Capítulo
13
me desperté a las seis cuando mi
alarma sonó. Gruñí porque había
olvidado
cancelarla. Supongo que no necesito sacarlo de mi cama
temprano,
ya no. Me di vuelta y abracé a Gaston. Siempre dormía a pesar del sonido
de la
arma; juro que él dormiría mientras un terremoto tuviera lugar y no
despertaría.
Lo codeé ligeramente, diciendo jugarle una broma.
--Seis en punto --dije, codeándolo de nuevo.
Gruñó y
lentamente se levantó de la cama, todavía medio dormido.
--Bien, Ángel.
Te quiero; te veré después. --Besó
mi frente y salió de la cama, sus
ojos
apenas abiertos. No pude evitarlo, rompí en carcajadas. Me miró,
confundido--. ¡Shh! ¿De qué te estás riendo? --preguntó, frunciendo el ceño,
poniéndose
sus jeans.
--De ti --lo provoqué, sonriendo felizmente.
--¿Qué hay conmigo? ¿Qué he hecho? --susurró, trepando de vuelta a la cama y
arrastrándose
sobre mí. Presionó cada centímetro de su cuerpo contra el mío pero
aun así
mantuvo su peso lejos de mí de alguna manera. Miró a mis ojos, sonriendo
felizmente
por un rato, y luego el entendimiento
cruzó su rostro--. ¡Mierda! ¡Tu
hermano
sabe! Entonces, ¿por qué diablos me despertaste, Ángel? No tengo que
irme --lloriqueó.
Envolví
mis brazos alrededor de su cuello y lo empujé para un largo beso.
--Sólo
estaba bromeando. Olvidé cancelar la alarma, así que pensé en usar el
tiempo de
más para que pudiéramos besarnos.
Él sonrió
pícaramente.
--¿Quieres que nos
besemos? --provocó, besando mi cuello. Jadeé mientras
alcanzaba
el sensible lugar cerca de mi clavícula.
--Mmmm --susurré,
deslizando mis manos por su espalda, arañando
ligeramente
con mis
uñas, haciéndolo gemir. Trepó de vuelta bajo las sábanas y me besó tierna
y
suavemente, manteniéndome cerca. No hizo movimiento alguno para llevar las
cosas más
lejos que eso, lo que adoré. Él realmente era adorable.
Salió de
mi habitación un poco después de las siete y media. Gaston me empujó en
uno de los
taburetes de la cocina, sonriendo a sí mismo como el gato que obtuvo
el helado.
--Oye, consigo hacerte el desayuno sin que me
grites hoy --dijo alegremente.
Me reí y
observé mientras me servía una taza de cereal; sonrió y lo puso frente a
mí, antes
de hacer algo de tostadas para sí mismo.
--¿No comes cereal? --pregunté, observándolo
zamparse cuatro rebanadas de
tostadas.
Sacudió la
cabeza, estirando la nariz.
--No me gusta el cereal; es asqueroso y todo
empapado. --Fingió un
estremecimiento,
pretendiendo tener náuseas.
Me reí de
nuevo.
--De verdad que eres raro, Gaston --me burlé, sonriéndole.
Sonrió de
oreja a oreja.
--Sabes, es algo raro, que seas todas amable
conmigo al desayuno.
--Podría
ser mala si quieres --ofrecí, encogiéndome de hombros.
Se rió y
sacudió la cabeza.
--No, me acostumbraré a ello con el tiempo. --Caminó hasta mi lado. Me volví
para verlo
y puso el cabello detrás de mí oreja, sus dedos demorándose en mi
mejilla, haciéndome
sonrojar--. De verdad eres la cosa más
hermosa en el mundo
--murmuró.
Mi corazón se saltó un latido por la honestidad en su voz, sus
ojos
penetraban
en los míos, haciéndome sentir como la única chica en el
mundo.
--¡Corten esa mierda!
Puede que haya dado mi bendición pero no necesito
que me
lo muestren en la cara durante el desayuno --gruñó Nicolas mientras caminaba en la
cocina
para preparar algo de cereal. Palmeó a Gaston en la parte trasera de su cabeza
al caminar
por su lado, como de costumbre.
Todos nos
reímos y Gaston se paró detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor
de mi
cintura, apoyando su cabeza en mi hombro.
--Gracias, Nicolas. Sé que dijiste que me mantuviera alejado, pero… --Gaston dejó
que
las
palabras quedaran en el aire, mirando a mi hermano con agradecimiento.
--Lo que sea, Gaston. Estamos bien. Solo no nos
hagas tener un problema, ¿de
acuerdo? --respondió Nicolas, sonriendo amigablemente.
Los brazos
de Gaston se apretaron a mí alrededor.
--No lo haré.
--Besó mi hombro
ligeramente y Nicolas fingió náuseas, haciéndome
reír.
--Bueno, vamos entonces, tortolitos, supongo
que necesitan llegar un poco más
temprano a la escuela para poder anunciarlo
juntos --afirmó Nicolas, poniendo
los
ojos en
blanco.
Gaston rió
y asintió. Jadeé y sacudí la cabeza fieramente.
--¡Imposible! No
podemos hacer eso --dije, mirando a Gaston. Lució realmente
herido por
alguna razón.
--¿Por qué no? Rpreguntó,
tomando mi mano y mirándome confundido.
Miré a
Nicolas; a él realmente no le iba a gustar esto.
--Er, bueno, tengo una especie de apuesta. La
siguiente en acostarse contigo
ganará
total. Realmente necesito el dinero. --Miré a Gaston
incómodamente, pero
sólo
empezó a reír histéricamente.
Nicolas
casi se ahogó con su bebida.
--¡Imposible! ¡No puedes hacer eso! --gritó,
sacudiendo la cabeza
Violentamente--. No quiero saber que ustedes
dos están teniendo sexo. ¡No lo
quiero!
Me reí con
su enojada y disgustada cara.
--Nicolas, no estamos teniendo sexo. --Me encogí de hombros, haciendo relajar su
cara un poco--. Pero cuando lo hagamos,
definitivamente quiero ganar la apuesta.
No la ganaré
si las personas saben que ya soy su novia. --Miré
a Gaston, insegura de
si estaría
de acuerdo con esto o no.
--Ángel,
no quiero que estés conmigo por alguna
apuesta. --Frunció el ceño,
luciendo
un poco herido.
Le sonreí
seductoramente.
--¿Crees que esa es la
razón por la que voy a
querer tener sexo contigo? Confía en
mí, chico
mío; no será por el dinero, eso es sólo una ventaja de más.
Se inclinó
adelante y puso su boca junto a mi oreja.
--¿Así que cuál
será la razón? --susurró,
enviando un escalofrío por mi columna
vertebral.
Me mordí
el labio.
--Hmm, no estoy segura pero tendrá algo que ver con que me ruegues de rodillas
--bromeé,
sonriéndole con
suficiencia.
Se rió y
me besó, empujándome cerca de su cuerpo, enviando olas de deseo por
mi
torrente sanguíneo. Se apartó para mirarme, la lujuria escrita con claridad a
través de
su rostro.
--Te rogaría
felizmente justo ahora, sabes.
Palmeé su
pecho y di un paso atrás antes de que lo arrastrara de vuelta a mi
habitación
y rompiera sus sexys jeans y los botones de su camisa negra para ver su
impecable
cuerpo.
--Oh, eso lo sé,
chico mío. --Me reí, intentando atrapar mi respiración.
Miré
Nicolas, que estaba mirándonos fijamente con los ojos muy abiertos, su boca
abierta
con sorpresa.
--Chicos, en serio no puedo soportar estas
demostraciones de afecto --dijo,
haciendo
una mueca y sacudiendo la cabeza.
--Está
bien, las demostraciones terminaron. Sólo creo que
deberíamos mantener
esto en
secreto por un tiempo. ¿Por qué no conseguir algo de dinero por hacer
algo que
eventualmente sucedería, de todas maneras? Así es como yo lo veo
--dije, encogiéndome
de hombros.
Gaston y
Nicolas se miraron uno al otro.
--Supongo. Pero, ¿podrás ganas? Quiero decir, ¿la
apuesta tenía algo que ver con
hacerme terminar con mi novia o algo así? --preguntó
Gaston, frunciendo el ceño.
Me reí
tontamente y sacudí la cabeza.
--Nop, me aseguré
de eso. Definitivamente sólo se trata de la siguiente que te
Atrape , como tan elocuentemente lo dijeron.
Gaston
sacudió la cabeza, luciendo un poco disgustado.
--No puedo creer que las chicas hagan ese tipo
de cosas.
Nicolas
rió.
--¿Saben qué? Creo que puede que sea el siguiente en
anunciar que tengo una
novia.
Entonces puedo sólo escoger a alguien y podemos dividir el dinero --dijo
brillantemente,
como si hablara en serio.
Gaston
tomó mi mano y me empujó hacia la puerta.
--Vamos, lleguemos a la escuela antes de que tu
hermano tenga otra idea
brillante. --Rió,
sacudiendo su cabeza hacia Nicolas.
Gaston me
guiñó un ojo por el espejo mientras entrabábamos al estacionamiento.
Había más
chicas de lo normal esperándolos. Todas fueron directamente a él tan
pronto
como su puerta fue abierta. Eugenia, como de costumbre, estaba al frente.
Me reí.
--Buena suerte, novio --me burlé, guiñándole
mientras me alejaba, balanceando
mi trasero
a propósito. Sabía que estaba observándome. Cuando llegué a la puerta
miré atrás
sobre mi hombro para verlo empujar los brazos de una chica lejos de él,
una
expresión de mal gusto en su cara. Debió haber tenido a veinte cinco chicas
rodeándole,
lucía verdaderamente enojado. Me reí y fui a encontrar a mis amigos;
como de
costumbre, estaban por los casilleros.
--Hola, chicos --dije alegremente, cuando los
alcancé.
--¡Guao, alguien está de buen humor hoy! ¿Alguna razón en particular?
--preguntó
Agus, luciendo confundido por mi rostro feliz.
--Nop, ninguna razón en particular. Sólo vi a Gaston ser acosado por cerca de veinte
cinco chicas. Se ve verdaderamente irritado por
eso, fue muy gracioso --expliqué,
sonriendo
salvajemente. Justo entonces, él caminó más allá de mí con Nicolas. Tenía a
una chica
coqueteándole a cada lado, y aproximadamente otras diez caminando
detrás de
él. Rompí en carcajadas y me lanzó una oscura mirada, haciéndome reír
más
fuerte.
--No me sorprende que
tenga a todas esas chicas detrás de él. ¿Sabes en cuanto
está
la apuesta ahora? --preguntó Mery, sonriéndome con suficiencia.
Asentí.
--Sí,
lo sé. Candela me dijo
que está como en ochocientos
dólares o algo así. No lo
puedo creer. --Sacudí la cabeza desaprobadoramente,
e intenté no imaginar lo
que se
sentiría ganar esa cantidad de dinero.
Mery, Candela
y Agus intercambiaron una mirada, antes de romper en risas.
--No, ese era el total de ayer. Hoy está a cerca de cuatro mil doscientos Rdijo
Mery.
Sentí el color drenarse de mi cara mientras mi corazón se hundía. ¡Santo
cielo! Eso
es como, ¡oh, Dios, ni siquiera puedo definirlo! ¡Son como doscientas
chicas,
todas queriendo acostarse con mi novio!
—¡Oh Dios mío! ¿En serio? —pregunté mientras
tragaba el nudo que rápidamente
estaba
formándose en mi garganta. La idea de todas esas chicas lanzándose a sí
mismas
hacia mi chico, literalmente me hizo sentir un poco enferma. Mery asintió y
parecía un
poco comprensiva; como si supiera lo que yo estaba pensando. Candela y
Agus sólo
parecían emocionados porque obviamente no tenían ni idea de que yo
estaba con
Gaston. Afortunadamente, la campana sonó, así que todos no dirigimos a
clases.
A la hora
de comer comenzaría a hacer mi jugada por Gaston. La gente necesitaba
ver que al
menos lo estaba intentando. No podía sólo anunciar que había dormido
con él,
así que necesitaba que la gente me viera haciendo el esfuerzo. No lo había
hablado
con Gaston, pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no
debería
ser tan difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la
cafetería
a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis amigos.
—Chicos, voy a hacer mi jugada por Gaston para la apuesta.
Sentémonos con mi
hermano
hoy, ¿sí?
Mery me
dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y nos dirigimos hacia la
mesa de
los atletas. La mesa de los atletas estaba casi llena de chicas, todas ellas
coqueteando
desvergonzadamente con Gaston. Sonreí ante su expresión; parecía
incluso
más enfadado ahora que antes. Miré a la chica sentada al lado de Gaston; ella
había
terminado su almuerzo y estaba mirándolo fijamente, con una expresión
coqueta en
su rostro.
—Oye, Sally. Escuché que alguien golpeó tu auto en el
estacionamiento, ¿fue
mucho el
daño? —pregunté inocentemente.
Ella jadeó
y se puso de pie de un salto.
—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se volteaba y echaba a correr.
Escuché a
mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras se sentaban en la parte
más alejada
de la mesa.
—Hola, Gaston. —Le sonreí
mientras me dejaba caer en la silla al lado de él.
—Hola, Ángel —respondió,
sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba
recibiendo
miradas mortales de todas las chicas cerca, obviamente porque ya me
había ganado
una sonrisa—. ¿Alguien golpeó el auto de Sally? —preguntó,
comiéndose
su sándwich de atún.
Me encogí
de hombros y sacudí la cabeza.
—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.
Se echó a
reír.
—Sabía que me deseabas —bromeó,
guiñándome un ojo.
—Bueno, quién no lo hace —respondí,
sonriendo y mirando alrededor de la mesa a
las chicas
que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de
agua y
fingí tratar de abrirla—. Gaston, ¿puedes
abrirla por mí? —pregunté, haciendo
pucheros
ligeramente.
—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y te
quedarás atorada así
—bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió fácilmente y
me la pasó de
nuevo.
—Gracias. —Sonreí, haciendo
caso omiso de su comentario—. Vaya, nunca me
di
cuenta lo
fuerte que eres. Debes ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé,
deslizando
mi dedo hacia abajo por sus bíceps, mordiéndome el labio
seductoramente.
Me miró con lujuria, con los ojos fijos en mi boca. Sólo a partir de
la
expresión de dolor en su rostro, podía decir que quería darme un beso. Él no
respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes hacerlo, quiero
decir,
tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y lo examiné lentamente.
Tragó. —Er, supongo, sí un poco —murmuró, todavía
mirándome un poco
sorprendido
y desconcertado.
No quería
que esto llegara demasiado lejos, por el momento sólo estaba
estableciendo
el escenario para mi victoria. Rompí el contacto visual y comencé a
comerme mi
comida, lentamente, dejando que el tenedor se quedara en mi boca
más tiempo
del necesario.
—Oh Dios —gemí, cerrando
los ojos mientras masticaba lentamente—. Esto está
tan bueno —jadeé. Lo escuché gemir en voz baja a mi lado y supe que mis
ruidos
sexuales
estaban llegándole. Lo miré—. Gaston,
deberías probar esto —ronroneé
seductoramente.
Él tenía una expresión adolorida en su rostro mientras me miraba
fijamente
con la boca ligeramente abierta. Sacudió la cabeza un poco, como si
estuviera
tratando de alejar un pensamiento y yo me tragué una risita. Oh mierda,
iba a hacerme
pagar por esto más tarde.
—Er, OK sí —dijo. Sonreí y
agarré un tenedor lleno de mi pasta y lo guié hacia su
boca para
alimentarlo.
Un
pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones vaqueros.
—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca,
mirándolo a modo de disculpa.
—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con su mano.
OK, ¡podía
hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré una servilleta y le limpié
los
pantalones vaqueros con ella. Era a medio muslo así que me aseguré de limpiar
sólo un
poco más arriba, mientras lo miraba a través de mis pestañas. Lo escuché
tragar
audiblemente .
—Ahí. Listo —coqueteé.
—Er…
Gracias —murmuró, cerrando
los ojos y suspirando.
Sonreí
triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré alrededor de la mesa para ver si
todas
estaban mirándome. Ya agus expresiones sorprendidas o enojadas estaban
pegadas a
cada rostro femenino. Solté una risita, y le guiñé el ojo a Eugenia quien se
había
vuelto roja por el enfado.
—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis acerca de mi
proyecto
científico
—dije, levantándome y sonriendo de oreja a oreja.
Gaston
agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el asiento.
—¿Qué fue eso? —preguntó,
luciendo ligeramente confundido.
Me encogí
de hombros y le sonreí.
—¿No tengo permitido ser amigable contigo, Gaston? Quiero decir, eres el mejor
amigo de
mi hermano después de todo. Siempre estás pasando el rato en mi casa
así que
sólo pensé que debería ser cortés.
—Cortés, claro —contestó,
sonriéndome.
Le lancé
un guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a
Eugenia y
las porristas me incliné hacia abajo y le susurré al oído.
—Supera eso —me burlé.
Agarré la
mano de Mery, haciéndola caminar un poco por delante de Candela y Agus
quienes
estaban conversando algo sobre una galería de arte a la que Candela quería
ir el fin
de semana. Candela estaba un poco chiflada por el arte.
—Mery, creo que necesito tomar la píldora. ¿Todavía está abierta al
público la
clínica de
planificación familiar en la calle Rose después de la escuela? —pregunté.
Asintió en
confirmación. Sabía que ella sabría, había tenido un pequeño accidente
hace
aproximadamente un mes con un condón roto y había ido ahí por la píldora
del día
siguiente.
—Sí, desde las cuatro hasta las ocho —respondió, mirando por encima del hombro
para
asegurarse de que nadie pudiera oírnos—. Así que, vas a
dar el paso, ¿eh?
Creo que
es genial. Definitivamente deberías tomar la píldora. ¿Quieres que vaya
contigo? —preguntó de forma casual. Sabía que lo decía en serio; era la
mejor
amiga que
una chica podía pedir.
—Todavía no estoy lista, pero no quiero quedarme corta o algo,
quiero decir, debe
tomar un
tiempo que entre en tu sistema o algo. ¿Entonces no te importa venir
conmigo?
Realmente lo apreciaría —admití, mirándola
con agradecimiento. Estaba
muy
nerviosa acerca ir por mi cuenta, y no se sentía bien pedirle a Gaston que
viniera.
No era
exactamente el tipo de cosas que un chico hace.
—¡Por supuesto que no! Tú has estado ahí conmigo un montón de
veces. —Ella
entrelazó
su brazo a través del mío—. Y también hoy
tengo mi auto, así que ni
siquiera
necesitamos caminar.
Sonreí.
—Gracias, Mery. —Suspiré
felizmente y nos dirigimos hacia los casilleros. Agarré
todos los
libros que necesitaba para la tarde, metiéndolos en mi bolso—. Sólo
necesito
decirle a Nicolas que lo veré en casa. Te veré en clases —expliqué, volteando
en
dirección al casillero de Nicolas. Divisé a Nicolas y a Gaston conversando con
algunos de
sus otros
amigos del equipo—. Hola, chicos —canturreé a medida que me
acercaba a
ellos. Todos me miraron, sabía que le gustaba a algunos de los chicos
del
equipo; era obvio por la forma en que me miraban fijamente. Sin embargo
nunca ninguno hacía
un movimiento… eso probablemente era obra de Nicolas.
—Hola, Rocio. ¿Cómo estás? —preguntó Casey, examinándome lentamente.
—Bien gracias, ¿y tú? —pregunté
educadamente.
—Mucho mejor por verte —respondió,
sonriéndome.
Nicolas le
dio un puñetazo en el brazo, haciéndome reír.
—Amigo, ¡hermana menor! —chilló
furiosamente.
—Nicolas, sólo quería decirte que no iré a casa contigo esta noche.
Mery necesita que
vaya con
ella a hacer algo después de la escuela. Simplemente te veré en casa más
tarde —dije, sonriendo. Pude ver a Gaston frunciendo el ceño luciendo un
poco
decepcionado.
—Bueno, tengo trabajo esta noche, así que habría sido Gaston quien
te llevara a casa
de todas
formas —respondió Nicolas, encogiéndose de hombros casualmente.
Miré a
Gaston y sonreí.
—Cierto, sí, lo olvidé. Bueno, lamento perderme eso. —Él me regresó la sonrisa y
mi corazón
casi se detuvo porque era tan apuesto. Me giré para irme caminando
antes de
detenerme de nuevo, con una idea formándose en mi cabeza. Volteé de
nuevo
hacia él y lo miré, burlonamente—. Oh, por cierto,
Gaston, el bote va por más
de cuatro
mil dólares ahora. Eso son más de doscientas chicas.
Sus ojos
se ensancharon.
—No me jodas, ¿en serio? —preguntó,
luciendo sorprendido, y francamente, un
poco
asustado. Nicolas estaba partiéndose de la risa, y los otros chicos a nuestro
alrededor
estaban mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos.
—En serio —confirmé,
guiñándole un ojo a Gaston y alejándome, riéndome de su
cara de
disgusto.
Después de
la escuela, Mery me llevó a la clínica de planificación familiar. Tomé un
número y
porque no había estado allí antes, tuve que llenar un montón de formas
sobre mis
datos personales, vida sexual actual y mi historial médico. Después de
aproximadamente
una hora de espera, me llamaron a través de una sala blanca y
estéril,
donde una señora estaba esperando allí por mí.
-Hola, Rocio. Adelante -dijo, sonrió y señaló una silla.
-Hola Rdije con voz ronca, nerviosa, sentándome frente a ella.
RNo tienes que estar nerviosa. ¡No voy a morder! -se rió.
Le sonreí
Nerviosamente-. Así que, ¿qué puedo hacer por ti hoy? -preguntó ella, hojeando
las formas
que había llenado.
-Bueno, mi novio y yo nos estamos volviendo muy
serios y estamos hablando de
tener
relaciones sexuales, por lo que quería ir a la píldora. ¿Eso es algo que puedo
hacer aquí,
o tengo que ir a mi propio médico? -pregunté, jugando con mis
manos,
sonrojándome.
Ella
sonrió amablemente.
-Por supuesto que puedes hacerlo aquí. Aquí
dice que eres virgen -dijo, ojeando
a través
de mis formas de nuevo.
-Er, sí
lo soy. -Me ruboricé aún más,
deseando que la tierra se abriera y me
trague.
-No tienes que estar
avergonzada, Rocio. Creo que es fantástico que estés aquí.
Veo tantas
chicas jóvenes que no piensan en ir tomando la píldora hasta que es
demasiado
tarde. Es refrescante tener a una jovencita siendo tan responsable
-dijo, acariciando mi
mano. Di un suspiro de alivio y sonreí. Pensé que iba a tener
una
conferencia de por qué no debería tener relaciones sexuales a mi edad y cómo
debería
estar esperando-. Está bien, sólo tengo que conseguir cierta información,
como tu
presión arterial, peso y esas cosas. Luego podemos hablar de cuál te
sentará
mejor, ¿de acuerdo?
Después de
que terminé con mi presión arterial, peso y mi índice de masa corporal
ambas
fuimos a sentarnos de nuevo cerca de su escritorio.
--Bien, bueno te recomiendo que vayas por la píldora combinada. La vas a
tomar
todos los
días, a la misma hora cada día durante tres semanas, luego no la vas
tomar por
una semana que será cuando tengas tu período. Es muy eficaz y es lo
que la mayoría
de las jovencitas buscan --explicó,
sonriendo.
Asentí y
sonreí, porque todo parecía estar cayendo en su lugar.
--Eso suena bien.
Tomó su
libreta y escribió una receta.
--Puedes retirar esto lleno justo al lado. Te
he dado un suministro de tres meses
para que
pueda ver cómo te va. La próxima vez, si todo está bien, entonces vamos
a ir a por seis meses --explicó.
--Sí,
gracias. --Sonreí con gratitud porque
había hecho esto mucho más fácil
para
mí de lo
que pensé que sería.
--Así
que, te voy a dar un folleto para leer, pero las cosas
importantes a tener en
cuenta
son: hay que tomarlo a la misma hora cada día, y tienes que tomarla todos
los días
aparte de
tu semana de descanso. --Sonrió y me dio la receta--.
Asegúrate
de leer el
folleto sobre lo que hay que hacer si te olvidas de una, o si vomitas
después de
tomarla, ya que eso pueden dejar de hacerlo funcionar. Te voy a dar
algunos de
estos para mantenerte a salvo hasta que estés al ritmo de tu píldora,
está
bien. --Agarró un puñado de condones y los puso en una bolsa de papel para
mí.
--Oh, gracias --murmuré, tomándolos con
agradecimiento.
--Bueno, gracias por venir, Rocio. Te veré en tres meses. --Se levantó y tendió su
mano hacia
mí, marcando el final de la cita.
Se la
estreché, sonriendo.
--Gracias. --Caminé hacia la puerta, sonriendo
de oreja a oreja. ¡Vaya, eso fue más
fácil de
lo que pensaba!
--Oye, ¿cómo te fue? --preguntó Mery, levantándose de
su asiento.
--Sí,
muy bien. Tengo que ir a llenar mi receta, y entonces estoy lista. --Enganché
mi brazo a
través del suyo, tirando de ella hacia la puerta.
--¡Vaya, no puedo creer
que vayas a tener relaciones sexuales con Gaston!
--chilló
ella, emocionada.
--Todavía
no lo hago. Necesito saber que puede esperar por mí. No estoy lista
para eso aún --le dije con sinceridad.
--Él
va a esperar por ti. Se ve que está
loco por ti. --Mery sonrió feliz y suspiré.
Realmente
esperaba que eso fuera cierto. Llené mi receta y Mery me dejó en casa.
Nicolas
aún estaba en el trabajo, así que me hice un sándwich y me senté a la mesa
para hacer
mi tarea. Una vez que hube terminado, miré el reloj. No era sino las
ocho;
tenía una hora más hasta que Nicolas volviera a casa.
Sonreí y
agarré mi teléfono, marcando a Gaston, apenas capaz de contener mi
emoción.
--Hola, ángel
--respondió él, sonando
ridículamente feliz.
--Hola. ¿Quieres venir?
--le pregunté, mordiendo mi labio de entusiasmo.
--Claro que sí.
Ahí estaré --respondió
y colgó. Corrí a mi habitación
para
comprobar
rápidamente mi cabello. Me reí de mí misma cuando me di cuenta que
me había
convertido en una de esas chicas que pensaban que tenían que verse
perfectas
para él. Volví a la sala de estar, al mismo tiempo en que él entró por la
puerta
delantera.
--Hola. --Sonreí.
Él me
arrastró en sus brazos y me besó con pasión, haciendo que mi corazón se
acelere y
mi estómago aletee. Después de un rato se apartó.
--Hola --suspiró,
haciéndome temblar de
felicidad--. Así que, ¿dónde estabas? Te
extrañé
--murmuró, poniendo su rostro
entre mi cabello y respirando
profundamente.
Me reí y
me aparté.
--Vaya, ¿qué? ¿Eres una especie de
espeluznante hombre que huele el cabello?
--bromeé,
tomando su mano y arrastrándolo hacia el sofá y empujándolo hacia
abajo.
Él se rió
y se apoderó de mi cintura, y me atrajo a su regazo de modo que estaba a
horcajas
sobre él.
--Te he echado mucho de menos hoy. Odiaba verte y no ser capaz de tocarte.
Además,
¿qué diablos fue eso en el almuerzo? ¿Te gustó burlarte de mí?
--preguntó,
frunciendo el ceño.
Pasé mis
manos por su cabello castaño y sedoso, y me reí con aire de culpabilidad.
--Tengo que preparar el terreno para mi victoria. No puedo aparecerme frente a
Eugenia y ser toda: “sí, he ganado la apuesta, ¿cierto?” --le
pregunté inocentemente.
Negó con
la cabeza, todavía con el ceño fruncido.
--Pero eso fue exagerado. Quiero decir, ¿sabes lo difícil que fue para mí no saltarte
encima? --bromeó.
Asentí con
la cabeza y me mordí el labio para no reírme.
--Oh sí,
me di cuenta de que fue difícil para ti --me burlé, alzando las cejas a
sabiendas,
haciéndole reír.
--Mmm, lo que sea. ¿A dónde fuiste de todos modos? Tenía la esperanza de pasar
un poco de
tiempo contigo esta
noche. --Me atrajo más hacia él y me besó en la
nuca,
haciéndome morderme el labio cuando mi piel se desató en piel de gallina.
Me aparté
y me puse de pie, caminando hacia mi bolso de la escuela para sacar la
bolsa
marrón de la clínica. Me senté en su regazo y sostuve la bolsa en alto para
que él
tomara. Me miró, confuso, y luego miró a la bolsa. Su cara se transformó
desde la
confusión, a la comprensión, a la felicidad, a estar molesto. Espera,
¿molesto?
¿Por qué demonios iba a estar molesto conmigo?
--¿Fuiste a hacer esto
por tu cuenta? --preguntó, frunciéndome el ceño con enojo.
Negué con
la cabeza, un poco confundida por su reacción.
--No fui por mi cuenta, Mery fue conmigo --modifiqué, envolviendo mis brazos
alrededor
de su cuello.
--¿Por qué no me lo dijiste? Habría ido contigo --dijo, empujándome más
cerca de
él, la expresión molesta todavía en
su rostro.
--Gaston, pensé
que, ya sabes... en realidad no es un lugar donde llevar a su novio.
Quería
ir por la píldora; Mery se
ofreció a venir conmigo. --Me
encogí de hombros;
realmente no veo por qué estaba tan
enojado por eso.
--Ángel,
te amo, habría ido contigo. Me
gustaría que me hubieras
dicho Rdijo,
mirándome con tristeza.
R¿Qué diferencia hace? No pensé que te gustaría
ir --dije, confundida. ¿Por qué
diablos se sentía tan lastimado y
molesto? ¡Simplemente fui por la píldora para que
pudiera tener sexo con él! ¿No
debería estar feliz por ese hecho?
--¿No pensaste que me
gustaría ir? Ángel, se trata de mí también,
quiero que
hagamos cosas juntos. Somos una
pareja, un equipo. Me siento un poco dolido de
que pensaras que no querría ir --explicó, besándome en la frente.
--Gaston, lo siento, de verdad. Realmente no pienso así. Simplemente pensé
en que
la mayoría de los chicos no estaría
interesado. Pensé que estarías contento de
tomara un poco de iniciativa --le dije, mirándolo en tono de disculpa, rogándole
con mis ojos que entendiera que no
tenía intención de hacerle daño.
REstoy contento de que hayas tomado la
iniciativa, pero no soy como la mayoría
de los chicos. Te amo. La mayoría de
los chicos no están enamorados de sus
novias, como yo. Esta fue una gran
cosa de tu parte por hacer, y yo debería haber
estado allí
para ti --explicó, besándome
tiernamente.
Tomé una respiración profunda
sintiendo la culpa instalarse en la boca de mi
estómago. No pensé en ello de esa
manera.
--Lamento no haberte dicho o pedido que
vinieras conmigo. Tengo que volver en
tres meses para un chequeo, ¿quieres venir conmigo entonces? --pregunté,
sonriendo y poniendo mi frente en la
suya.
Se echó a reír.
--No, en realidad no es lo mío --bromeó,
levantando su nariz y encogiéndose de
hombros.
Me reí y le di una palmada en el
hombro juguetonamente.
--Idiota --dije en tono de broma, haciéndolo reír
más fuerte. Lo empujé hacia
abajo sobre el sofá y me puse encima
de él, besándolo. En el momento en que me
alejé, los dos estábamos respirando
pesadamente. Me miraba con lujuria y podía
sentir que ya había despertado--. Gaston, sólo porque me voy a tomar la píldora, no
significa que estoy lista para algo más. Ya lo sabes, ¿verdad?
--pregunté,
respingando, esperando no haber
conseguido elevar sus esperanzas y ahora
estuviera esperando sexo.
Él sonrió y me metió el pelo detrás
de la oreja.
--Ángel,
ya lo sé. Está bien. Vamos a ir tan lento como quieras.
Mientras que pueda
hacer esto. --Empujó mi rostro hacia abajo al suyo de nuevo. Sonreí contra sus
labios y me sentí más feliz de lo que
había estado en años, él era demasiado dulce.
Sólo rezaba que estuviera lista
pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se
fuera corriendo tras esa cualquiera Eugenia.
Después de besarnos y abrazarnos
alrededor de una hora escuchamos un coche en
la calle.
--Maldita sea, debe ser al auto de Nicolas --susurré, tratando de alejarme de Gaston.
Me senté, alisando mi cabello, con la
esperanza de que no se viera como si
hubiéramos estado ligando durante la
última hora.
Gaston se rió y tiró de mí hacia
abajo en el sofá con él.
--Nicolas puede manejar esto. Vamos, tiene que
acostumbrarse a esto con el tiempo.
Él
va a vernos besándonos de vez en
cuando --dijo, riendo entre dientes en mi
cuello. Sonreí mientras entretejí mis
dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Gaston
levantó la cabeza para mirar, con una
pequeña sonrisa en el borde de sus labios.
De hecho, creo que él estaba
disfrutando molestar a Nicolas.
--¡Oh, vamos, chicos!
En serio, ¿qué
he dicho esta mañana sobre las muestras de
afecto públicas?
--Se quejó, arrojando las llaves sobre la mesa.
Gaston gimió y puso los ojos en
blanco mientras se incorporaba, empujándome a
sentarme junto a él.
--¿Mejor? --preguntó, sonriendo con malicia.
Nicolas suspiró y puso los ojos en
blanco también.
--Voy a acostumbrarse a esto, supongo --se quejó. Gaston me sonrió
y no pude
evitar sonreírle de vuelta. Él echó
su brazo sobre mi hombro y me tomó de la mano
con su otro brazo, jugando con mis
dedos.
Nicolas entró y se dejó caer en el
sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí
de su expresión de contrariedad y me
levanté.
--Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, chicos,
pueden entretenerse a sí mismos por
un tiempo, ¿verdad? --Les
sonreí a los dos a la vez.
Tenía la sensación de que
necesitaban un poco de tiempo de “vinculación masculina” después de las
revelaciones de anoche. Nicolas y
Gaston eran los mejores amigos después de todo.
--Sí.
¿Quieres jugar a Halo, Nicolas? --preguntó Gaston con entusiasmo. Nicolas se levantó
para configurarlo y me sonreí secretamente
feliz. Sí, volvieron a la normalidad.
Agarré la bolsa de papel marrón y me
dirigí a mi dormitorio, riendo cuando Gaston
golpeó mi trasero y me silbó. Ya
había hecho mis deberes, así que decidí que un
largo y agradable baño de espuma en
la bañera sería bueno. Preparé un baño y
añadí una gran cantidad de burbujas,
antes de agarrar un libro y meterme en la
bañera. Me perdí en la historia.
Estaba tan absorta en la historia que
no oí la puerta abrirse.
--Bueno, eso sí que es sexy --ronroneó Gaston desde la derecha junto a mí.
Grité y casi dejo caer el libro en el
agua.
--¡Mierda! ¡Casi me das un infarto, Gaston! Rgrité, tratando de calmar mi corazón
que estaba tratando de romper mis
costillas. Llevé mis rodillas hasta mi pecho y
traté de ocultarme de modo que
pudiera ver nada inapropiado. Por suerte para mí,
todavía había bastantes burbujas que
ayudaron.
Se echó a reír.
--Lo siento. Oye, ¿puedo
entrar? --bromeó mientras se
arrodillaba junto a mí y
puso sus dedos en la bañera. Los sacó
de forma rápida y meneó la cabeza--.
Olvídalo.
¡Eso está
jodidamente helado! --Frunció el ceño y se secó la mano en la
toalla.
--Gaston, ¿podrías salir de aquí?
¡Esto no es divertido! --grité, sonrojándome.
Puso su sonrisa un poco engreída y se
inclinó para besar mis labios sólo por una
fracción de segundo antes de que se
volviera y regresara a la puerta.
--Estaba bromeando. En realidad no me di cuenta
de que estabas aquí. Aunque,
deberías salir, esa agua está muy
fría. ¿Has estado ahí todo este tiempo?
--preguntó,
sacudiendo la cabeza.
--Está
un poco fría Radmití. Ahora que estaba fuera de la historia ni
siquiera me di
cuenta que la bañera estaba como
piedra fría y tenía piel de gallina por todas
partes. Gaston sonrió y se volvió de
nuevo a mi habitación, cerrando la puerta para
darme un poco de intimidad. Saqué el
tapón y lancé mi libro a un lado mientras me
ponía de pie. Agarré la toalla del
borde y la envolví alrededor de mí con fuerza. Me
di cuenta al salir de la bañera que
no había traído nada de ropa aquí para
cambiarme. En realidad estaba muy
frío, y mis dientes castañeteaban. No podía
quedarme aquí toda la noche,
simplemente tendría que ir a buscar un pijama. No
era gran cosa; Gaston me había visto
en una toalla antes.
Cuando entré en mi habitación me di
cuenta de que estaba descansando en mi
cama.
--Hola Rdije, sintiéndome un poco incómoda,
a medida que me ponía un par de
pantalones cortos debajo de la
toalla.
--Por Dios, Ángel,
podría haberte dado
hipotermia o algo así --me regañó,
mirándome con preocupación. Me agarró
de la mano y me llevó a la cama,
sentándome en el borde cuando él
entró en el cuarto de baño, volviendo con otra
toalla. Frotó mis brazos y hombros,
secándome rápido.
Estaba contenta que decidí no lavarme
el cabello, en cambio, poniéndolo en un
moño desordenado, de lo contrario eso
me habría hecho tener aún más frío.
Envolvió su brazo alrededor de mí,
poniendo cada uno de mis dedos arrugados
como ciruelas en su boca,
calentándolos de uno en uno a la vez. ¡Oh, Dios mío, eso
es sexy! Incliné mi cabeza y lo besé,
al parecer atrapándolo por sorpresa. Después
de uno o dos segundos, respondió,
besándome de vuelta. Mordí su labio
suavemente y él abrió la boca,
permitiéndome deslizar mi lengua en ella. Gimió
desde la parte posterior de su
garganta y envolví mis brazos alrededor de su cuello,
sujetando su cabello rudamente,
tirando ligeramente de él. Me llevó más cerca,
profundizando el beso. Después de lo
que pareció una eternidad, pero aun así no
fue lo suficientemente largo, se
alejó respirando pesadamente. Sus labios no
dejando mi piel, sin embargo, en
cambio, besó mi cuello, succionando la piel cerca
de mi clavícula, haciéndome jadear y
retorcerme.
Todavía estaba helándome y mis
dientes empezaron a castañetear de nuevo,
arruinando el momento. Se retiró entre
risas.
--Vamos a ponerte debajo de las sábanas y así
puedas entrar en calor. RSe quitó
la camiseta en un solo movimiento y
no pude dejar de mirar a su pecho esculpido.
Sentí movimiento y mi visión se
volvió negra por unos segundos, interrumpiendo el
comérmelo con los ojos. Sonreí cuando
me di cuenta que había puesto su camiseta
por encima de mi cabeza.
--Gaston, si quieres que me caliente, todo lo
que necesitas hacer es quitarte la ropa
--ronroneé, mordiéndome los labios y mirando por encima su
pecho y abdomen,
con ganas de pasar mi lengua sobre
ellos.
Se rió y rodeó sus brazos alrededor
de mí.
--Ángel,
no podrías estar más caliente, confía
en mí. Eso sería ilegal --respondió,
besándome otra vez. Me quité la
toalla húmeda y la arrojé en el piso mientras él
me levantaba. Envolví mis piernas
alrededor de su cintura mientras me cargaba
hasta el final de la almohada y
sacaba la colcha, subiéndose en la cama conmigo
todavía unida a su frente como un
mono bebé. Empujó la colcha por completo a lo
largo de nuestras cabezas y se apartó
de nuevo para hablar conmigo en la
penumbra--. Te he echado de menos esta noche. ¿Por qué no te quedaste a
jugar
con nosotros? --preguntó
de mala gana.
--Pensé
que tú y Nicolas
necesitaban un poco de tiempo juntos. Realmente no has
hablado con él por tu cuenta desde
que se enteró de nosotros. Él sigue siendo tu
mejor amigo, así que sólo vamos a
tener que encontrar un equilibrio. No puedes
pasar todo tu tiempo tratando de
meterte en mis
pantalones, sabes --bromeé.
--Pero me encanta intentar meterme en tus
pantalones --se quejó en broma,
dándome la cara cachorrito,
haciéndome reír. Estaba calentándome ahora. Su calor
corporal palpitante en mí y nuestro
aliento caliente entremezclándose bajo el
edredón, lo hacía todo parecer casi
humeante al debajo. Por otra parte, podría
haber sido sólo la pasión que sentía
ardiendo dentro de mí--. Supongo que
tienes
razón. Nicolas estuvo bien esta
noche, en realidad dijo que era agradable verte feliz,
por lo cual me llevó todo el crédito
por supuesto --dijo engreídamente.
--¿Todo el crédito? ¡Vaya, ese un ego
desmesurado el que tienes allí! --bromeé
con una sonrisa
Se rió y acarició el costado de mi
rostro con el
dorso de sus dedos.
¡Es mejor que no estés desnudo con mi hermana pequeña,! --gruñó
Nicolas
de advertencia desde la cercanía de
la puerta.
Gaston empujó la colcha fuera de
nuestras cabezas, sonriendo con aire de
culpabilidad.
--Nicolas, amigo, un poco de advertencia más estaría bien.
--Oh, Nicolas, ¡contrólate! ¿Qué quieres? ¿Y alguna
vez has oído hablar de tocar?
--pregunté,
empujando la colcha más atrás para que pudiera ver que tenía una
camiseta puesta.
--Toqué.
Simplemente no escucharon a través
de todo el coqueteo --respondió,
sonriendo. Todos nos reímos y Nicolas negó
con la cabeza--. De todos modos, sólo
quería decirte, Rochi, que mamá
regresa a casa el domingo.
Sonreí; no había visto a mi madre en
tres semanas.
--¿Sí? ¡Impresionante! --exclamé con mucho gusto.
Nicolas asintió con la cabeza, su
sonrisa a juego con la mía.
--Sí.
Bueno, está bien, voy a la
cama. Mantengan el ruido bajo por aquí;
no quiero
saber nada.
Me eché a reír y no pude resistir
burlarme de él un poco más.
--Nicolas, tal vez quieras tomar prestado mi
iPod, estamos calentando para la apuesta
--bromeé,
guiñándole un ojo.
Gaston se echó a reír y Nicolas
simplemente me miró fijamente, sacudiendo la cabeza
con desaprobación, cerrando la puerta
detrás de él.
--Ángel,
eres demasiado divertida --dijo Gaston, besando mi cuello.
--Cállate
--contesté, imitando el tono
bromista de Nicolas.

ahhhhh me encanto quiero q todos sean asi de largos
ResponderEliminarEs muy tierno gastu espero q nada arruiene la felicidad de ellos !!!
ResponderEliminarRochi es lo más como le va a hacer eso en frente de todos y gas que se moría por besarla Jaja... son lindos
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