Capítulo
5
Me desperté por la mañana con un dolor
de cabeza punzante. Mi teléfono
móvil
estaba sonando en algún lugar cercano. Extendí mi mano para
conseguirlo,
pero no lo podía alcanzar. Me estiré un poco más y logré golpearlo
sobre la
cama para que lo pudiera responder.
—¿Hola? —bostecé.
—¡Rocio! ¿Dónde diablos estás? Se supone que debemos estar
practicando —una
voz de
hombre gritó enojada. Hice una mueca lejos del sonido y traté de
levantarme,
pero Gaston estaba lo suficientemente cerca encima de mí. Me estaba
fijando en
mi estómago, el brazo y la pierna echada sobre mí, él estaba usando mi
espalda
como una almohada. En realidad, era sorprendentemente cómodo.
—¿Justin? —dije con voz
ronca, mirando mi reloj de alarma, pero los números eran
borrosos,
no los pude distinguir. Cerré los ojos luego los abrí para ver que eran las
8:42 am.
¡Mierda!
—Sí, ¿quién demonios crees que iba a ser? Se supone que estarías
aquí a las ocho treinta, Rocio. ¿Vas a venir o qué? —sonaba claramente enojado
—Oh, sí, estoy en camino.
Gaston
gruñó.
—Dile que es sábado Ángel y estoy cansado —se quejó en mi espalda haciéndome
dar risitas.
—Escucha, Rocio, patea a ese pedazo de mierda fuera de tú cama y
¡vente para
acá!
Tenemos una nueva rutina y necesitas aprenderla —dijo Justin, sonando
divertido
ahora, él obviamente había escuchado a Gaston.
Justin era
la única persona que sabía que Gaston se estaba quedando conmigo, él no
sabía la
historia completa así como porque, pero sabía que lo hacía.
Gaston me
llevaba a mis prácticas de baile todos los sábados, con resaca o no. Sus
dos
condiciones eran que yo comprara su almuerzo, y no le dijera mi hermano. Las
cuales
estaban muy bien conmigo. Nicolas sabía que yo bailaba, pero nunca me había
visto
hacerlo, tenía la sensación de que no le gustaría mucho si lo hacía. Gaston y
Justin se
llevaban muy bien, lo que en realidad me sorprendió al principio, porque
yo no
hubiera pensado que un machista jugador de hockey sobre hielo podría ser
amigo de
un hombre abiertamente gay que le gusta llevar algo rosa cada día.
Muestra de
lo mucho que sé.
—Voy a estar allí en un momento y voy a comprar donas para disculparme,
¿de
acuerdo? —le ofrecí dulcemente. No quería que se molestara conmigo toda la
mañana, ya
que me haría trabajar dos veces más duro.
Suspiró. —Bien, apúrate.
Me revolví
un poco y empuje mi teléfono de vuelta.
—Gaston, Justin dijo que tengo que patearte fuera de mi cama y
llegar
rápido. —Me reí entre dientes. Él gimió y enterró su cara en mi espalda.
—Maldición, los sábados son un dolor—murmuró, rodando sobre su
espalda.
Volví la cabeza para mirarlo, él me estaba dando su sonrisa marca
registrada.
—Tu camiseta está levantada un poco allí. ¿Quieres que baje eso por
ti? —
preguntó,
mirando a mi trasero.
Rápidamente
tiré mis manos hasta sentir que su camiseta que llevaba puesta, ya se
había
levantado alrededor de mi cintura, lo que significaba que él tenía una visión
clara de
mi tanga. No sabía muy bien donde estábamos después de
anoche,
pero creo que tenía derecho a tomarle el pelo un poco. No es como que
nunca me
había visto en mi ropa interior antes, vio lo suficiente de mí ayer por la
noche
mientras estaba enferma ¡sólo con mi ropa interior!
—No, gracias. Ya lo tengo. —Salí de la cama y me quité su camiseta, arrojándosela
a la cara,
así que estaba allí de pie en mi sostén y bragas—. Gracias por el préstamo—le dije con una
sonrisa, caminando seductoramente a mi armario, tratando de
encontrar
algunos pantalones de chándal o algo que podría llevar a bailar, lo oí
jadear, a
continuación, gemir, en silencio me mordí los labios para no dejar escapar
la risa.
Los resortes de la cama crujían, de repente, su cálido aliento estaba
soplando
en mi nuca, por lo que todo mi cuerpo estalló en piel de gallina.
—Por lo tanto, ¿se me permite tocarte hoy? —preguntó en voz baja.
Vaya,
¿está realmente pidiéndome permiso? Me volví hacia él, estaba de pie justo
detrás de
mí en tan sólo sus calzoncillos, pareciendo un dios griego.
—Um... No sé... ¿Quieres hacerlo? —le pregunté, un poco insegura de mí misma.
Él había
estado con muchas chicas antes, todos ellas probablemente más bonitas
que yo, y
ese fue mi primer beso de verdad la noche anterior por amor de Dios,
apuesto a
que ¡apestaba majestuosamente en eso! Asintió con la cabeza con
impaciencia,
y sus ojos estaban clavados en los míos. Ni siquiera estaba mirando a
mi cuerpo
a pesar de que estaba casi desnuda, lo cual hizo que mi estómago diera
un tirón
por alguna razón.
Me puse
rígida mientras levantaba sus manos, poco a poco, dándome la
oportunidad
de detenerlo, él las puso en mis caderas. Su toque envió un sofoco a
mi piel y
mariposas a mi estómago. Me empujó hacia delante en su pecho,
arrastraba
sus dedos lentamente alrededor de mi espalda, por un lado agarraba la
parte de
atrás de mi cuello suavemente y la otra mano haciéndome cosquillas en
su camino
hacia abajo. Me pasó la mano por el trasero con suavidad, sólo una vez,
antes de
volverla a subir gradualmente y ponerla en la parte baja de mi espalda.
Sus ojos
no abandonaron los míos todo el tiempo. Excitación nerviosa estaba
corriendo
por mi cuerpo y me quedé allí, congelada, sin saber realmente lo que
debía
hacer.
Todo esto
era tan totalmente nuevo para mí y estaba asustada casi hasta la muerte,
pero en el
buen sentido de alguna manera. Inclinó la cabeza lentamente y sentí
que mis
ojos se agrandaban, a la espera de que sus suaves labios hicieran contacto
con los
míos. Justo cuando estaban a punto de conectar, mi celular volvió a sonar,
haciéndonos
saltar. Miramos el teléfono, mi corazón estaba regresando lentamente
a un ritmo
normal cuando empecé a volver a la realidad. Gaston estaba mirando el
teléfono,
y tuve la impresión de que estaba tratando de disparar rayos láser de los
ojos para
que dejara de sonar. Me reí de su expresión exasperada y me aparté de él
para
responder. El identificador de llamadas, dijo Justin, una vez más. Suspiré y lo
abrí.
—¡He dicho que estoy en camino! —puse los ojos en blanco a pesar de que sabía
que no
podía verme.
—Sólo para asegurarme que tú y tú amigo no se vuelvan a dormir —
dijo con
una sonrisa mientras colgaba.
Cerré el
teléfono y volví a mirar a Gaston, él seguía observándome, pero se estaba
vistiendo
al mismo tiempo. Le sonreí y devolvió la sonrisa, que era agradable. Por
lo
general, se transformaba en Gaston el
imbécil del día, burlándose de mí casi tan
pronto
como me despertaba, pero hoy en día parecía diferente. No pude evitar
preguntarme
cuánto tiempo duraría. Fui a mi armario y tome un par de leggins
negros y
un top blanco ajustado que apenas cubría mi culo, agarré ropa interior
fresca y
fui al baño a cambiarme. Mientras caminaba junto a él, me agarró la mano,
haciendo
que me detuviera.
—Sabes que tienes el más sexy culo en el mundo, ¿verdad? —susurró, justo antes
de que
presionara sus labios con los míos ligeramente, enviando lo que se sentía
como
relámpagos en todo mi cuerpo.
Cuando me
soltó, lo miré un poco sorprendida.
—Sí, apuesto a que se lo dices a todas las chicas —murmuré, sacudiendo la cabeza
y
caminando dentro del baño cerrando la puerta y tomando una respiración
profunda.
¿Qué hay
de malo en mí? ¿Por qué él estaba haciendo que me sienta así? ¡Es Gaston
por amor
de Dios! Él te va a aplastar y vas a terminar como esa maldita puta
Eugenia,
rogando por su atención una vez que él ha terminado y consiguió lo que
quería.
Pero él no
me haría eso a mí. Había pasado toda la noche conmigo por los últimos
ocho años.
Lo necesitaba para poder dormir, él mantuvo las pesadillas alejadas de
mí. Él no
me haría daño, ¿verdad? Confío en él para mantenerme a salvo, pero
¿podría
confiar en él con todo mi corazón? Sabía que la respuesta a eso era que
no, no
podía, pero por alguna razón quería. Cuando salí del cuarto de baño se
había ido,
pero esto no fue una sorpresa.
Me acerqué
a mi ventana para bloquearla como de costumbre y vi una pequeña
margarita
blanca en la repisa de la ventana. Miré por la ventana y sonreí, estas
flores
crecían a las afueras de mi ventana, tiene que haber elegido una para mí
cuando
salió, y la dejó allí sabiendo que la vería cuando cerrara la ventana. Mi
corazón
dio un vuelco y sonreí, un poco confundida. No era costumbre de Gaston
hacer esas
cosas.
Suspiré
mientras metí la pequeña flor en mi cola de caballo y luego me dirigí a la
cocina,
tomando dos cajas de jugo. Garabateé una nota para Nicolas diciéndole que
había ido
a bailar, y que le ayudaría a limpiar más tarde si dejaba que Mery y Candela
vinieran a
ver una película esta noche. Sabía que iba a ir a por ello, este era mi
soborno de
costumbre por ayudar a limpiar después de sus fiestas, que venía a la
nuestra
casa en la tarde y él pagaría por la pizza y una película. Todo lo que él tenía
que hacer
era aguantar a dos chicas coquetas golpeando sobre él y Gaston toda la
noche, ya
que por lo general él se acercaba demasiado, si no tenía una cita.
Salté
fuera de la puerta de entrada al coche de Gaston que estaba esperando fuera
de mi
casa.
—Oye, ten esto —dije, dándole la
bebida.
—Gracias. Ten esto. —Sonrió, y me
entregó una rebanada de pan tostado.
Me eché a
reír.
—Ese es un cambio bastante bueno —le dije, sonriéndole y comiendo—. Oh, tengo
que ir a
conseguir rosquillas, si eso está bien. —Lo miré esperanzada
mientras conducía
por la calle. Él asintió con la cabeza y aún estaba radiante.
—¿Por qué tan feliz hoy? —pregunté con
curiosidad por saber por qué sonreía
tanto. No
podía haber dormido mucho y sabía que él estaba todavía cansado, me
di cuenta
por sus ojos.
—Tuve una buena noche ayer eso es todo. Finalmente anoté con una
chica muy
caliente—Me guiñó un ojo, su sonrisa
auténtica
cambiada en su sonrisa estúpida.
Mis
entrañas se sentían como si alguien hubiera empujado una motosierra en mi
estómago.
Había conectado con alguien, y luego ¿vino a mí en la cama? ¡Qué
idiota
estúpido! Lo besé, un beso adecuado también, y él ¡había utilizado una chica
para tener
relaciones sexuales antes de eso! Uf, estúpido gigoló, sabía que no
debería
haber esperado algo diferente. Me di la vuelta para que no pudiera ver que
estaba
herida, y miré por la ventana, negándome a llorar. El llanto es para los
débiles.
Casi nunca dejaba que nadie me viera llorar, pero algunas personas
traspasaban
las defensas que había construido, así que no podía evitarlo. Él se
detuvo y
salté, con ganas de estar lejos de él. Pedí veinte donuts
en toda la
variedad de chocolate, porque eran mis favoritas. Cuando llegué de
vuelta en
el coche, Gaston sonreía.
—¿Tienes lo suficiente allí? —bromeó, mirando a las dos grandes cajas que tenía
en mis
brazos.
Me limité
a asentir y encendí a la radio.
—Me gusta esta canción —mentí, no tenía
idea de lo que era, pero no quería
hablar con
él. Me lanzó una mirada extraña.
—Odias la música de reventón —dijo, frunciendo el ceño y bajándole el volumen.
En
realidad, estaba en lo cierto, odiaba eso, pero me gustaba más en este
momento
que hablar con él, puto mentiroso.
Nos
detuvimos en las afueras del estudio donde mi grupo ensayaba todos los
sábados,
nosotros éramos un equipo de baile de la calle y éramos bastante buenos
también.
Habíamos entrado en una batalla de baile la semana pasada contra otros
diez
equipos de la zona y habíamos llegado en segundo lugar, ganando más de $
1.000 en
premios. No es que hayamos visto nada del dinero, se fue directo al
estudio,
los uniformes, la música y volantes o afiches. Me encantaba la danza,
danza
callejera era mi favorita y todo lo que era con un ritmo de hip hop tiene mi
voto.
Siempre había sido mi sueño desde que era una niña tener mi propio estudio
de baile,
tal vez algún día me gustaría llegar allí, pero parecía muy poco probable.
—Ey, chicos lo siento, me quedé dormida —dije, mirando a todos ellos
disculpándome,
mientras entraba.
Justin me
haló a un gran abrazo y traté de no retroceder lejos de él, llevaba hoy su
marca de
fábrica de piezas de color rosa en forma de una gorra.
—Eso está bien. También me quedaría dormido demasiado si tuviera
ese culo en
mi cama —bromeó con una sonrisa mientras asintió con la cabeza sobre mi
hombro
hacia Gaston.
Rodé los
ojos y puse las donas sobre la mesa, tomando una de chocolate con
rapidez
antes de que todos fueran y se las acabaran. Me dirigí a saludar a los otros
chicos.
Había ocho personas en nuestro equipo, cuatro chicas y cuatro chicos.
Estaba
feliz de hablar con los chicos, cuando Justin llamó a todos para empezar.
—En vista de que ya estamos con cuarenta y cinco minutos de retraso
porque
alguien no
podía arrastrar el culo de la cama a tiempo, es mejor que empecemos
—afirmó, lanzándome una mirada fingida y haciéndome reír.
Nos
pusimos a trabajar en una nueva rutina que era muy difícil y complicada, e
incluso
tenía algunas elevaciones que daban miedo. La peor fue cuando estaba en
los
hombros de Ricky y tuve que dar la vuelta, y girar en el aire, así que quedaba
mirando
hacia atrás, entonces él me atraparía mientras caía hacia su cuerpo. Casi al
instante,
tenía que envolver mis piernas alrededor de su cintura antes de inclinarme
totalmente
hacia atrás poniendo los brazos en el suelo y rodar mi cuerpo en este.
Por
suerte, teníamos colchonetas,
Incluso me
tomó más de una hora aterrizar una vez, y déjame decirte que, incluso
aterrizar
en la espalda o el estómago en una colchoneta, duele, sobre todo si el
musculoso
chico que se supone que te atraparía, aterriza en la parte superior de ti.
Después
del intento número veinte, empujé a Ricky fuera de mí, riendo. Ni siquiera
podía
levantarme estaba tan cansada, el sudor me corría por la espalda
—Está bien, oficialmente renuncio a esto por hoy. Me duele la
cabeza, me duele la
espalda,
mi trasero me duele, incluso los brazos y las piernas duelen de tanto
sostenerme
—me quejé, yaciendo al igual que una estrella de mar en la
colchoneta.
—Está bien, es casi la una de todos modos, así que será mejor que
despejemos el
estudio —dijo Justin, tendiendo la mano para ayudar a levantarme. Negué con
la
cabeza,
riendo.
—No puedo. Sinceramente, no puedo moverme —murmuré, cerrando los ojos,
tratando
de recuperar el aliento.
La
siguiente cosa que sé es que Gaston estaba allí, me agarró, me levantó y me
tiró
por encima
del hombro como si yo no pesara nada, se dirigió hacia el cuarto de
baño de
las chicas, riendo.
—¿Qué demonios estás haciendo? —grité, todavía molesta con él por lo que me
hizo ayer
por la noche.
—Ayudándote —afirmó. Me di
cuenta que estaba sonriendo por su sexy estúpida
voz.
—¡Suéltame! —le ordené,
tratando de zafarme, pero me agarró con más fuerza.
Oí la
ducha abriéndose.
¡No! ¡Él
no lo haría!
Lo hizo.
Me metió
en la ducha, poniéndome abajo en la regadera, ambos completamente
empapados.
Me quedé allí, sorprendida. Tenía una muda de ropa conmigo por lo
que no
importaba, pero no creo que él tuviera. ¡Ja, imbécil, ahora tiene que
sentarse
en su coche con la ropa mojada!
Se estaba
riendo de mí, así que acoqué mis manos y recogí un poco de agua,
lanzándosela,
se echó a reír más fuerte y se apoderó de mi cintura, apretándose
contra mí
bajo la ducha. El agua le corría por la cabeza, aplastando su pelo en la
cara, se
veía sexy como el infierno. Sus ropas estaban resbaladizas en su cuerpo,
quería
pasar mis manos hacia abajo para sentir las líneas de sus músculos. Inclinó la
cabeza
hacia adelante y me besó, envolviendo sus brazos con fuerza a mí alrededor
y
empujándome contra la pared. Chupó suavemente sobre mi labio inferior y con
mucho gusto
abrí mi boca, ansiosa de saborearlo de nuevo. Él sabía aún mejor hoy,
probablemente
debido a que aún estaba medio borracha cuando nos besamos
ayer por
la noche así que no pude apreciarlo mucho. Su beso era hermoso y estaba
enviando
ondas de deseo corriendo a través de mi cuerpo.
Finalmente,
se apartó y los dos estábamos sin aliento. Miré a sus ojos y pude ver
que
estaban bailando con excitación, también podía ver algo más que miedo, que
me
asustaba mucho porque sabía que no estaba lista para eso. Vi la lujuria, pura y
simple.
Gaston quería mi cuerpo mucho. Jadeé y lo empujé hacia atrás, saliendo de la
ducha
rápidamente.
—Lo siento, no debería haber hecho eso. Demasiado pronto, ¿verdad? —preguntó,
al salir
de la ducha y apoderándose de mi mano.
Me volví a
mirarlo. No podía darle lo que él quería, él podía conseguir eso en otra
parte.
Quiero decir, era Gaston por el amor de Dios, él podría tener cualquier
chica que
quisiera, ¡y lo hace! Él ya admitió que se conectó con alguien la noche
anterior
antes de que él me besara. Él era un jugador así de simple, y si lo dejaba
tener mi
corazón, lo rompería, no hay duda.
—Gaston, ¿qué quieres de mí? —pregunté en voz baja, mirando a mis zapatillas
empapadas.
Puso el
dedo debajo de mi barbilla y me levantó la cara así que tuve que mirarlo.
—Todo —dijo simplemente.
Mi corazón
se detuvo, y luego se echó a correr por lo dulce que sonaba. Espera, es
sólo una
línea para entrar en tus pantalones, Rocio, ¡cálmate!
—No puedo darte eso, ni siquiera de cerca. Ve a buscar a la zorra
que se conectó
contigo
anoche, estoy segura de que está más que dispuesta a hacer cualquier
cosa
contigo —gruñí desagradablemente, haciendo citas de aire alrededor de las
palabras
cualquier cosa, antes de irrumpir fuera para cambiarme.
Mi bolsa
ya estaba aquí, supongo que una de las chicas la trajo después de ver a
Gaston y
yo en la ducha haciéndolo. Maldita sea, eso es ¡vergonzoso!
Me agarró
la muñeca y me hizo parar y mirarlo.
—¿De qué zorra estás hablando, Ángel? —preguntó, mirándome confuso.
—¡Con la que te enrollaste antes de que me besaras en la cama!
Maldita sea, Gaston,
ni
siquiera estabas borracho, ¿se te ha olvidado ya? Wow, eso debe realmente
haber
significado algo para ti —escupí
ácidamente. Parecía aún más confundido.
—No me enrollé con nadie ayer por la noche, ¿De qué estás hablando?
—
preguntó,
tratando de tirar de mí hacia él, pero me mantuve firme y saqué mi
muñeca de
sus manos, él no se resistió, sólo me dejó ir, sabía que no me gustaba
estar
restringida.
Le di mi
mirada de muerte y tome una toalla de mi bolso, secando mi pelo que
chorreaba.
Tiré de la margarita de mi cola de caballo y la arrojé a sus pies.
—Gaston, tú me dijiste antes en el coche que follaste una chica que
deseabas, por
eso
estabas tan feliz —gruñí. ¿En serio iba a mentirme sobre
esto ahora?
Entendimiento
cruzó su cara, su cuerpo parecía relajarse visiblemente.
—En realidad, nunca dije que follé a nadie. Lo que realmente dije
fue que por fin
anoté con
una chica muy caliente que había estado deseando desde hace tiempo
—dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo, como si esto lo
aclarara todo.
Negué con
la cabeza, aún enojada. La redacción no me importaba, todo era lo
mismo y
todavía me sentía traicionada y utilizada.
—Lo que sea, follaste, anotaste, es todo la misma cosa. Eres un
maldito estúpido
jugador y
yo no puedo creer que dejé que tú me besaras. ¡Dos veces! —grité. Podía
sentir las
lágrimas que amenazaban con salir, así que me volví de espaldas a él.
—¡Estás entendiendo mal lo que quise decir! —dijo con desesperación.
Di la
vuelta para mirarlo de nuevo.
—Oh, ¡lo siento! Explícate por favor —dije con sarcasmo, agitando la mano en un
gesto de
adelante.
—Estaba hablando de ti —dijo en voz baja.
Fruncí el
ceño, ¿yo?
—He estado loco por ti desde la primera vez que te vi, Ángel, pero
tu hermano no
me dejaba
estar cerca de ti. Durante todo este tiempo sólo has sido tú. —Miró al
suelo como
un niño perdido y yo no podía respirar.
¿Realmente
acaba de decir eso? Yo le gustaba, ¿pero Nicolas no lo dejaba acercarse a
mí? ¿Cómo
puede ser eso cierto? De todos modos, es un jugador que tiene
relaciones
sexuales con tres o cuatro chicas diferentes a la semana. ¿Cómo podría
siempre haber sido yo? Ni siquiera ha
tenido una novia, él sólo tiene ¡citas!
Me miró
suplicante, él estaba sufriendo. Me di cuenta por su cara, pero yo no sabía
qué hacer.
Si me arriesgaba, sabía que iba a enamorarme de él y había una buena
probabilidad
de que me partiría el corazón en mil pedazos, pero no creo que
pueda
soportar perderlo. Había sido una constante en mi vida y lo necesitaba,
probablemente
más de lo que necesitaba a Nicolas. Él se adelantó y tomó mi cara
entre sus
manos se inclinó hacia mí y me besó con ternura.
Sabía que
la decisión había sido tomada, en realidad no era algo que podía pensar
y razonar
los pros y los contras. Cuando Gaston me besaba, todo parecía estar bien y
correcto,
tal como debe ser. Le devolví el beso, envolviendo mis brazos alrededor
de él con
fuerza, presionándome en su pecho. Él se apartó y me sonrió.
—¿Qué te parece que compré el almuerzo de hoy, y lo llamemos una
cita? —
sugirió,
mirándome con timidez.
Nunca
había visto en Gaston una mirada tímida o vulnerable en su vida. Su oferta, la
expresión
de súplica en su rostro fue suficiente para poner lo que se sentía como
un
centenar de mariposas sueltas en mi estómago. Fingí pensar en ello durante
unos
segundos y su cara cayó.
—OK —finalmente estuve de acuerdo con una
sonrisa. Él sonrió con alegría antes
de tirar
de mí en otro beso que realmente me hizo sentir un poco mareada.
Terminó el
beso justo cuando estaba un poco sin aliento.
—Será mejor que vaya por algo de ropa seca en el coche, así te doy
la oportunidad
de
cambiarte —dijo mirándome de nuevo con una sonrisa de satisfacción en su
rostro—. No es que no te veas sexy como el infierno en lo que llevas
puesto.
Me miré mí
misma, para ver que mi camiseta blanca estaba pegada a mí y
completamente
se veía todo a través. Me reí incómoda y envolví mis brazos a mí
alrededor,
ruborizándome como una loca. Él también se rió y se inclinó para
recoger la
flor que yo había tirado a sus pies. La sostuvo hacia mí, sonriendo con su
hermosa
sonrisa.
—Gracias —murmuré,
mordiéndome los labios, mi cara ardía de vergüenza.
—Con todo el gusto —dijo mientras
salía por la puerta.

Que ternura Gastón!!!!! Es mas dulce con rochi! Espero mas!
ResponderEliminarme encanto ahhhh kiero el ´proximo ya no demores plis =D
ResponderEliminarAy pero que lindo capitulo! queremos mas :)
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