sábado, 3 de agosto de 2013

Casi capitulo 17

Capítulo 17
::Gaston::
iré las montañas de ranas en nenúfares que
cuidadosamente había colocado en largas mesas de metal
en el almacén de Geekstuff. Considerando que Rochi y yo
habíamos estado trabajando en este proyecto toda la semana, y no
habíamos empezado a desenredar las cuerdas de seguridad, esta tarea de
ranas ahora parecía más allá de lo imposible para terminar en dos días.
Nunca más quisiera ver a una rana ni viva ni muerta, y
especialmente mucho menos una de plástico. Tanto como sabía, el
proyecto de la FTD podía irse a la mierda.
El entusiasmo inicial de Rochi también se atenuó. Habíamos repartido
las tareas para ser más eficientes. Ella abría los paquetes mientras yo los
montaba. Después de eso, ambos amarraríamos las cuerdas de seguridad y
subiríamos los archivos de datos juntos. Unas cuantas horas más de
montones de ranas, y seríamos capaces de cambiar esta tarea monótona
por otra.
Rochi ha estado distante toda la mañana. Respuestas cortas y largos
suspiros es todo lo que he obtenido de ella después de que desapareció
detrás de la pila creciente de materiales para empacar al otro lado de mi
espacio de trabajo. Cada estúpida rana sería había sido enviada desde
China. Ellos le habían puesto suficiente cinta adhesiva, cartón y plástico
de burbujas suficiente que pensarías que están hechas de vidrio.
Estoy seguro que las cosas valdrían menos que su empaque, pero a
este punto no quería saber. Estoy aburrido, caliente, malhumorado como
el infierno, y con hambre para un serio almuerzo-masculino.
Burritos. Subs de un pie de largo de carne. La Coca-Cola fría más
grande que pueda comprar.
Una gran pizza completa y una ración de alas. Una hamburguesa
que rebose mayonesa y tocino, y una Coca-Cola extra grande muy fría.
Todo. Todo.
Tiré un nenúfar como un Frisbee detrás de una pila de cajas y sonrío
cuando Rochi jadea. —¡Dos puntos si lo golpeas! —le grito, tratando de
animarla.
—¡Ya quisieras!
Oigo una pequeña risa mientras ella azota la cosa sobre las cajas.
Saca una de mis cuidadosamente puestas pilas de ranas. —Fácil. Se llama
puntería —le tomo el pelo de nuevo—. ¿Tienes tanta hambre como yo
tengo hambre? —pregunto deseando que almuerce conmigo.
No lo menciono más, porque sé que no lo hará. No puede.
—¿Por qué no te comes esto? —Antes de que me pueda defender,
me golpea en la frente con una bola de plástico de burbujas envuelta con
cinta adhesiva. Maldición, la chica tenía un buen brazo.
—Fallaste —le digo, pero sé que he sido atrapado cuando veo un
destello de su cabello rubio saliendo del lado lejano de las cajas que aún no
tienen dirección.
Las mariquitas. Nuestro proyecto futuro del infierno.
—Di lo que necesites para salvar tu orgullo. —Ella está conteniendo
una risa mientras intenta no sonreír—. ¿Quieres golpearme? O estás
vencido con uno, cobarde —me reta.
Puedo escucharla aplastar papeles y pasando cinta alrededor para
hacer otra pelota-bomba. Imagino que va a atacarme con media caja.
—Quizás esta duela —agrega, confirmando mis sospechas. Ahora se
ríe completamente.
—Detente. Tregua. Si golpeas estas pilas, este proyecto nos llevará
más tiempo. Lo siento lo empecé, pero estoy ansioso. Has estado callada
por mucho tiempo. Hablemos sobre dónde te voy a llevar en nuestra cita
este primer fin de semana. Es en dos días. ¿Preferencias?
—Preferiría tirarte cosas. —Y lo hace. Me golpea con una gigante
bola de papel y cinta adhesiva. La atrapo pero ella no sale. Puedo
escucharla poner ranas de plástico en las canastas de alambre que ella
usa—. No tengo idea. Elige tú —dice finalmente. Toda la risa se ha alejado
de su voz. Esto me hace sentir mal, triste… molesto.
—Vamos —ruego—. No soy así de terrible. Has pasado cada noche
en la pista de hielo para mí casi toda una semana. Pensé que era divertido
para ti. —Pongo cuatro ranas más en sus nenúfares. Me estoy volviendo
más rápido en esto—. No ha sido… ¿divertido?
—Buscando cumplidos, como siempre. Eres el chico más necesitado
que he pagado para que salga conmigo —dice ella.
—Gracioso. Tú eres la chica más evasiva que he conocido. Vamos,
responde —contesto.
—Sí. Ha sido divertido. Ya te había dicho eso.
—Bien.
Trabajamos en silencio por un largo momento. —¿Decidiste? —
pregunta. Su tono es esperanzador, pero también noto ansiedad.
—Senderismo. Un camino corto. ¿Qué te va mejor? ¿Sábado o
domingo?
—Sábado por favor. Domingo es lo que mis padres llaman ―Día de la
Familia‖. Pero lo que hacemos es jardinería, limpiar la casa o lavar la ropa.
Algunas veces vamos a la iglesia. Algunas veces vemos películas. ¿Cómo va
con tu horario de la pista de patinaje?
—Entro a las cinco. Haremos un día de eso. El almuerzo va por mí.
Tu trabajo es conseguir algún equipo de sedentarismo. Traer una botella
de agua, protector solar, todo eso. El tramo es un poco duro pero la vista
vale la pena. ¿Cuál es tu comida favorita? —pregunto y mi estómago gruñe
con ese pensamiento.
—Me gusta todo —dice ella, pero suena dudosa—. No olvides —
agrega ella—, que para las citas oficiales tienes que recogerme en mi casa y
traer a Lali y a Peter. Sin embargo, bajo pena de muerte, permanece
en el carro. Mis papás se están poniendo brutalmente curiosos sobre ti,
Peter.
Odio que ahora ella suene resignada, como si nosotros
discutiéramos alguna tarea obligatoria, como lavar el retrete.
—Bien —gruño, sintiéndome pequeño—. Tendré un carro lleno de
otra gente y distracciones. —Estoy hartándome de que Peter y Lali
sean parte de nuestra ecuación. Nuestro contrato. Nuestra nueva amistad.
Mi enamoramiento.
Demonios. Necesitaba admitirlo. Estoy tan mal por esta chica que
estoy celoso de cada conversación, sonrisa o tiempo que Rochi les da a mis
mejores amigos. Es algo que me vuelve loco y que sale de control. Es un
enamoramiento que necesito matar. ¿Pero cómo?
Rochi ha resultado ser genial en todos los niveles. Inteligente,
perceptiva, trabaja duro y es amable. Y no dejemos fuera su suave piel, su
cabello que esconde en esos moños. La cosa del pastel de rayos-de-sol-decanela,
y la manera que ella me deja poner mi brazo alrededor de ella
cuando Peter y Lali están mirando.
La chica ha puesto alguna clase de hechizo en mí. Uno que he estado
prometiendo diariamente, cada hora, ignorar. Sólo que no estoy teniendo
éxito. Peor, la aburrida construcción de juguetes hace que sea fácil soñar
despierto… ¡sobre ella!
Justo ahora he estado pensando en la manera que ella encaja
perfectamente debajo de mi barbilla y junto a mi corazón cuando la
abrazo. La manera en que come mis nachos cada noche de manera
cuidadosa, pero aun así se las arregla para tener queso en las esquinas de
su boca y en su barbilla.
Maldición… eso sólo está más allá de lo caliente. ¿Y cómo se supone
que yo deba ignorar esa hermosura?
Me imagino que mi estúpida imaginación ha dejado que este
enamoramiento se salga de los límites. Sé que ella está fuera de mi alcance.
Todo lo que puedo hacer es mantener el control y recordar la noche que
casi fue violada. Recordar mi papel en esta… lo perdedor gallina de mierda
que fui esa noche.
Sólo quería ser su héroe; en cambio me convertí… ¡en mierda! Le
había fallado. Si continuaba entreteniéndome con esos pensamientos de
mí, estando con Rochi… como… de verdad… sería un completo idiota en
todos los niveles. Peor, le habría fallado de nuevo. Y me negaba a hacer
eso.
Querer más de Rochi, es puro egoísmo. Esto es sobre ella. Necesito
estar satisfecho con sólo ser lo que ella quiere… lo que ella necesita… lo que
me pidió que fuera. Voy a averiguar una manera para detener mi
imaginación imprudente de venir con escenarios imposibles donde Rochi y
yo nos convertimos en una pareja real.
Imposibles.
Algo más la lastimaría… haría que ella recuerde. No se merece esa
clase de dolor sin importar qué. Y no de mi parte.
Jalo otra pila de ranas y las junto de golpe, recordándome las cosas
que parecían estar funcionando para ambos.
Como en, estoy trabajando para ella. Tenemos un contrato que a
ambos nos hace felices, estoy siendo pagado con una suma enorme de
dinero, y ambos vamos a ir a la universidad en nuestros propios términos.
Bajo el último combo de rana-con-nenúfar y saco mi cartera para ver
el cheque de Geekstuff.com de $448.00. No lo he puesto en los ahorros,
pero lo haré.
Y entonces seré el malditamente mejor novio-falso en el mundo. Lo
que ella quiera. Rochi se merece tener al chico que contrató inmerso en la
tarea y enfocado. La chica no tiene cheque. Y por las pasadas dos semanas
ella ha trabajado tan duro como yo. Quizás más que yo. Y todo lo que he
hecho ha sido soñar despierto sobre ella y desear que las cosas fueran
diferentes. No lo son. Así que voy a tratar con eso e ir con lo que es real.
Punto. Acabar con el enamoramiento. Y avanzar.
—Oye, flojo. Está tremendamente silencioso en la isla de las ranas.
—Otra bola de papel del tamaño de una pelota de volibol con envoltura
de cinta adhesiva se detiene a mis pies y me saca de mis pensamientos—.
Vuelve al planeta de la basura. Necesito un intercambio de cestas —
ordena.
—Voy, jefa —digo y vacío las ranas que quedan en la canasta de
alambre en mi mesa de trabajo. Me encamino hacia la pared de cajas que
esconden el imperio de Rochi de la envoltura. Por décima vez en la mañana,
me detengo, me congelo y miro.
Todos mis votos, promesas y resoluciones anteriores, se derriten.
Ella es tan linda. Y yo soy sólo un humano. Los humanos se
enamoran. Es como estamos programados.
Hoy ella giró la longitud de su cabello en el moño más épico de
todos. Este es del tamaño de una pelota de tenis y hace que mechones de
cabello rizado salgan en todas las direcciones. El efecto completo del
extraño peinado, sin mencionar la suave piel de la línea del cuello que
expone me derrite. Amo que ella tenga cero vanidad no como las otras
chicas. Ella nunca mira su reflejo en espejos o en ventanas. Ni acaricia su
cabello, o parpadea de manera extraña, ni habla sobre ella, su ropa o sus
zapatos.
De alguna manera, su completa carencia de atención parece
acentuar lo hermosa y genial que es ella.
—¿Qué? ¿Se te bajó el azúcar? A mí también. —Ella se detiene y me
dispara una sonrisa mientras aprieta más su moño, convirtiéndolo en un
moño loco.
—Algo así —murmuré, sofocando un gemido mientras hago que mi
cuerpo se mueva hacia ella, de hecho, sé que debería correr como si el
infierno me siguiera de su sonrisa abierta.
Esos labios. ¡Maldición! Alguien dispáreme. Por favor.
—Te ves un tanto apagado. —Ella me dispara una mirada
preocupada—. Tengo un Red Bull extra en mi carro… aunque no estoy
segura de que tu estómago-libre-de-cafeína soporte a los perros grandes.
—Ella sonríe aún más.
Estoy ido. Perdido. Acabado. El enamoramiento regresó. Por
segunda vez con el poder de uno décimo. Demonios, ¡sí, esta chica me
tiene hechizado!
Todo lo que quiero hacer es caer de rodillas, decirle la verdad,
decirle quién soy, lo que hice y disculparme por eso… sólo para ver si me
perdona. Ver si podemos empezar todo esto de nuevo. Entonces… tocarla,
preguntarle cosas como: ¿te gusto? ¿Te quitarás el moño para ver la
longitud real de tu cabello de nuevo? Y, ¿nosotros como una pareja real,
tenemos una oportunidad?
Tiemblo. No hay manera.
Tenemos que desenrollar el tiempo. Empezar desde hace tres años.
Ya es demasiado tarde para eso.
—¿Bueno? ¿Quieres o no el Red Bull? —Ella levanta con gracia una
ceja, esperando. Mierda. He estado parado aquí mirándola como un total y
loco zombi.
—No, gracias. Puedo esperar hasta el almuerzo —me las arreglo
para decir. Empiezo de nuevo y bajo la canasta vacía junto a sus rodillas
cruzadas. ¡Cristo, incluso tiene unas rodillas trabajadas y sexis como el
infierno!
¡Alguien ayúdeme!
Incapaz de hablar o de encontrarme con su mirada después de lo
que estuve pensando, tomo la canasta que ha llenado y me giro para irme.
—¿Cómo está allá afuera? —pregunta, sin darse cuenta de mi
apagado. Se recuesta contra una de las pequeñas montañas de papel, cajas,
plástico de burbujas, y cartón que creó detrás de ella. El movimiento
atrapa mi mirada y no puedo evitar observar de nuevo.
Demonios. Estoy atrapado en un infierno viviente.
Ella me mira y se me doy cuenta de que se supone que debo
contestar.
—Estamos… empezando a mostrar un progreso real —escupo,
tratando de ignorar el surgimiento de sangre que se apuró hacia mi
cabeza. También surge en otros lugares más abajo. ¡Lugares que no quiero
que ella vea!
Es como si estuviera de regreso en el séptimo grado… refiriéndome a
que no soy capaz de controlar nada.
—Esto no es la mitad de malo tanto como la comodidad que viene.
—Ella se inclina hacia atrás, bosteza y pone sus brazos sobre su cabeza.
No puedo sofocar la imagen de inclinarla hacia atrás, hacia la pila de
material de embalaje y besarla. Por mucho, mucho tiempo.
Soy un bastardo acechador enfermo, muy enfermo enamorado de
una chica que no puedo tener, y no hay nada que pueda hacer sobre ello.
—¿Deberías tomarte un descanso? —dice ella.
—Mmmmhm… —Mi garganta se ha vuelto completamente seca. Ni
siquiera puedo tragar.
—Yo estoy tomando un pequeño descanso aquí —agrega, cerrando
sus ojos. Esto atrae mi atención de nuevo a sus labios, y por supuesto al
resto de ella—. Mmm… —Suspira de nuevo.
Todo en mi cuerpo se incrementa a máxima capacidad y no me
importa.
¿Esta chica no tiene piedad? ¿No hay alguna clase de diablo que se
supone que salga y me lleve al inframundo? ¿Hacerme vender mi alma? ¿O
realmente que pasó cuando puse mi nombre en su estúpido contrato de
novio? Eso no puede estar bien. Cuando vendes tu alma consigues lo que
quieres. Y ni siquiera estoy cerca.
Muevo la canasta de ranas de plástico hacia el frente de mis
pantalones y todo lo que hago es correr alrededor de las cajas hacia la
seguridad de mi acomodamiento de nenúfares.
Nada como cuatro mil, ranas infernales de plástico para calmar a un
chico.
Rana al nenúfar.
Rana al nenúfar.
Rana al horrible, aburrido, de estúpido plástico de Geekstuff.com,
lamentable nenúfar.
Rana al nenúfar.
Rana. Nenúfar.
Levanto una de las pilas y las pongo a un lado y voy a la siguiente.
Ahora soy yo el que le tengo pavor a nuestra cita.
Rochi tenía razón. Esto va a ser un trabajo. Si Rochi me vuelve así de
loco por acostarse en reciclables, ¡sólo puedo imaginar cuan sorprendente
se verá la chica en un equipo sucio de senderismo! A menos que decida
ponerse una camiseta de rana y un sombrero de nenúfar por el resto del
verano, estoy acabado. Junto tres ranas más en tres nenúfares, pero las
punzadas en mi cabeza y en otras partes no cesan.
Estiro mis manos sobre la mesa de trabajo de acero inoxidable y
suspiro.
—Voy a almorzar. ¿Estás bien con que salga un momento? —digo
sobre las cajas—. En serio… estoy muriendo. —Sonrío y casi me río de mi
mismo—. Rochi, ¿planeas comer algo hoy? Puedo traerte un sándwich para
más tarde si piensas tomar una siesta en tu carro.
Ella no contesta.
—Rochi. Tierra llamando a Rochi Igarzabal.
Mierda. Mierda. ¡Y mierda!
Mi estómago gruñe y luego gira. No necesito caminar alrededor del
montón de cajas para confirmar lo que ya sospecho.
Está dormida.
Lo que significa muchas cosas dolorosas.
1. Me quedaré aquí a vigilarla.
2. Voy a resistir la tentación de ir atrás de estas cajas y mirar a su
hermoso rostro y sentir lástima por mí mismo mientras ella
duerme.
3. Voy a ignorar a mi estómago y construir suficientes ranas-ennenúfares
por ambos hasta que ella despierte. Sin importar
cuánto tome.
4. Cuando ella despierte, voy a ir a buscar un bocadillo en las
máquinas que están en la habitación de descanso de los
empleados para que podamos empezar juntos a amarar las
cuerdas de seguridad.
Porque yo tengo un cheque y ella no.
Porque tenemos un contrato.
Porque ella necesita que honre ese contrato.
No por alguna otra razón.
Ninguna otra razón.


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