Capítulo 20
::Rochi::
* * *
eres una
chica muy afortunada. Afortunada. Chica
afortunada.
Vámonos.
Amigo. Nada sucedió. Vámonos.
Lo
siento. Lo siento… Rochi…
* * *
—¡Rochi! Rochi.
Despierta. ¡Rochi! Le voy a decir a mamá. Estabas
gritando.
No puedo… no puedo… no
puedo… inhalar. No puedo exhalar. Mi
rostro se siente como
madera mojada, mi cuerpo es concreto y mis ojos no
enfocan.
Las imágenes y voces
están cortándome en todas las direcciones.
Lágrimas. Sudor.
Temblores por el pánico.
—Oh Dios mío. ¡Rochi!
Por favor, di algo. —La voz de Kika rompe en
mi cabeza, liberándome
de la pesadilla. Liberando mis pulmones.
—¡No! Estoy bien
—jadeo y peleo por controlar mi respiración.
Necesito actuar como
si estuviera bien, pero estoy desorientada por la luz
del sol cayendo en mi
rostro.
No está oscuro. ¿Qué
está pasando?
Encuentro mi reloj.
4:35. Mis ojos arden mientras busco en la
habitación.
¿Dónde está mi
lámpara? Necesito la lámpara.
¡La lámpara de lava
está apagada! Mi habitación está muy brillante.
Debo haberme dormido
en mi escritorio.
Durante el día.
Durante el día. No debería haber pesadilla.
Jadeo y jadeo de
nuevo, peleando contra las lágrimas y un nuevo
nivel de pánico.
Nunca, jamás había tenido pesadillas durante el día. La
habitación se mueve,
se oscurece en los bordes de mi visión y evito caer de
mi silla por aterrizar
en el agarre de acero del brazo de Kika.
—Oh Dios… voy a llamar
a mamá. No estás bien.
—Por favor. Espera
conmigo, espera.
Me aferro a ella,
esperando que mi agarre sea suficiente para
mantenerla mientras
enciendo la lámpara para que pueda descifrar el nivel
del shock después de
esto que me va a golpear. Afortunadamente, las tres
bolas sólo están en
mitad de fuera de enfoque. Puedo ver bastante bien sus
tentáculos. Esta
realización me calma más que nada.
En silencio, comienzo
a contar y suelto a mí hermana para ponerme
de pie.
Mis piernas están
doliendo, ya comenzando a temblar sin control.
Llego a mi cama y me
trepo por debajo de las sábanas, trabajando por
respirar y contar en
silencio mientras forzo a las imágenes y voces de mi
sueño a que se vayan.
Después de unos momentos, soy capaz de volver a
concentrarme y ver que
Kika no se ha movido. Ha estado ahí de pie,
llorando, llorando por
mí y ni siquiera la había escuchado.
—No llores. Eso es lo
que yo hago —grazné. Su expresión hace que
mis lágrimas salgan y
fluyan. No tengo energía para detenerlas.
—Tú. Oh Rochi,
gritaste tan fuerte. Sonabas tan… terrible. —Kika
sorbe y se mueve al
pie de mi cama.
—Estoy bien. Ven a
aquí, hermanita. Lo juro, se terminó y estoy
bien.
Kika descruza sus
brazos para subir a la cama. Envuelve sus brazos
alrededor de mis
hombros temblorosos, y pongo mi cabeza contra su
hombro, respirando
suavemente.
—Por favor, déjame
decirle algo a mamá y papá. Te escuché la otra
noche… y sonabas
igual. Es mucho para que tú lo manejes sola.
—No estoy sola. Estás
aquí. Estoy tan agradecida de que me
despertaste. —La
abracé más fuerte.
—Nunca gritaste así,
no antes.
—No lo sé. Tal vez
porque los sueños parecen cambiar. Todo es
diferente. Nuevo. Por
primera vez, creo que veo rostros. Y escucho las
voces. Voces que no eran
la mías. —Me estremezco—. Tal vez, finalmente
estoy recordando. Las
voces son tan claras como el día. Siguió diciendo
papá: Ella va a estar
bien, nada sucedió. Nada sucedió en verdad. ¿Cierto?
Ella va a estar bien
¿verdad? Le estaba hablando a mamá como un disco
dañado mientras estaba
en la cama del hospital.
—¿Qué más? Quiero
saber. —Kika sube más las sábanas.
—Mamá. Llorando.
Escuché esto la otra noche por primera vez. Fue
terrible. Mamá sonaba
como un disco rayado: Rochi. Nuestra Rochi. Ella fue
casi violada. Casi
violada. Casi violada. Y luego más llanto. Creo que papá
también lloró.
—¿Papá? Santísimo.
—Los ojos de Kika se llenaron con lágrimas de
nuevo y mi corazón se
encogió.
Nuestro papá no llora.
—Lo peor era todo el
mundo diciendo: nada pasó, nada pasó en
verdad combinado con
todas las cosas viejas.
—¿Las cosas viejas?
—Sí. Como, como el
oficial de policía dijo que era afortunada y que
estaría bien. Él
siempre está ahí… diciendo eso. Las voces son tan reales,
como si pudiera
descifrarlas. Una vez en mi oído se siguió repitiendo mi
nombre, y luego él
dijo: lo siento. Lo siento.
Odio esa mirada y me
odio por no ser capaz de hacer que se vaya.
—¿Todo eso es nuevo?
—pregunta Kika.
—Excepto por las voces
en mi oído. Eso siempre ha estado. Incluso
hace tres años cuando
todos pensaron que yo estaba permanentemente
colgada. Justo en mi
oído así. Disculpas sin fin. El Doctor Brodie sugirió
que tal vez en verdad
soy yo. Mi subconsciente. Como si estuviera
hablando a mí misma.
Disculpándome por mi bebida y por mentir. Todos
las cosas por las que
todavía me siento culpable y por arruinar todo para
nuestra familia. Creo
que él está equivocado. Incluso esa voz ha cambiado.
Era alguien más.
Susurrando. No lo sé.
Gimo y pongo mis manos
en mis oídos, tan fuerte como puedo,
subiendo mis piernas
hasta que estoy encogida en una bola. Como
desearía que pudiera
sacar todo de mi cabeza y olvidar.
—No tengo idea de que
es real. —Estoy llorando de nuevo—. Soy
un desastre de
hermana. Lo siento si te asusté.
—Rochi soy la única
que lo siento, lamento que tengas que pasar por
eso noche tras noche.
Le disparo una sonrisa
por entre mis lágrimas.
—Tal vez grité porque
quería que todos se callaran. Que dejaran de
decir que estaría
bien. Nunca seré así, obviamente. Algunas veces, creo que
todo el asunto habría
sido más fácil para tratar si en verdad hubiera sido
violada. En vez de
simplemente casi. Luego tendría una razón en concreto
por la cual soy un
fracaso en la vida. No hay grupos de ayuda de ―casi
violada‖ o ―casi
mejor‖ de sitios web de ―casi ser violada.‖ No hay blogs,
Twitter y tampoco hay
grupos de apoyo en Facebook para ―casi loca-pero
no.‖
—Podría hacerte uno,
si quieres. O buscar en Google esas cosas.
Apuesto a que hay
algo. Compilaré una lista.
Me giro en mi espalda
y uso las sábanas para secar mis lágrimas.
—Amo tus listas.
Seguro que no debe doler. —Compartimos una
sonrisa sombría.
Kika toma mi mano.
—Me alegro de que no
haya sucedido. Que no fuiste violada. No
puedo imaginar cómo
vivir sabiendo que alguien te hirió tanto. —
Sonríe—. Es lo
suficientemente fuerte saber por lo que pasaste.
—Sí. Tienes razón. No
debería haber dicho eso. No puedo imaginar
cuán pesado se
sentiría mi corazón si hubiera sido el caso. —Me estiré y
me senté un poco,
disparándole una sonrisa de agradecimiento a Kika.
—Estoy bien… por ahora
—digo—. Gracias por quedarte.
Ella me lanza sus
brazos de nuevo.
—Estarás bien. Lo
estarás. ¡Lo estás! Necesitas más tiempo. Más
ayuda. Alguien mejor
que yo para hablar —mete la cucharada Kika.
Me salgo de su abrazo.
—No hay nadie mejor
que tú. A menos que quieras que deje de
hablarte. No quiero
molestarte o asustarte de mí.
—No, me gusta que me
hables. Pero simplemente soy una niña, no
un doctor. Sólo puedo
escuchar. Ni siquiera supe que te pasó en verdad
hasta este año.
—Quieres decir lo que
no me pasó —traté de bromear.
—No. Sucedió.
Completamente o no, sucedió y fue real y terrible.
—Desearía poder
deshacerlo. Tener otra oportunidad. —Encontré
la mirada de Kika—. Sé
que está mal decirte toda mi basura; pero te pido
que no digas nada.
Quiero descifrar esto por mí sola. Por favor. Te lo
ruego. Si no puedo
resolver esto, entonces creo que mamá lo va a notar lo
suficientemente
pronto. A duras penas puedo esconder el hecho de que
grito en mi sueño por
mucho tiempo, ¿verdad?
—Sigue gritando así y
los vecinos lo sabrán —estuvo Kira de
acuerdo, pero no
parecía convencida. Su expresión asustada y de piedra
me dice que esta niña
va a ir a balbucearlo a mamá antes del tiempo de
dormir a menos que
pueda alejar su mente de lo que acabó de suceder.
—Mira. Además de las
pesadillas, todo está perfectamente bien. —
Señalo una pila de
papeles en la esquina de mi escritorio—. Mis ensayos
están listos y
preparados para ser escritos. Estoy trabajando en mis cartas
de recomendación. La
práctica es mejor de lo que había imaginado… y —
dejé escapar un
suspiro practicado y demasiado efusivo—, Peter, él
es asombroso. Tengo un
secreto.
—¿Qué es? —Kika arquea
sus cejas, interesada pero sospechosa.
—Estoy completamente,
totalmente y absolutamente enamorada de
él.
—Como si eso fuera un
secreto. Le envías mensajes al chico cada seis
minutos, y te sonrojas
como un niño pequeño si lo nombramos.
El temblor casi se ha
detenido. Me pego una sonrisa de vergüenza.
—Bueno, él me envía un
mensaje cada cinco minutos. Creo que
también está
enamorándose de mí. Me invitó a salir de nuevo. ¡A patinar!
—¡En verdad! —Sonríe
Kika—. La cita número dos puede ser un
lugar apropiada para
un primer beso, ¿sabes? —Sonríe aún más.
—No es una película.
No voy a besarlo en la segunda cita. Tu primer
beso es cuando
descubres que no es un trepador. Ese descubrimiento
debería tomar un
tiempo real, REALMENTE, realmente largo. Ni siquiera
somos así de cerca.
Todavía.
—OMG.OMG. ¡Dijiste
TODAVÍA! Eso quiere decir… ¿qué quieres
besarlo?
—Yo… —Hago una sonrisa
real y me sonrojo al pensarlo. No hay
necesidad de que diga
algo más; Kika me entiende, así que no tengo que
fingir esto.
—¡OMG! —Ella chilla y
es atrapada en una de esas risitas
contagiosas de la
escuela. Me rompo a reír con ella.
—¿Qué es todo este
ruido aquí? —Papá mete su cabeza por la
puerta—. Mamá me mandó
porque pensó que las había escuchado
peleando y gritando.
Pero no veo ninguna evidencia de una pelea de
hermanas.
—Rochi va a otra cita.
Patinaje… con un chico. El chico Peter. —Kika
se ahoga con otra
risita.
—Caminata, ¿ahora
patinaje? Diré ―no‖ si el siguiente movimiento
involucra tirolesa o
escala de roca. —Él sonríe—. Eso explica todos los
gritos, supongo. ¿Es
verdad, Rochi? —Entra en la habitación.
—¡Papá! —Rápidamente
subo los cobertores por mi cabeza para
que él piense que
estoy avergonzada en vez de esconder los rostros postllorada
y llenos de manchas de
Kika y yo—. Es verdad, ¿okey? —grito
debajo las sábanas—.
No es una especie de cita. Somos amigos, yendo a
patinar con un montón
de amigos. Eso es todo. ¿Me escuchaste? Amigos.
Le digo todo a Kika,
no a ti, Papá… así que continúa… repórtate con mamá,
por favor.
Kika se ríe en la
oscuridad junto a mí.
—Sí, papá, es cosa de
chicas —añade.
—Asumo que conoceremos
a este chico misterioso —dice papá. Por
el sonido de su voz no
se ha movido.
—Nop. ¡Nunca lo vas a
conocer! —grito, y lo digo en serio—. Es sólo
un amigo. No hay razón
para que conozcan a los padres. Todavía —
añado.
En el momento exacto,
Kika se ríe de nuevo.
—A menos de que lo
bese y se convierta en su novio. Luego lo
conoceremos. Lo
prometiste.
—Porque eso no, en
absoluto, JAMAS, va a pasar —digo—. Si beso a
este chico, lo traeré
a casa para que papá pueda matarlo. ¿Cómo les parece
eso?
—Suena perfecto. —Me
río mientras Kika tiene otro ataque de
risas—. Y lo mataré
—añade papá, lo cual reír más a Kika.
Me trato de reír
también, pero estoy a punto de sofocarme.
—Está bien, papá…
estoy lo suficientemente humillada, puedes irte
en cualquier momento.
Agradecidamente,
cuando miro por fuera de la sábana, Kika todavía
está suspirando y
riéndose. Su amenaza de decirles a mis papás sobre mi
pesadilla está
olvidada, y papá hace mucho se fue.
Distracción exitosa.

No hay comentarios:
Publicar un comentario