera que Gaston estaba aquí. Gaston no se movió; simplemente
envolvió sus brazos alrededor mio con fuerza y me atrajo contra su pecho. Traté de
empujarlo, pero él solo me sostuvo con más fuerza.
Está bien susurró, acariciando mi pelo. Empecé a llorar otra vez en su pecho;
pensamientos de Nicolas siendo herido antes inundaron mi cabeza.
Gaston era alto para su edad; tenía diez años, igual que Nicolas. Ellos eran mejores
amigos, y lo habían sido desde que nos mudamos hace cuatro años. Tenía el pelo
rubio, el cual normalmente ponía en punta con demasiado gel, y ojos
verdes claros que eran como ventanas a su alma. Cuando Gaston te miraba te hacia
sentir como si pudieras volar. Era muy lindo; todas mis amigas estaban coladas por
el por alguna razón. Gaston y yo, sin embargo, no nos llevábamos del todo bien. Él se
burlaba de mí todo el tiempo, me pone la zancadilla, me tira del pelo, y tiene esta
molesta costumbre de llamarme Ángel por alguna razón, me llamó así desde el
momento en que me conoció y realmente me pone furiosa.
¿Qué demonios estaba haciendo aquí ahora? ¿Y por qué estaba abrazándome? Tal
vez pensó que esta era la habitación de Nicolas, tal vez se acercó a la ventana
equivocada pero no podía estar en lo cierto porque la habitación de Nicolas estaba
en la otra parte del vestíbulo, su ventana daba al patio trasero.
Me eché hacia atrás para mirarlo. Por alguna razón él se veía tan triste; tenía
lágrimas en sus ojos mientras se limitaba a seguir abrazándome. Él sabía sobre mi
padre, Nicolas había sido cubierto por moratones una vez y le soltó la verdad a él.
Nicolas y yo le rogamos que no dijera nada, sin embargo, nunca lo ha hecho.
¿Qué estás haciendo aquí, Gaston? susurré, limpiándome la cara, pero las
lágrimas siguieron cayendo.
Me tiró sobre la cama, meciéndome suavemente, igual que Nicolas siempre hacia
cuando lloraba. Miré su pecho y me di cuenta que estaba usando shorts y camiseta
de los Power Rangers. Fruncí el ceño, un poco confundida en cuanto ha por qué
tendría puesto eso, hacía mucho frío fuera. Entonces me di cuenta de que estaba
usando su pijama. Miré al reloj para ver que eran casi las ocho y media. Había
estado llorando durante más de una hora.
Te vi a través de la ventana. Solo quería venir y asegurarme de que estabas bien
susurró a su vez, todavía abrazándome con fuerza.
Volvía mirar a la ventana. La habitación de Gaston estaba directamente en frente de
la mía y podía ver en su habitación, lo que significaba que él podía ver en la mía.
Me mordí el labio, oh Dios me había visto llorando, tengo que verme tan débil para
él. Las únicas personas ante las que alguna vez había llorado eran mi madre y Nicolas.
Estoy bien. Tienes que irte susurré empujándole otra vez, tratando de sacarlo
de la cama.
Se limitó a negar con su cabeza.
No me voy hasta que dejes de llorar declaró, tirándome hacia abajo de manera
que ahora estábamos tumbados en mi cama, uno enfrente del otro. Tenía sus
brazos envueltos alrededor mío tan fuerte que ni siquiera podía retorcerme. Me
sentí segura y caliente. Me deslicé aún más cerca de él, presionando todo mi
cuerpo con el suyo y sollocé en su pecho.
Me desperté a la mañana, todavía fuertemente envuelta en sus brazos; di un grito
ahogado y miré al reloj 6:20 a.m.
¡Gaston! susurré, sacudiéndolo.
Ahh, ¿qué, Mamá? preguntó con sus ojos cerrados.
¡Shhh! siseé, rápidamente cubriendo su boca antes de que hablase otra vez.
No puedo creer que nos quedásemos dormidos, esto está tan mal.
Sus ojos se abrieron de golpe y me miró, sorprendido, luego miró alrededor de mi
habitación.
Oh no, ¿me quedé dormido? susurró, sentándose y pasándose la mano por su
pelo, que estaba levantado por todas partes pero en realidad se veía mejor que
cuando tenía ese asqueroso gel en él.
Tienes que ir a casa, Gaston. ¡Rápido! siseé, empujándolo hacía la ventana. La
abrió y empezó a trepar fuera pero agarré su mano haciendo que se detuviera.
Levantó la vista hacia mí una expresión confundida en su cara.
Gracias susurré, sonriéndole agradecidamente. Realmente necesitaba ese
abrazo la otra noche, esa fue probablemente la cosa más bonita que Gaston alguna
vez había hecho por mí.
Él me devolvió la sonrisa.
De nada, Ángel respondió, sonriendo y saliendo.
Vi como pasaba por el agujero en la valla y volvió a subir a su propia ventana. La
cerró y me saludó, le devolví el saludo y luego fui a vestirme. El pensamiento de
Gaston viniendo a escondidas aquí y estando en la casa sin permiso, hizo que mi
estómago doliera. Tuvimos mucha suerte de no ser atrapados. Me aterraba pensar
que habría sucedido si sus padres hubieran ido a su habitación a la noche y
hubieran visto su cama vacía, o que habría pasado si no me hubiera despertado
temprano. Me estremecí al pensar en lo que mi padre haría si hubiera entrado aquí

para encontrar a Gaston en la casa durante la noche. 
                                                                                     adaptacion.

3 comentarios:

  1. esta buenisima quiero mas capitulo no me quiero ni imaginar que aran estos dos cuando sean mayores jajaja

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  2. Ohhhh me encantó.... Quiero massssss ;)

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