Gracias por los comentarios del capitulo anterior..
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¿Agradable?
Rocio se sentía completamente fuera de lugar sentada en la
mesa de los “populares”, todos
eran tan brillantes y con un aura de superioridad que parecía
repelerla y sentía que así hubiera
sido de no ser porque Gastón la rodeaba con un brazo por la
cintura y de alguna extraña manera le
contagiaba algo de su esencia “popular”.
Ella suspiró y Gastón lo notó así que volteó para verla
notándola incomoda en ese lugar.
Bien, fingían ser novios pero eso tampoco significaba que
ella debía soportar su estilo de vida
todo el tiempo, bastante ayudaba haciéndose pasar por su
novia como para que la presionara a
juntarse con sus compañías que ni siquiera podía considerar
amigos ya que ni recordaba sus
nombres.
Gastón se disculpó con todos los chicos de sonrisas plásticas
que estaban en la mesa y
tomando a Rocio de la mano ambos se marcharon de la cafetería
del colegio.
—Cuando te sientas incomoda solo dímelo —le dijo Gastón una vez
que había salido de la
cafetería e iban caminando por los pasillos directo hacia los
casilleros—. También si esas chicas
te molestan házmelo saber —disimuladamente señaló con la
cabeza a su club de “fans” que se
encontraba cerca de la puerta del baño y que veían de manera
poco humana a Rocio
—Solo las ignoro y ya —dijo la muchacha apresurándose a ir a
su casillero—, no necesito
que me protejas...
—Eso es lo que debo de hacer —le dijo rápidamente aun sin
soltar su mano.
—Te estás metiendo demasiado en serio en este papel —le
susurró Rocio para que nadie
más les escuchara.
—Según todos “estamos” en serio —le susurró también—, pero
igual esto no lo hago por la
mentira, lo hago para que no salgas lastimada —al llegar a
los casilleros él la arrinconó entre las
puertas de los casilleros y sus brazos—, tú no conoces como
pueden ser algunas chicas, ellas
suelen ser muy duras con otras personas, por eso te advierto
y quiero ayudarte.
—Gracias por tu amabilidad pero deberías concentrarte en otras
cosas en lugar de mí —
observó como los brazos de Gastón estaban a cada lado de su
cabeza y luego volvió la mirada hacia
él—. Eres más serio de lo que pensé.
Gastón sonrió y se inclinó solo un poco para besar la frente
de Rocio. Dejó caer sus brazos a
sus costados y la muchacha se giró hacia su casillero para
abrirlo y sacar el par de libros que iba
utilizar en la siguiente clase la cual por suerte le tocaba
junto a Gastón.
Sinceramente era un alivio estar en las clases con Gastón
porque así no recibía ninguna de las
dos miradas que le habían estado lanzando desde la mañana,
algunas de envidia, en su mayoría
de chicas y algunas miradas sonrientes. Si estaba con él los
ojos solo los veían disimuladamente
y no había envidia.
Una vez que ella sacó y dejó sus libros caminaron hacia la
siguiente clase con anticipación,
cuando llegaron al salón no había absolutamente nadie lo que
era obvio ya que todos
aprovechaban su hora de descanso perfectamente alejados de
los salones, dejaron sus libros sobre
los pupitres que estaban juntos y Rocio se encaminó hacia la
ventana. Él la observó caminar y
como veía por la ventana hacia el patio del colegio, le
recordó cuando la estuvo observando
durante días antes de pedirle que hiciera ese trabajo sucio a
ella, se veía tan sola y apartada del
mundo, tan... inalcanzable y aunque ella lucía tan solitaria
en sus ojos había tranquilidad, como
si disfrutara de no estar rodeada de personas.
—Tu familia es enorme —decidió decir Gastón acercándose a
ella, se detuvo a un lado de ella
y observaron ambos hacia el patio en donde el equipo de
futbol jugaba tontamente con el
balón—. Realmente me han agradado aunque seguramente tendré
un moretón gracias al juguete
de tu hermano, Monito.
Rocio volteó a verlo, primero con su rostro llenó de sorpresa
y luego una sencilla sonrisa
dibujándose en sus labios.
—¿Recuerdas sus nombres? —preguntó feliz.
Ninguno de sus antiguos compañeros había logrado aprenderse
los nombres de ninguno de
sus familiares.
Gastón asintió seguro de recordar cada nombre y cada rostro
de aquellos niños y adultos en
esa pequeña casa.
—¿Cómo se llama la gemela? —le interrogó Rocio.
—Brenda y su hermano gemelo y mayor que ella es Brandom —le
contestó sonriente.
—¿Quién es la niña que sabia tu nombre completo? —le volvió a
preguntar para asegurarse
de que no había sido solo una coincidencia que supiera los
nombres de los gemelos, después de
todo los nombres de los gemelos eran similares.
—Ella es Aleli de 10 años —los ojos de la chica se abrieron a
tope y el continuó con los
nombres del la familia de ella—, y está Stefano que tiene 12
años y al parecer está atravesando por
esa horrible fase que ningún hombre quiere pasar, hablo de
cuando nuestras voces empiezan a
cambiar —Rocio rió y negó con la cabeza, divertida—, también
está tu hermano Victorio que
parece que me odia al igual que tu padre Nicolas, y tu mamá
Gimena que se alarma cuando no
hay ruido en tu casa.
Ella soltó una carcajada y desvió su mirada de la de Gastón
unos segundos para después
volver a conectar sus ojos.
—Cuando Victorio y yo éramos pequeños y los gemelos apenas si
sabían gatear movieron la
mesa y un jarrón se cayó sobre la cabeza de Brandon, todos
nos quedamos en silencio y después
de un par de minutos los ojos de Brandon empezaron a
cristalizarse y empezó a llorar, fue un
llanto que no se detuvo durante horas, cuando llevamos al
pequeño al hospital el pediatra dijo
que se le había hundido la fontanela. Desde entonces mamá
supo que cuando guardábamos
silencio es porque algo malo sucedía —finalizó con una tierna
sonrisa en su rostro al recordar.
—Debe ser muy agradable tener hermanos —habló Gastón
dirigiendo su mirada hacia la
ventana—, yo crecí solo, rodeado de adultos que me pedían ser
maduro todo el tiempo aun
cuando yo quería ver caricaturas.
El rostro de Gastón lucia serio y Rocio lo observó en
silencio.
—Tal vez te pueda prestar a alguno de mis hermanos —Gastón
rió sin apartar su vista de la
ventana, aunque no veía nada en particular—. A veces es
estresante estar en casa cuando todo es
un caos ahí, cuando mis hermanos pelean entre ellos o con mis
padres, pero no te niego el hecho
de que cuando no estoy en casa extraño esos gritos.
—Que agradable —dijo Gastón y ambos se quedaron en silencio.
Sin embargo ese
“agradable” había sido porque él se sentía cómodo hablando
con Rocio, una chica que no era su
fan y que no le hablaba como si fuera algún dios o algo
parecido, ella hablaba con él como si
fuera un chico más.
Eso era lo que él quería ser desde pequeño, un niño normal.
Rocio observaba todo a su alrededor, nunca había visto un
espacio tan grande siendo
desperdiciado pero no podía negar el hecho de que el salón en
el que estaba era muy hermoso y
elegante, todo tenía un color café de madera aparente, en las
paredes había unos ventanales
enormes y hermosos, las cortinas eran tan largas que iban
desde el techo hasta el suelo y de algún
tono rojizo, en el techo colgaban unas lámparas de cristal y
al fondo del salón en la parte frontal
había una pequeña plataforma no muy alta realmente pero para
Rocio lucía como un cuento
infantil de princesas.
—Aquí es el salón de baile en donde siempre se organizan
todas las fiestas de nuestra
familia —le explicó Gastón—. Ahí en frente es donde tocan los
músicos.
Rocio parpadeó y volteó hacia Gastón que estaba justo detrás
de ella.
—¿Y por qué hemos venido? —le preguntó.
—Porque aquí será donde te presentaré y también porque quiero
que aprendas a caminar
con las zapatillas de tacón...
—No tengo zapatillas —dijo ella rápidamente, no le aterraba
la idea de usarlas pero si le
aterraba la idea de comprar un par ya que solían ser bastante
caras.
—Ahora ya tienes unas —Gastón caminó hacia un lado del salón
y tomó una pequeña caja
que Rocio había pasado desapercibida mientras había estudiado
el salón, nuevamente el modelo
se acercó a ella y le extendió la caja—. Tómala —le animó al
ver como ella dudaba.
Finalmente tomó la caja y al abrirla se encontró con unas
lindas zapatillas negras con
adornos brillosos y unas correas que se ataban a los
tobillos.
—Por el momento practicarás con esas. La próxima semana ya
tendrás otras más de
acuerdo a la ocasión...
—¿Dices que estás no son para una fiesta? —preguntó
incrédula.
—Bueno, eso es lo que pienso —Gastón dudó al verla, esas
habían sido demasiado muy
sencillas, cuando las compró la tarde anterior la joven que
lo atendió le había dicho que esas eran
perfectas para una ocasión casual le había enseñado otras
zapatillas para fiestas y eventos y
definitivamente eran más hermosas que esas—. La mujer que me
vendió ese par me dijo que esas
solo eran casuales.
—Sí, bueno yo soy una chica normal y este tipo de zapatillas
para nosotras son lo mejor
que buscamos.
Gastón sonrió al ver su expresión.
—Tu espalda —dijo Gastón enderezando con una de sus manos la
espalda de Rocio.
Ella se acomodó más recta y el muchacho le levantó su cabeza
para que viera hacia el
frente.
—Camina —le pidió y Rocio empezó a caminar tratando de
mantener la postura en la que
él la había dejado, ciertamente era difícil sobre todo porque
no estaba acostumbrada a tener sus
pies tan alejados del suelo además que solía estar todo el
tiempo con la cabeza ligeramente
inclinada y el tener que adaptarse a caminar de esa manera le
estaba costando más de lo que
imaginó.
Rocio se detuvo, movió ligeramente su cuello y continuó
caminando manteniendo la
postura anterior.
—Trata de seguir la línea del piso —le sugirió Gastón
acercándose a ella.
—No puedo seguir una línea que no puedo ver si mi cabeza no
está inclinada para poder
tener una buena vista —dijo Rocio lanzando un suspiro al
finalizar.
—Tranquila, no te sientas presionada —Gastón se detuvo detrás
de ella y colocó sus manos
en los hombros de ella para empezar a masajearlos,
rápidamente sintió como se tranquilizó.
—Está bien.
Durante casi toda la tarde siguieron trabajando con la
postura de Rocio. En ocasiones ella
se molestaba cuando tropezaba al dar las vueltas y Gastón
trataba de alentarla, para finalizar la
tarde y al llevarla a su casa el muchacho la sostuvo en sus
brazos para llevarla al auto y aunque
ella renegó y le dio un par de golpes en su pecho él no la
dejó en el suelo.
Ella se estaba tomando todo muy enserio y Gastón no quería
que saliera lastimada de ninguna
forma y esos tacones que había usado durante toda la tarde le
habían dejado marcas rojas en los
pies, se veían dolorosas, por lo que intentó ayudarla, aunque
fuera solo un poco porque a
diferencia ella lo estaba dando todo para mantener esa
mentira que él había iniciado.

Y sin embargo le gusta rocio! Jajaja
ResponderEliminarJaja es verdad... gas es un tierno con ro
ResponderEliminarSe sabía todos lo nombres gaston es un groso...jeje espero el proximo
ResponderEliminarOhooo encima le dio un masaje es un dulce... Está buenísima la nove
ResponderEliminarMe imagino la escena del final con gaston llevando a Rochi en brazos super romántico
ResponderEliminarExcelente la nove ....espero ansiosa el próximo capítulo :-)
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