miércoles, 14 de agosto de 2013

Casi capitulo 20

Capítulo 20
::Rochi::
* * *
eres una chica muy afortunada. Afortunada. Chica
afortunada.
Vámonos. Amigo. Nada sucedió. Vámonos.
Lo siento. Lo siento… Rochi…
* * *
—¡Rochi! Rochi. Despierta. ¡Rochi! Le voy a decir a mamá. Estabas
gritando.
No puedo… no puedo… no puedo… inhalar. No puedo exhalar. Mi
rostro se siente como madera mojada, mi cuerpo es concreto y mis ojos no
enfocan.
Las imágenes y voces están cortándome en todas las direcciones.
Lágrimas. Sudor. Temblores por el pánico.
—Oh Dios mío. ¡Rochi! Por favor, di algo. —La voz de Kika rompe en
mi cabeza, liberándome de la pesadilla. Liberando mis pulmones.
—¡No! Estoy bien —jadeo y peleo por controlar mi respiración.
Necesito actuar como si estuviera bien, pero estoy desorientada por la luz
del sol cayendo en mi rostro.
No está oscuro. ¿Qué está pasando?
Encuentro mi reloj. 4:35. Mis ojos arden mientras busco en la
habitación.
¿Dónde está mi lámpara? Necesito la lámpara.
¡La lámpara de lava está apagada! Mi habitación está muy brillante.
Debo haberme dormido en mi escritorio.
Durante el día. Durante el día. No debería haber pesadilla.
Jadeo y jadeo de nuevo, peleando contra las lágrimas y un nuevo
nivel de pánico. Nunca, jamás había tenido pesadillas durante el día. La
habitación se mueve, se oscurece en los bordes de mi visión y evito caer de
mi silla por aterrizar en el agarre de acero del brazo de Kika.
—Oh Dios… voy a llamar a mamá. No estás bien.
—Por favor. Espera conmigo, espera.
Me aferro a ella, esperando que mi agarre sea suficiente para
mantenerla mientras enciendo la lámpara para que pueda descifrar el nivel
del shock después de esto que me va a golpear. Afortunadamente, las tres
bolas sólo están en mitad de fuera de enfoque. Puedo ver bastante bien sus
tentáculos. Esta realización me calma más que nada.
En silencio, comienzo a contar y suelto a mí hermana para ponerme
de pie.
Mis piernas están doliendo, ya comenzando a temblar sin control.
Llego a mi cama y me trepo por debajo de las sábanas, trabajando por
respirar y contar en silencio mientras forzo a las imágenes y voces de mi
sueño a que se vayan. Después de unos momentos, soy capaz de volver a
concentrarme y ver que Kika no se ha movido. Ha estado ahí de pie,
llorando, llorando por mí y ni siquiera la había escuchado.
—No llores. Eso es lo que yo hago —grazné. Su expresión hace que
mis lágrimas salgan y fluyan. No tengo energía para detenerlas.
—Tú. Oh Rochi, gritaste tan fuerte. Sonabas tan… terrible. —Kika
sorbe y se mueve al pie de mi cama.
—Estoy bien. Ven a aquí, hermanita. Lo juro, se terminó y estoy
bien.
Kika descruza sus brazos para subir a la cama. Envuelve sus brazos
alrededor de mis hombros temblorosos, y pongo mi cabeza contra su
hombro, respirando suavemente.
—Por favor, déjame decirle algo a mamá y papá. Te escuché la otra
noche… y sonabas igual. Es mucho para que tú lo manejes sola.
—No estoy sola. Estás aquí. Estoy tan agradecida de que me
despertaste. —La abracé más fuerte.
—Nunca gritaste así, no antes.
—No lo sé. Tal vez porque los sueños parecen cambiar. Todo es
diferente. Nuevo. Por primera vez, creo que veo rostros. Y escucho las
voces. Voces que no eran la mías. —Me estremezco—. Tal vez, finalmente
estoy recordando. Las voces son tan claras como el día. Siguió diciendo
papá: Ella va a estar bien, nada sucedió. Nada sucedió en verdad. ¿Cierto?
Ella va a estar bien ¿verdad? Le estaba hablando a mamá como un disco
dañado mientras estaba en la cama del hospital.
—¿Qué más? Quiero saber. —Kika sube más las sábanas.
—Mamá. Llorando. Escuché esto la otra noche por primera vez. Fue
terrible. Mamá sonaba como un disco rayado: Rochi. Nuestra Rochi. Ella fue
casi violada. Casi violada. Casi violada. Y luego más llanto. Creo que papá
también lloró.
—¿Papá? Santísimo. —Los ojos de Kika se llenaron con lágrimas de
nuevo y mi corazón se encogió.
Nuestro papá no llora.
—Lo peor era todo el mundo diciendo: nada pasó, nada pasó en
verdad combinado con todas las cosas viejas.
—¿Las cosas viejas?
—Sí. Como, como el oficial de policía dijo que era afortunada y que
estaría bien. Él siempre está ahí… diciendo eso. Las voces son tan reales,
como si pudiera descifrarlas. Una vez en mi oído se siguió repitiendo mi
nombre, y luego él dijo: lo siento. Lo siento.
Odio esa mirada y me odio por no ser capaz de hacer que se vaya.
—¿Todo eso es nuevo? —pregunta Kika.
—Excepto por las voces en mi oído. Eso siempre ha estado. Incluso
hace tres años cuando todos pensaron que yo estaba permanentemente
colgada. Justo en mi oído así. Disculpas sin fin. El Doctor Brodie sugirió
que tal vez en verdad soy yo. Mi subconsciente. Como si estuviera
hablando a mí misma. Disculpándome por mi bebida y por mentir. Todos
las cosas por las que todavía me siento culpable y por arruinar todo para
nuestra familia. Creo que él está equivocado. Incluso esa voz ha cambiado.
Era alguien más. Susurrando. No lo sé.
Gimo y pongo mis manos en mis oídos, tan fuerte como puedo,
subiendo mis piernas hasta que estoy encogida en una bola. Como
desearía que pudiera sacar todo de mi cabeza y olvidar.
—No tengo idea de que es real. —Estoy llorando de nuevo—. Soy
un desastre de hermana. Lo siento si te asusté.
—Rochi soy la única que lo siento, lamento que tengas que pasar por
eso noche tras noche.
Le disparo una sonrisa por entre mis lágrimas.
—Tal vez grité porque quería que todos se callaran. Que dejaran de
decir que estaría bien. Nunca seré así, obviamente. Algunas veces, creo que
todo el asunto habría sido más fácil para tratar si en verdad hubiera sido
violada. En vez de simplemente casi. Luego tendría una razón en concreto
por la cual soy un fracaso en la vida. No hay grupos de ayuda de ―casi
violada‖ o ―casi mejor‖ de sitios web de ―casi ser violada.‖ No hay blogs,
Twitter y tampoco hay grupos de apoyo en Facebook para ―casi loca-pero
no.‖
—Podría hacerte uno, si quieres. O buscar en Google esas cosas.
Apuesto a que hay algo. Compilaré una lista.
Me giro en mi espalda y uso las sábanas para secar mis lágrimas.
—Amo tus listas. Seguro que no debe doler. —Compartimos una
sonrisa sombría.
Kika toma mi mano.
—Me alegro de que no haya sucedido. Que no fuiste violada. No
puedo imaginar cómo vivir sabiendo que alguien te hirió tanto. —
Sonríe—. Es lo suficientemente fuerte saber por lo que pasaste.
—Sí. Tienes razón. No debería haber dicho eso. No puedo imaginar
cuán pesado se sentiría mi corazón si hubiera sido el caso. —Me estiré y
me senté un poco, disparándole una sonrisa de agradecimiento a Kika.
—Estoy bien… por ahora —digo—. Gracias por quedarte.
Ella me lanza sus brazos de nuevo.
—Estarás bien. Lo estarás. ¡Lo estás! Necesitas más tiempo. Más
ayuda. Alguien mejor que yo para hablar —mete la cucharada Kika.
Me salgo de su abrazo.
—No hay nadie mejor que tú. A menos que quieras que deje de
hablarte. No quiero molestarte o asustarte de mí.
—No, me gusta que me hables. Pero simplemente soy una niña, no
un doctor. Sólo puedo escuchar. Ni siquiera supe que te pasó en verdad
hasta este año.
—Quieres decir lo que no me pasó —traté de bromear.
—No. Sucedió. Completamente o no, sucedió y fue real y terrible.
—Desearía poder deshacerlo. Tener otra oportunidad. —Encontré
la mirada de Kika—. Sé que está mal decirte toda mi basura; pero te pido
que no digas nada. Quiero descifrar esto por mí sola. Por favor. Te lo
ruego. Si no puedo resolver esto, entonces creo que mamá lo va a notar lo
suficientemente pronto. A duras penas puedo esconder el hecho de que
grito en mi sueño por mucho tiempo, ¿verdad?
—Sigue gritando así y los vecinos lo sabrán —estuvo Kira de
acuerdo, pero no parecía convencida. Su expresión asustada y de piedra
me dice que esta niña va a ir a balbucearlo a mamá antes del tiempo de
dormir a menos que pueda alejar su mente de lo que acabó de suceder.
—Mira. Además de las pesadillas, todo está perfectamente bien. —
Señalo una pila de papeles en la esquina de mi escritorio—. Mis ensayos
están listos y preparados para ser escritos. Estoy trabajando en mis cartas
de recomendación. La práctica es mejor de lo que había imaginado… y —
dejé escapar un suspiro practicado y demasiado efusivo—, Peter, él
es asombroso. Tengo un secreto.
—¿Qué es? —Kika arquea sus cejas, interesada pero sospechosa.
—Estoy completamente, totalmente y absolutamente enamorada de
él.
—Como si eso fuera un secreto. Le envías mensajes al chico cada seis
minutos, y te sonrojas como un niño pequeño si lo nombramos.
El temblor casi se ha detenido. Me pego una sonrisa de vergüenza.
—Bueno, él me envía un mensaje cada cinco minutos. Creo que
también está enamorándose de mí. Me invitó a salir de nuevo. ¡A patinar!
—¡En verdad! —Sonríe Kika—. La cita número dos puede ser un
lugar apropiada para un primer beso, ¿sabes? —Sonríe aún más.
—No es una película. No voy a besarlo en la segunda cita. Tu primer
beso es cuando descubres que no es un trepador. Ese descubrimiento
debería tomar un tiempo real, REALMENTE, realmente largo. Ni siquiera
somos así de cerca. Todavía.
—OMG.OMG. ¡Dijiste TODAVÍA! Eso quiere decir… ¿qué quieres
besarlo?
—Yo… —Hago una sonrisa real y me sonrojo al pensarlo. No hay
necesidad de que diga algo más; Kika me entiende, así que no tengo que
fingir esto.
—¡OMG! —Ella chilla y es atrapada en una de esas risitas
contagiosas de la escuela. Me rompo a reír con ella.
—¿Qué es todo este ruido aquí? —Papá mete su cabeza por la
puerta—. Mamá me mandó porque pensó que las había escuchado
peleando y gritando. Pero no veo ninguna evidencia de una pelea de
hermanas.
—Rochi va a otra cita. Patinaje… con un chico. El chico Peter. —Kika
se ahoga con otra risita.
—Caminata, ¿ahora patinaje? Diré ―no‖ si el siguiente movimiento
involucra tirolesa o escala de roca. —Él sonríe—. Eso explica todos los
gritos, supongo. ¿Es verdad, Rochi? —Entra en la habitación.
—¡Papá! —Rápidamente subo los cobertores por mi cabeza para
que él piense que estoy avergonzada en vez de esconder los rostros postllorada
y llenos de manchas de Kika y yo—. Es verdad, ¿okey? —grito
debajo las sábanas—. No es una especie de cita. Somos amigos, yendo a
patinar con un montón de amigos. Eso es todo. ¿Me escuchaste? Amigos.
Le digo todo a Kika, no a ti, Papá… así que continúa… repórtate con mamá,
por favor.
Kika se ríe en la oscuridad junto a mí.
—Sí, papá, es cosa de chicas —añade.
—Asumo que conoceremos a este chico misterioso —dice papá. Por
el sonido de su voz no se ha movido.
—Nop. ¡Nunca lo vas a conocer! —grito, y lo digo en serio—. Es sólo
un amigo. No hay razón para que conozcan a los padres. Todavía —
añado.
En el momento exacto, Kika se ríe de nuevo.
—A menos de que lo bese y se convierta en su novio. Luego lo
conoceremos. Lo prometiste.
—Porque eso no, en absoluto, JAMAS, va a pasar —digo—. Si beso a
este chico, lo traeré a casa para que papá pueda matarlo. ¿Cómo les parece
eso?
—Suena perfecto. —Me río mientras Kika tiene otro ataque de
risas—. Y lo mataré —añade papá, lo cual reír más a Kika.
Me trato de reír también, pero estoy a punto de sofocarme.
—Está bien, papá… estoy lo suficientemente humillada, puedes irte
en cualquier momento.
Agradecidamente, cuando miro por fuera de la sábana, Kika todavía
está suspirando y riéndose. Su amenaza de decirles a mis papás sobre mi
pesadilla está olvidada, y papá hace mucho se fue.

Distracción exitosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario