Capítulo
2
me desperté con la familiar sensación
de ser aplastada; me retorcí,
empujando
mi hombro hacia atrás. Gaston movió su peso ligeramente.
Estaba
abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en la
parte
trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos
en mi
pecho, sostenía mi mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su
pierna
tirada casualmente sobre mí. Podía
sentir la usual “gloria matutina”
empujando
contra la parte más estrecha de mi espalda.
Rápidamente
silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago.
--Seis en punto murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
--Diez minutos más,
Ángel. Todavía estoy cansado --murmuró él,
empujándome
más fuerte
contra su pecho.
--Nop, no diez minutos más. La última
vez se convirtió en una hora y
Nicolas casi te
atrapa aquí
Rmurmuré, codeándolo en el estómago
una vez más.
Movió su
brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una
posición
de oración.
--Sólo
diez minutos más, Ángel --se quejó.
Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No
había
forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a
esta hora
de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el
sueño,
instantáneamente.
--¡Rocio, será mejor que ya estés
lista! --gritó mi hermano,
golpeando la puerta.
Me levanté
de un salto y también Gaston, era más de las siete.
--Er… sí, estoy lista ya, Nicolas --grité en respuesta, mirando a Gaston que estaba
frotándose
la cara, luciendo un poco aturdido.
--Bien. Voy a desayunar. Apúrate. Gaston conducirá hoy así
que está lista para irnos
en media hora --llamó Nicolas a través
de la puerta, antes de caminar a zancadas por
el
pasillo.
--Caray, Ángel,
¿por qué no me despertaste? --acusó Gaston, frunciendo el ceño.
Lo miré en
advertencia, y le di mi mejor mirada de muerte.
--¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más” y luego me
inmovilizaste en la cama
para
evitar que
te codeara! --gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación
de su voz.
Él sonrió
burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos
sobre mi
cabeza y rodando sobre mí.
--¿Te inmovilicé en la cama? ¿Estabas
soñando conmigo otra
vez, Ángel? Podría
hacerte ese sueño
realidad --se mofó, con su rostro a
centímetros del mío.
--¡Ya quisieras! Ahora,
apártate de mí, Gaston, y ve a alistarte. Conduces hoy,
aparentemente --siseé, asintiendo hacia la ventana. Él suspiró
y se levantó de mí,
poniéndose
sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola
detrás de
sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más
rápida de
todos los tiempos.
Exactamente
veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con
un ceño
fruncido, Gaston estaba allí, apoyándose casualmente contra la encimera,
comiéndose
mi cereal. ¡Maldita
sea, todas las mañanas! Su cabello estaba
despeinado
en su usual apariencia de apenas salí de
la cama, que para ser honesta
sí lucía
así cuando acababa de salir de la cama. Todo lo que hacía siempre era
deslizar
sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de
cera.
Se veía
igual que todas las mañanas, como un maldito supermodelo. Usaba jeans
desgastados
de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos, y siempre
hacía que
las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que
mostraba
su cuerpo perfectamente esculpido y una camisa anaranjada y gris de
manga
corta sobre ella, que tenía completamente desabotonada. Sus ojos verdes
estaban
brillantes con diversión mientras me miraba.
--¿Retrazada
esta mañana, Ángel? --preguntó
con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé
una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente.
--¡Cállate, Gaston! ¿Por qué demonios te estás comiendo mi cereal de nuevo? ¿No tienes comida en
casa? --pregunté, arrebatando la taza
de sus manos y
comiéndome
el contenido. Él sólo me observó con una sonrisa divertida.
Nicolas me
lanzó una caja de jugo.
--Si te ves un poco tensa esta mañana, Rochi. ¿Todo va
bien? --preguntó,
mirándome
un poco preocupado.
Miré
seriamente a Gaston una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto
que me
veía tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme.
--Me quedé
dormida --murmuré con un suspiro abatido.
Nicolas no
tenía idea que Gaston dormía en mi habitación conmigo cada noche, si fuera
así, se
enloquecería. Nicolas siempre era protector conmigo, siempre lo había sido,
pero había
empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía trece. Bueno,
dije se fue, pero la verdad era que Nicolas y
Gaston habían llegado a casa temprano del
hockey un día
para ver que mi padre me había dejado sin sentido, y estaba
intentando
violarme. Nicolas finalmente caído en cuenta y él y Gaston le habían dado
una
paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían
dicho que
si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca
regresó, sin embargo, eso fue hace ya tres años.
Un poco
después de eso, mi mamá consiguió un trabajo en una enorme firma
electrónica,
era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos
veces más
de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una
semana al
mes, si algo. Nicolas era mi única supervisión, aunque a veces era más
como que
yo estaba intentando cuidar de él.
Gaston
también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien,
incluso
aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama
por los
últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche
siguiente
de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez
más. Después
de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo
que
habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que
sus padres
revisaran que él estuviera dormido. Jamás nos habían atrapado en ocho
años.
Habíamos estado cerca un par de veces, sin embargo. Hace un par de años,
la mamá de
Gaston había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo
que se
había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo.
Nadie
sospechó que estaba al lado, conmigo.
Él todavía
me molestaba como loco y me molestaba tanto como lo hacía cuando
éramos
niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era
como si él
tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y
enojándome
todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me
abrazaba,
haciéndome sentir segura y a salvo.
--Te ves sexy hoy, Ángel --dijo Gaston, con su sonrisa patentada,
mirándome de
arriba
abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí,
claro! Mi cabello todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de
secarlo por sus estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía
recogido en un
despeinado
moño. Me había puesto mis jeans ajustados y un top rojo de cuello en
v y una
capucha, junto con mis converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y
algo de
lápiz labial claro. No me veía sexy. ¡Maldito idiota! Le mostré el dedo y
caminé
hasta su auto. Recostándome contra él, enojadamente, esperé que me
honraran
con su presencia.
El camino
a la escuela fue igual que siempre, ellos se sentaron el frente hablando
de futbol
y fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando mi iPod,
intentando
ignorar las sonrisas de Gaston en el espejo. Estacionamos en la escuela y
el auto
fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. Gaston y
Nicolas eran considerados “jugadores
sexis” en nuestra escuela. Eran de último año
y
el sueño
de toda chica, los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían
dormir con
ellos.
Gaston se
rió mientras yo me encogía, saliendo de auto e intentando evadir la horda
de zorras
que me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una
chica me
codeó a propósito. La miré en su pequeña falta que lucía más como un
cinturón y
su top que mostraba su estómago, e hice una mueca. ¡Caray, es tan
perra!
--Mierda, Eugenia, ¿dejaste
tu falda en casa? --pregunté con un horror
fingido.
Ella me
miró con el ceño fruncido y escuché a Gaston y Nicolas reírse.
--Lo que sea, ¿sabes
que ese look de emo no te va bien, cierto? --escupió ella en
respuesta.
Sólo me
reí y me aleje caminando. Era usual que Eugenia y yo tuviéramos este tipo
de
comentarios para la otra. Ella había salido con Gaston por un tiempo, bueno, si
por
salir te
referías a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo
había
superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
--Eso no fue amable, Ángel. --Gaston se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un
brazo
alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía--. Lamento lo de
esta mañana
--susurró en mi oreja,
enviando escalofríos por mi columna.
Lo codeé
en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
--E ignora a Eugenia, creo que llevas genial el
look emo --añadió, con un guiño
coqueto.
Nicolas lo
golpeó en la parte trasera de la cabeza.
--¡Amigo, esa es mi
hermana menor! --lo regañó enojadamente, apartándolo de
mí. Gaston
sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco.
Gaston se
alejó y caminó directo a lo que lucía como su última conquista. Le sonrió
seductoramente
y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear
con ella.
Encontré a
mis amigas, que prácticamente estaban follando a Nicolas y Gaston con los
ojos y
expresiones soñadoras.xx
--Hola, Mery, Agus, Candela --dije alegremente
cuando llegué a ello.
--Hola, Rochi, ¿llegaste
aquí con sexy trasero número uno y número
dos hoy?
--preguntó
Mery, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y
sacudí la cabeza.
--Nop, solo Nicolas y Gaston, igual que
siempre.
Mery
suspiró.
--¿Cómo demonios puedes no afectarte por lo
condenadamente calientes que
son?
Quiero decir, ¡tienes tanta suerte de vivir con Nicolas! Yo adoraría ver su
sexy
trasero caminando alrededor todo el día --ronroneó,
abanicándose la cara.
Fingí
tener náuseas.
--¡Mery, ese es mi
hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo en la tierra
puedes obviar
su comportamiento mujeriego? Ambos son unos
idiotas. --Me encogí de hombros.
No
entendía por qué, pero cada chica en esta escuela estaba enamorada de ellos.
Nicolas
era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y Gaston, bueno,
Gaston
simplemente era un imbécil de tiempo completo.
--Son los dos mejores jugadores del equipo de
hockey y lucen como dioses del
sexo, y yo
desearía poder obviar eso --dijo
sugestivamente, moviendo sus cejas
con una
sonrisita, haciéndome reír. Enlazó su brazo con el mío y me empujó a
nuestra
primera clase.
La escuela
estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho
de que mi
hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos me
cuidaban
de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos
que se
alejaran de mí, que de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir
con nadie.
La mayoría de las chicas querían ser mis amigas para poder acercarse a
mi
hermano. Las chicas que querían ser novias eran fáciles de localizar, en su
mayor
parte
podías saber si querían que las presentaras por el tipo de ropa que estaban
usando, si
no estaban usando mucha entonces iban por mi hermano o Gaston.
Amaba mis
clases, era bastante popular entre los profesores porque mis notas
nunca iban
por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegaba
tarde; me
enorgullecía de ello, aunque no era una nerd.
A la hora
del almuerzo, me senté con mis amigos cuando escuché los usuales
suspiros y
risitas tontas.
Las chicas
empezaron a revisar su cabello y arreglar su maquillaje, de modo que
supe que
mi hermano y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando
Mery y Candela
empezaron a sentir lujuria por ellos, como era costumbre.
--¡Oh, genial, sexy
trasero número uno está viniendo! --Candela rió tontamente,
codeando a
Mery en las costillas.
Puse los
ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome
un puñado
de mis papitas fritas.
--Hola, Ángel
--susurró Gaston en mi
cuello.
Golpeé su
mano cuando fue a robar más.
--¡Gaston, por el amor
de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota --despotriqué,
molesta.
Se echó a
reír.
—Oh, sabes que quieres compartir conmigo —respondió, dejándose caer en el
banco,
empujándome de nuevo con su cadera.
—Gaston, ¿qué quieres? —le pregunté con
un suspiro, moviendo el plato lejos de él.
Pasó el
brazo alrededor de mi hombro.
—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin
verme todas
las
mañanas y eso —dijo engreídamente.
Todas mis
amigas suspiraron y lo miraron con nostalgia.
—Podrías quitar tu brazo-para-putas de mí, Gaston, por el amor de
Dios; ¡no quiero
coger
cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para
alejarme.
Se rió de
nuevo.
—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a
casa hoy. Tu
hermano
tiene una cita, así que... —Se calló,
sonriéndome.
¡Genial,
simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el
trayecto a
casa lo más largo posible sólo para molestar mi vida externa.
Luego,
insistiría en esperar en casa hasta que mi hermano llegase, lo que
significaba
que tenía que cocinar para él también. ¡Maldita sea, es tan molesto!
—Está bien, Gaston. Ahora corre, estoy segura de que tienes alguna
ETS más que
propagar
por ahí —le dije, agitando la mano con un gesto molesto.
Se rió y
me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie.
—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer
que duerma
contigo
por la noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de
decir un
doble sentido, y rogué para que nadie más se diese cuenta.
—Claro que querré, Gaston, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo
los ojos
en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.
—Yo también te quiero. —Me sonrió
mientras se alejaba de vuelta a la misma chica
de esta
mañana. Pasó el brazo alrededor de su hombro, sus sucios, asquerosos
labios
descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a
mis amigos
cuando comenzó a hacerlo con ella en medio del comedor.
Mery, Candela
y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.
—, ¡este chico es tan jodidamente molesto! ¿Por qué mi hermano no
podía
escoger un
mejor amigo mejor, alguien que no fuera un arrogante, obsesivo,
gilipollas?
—despotriqué, lanzando mis manos al aire.
—Oh, ¡deja de lloriquear! Gaston acaba de tener su brazo alrededor
tuyo y
besado en
la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos dulces labios en mí —dijo
Candela
soñadoramente, haciéndome reír.
—Lo que sea. Vamos, vamos a nuestra próxima clase. —Le sugerí mientras
recogíamos
nuestras bandejas e íbamos.
Después de
clases me dirigí a regañadientes al estacionamiento, donde un
sonriente Gaston
se encontraba apoyado en su coche, esperándome.
—Hola preciosa. —Me guiñó un ojo
coquetamente y abrió la puerta para mí.
—Hola Gaston. —Me subí a su
coche, ya molesta con su coqueto culo, si Nicolas
estuviese
aquí lo habría abofeteado por esa.
Subió a mi
lado.
—Así pues, Ángel, tengo que pasar por la tienda de camino a casa. —Puso el coche
en marcha
y salimos del estacionamiento.
—Genial —murmuré. Decidí mirar por la ventada
e ignorarle; seguía molesta con él
por todo la cosa de “diez minutos más” de esta mañana.
Se detuvo
en el estacionamiento de la tienda unos minutos más tarde.
—Vamos, Ángel —dijo, saliendo.
Me senté ahí y crucé mis brazos sobre el pecho,
rehusándome
a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta por mí—.
Vamos,
Ángel —repitió, sosteniendo su mano para mí.
—No se necesitan dos para entrar, Gaston. Esperaré aquí —respondí. Metió sus
manos en
el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del
hombro,
riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar
hacia la
tienda—. Ponme malditamente abajo, ¡imbécil! —grité, golpeándolo en la
espalda.
Él sólo se
reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la
tienda,
finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para
comprobar
si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos
mechones
de pelo suelto detrás de la oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla.
Golpeé su
mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.
—¡Eso fue tan vergonzoso! —siseé.
—¿Cuál es el problema? A la mayoría de chicas les encantaría que
las hiciese eso —replicó, encogiéndose de hombros y
yendo hacia las revistas.
Pisoteé
con el pie, luego me ruboricé porque había pisoteado como un niño
pequeño;
por suerte, Gaston no miraba, de lo contrario nunca hubiese oído el final de
esto.
Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al
mostrador
para pagar.
Estaba
felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me
puse
tensa.
—Bueno, hola aquí. —Uno de ellos
ronroneó. Asentí con la cabeza en
reconocimiento
y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de
Gaston.
—Ey, ¿a dónde vas? —preguntó el otro,
tomando mi mano.
Mi corazón
empezó ha acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si
vamos a
alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico
que estaba
sujetando
mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí
enferma. Oh Dios, Gaston, ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los
enfrentamientos
y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.
—Ey, Ángel —dijo Gaston,
arrojando su brazo alrededor de mi hombro y mirando a
los dos
chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me
acerqué al
lado de Gaston y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—.
Espero que
no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente,
pero podía oír
el enfado
en su tono de voz. Gaston siempre ha sido protector conmigo; una vez un
chico me
empujó en un charco cuanto tenía siete, y Gaston fue directamente a la casa
del
muchacho y le dio un puñetazo en la cara.
—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo. —El chico
mintió,
levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo Gaston, guiándome
hacia la
puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó,
revisándome
preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir del
pecho tan
pronto como oí su voz.
Asentí y
le sonreí gratamente.
—Gracias —murmuré. Abrió la
puerta del coche y esperó a que subiese antes de
rodearlo
hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré hacia abajo a
la barrita
de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, Gaston. —Él
siempre
hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese
un gigoló
idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando
llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Gaston se
cernía
detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras
miraba mi
cuerpo.
—Por el amor de Dios, Gaston, ¡mis ojos están aquí! —dije airadamente,
señalándome
la cara.
Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó,
sonriendo.
—Si, lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las
prisas; me
he visto y
sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.
—Creo que te has visto caliente todo el día —respondió, encogiéndose de
hombros.
—Ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el
horno y me
puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea. —Se encogió de
hombros otra vez y vino a mi lado,
ayudándome
a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el
calor que
irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y
media;
imagino
que te quedas a cenar —dije. No era una
pregunta, sabía que lo haría. No
estoy
segura de que Nicolas le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba
fuera,
pero Gaston lo hacía siempre de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.
—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente
mientras me giraba para
alejarme.
Me agarró
la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo,
podía
sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de
ser toda una
perra
conmigo, no te pega —dijo en voz baja.
Respiré
hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra
contigo —admití,
tratando
de apartar la mirada de sus hermosos ojos azul cielo que se sentía como
si
estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo.
Me gustaba
este Gaston, él que me cuidaba, él que era diferente cuando estábamos
por
nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir
que no, y
sentí a mi voluntad de odiarlo desmoronarse.
Me reí y
puse los ojos en blanco.
—Lo que sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su
retención
y me alejé rápidamente.
Se sentía
raro estar cerca de él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo
de electricidad
fluyendo a través de la mano donde nos habíamos tomado, todavía
podía oler
su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la
atmósfera
tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y
saqué mi
tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.
Después de
cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que
Gaston
decidió poner una película. Puso Destino
Final, y nos sentamos en el sofá a
verla. Me
sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba
sentada
aquí como siempre, pero algo se sentía diferente. Le miré a escondidas
varias
veces, estaba sentado ahí viendo la película, con una pierna doblada sobre la
otra, el
brazo colgando casualmente en el respaldo de mi silla.
Ninguno de
los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.
—Creo que me voy a la cama, Gaston, estoy muy cansada. —Murmuré, levantándome
y
estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me
estaba
observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía
mirándome
fijamente con una extraña expresión en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de
vuelta en media
hora —dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y
cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo
tan tenso
y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente porque estaba
tan
molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.
Me cambié
rápidamente a una camiseta sin mangas y pantalones cortos, me lavé
los
dientes, el pelo, y me metí en la cama. Esta estaba fría y era demasiado
grande,
al igual
que cada noche. Después de unos veinte minutos o así, escuché a mi
ventana
deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayeron al suelo y luego la cama se
hundió
detrás de mí.
—Ey, ¿estás dormida? —susurró.
—No, todavía no —murmuré.
Levanté la
cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el
pecho
contra mi espalda y envolvió su otro brazo a mí alrededor, lanzando una
pierna
sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él,
me
encantaba que Gaston durmiera conmigo, la cama no se sentía bien sin él.
—¿Qué pasa? —pregunté, tirando
de sus brazos apretados a mi alrededor y
presionando
mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como
ninguna
otra cosa en el mundo.
—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuró contra la parte
posterior
de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.
—Está bien. Buenas noches, Gaston —susurré, besando su brazo.
—Buenas noches, Ángel —respondió,
besando la parte de atrás de mi cabeza. adaptacion

me encantaaa!!!!!
ResponderEliminarOhhhh me encanta!!!
ResponderEliminarme encanto me enamore de esta nove kiero mas!
ResponderEliminarMe a encantado una de las mejores novelas sin duda alguna
ResponderEliminar